miércoles, 8 de mayo de 2013

Sobre la percepción del riesgo



Estos días se oyen mucho en radio unas cuñas de la Dirección General de Tráfico en las que su directora alecciona a los motoristas sobre las buenas costumbres y la conducción correcta. Todo eso me parece muy bien. Me llama la atención que la Directora General, María Seguí, sea la voz de esos anuncios. Es la primera vez que se hace con un director de tráfico, lo que la acerca a los ciudadanos. Esos anuncios se centran siempre en la percepción del riesgo que tenemos las personas, que suele ser muy diferente al riesgo real. Esta separación entre el riesgo subjetivo y real es la causa de la mayoría de los accidentes. Es origen de machadas como "Yo puedo conducir con media botella de vino en el cuerpo". Famous last words.

Es una interesante decisión por parte del creativo de la campaña de la DGT la de incluir la voz de Segui. Cuando quieres que cunda el ejemplo en una campaña de concienciación, eliges para esos trabajos a modelos conductuales, preferentemente con relevancia social. Por poner un ejemplo, a un Fernando Alonso.

¿Cuál es la relevancia de María Seguí? Bastante, tras observar su CV. En un país en que todo se entiende en clave política, y según Wikipedia, Seguí es una mujer próxima a María Dolores de Cospedal (fue nombrada por ella directora general de Salud Pública, Drogodependencia y Consumo en Castilla La Mancha). Licenciada en medicina, profesora en una universidad del Opus Dei, no está exenta de méritos. Ha sido doctoranda con John D. Graham en el Center for Risk Analysis, de la Harvard School of Public Health, y su tesis giraba en torno a la evaluación de medidas preventivas de accidentes a motor, centrándose en el caso de los airbags de conductor. El propio Graham, actualmente en la Universidad de Indiana, me ha confirmado por email este extremo.

Es de prever que una persona con esa formación tenga familiaridad con los estudios numéricos y estadísticos como herramienta central para ese tipo de trabajos, y que sobre todo sepa la enorme diferencia que existe entre la percepción subjetiva del riesgo que tenemos cada uno de nosotros frente al riesgo real de las actividades que realizamos. Casi siempre nuestra mente nos engaña. Estamos diseñados para cometer esos errores, seguramente por razones evolutivas que no vienen al caso. Exageramos las excepciones y tendemos a convertirlas en categoría, y no somos buenos en evaluar el riesgo objetivo de cualquier cosa. Ahí la estadística nos echa una mano para comprender lo que nos rodea.

Lo de Seguí con el casco, su empeño en imponerlo como obligatorio en la circulación ciclista urbana (ya lo es en la interurbana) me sorprende precisamente por eso, porque una persona formada en el estudio de riesgos en una de las universidades más prestigiosas del mundo sea capaz de cegarse por el prejuicio, con toda la evidencia empírica en contra, y con la realidad de que la inmensa mayoría de países del mundo (un 98%) no obliga al uso del casco en bicicleta en trayectos urbanos, que es el centro de la polémica. Los países que lo mantienen están en proceso de derogarlo o ya lo han hecho (Australia, Nueva Zelanda) ya que el único efecto de esa medida ha sido una disminución de un 40% de ciclistas urbanos. Una cifra catastrófica para la pacificación de las ciudades, que sólo se consigue con un uso cada vez mayor de la bicicleta para trayectos urbanos.

La diferencia entre el riesgo real (suministrado por la evidencia) y el riesgo subjetivo genera monstruos. Desde el típico fumador que recuerda la excepción de su bisabuelo, también fumador, que vivió hasta los 100 años a base de pitillos sin filtro (cuando la realidad es que ese bisabuelo es la excepción de una generación muerta prematuramente a causa del tabaco) o el del profesor de buceo que evita explicar a sus nuevos alumnos de la mortalidad existente en el mundo de las inmersiones autónomas, pasando por el miedo a volar frente a la realidad estadística de que es más probable que te caiga un rayo o un meteorito encima que sufras un accidente de aviación. Un ejemplo generalizado lo vivimos todos cuando compramos la lotería. Un suceso casi imposible no nos impide vivir la ilusión de que vamos a ser los agraciados.

