jueves, 26 de septiembre de 2013

La Cultura de la Mentira (4 de 9) - La tecnología al servicio de la mentira.





Cuando en el año 1994 se estrenó el largometraje "Forrest Gump", muchos se llevaron las manos a la cabeza. La película contaba la historia de Estados Unidos desde los años 50 a los 90, vista a través de los ojos del personaje que le daba título. Forrest aparecía, gracias a trucajes digitales, inserto en documentales históricos reales, ya fuera visitando a Kennedy o siendo entrevistado junto a John Lennon. El temor que aquellas imágenes turbadoras sugerían era la perfección con que se podía llevar a cabo, con las modernas técnicas de manipulación de la imagen, una reescritura de los documentos filmados de sucesos históricos. Así, si tras un cataclismo sólo sobreviviera el metraje de "Forrest Gump", para unos hipotéticos arqueólogos del futuro la presencia de aquel personaje ficticio llevándose las manos a la entrepierna porque necesita ir al baño ante el presidente Kennedy causaría innumerables debates sobre la importancia del gesto o del personaje, tomado por real.

Los toscos retoques fotográficos soviéticos que eliminaban a personas non gratas de las fotografías oficiales llegaban a ser una posibilidad real de manos de la tecnología. Actualmente hay aplicaciones para Smartphones que nos permiten eliminar personas de fotografías con sólo el movimiento de un dedo. Por tanto, la tecnología como potencial generadora de mentiras está ya entre nosotros. Sin embargo, la mentira a la que más ha contribuido recientemente esa tecnología es la del canon estético imperante en las sociedades occidentales.

El uso de programas de retoque de bajo coste como el Photoshop de Adobe y otros en las redacciones de las revistas de moda y las agencias de publicidad ha llevado a una suerte de transrealidad, a una neoestética de lo irreal como imposible objetivo para las grandes masas de ciudadanos. Pieles perfectas gracias a herramientas de suavizado digital, formas redondas obtenidas mediante el borrado de los pliegues de la piel, maquillaje y peinado digital, cambio de color y brillo de ojos, eliminación de vello facial y muchas otras técnicas llenan a diario los anuncios en prensa, los spots televisivos o las películas de personas que no existen en el mundo real. Desde hace años varias empresas especializadas se dedican a retocar las deficiencias e imperfecciones faciales de actrices y actores en los largometrajes creados por Hollywood, un trabajo que se mantiene en secreto como se mantenían bajo llave los efectos especiales del cine en los años 20 ó 30.

Como resultado, esa metarrealidad de cuerpos perfectos y pieles sin tacha se clava en las almas de millones de personas, y les convierte en desesperados concursantes en un imposible certamen de belleza que no puede ser ganado por personas reales, sino sólo por ilustraciones corregidas digitalmente. Por mentiras. Si bien la prensa que suele publicar este tipo de retoques fotográficos, generalmente especializada en moda o en corazón, se quita responsabilidades al venderse a sí mismos como creadores de productos de entretenimiento, la realidad es que este nuevo fenómeno del canon de belleza inalcanzable arrastra a legiones de seres humanos a la compra de productos cosméticos -casi todos ellos potingues de feriante carentes de la menor utilidad, pero que se venden a precios exorbitantes-, al uso de técnicas de cirugía estética que ponen sus vidas en peligro, o a pasar horas y horas sudando en gimnasios.

Esta gran mentira tiene por tanto muchos intereses detrás, desde las compañías de cosmética a los propios fabricantes de modelos y personalidades del papel couché, y ninguno de ellos parece querer renunciar al gigantesco engaño al que se somete a tantas personas en el mundo a diario.


La imagen está en Wikimedia Commons. Es un juego de Energía Atómica que se vendía en los años 50. El Gilbert Nuclear Physics Atomic Energy Lab. La imagen está bajo licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported y su autor es Webms. 

sábado, 21 de septiembre de 2013

El Misterio del Rey del Kinema





Ese es el título provisional de mi nuevo largometraje. Tras tres años de trabajo estamos acabando la postproducción.