En fin, que este conflicto entre el riesgo subjetivo y el objetivo causa graves distorsiones en nuestra percepción del mundo, que incluso pueden condicionar nuestra supervivencia (caso de los fumadores, por ejemplo, cuya adicción les lleva a minimizar el riesgo subjetivo). Sabiendo que la Directora General de Tráfico sabe esto, que tiene acceso a los números, y que por tanto sabe que el riesgo objetivo de un ciclista urbano de sufrir lesiones graves en la cabeza por no llevar el casco es inferior al riesgo de sufrir esas mismas lesiones en esas mismas circunstancias por parte de peatones y conductores de coche, algo de lo que ya me he ocupado aquí y aquí, sabe que de seguir las cifras reales, objetivas, el casco lo deberían llevar preferentemente aquellos dos últimos colectivos. Para colmo, también habrá de saber que las muertes de ciclistas en carretera, donde el casco es obligatorio, han sido por arrollamiento, donde el casco no sirve de nada. 


Sin embargo, Seguí se mantiene en un argumento que no sostienen los hechos, usando las cifras totales de accidentalidad de forma me temo que torticera. Imaginando que es una persona inteligente y que sabe leer los números sólo caben otras hipótesis (como la presión de terceros, una imposición "desde arriba" o un globo sonda) a su actitud, que mueve a algunos a la desesperación. Y ningún cargo público debiera de generar una respuesta así.

He investigado un poco el CV de su profesor, John. D. Graham, y en él se puede ver que ha trabajado en algunos estudios relacionados con el uso del casco en bicicletas y motos. En el primer caso, centrado en infantes:


-Evi J. Hatziandreu, Jeffrey J. Sacks, Ruth Brown, William R. Taylor, Mark L. Rosenberg, and John D. Graham, "The Cost Effectiveness of Three Programs to Increase Use of Bicycle Helmets Among Children," Public Health Reports, Volume 110, No. 3, 1995, pp.251-259. 


-John D. Graham and Younghee Lee, "Behavioral Response to Safety Regulation: The Case of Motorcycle Helmet-Wearing Legislation," Policy Sciences, Volume 19, 1986, pp. 253-273. 

En fin, no parece que Graham haya realizado muchos estudios al respecto, ni que haya influenciado a Seguí, por lo que para mi su afán es todo un misterio. Sólo me queda recomendar a la Directora General de la DGT que lea material como este (Wikipedia está llena de datos sobre el uso del casco en bici), en el que se observa el resultado de la experiencia en Nueva Zelanda de la obligatoriedad del casco en bici en ciudad. La conclusión de un estudio es que no hubo correlación entre el aumento del uso del casco causado por la obligatoriedad y la disminución de accidentes, cuya pendiente permaneció similar a la que ya tenía antes de la obligatoriedad. Sólo se demostró como efectiva la imposición para ciclistas en la franja de edades de 5 a 12 años. Si yo tuviera hijos de esa edad y fueran en bici, les pondría casco, claro está. Me obligara la ley o no.


Otro estudio del New Zealand medical center de 2012, establece que (cito): "finds the helmet law has failed in aspects of promoting cycling, safety, health, accident compensation, environmental issues and civil liberties." ("Encontramos que la ley del casco ha fallado en promocionar la bicicleta, en su seguridad, en [el fomento de] la salud, en la proporción de accidentes, en los problemas medioambientales y en las libertades civiles").



La imagen la he encontrado en Wikimedia Commons. "Berlin, Fahrrad mit Beiwagen", Noviembre de 1931. Archivos Federales de Alemania. Aktuelle-Bilder-Centrale, Georg Pahl (Bild 102). Bundesarchiv, Bild 102-12561 / CC-BY-SA. Está bajo licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Germany.

A peculiar galaxy near M104

Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.