La historia de esta película empezó en 2010 en Los Ángeles. Mi productora, Margaret Nicoll, me habló de cómo había conocido a Maud Linder, la hija del pionero de cine francés Max Linder, y me contó un poco su azarosa vida. Era tan apasionante que decidimos hacer este documental.

Max Linder fue la primera estrella de cine de todos los tiempos. Era conocido en todo el mundo, y le llamaban "El Rey del Kinema". Cuando murió cayó en el olvido. Su hija Maud ha dedicado 70 años a recuperar su legado. Esta película quiere contar su historia.

Iré posteando poco a poco historias, fotos del rodaje y anécdotas en español aquí y en inglés en el otro blog.


Las imágenes las localizamos durante el proceso de investigación para la película. Pertenecen a una sesión fotográfica realizada durante una visita de Max Linder a Madrid, allá por el año 1914.

viernes, 20 de septiembre de 2013

La Cultura de la Mentira (3 de 9)



En un artículo publicado en el New York Times a finales de 2012, el ejecutivo Greg Smith, dimisionario del banco de inversiones Goldman Sachs describía cómo algunos directivos de su empresa calificaban a sus clientes menos informados de "muppets" (marionetas) que podrían manipular a su antojo. Esa visión perversa y cínica de los demás seres humanos revela que algo fundamental se ha roto en las relaciones entre las personas, y fundamentalmente en las relaciones entre grandes empresas y clientes. La degradación del trato, del producto ofertado, de la calidad rompe la "sagrada regla" de la fidelización. Especialmente las empresas que trabajan en régimen de oligopolio, con productos de primera necesidad, practican de forma sistemática esta degradación de lo servido -que obviamente no va acompañada por un descenso del coste de lo ofertado, sino en ocasiones de todo lo contrario-.

Así, una empresa como la conocida línea aérea de bandera de España ha sufrido tal degradación en la calidad de la atención a sus clientes que hoy en día un pasajero de clase Business en uno de sus vuelos regulares recibe el mismo trato que recibía un pasajero de clase Turista hace unos diez años, por un coste similar y a veces mayor que la tarifa del viaje en aquellos años. Y sólo es un ejemplo. El modelo del crecimiento del beneficio anual, algo tan insostenible como necio (a la larga es un imposible), lleva a las empresas, sobre todo las de gran tamaño, al despido, el ERE, la degradación del servicio por falta de personal para minimizar los costos -especialmente en años de crisis como éstos, en los que el aumento de beneficio sólo se puede rascar bajando los gastos generales- en un proceso de autodestrucción parecido al cáncer, en el que unas "células cancerosas" se dedican a destruir el tejido sano para sobrevivir. Esto indefectiblemente lleva a la destrucción del cuerpo sano, hasta llegar a un momento en el que el proceso es ya imparable.

¿Significa esto que grandes corporaciones como la citada pueden acabar autodestruyéndose? No es descabellado. Al irse destruyendo a sí mismas, estas otrora grandes empresas -paradójicamente en el caso español se trata de ex-empresas públicas que crecieron durante décadas como estandartes del país y que fueron inexplicablemente (desde la óptica ciudadana) privatizadas- van perdiendo el tejido humano que las mantiene, degradando la calidad del empleo y finalmente del servicio, hasta que son tan débiles que el menor volteo bursátil o de mercado las convierte en presas fáciles.

En cierta medida, el canto del cisne de la gran empresa aérea española de bandera comenzó cuando, en mitad de su autodesmantelamiento, fue comprada en condiciones de debilidad por la línea aérea de bandera de otro país, que actualmente es la que toma las decisiones del grupo, y ha seguido el proceso de destrucción. Porque este es un fenómeno transnacional, y la destrucción, si bien lenta y perversa, es ya notoria, e incuestionable. La antigua línea aérea pública española está en pérdidas y ha tenido que recurrir a la desesperada a degradarse aún más entrando en un falso mercado del low-cost, vendiendo caro, pero usando tripulaciones baratas y aviones viejos. Otra empresa del holding dedicada a los vuelos baratos, Vueling, acabará, tras una agresiva compra por parte del grupo de nuevos aviones, siendo mayor que Iberia.

Todo este proceso suicida implica un enorme sufrimiento. Sufrimiento para los clientes que ven degradado el servicio a extremos inimaginables a precios que aumentan de año en año. A los empleados de las empresas en cuestión que se ven arrojados a la calle en EREs masivos, o subempleados en condiciones de cuasi esclavitud, lo que realimenta el círculo vicioso: personal más barato es personal menos preparado que degrada aún más la calidad del servicio. Y sufrimiento finalmente para todo el tejido social, porque se extiende por la nación un halo de inseguridad, de paranoia colectiva, de desánimo. Las depresiones, los suicidios, la violencia, van en aumento. El ciudadano no sabe lo que le pasa. Intuye que algo no funciona a su alrededor, pero la confianza en el otro, que de forma natural le pide la vida en sociedad, le susurra al oído que la culpa no es de la empresa que le oferta el servicio. A lo mejor la culpa es suya por pedir demasiado en tiempos difíciles. Y así, una ola de infelicidad se extiende por ciudades, países, almas, como un moho social que contagia a todas las capas sociales en una especie de estado depresivo colectivo. El sufrimiento añadido a la sociedad contiene además el absurdo origen de esta paradoja: no beneficia a nadie, excepto a un grupo de directivos de élite que verán sus sueldos agrandados al tamaño de los presupuesto anuales de ayuntamientos enteros, pero eso es todo ¿Tiene sentido?

¿Tiene el sufrimiento de tanta gente que existir para el enriquecimiento desmedido de un grupo de personas que dirigen un puñado de grandes corporaciones? ¿Es que eso es todo? Pues al final sí, eso es todo. La gran empresa puede entrar en un proceso concursal -experiencia al respecto no falta en España recientemente, con varias constructoras, cajas de ahorros, bancos o líneas aéreas que han sufrido esos procesos de destrucción irreversible- y sus directivos salir discretamente del barco que se hunde con unas obscenas indemnizaciones. Porque al final se trata de eso: de codicia desmedida, y de una sensación de impunidad que rodea al alto ejecutivo, que puede causar una catástrofe ecológica mundial o llevar a la muerte a tribus olvidadas en el Amazonas a cambio de unas stock options o de una indemnización proporcional, y mandarte a juicio, y ganarlo, si le llamas malnacido desde un foro público.

Así, en España, y en nuestro entorno, asistimos a estos sucesos cotidianamente ya, empresas enormes, aparentemente insumergibles hasta hace unos pocos años, superan su "horizonte de los sucesos" en el que el proceso de autodestrucción y autoliquidación en que están inmersas se vuelve irreversible, y desaparecen. Lo peor de todo es que tras ellas no hay ninguna empresa nueva que las sustituya ni que se haga cargo de los clientes dejados en la cuneta. Generalmente está el vacío, porque, como indico previamente, hablamos de oligopolios y monopolios, empresas cuya autodegradación en pos del aumento del beneficio contable es peligrosa para la estabilidad de un país, pero que los gobernantes elegidos democráticamente consienten, en una extraña visión del "laissez faire" que parece impregnar de ideología, que no de capacidad de gobierno, a generaciones enteras de políticos europeos y españoles.

Y por supuesto, la publicidad sigue mostrando una Arcadia feliz en la que todos obtienen lo que quieren, y en la que nada de lo que pasa, pasa en realidad. Los anuncios de ahora son simétricos a los de hace 10, 20 o 30 años. La gran mentira sigue funcionando día a día, contribuyendo a la desinformación y la ignorancia de lo que en realidad ocurre.


La imagen está en Wikimedia Commons. Vasco Santana, uno de los más famous actores portugueses de su tiempo, anuncia una marca de café. Anuncio de una revista, circa 1930. Está en dominio público.

lunes, 16 de septiembre de 2013

La Cultura de la Mentira (2 de 9)



Estamos rodeados de mentiras. La publicidad nos bombardea con ellas a diario, desde vallas, prensa, televisión o internet. Las revistas de moda ofrecen un modelo humano falso, creado usando softwares de retoque fotográfico, y todos, de alguna manera, participamos de este gran carnaval. Mentir es un derecho en los tribunales si es en la propia defensa del imputado ¿por qué no habría de serlo para vender un producto? El problema es cuando ya no caben más mentiras, cuando una sociedad nada en ellas hasta ahogarse. Y ese es el riesgo que corremos.

La mentira publicitaria exige un músculo intelectual extra a los ciudadanos que, sentados ante el televisor o ante un banner de internet, se encuentran a diario con ofertas coloristas y un lenguaje estudiado hasta la extenuación y destinado a ofrecerles servicios que no son tales, productos que no son tan buenos como parece, bebidas alcohólicas que pueden convertir una vida en un infierno, ofertas de juego que pueden arruinar a una famila, promesas bancarias con letra pequeña, energía a precio de oro o telecomunicaciones a precios insoportables. Finalmente el ciudadano se topa, en la realidad de la vida diaria, con que esas empresas que le han vendido el paraíso a base de mentiras se ocultan tras subcontratas de servicios de atención al cliente que realmente son barreras de detención para la frustración que resulta del contraste entre la mentira y la verdad, entre lo ofertado y lo comprado, entre la publicidad y lo publicitado.

Así, aumentan las depresiones en las sociedades occidentales, las demencias, los suicidios, o los casos de violencia. El ciudadano sin recursos intelectuales para defenderse del bombardeo de mentiras sólo puede vivir la frustración de los deseos nunca compensados, ante su incapacidad de comprender que la sociedad en la que vive está basada en la mentira, que al otro lado le están engañando, que a nadie importa su vida ni su destino, sino su dinero. El ciudadano honesto que ha confiado toda su vida en "su caja de ahorros", ve su confianza hecha añicos por una nueva forma de actuar, despiadada y amoral, y que ocurre en la misma oficina que lleva visitando toda su vida, y que es llevada a cabo por su director de sucursal de siempre. Y acaba preguntándose, desesperado: "¿Qué ha cambiado?"

Porque en realidad todo ha cambiado. El metalenguaje publicitario, diseñado gracias a los más modernos conocimientos de la psicología, la experimentación conductual o el behaviorismo, convierte cada anuncio, cada spot, cada página de publicidad en un periódico o revista, en un concentrado de manipulación, de tentación y de perverso uso de los mecanismos inconscientes de la mente de las personas en aras del consumo, la venta a toda costa y el beneficio desesperado. 

El cliente se convierte en la víctima del trilero, y su dinero en el único objetivo. El conocimiento científico que el ser humano ha adquirido de sí mismo, y que le informa sobre su percepción del mundo, sobre su personalidad, sobre sus patologías psicológicas, sus debilidades y sus fortalezas, es usado sin el menor pudor para venderle un refresco o unas patatas fritas fabricadas a un mínimo coste en plantas robotizadas, con un gasto máximo de publicidad y marketing. Al final, el ciudadano descubre el engaño, comprendiendo que en realidad está consumiendo basura carísima, y esto le frustra, le convierte en alguien amargado y resabiado. 



La ilustración está en Wikimedia Commons. A December 1951 advertisement for the IBM 604 Electronic Calculating Punch that was first produced in 1948. The machine could be programmed to do addition, subtraction, multiplication and division. The input and output were done with punch cards. The advertisement claims the IBM 604 can do the work of 150 engineers with slide rules. Fortune magazine, volume 44 number 6, December 1951, page 55. This advertisement was created by Cecile & Presbrey; the agency began working with Computing-Tabulating-Recording Co. (which in 1924 became IBM Corp.) in 1914. Está en dominio público. 

miércoles, 11 de septiembre de 2013

La Cultura de la Mentira (1 de 9)



Inicio este ensayo que como el anterior (“Heartbeeps”) separaré en varios capítulos. Versa este sobre la capa de mentiras que, como una costra, rodea a la sociedad occidental, creada sobre todo por el lenguaje publicitario y su uso agresivo, para el solo beneficio de las grandes corporaciones.

Si bien la publicidad nació como una especie de "información enriquecida" para convencer a los posibles compradores o clientes de la bondad de lo ofertado, en las últimas décadas (a partir más o menos de los primeros años 80 hasta ahora) hemos asistido a un profundo giro, en el que se ha convertido en una monumental mentira consentida que los ciudadanos, y sus representantes, toleran, sin plantearse el alcance de las consecuencias que sobre cualquier sociedad puede tener basar su orden en la mentira.

Así, los anuncios en cualquier medio de cualquier tipo de producto, especialmente aquellos bien asentados en la sociedad, como alimentos o bebidas, no venden bondad alguna -cuando en la mayoría de los casos se sabe que los productos ofertados pueden ser incluso peligrosos para la salud-, sino "modos de vida", "felicidad", “historias agradables” y otros conceptos positivos, asociando la marca con algo espiritual e intangible, que nada tiene que ver con el producto ofertado.

Hace años Naomi klein en su conocido libro "No Logo" criticaba esta cultura de la marca que impera en el planeta. Pero ahora la situación ha empeorado. La publicidad ya no enmascara la mentira, sino que rodea de adjetivos productos de cualquier tipo y los lanza a un mundo en el que el comprador debe de acostumbrarse a vivir rodeado de falsedad, y sobrevivir a ello.

En 2011 una campaña de una gran empresa de telecomunicaciones española vendía la bondad de sus productos usando la imagen de las Asambleas que, espontáneamente, habían surgido el 15 de mayo de aquel mismo año, conocidas como 15M. La campaña, que ha obtenido el dudoso honor de erigirse por votación popular en la peor campaña publicitaria del año por FACUA, ejemplifica esta inmersión cotidiana en la mentira en la que el ciudadano debe de nadar. En el anuncio en cuestión, una asamblea ciudadana vota los servicios y ofertas que la citada megaoperadora debe ofrecerles. En un giro copernicano propio del mismo Maquiavelo, un creativo publicitario ha decidido que una multinacional que tiene los peores precios de Europa y el récord de reclamaciones en la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (amén de en FACUA, OCU y otras organizadores de consumidores) por parte de sufridos ciudadanos, y que toma sus decisiones en complejos comités presididos por ejecutivos MBA en constante pelea darwinista, sea en realidad una asamblea ciudadana llena de candor, altos ideales y amabilidad. Esta mentira es capaz de ocultar la realidad, cuando además la citada multinacional es uno de los principales anunciantes del país, y es perfectamente capaz de dar toques de atención a los medios de información sobre noticias en contra de sus intereses.

Esa visión brutalmente utilitaria de la vida y de los otros lleva a que ciudadanos llenos de una confianza que ahora llamamos "ingenuidad" fueran engañados en masa por las entidades financieras en los famosos casos de Suscripciones de Preferentes, una estafa de dimensiones titánicas en la que empleados de todo pelaje y rango de bancos y cajas de ahorro participaron sin el menor rubor ni el mínimo cargo de conciencia, o que se concedieran hasta hace pocos años hipotecas impagables a ciudadanos prácticamente insolventes. Es la cultura de la mentira, del doble lenguaje, de la letra pequeña, donde algo tan vital para la supervivencia del tejido social como es la confianza en la honestidad del otro, se rompe. Y cuando esta confianza desaparece, el mismo sustrato que mantiene a países enteros se derrumba.


La ilustración la encontré en Wikimedia Commons. Affiche pour les "Motocycles Comiot, Paris, 87 Boulevart, Gouvion St Cyr" (Boulevard Gouvion-Saint-Cyr, Paris). 1899. Por Théophile Steinlen. Está en dominio público.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Historia inesperada de una foto



Esta imagen me la pasó hace un par de años un amigo. Muestra una imagen de un campo estelar en dos momentos diferentes, con un par de días de diferencia. Hay un objeto en movimiento. La foto es imposible de encontrar en cualquier lado (Prueben a buscar en Google) y me puso sobre la pista de un secreto, todo un misterio que aún estoy desentrañando.

La imagen llevó a otra, y a otra, y a varios encuentros en un par de lugares del mundo bastante lejanos con personas que querían hablarme de esas imágenes. Un contacto llevó a otro, y una revelación a la siguiente. El resultado me ha llevado a escribir una novela que, cuanto menos, fabula a partir de este misterio en el que me he visto envuelto inesperadamente, y que digamos que parte de hechos reales.

La novela, "Los Códices del Apocalipsis", saldrá pronto editada por Tyrannosaurus Books. Cuando la lean recuerden que está basada en hechos reales. No les puedo decir qué de ella es real o imaginario, lo dejaré a que ustedes lo decidan. Además, si lo dijera, estaría poniéndome en serios problemas.

He abierto un blog sobre la novela en el que iré posteando noticias sobre ella, algunas revelaciones, y la crónica de la investigación que llevó a ella. Alguno de esos datos podrá complementar su lectura.


La fotografía que ilustra este texto fue tomada en un telescopio del Complejo del Roque de los Muchachos, en la Isla canaria de La Palma. Es una imagen de calibración, y el objeto que aparece en movimiento no debería de estar ahí. Para saber más, en el blog ya hay una primera entrada al respecto.

sábado, 7 de septiembre de 2013

De interfaces de usuario.

En informática aprendes a desarrollar interfaces de usuario. Son las formas en las que un programa informático interactúa contigo, y de su buen diseño dependen muchas cosas, pero sobre todo que la experiencia de trabajo con un software determinado sea sencilla, intuitiva, y ergonómica.

En los años que llevo usando las diversas webs de las administraciones electrónicas del país me he encontrado con muestras de interfaces de usuario dignas de un museo de los horrores. Ahora el Gobierno anuncia que va a añadir más trámites online a los ya existentes. Seguro que nadie se ha preocupado de plantear una estandarización de los interfaces, de los protocolos de trabajo, las firmas electrónicas, los tamaños de los adjuntos, los formatos admisibles, y los interfaces de usuario. No. Claro que no, esas son soluciones que serán útiles al ciudadano, y eso parece que no interesa, o que ni siquiera saben que es necesario.

Y no hablemos de webs de empresas públicas, como esa cosa que han hecho para RENFE y que es una pesadilla que ha costado millones. Oigan, yo les hago eso por un presupuesto cien veces menor, y encima funcionará ¿Qué hacen en Indra con casi 12 millones de Euros? ¿Quemar los billetes?

Cuanto consejero y cuanto consejo de administración parásito, cuántas luchas interdepartamentales para al final crear un monstruo inoperante. Y ahí está la web del Senado como ejemplo, o la del Congreso.

Entre una casta de trabajadores públicos atrincherados tras sus pequeños reinos de taifas y una administración inoperante que es incapaz de coordinar a las administraciones autonómicas (siempre he flipado al viajar cómo mis pagos a la Seguridad Social no me permiten tener acceso a un ambulatorio en cualquier parte del país si no estoy empadronado ¿Es este país un chiste?).

Este es sólo un ejemplo más. Una web que lleva años siendo igual, fea, pero al menos funcional, y cuyo diseño se ha renovado recientemente tras años de dejadez. Durante todo ese tiempo un detalle sintomático me llamaba la atención en aquel website. Miren, que les cuento.

Esto es un billete de lotería:



¿Ven los números? La Serie arriba, la Fracción abajo. Eso crea un orden, una regla, que cualquier interface basado en ello debe de repetir.

Pues bien, hasta hace unas semanas metías los datos en la web de Loterías para comprobar el billete, todo correcto, ponían la introducción de datos en el mismo orden. Perfecto.

Pero cuando ves el resultado, el orden se invierte. Debería mantenerse la regla arriba-abajo o izquierda-derecha para que el visitante de la web no se líe.

Pues no. A alguien se le cantó que en los resultados primero se pone la Fracción y luego la Serie.


Es apenas copiar y pegar un par de líneas de código para ponerlo bien. Pues llevo viéndolo así años y años y años, hasta, digo, hace un mes o dos en que han cambiado el diseño. Hasta entonces, nadie se molestaba en decir, "vaya, qué tontería, voy a ponerlo bien". No. Esto en una empresa de desarrollo de software ni te lo planteas. Se arregla y listo. Tardaron años.

Pero claro, es la Administración. Es complicado simplificar las cosas, hacerlas sencillas. No crear confusiones. Qué va, ellos viven de la confusión. Y más aún lo de las loterías, que venden como el camino de la riqueza lo que no es sino un impuesto más.

Bien, es un ejemplo tonto me dirán, pero tengo muchos de ellos, graves, gravísimos, esto en comparación es una chorrada, claro, y ya he hablado de ellos previamente. Es sólo otro ejemplo de desidia, una muestra de cómo se dejan las cosas en este país, da igual. Desidia y confusión.

Pues bien, parafraseando a King Crimson, "Confusión será su epitafio".

viernes, 6 de septiembre de 2013

A peor



Hace cinco años publiqué este texto en un blog dedicado a Madrid de El Mundo. Han pasado cinco años, ya no vivo en esa zona, pero la situación es peor que nunca, y muestra el peligro de estar gobernados por una mezcla de ignorancia y ambición. No sé si nadie se ha preocupado de realizar un estudio sobre el índice de aumento de las enfermedades respiratorias y el uso generalizado de esos ingenios del diablo, pero la conjunción de aerosoles, levantar porquería del suelo, y aventarla al aire es una idea estúpida. Y si además se hace conjuntándolo todo con un vehículo escoba, el supuesto ahorro se convierte en prebenda para una concesionaria, y en un monumento a la ineficiencia y a la insalubridad. Prueba de ello es que los operarios tienen que llevar máscaras para evitar respirar la porquería que soplan sus máquinas.


25 de marzo de 2008.- Hoy al salir de casa (tengo la suerte de poder ir al trabajo caminando) pasé como todos los días por la calle Covarrubias.
Pero en mitad de la calle había una especie de enorme masa de humo, que desde la distancia me pareció un incendio, posiblemente de un coche. Al llegar al lugar resultó que aquello era una nube de polvo levantada por dos personas con el logotipo de 'Medio Ambiente Madrid', que, armadas de sopladores de hojas, estaban levantando todo el polvo del suelo y tras ellos, una de esas máquinas de limpieza. La gente a mi alrededor corría, esquivando el polvo, la gravilla, las hojas de papel, que aquellos señores ponían en órbita sin el menor problema.
Querría saber quién toma las decisiones en Madrid para usar aparatos que están diseñados sólo para mover hojas en jardines para la limpieza viaria, llenando el aire de partículas, polvo, toxinas pesadas (las de la contaminación, que se posan en el suelo por su peso), ceniza de cigarrillos, etcétera.
Desde siempre, las calles de Madrid se han limpiado con escoba y camión de riego. A nadie se le ocurriría usar sopladores de hojas (ya lo dice el nombre: son para soplar hojas) que es de locos, un atentado a la salud de la gente, un peligro para las personas con problemas respiratorios y alérgicos (muchas sustancias que causan alergias son moléculas grandes y van a parar al suelo).
¿Dónde se toman esas decisiones en el Ayuntamiento de Madrid? ¿Quién es el responsable? Le rogaría a esa persona que se documentara con un médico sobre el daño que esas actividades causan en los ciudadanos. Es el mundo al revés, las cosas que toda la vida se han barrido, porque son tóxicas, ahora se esparcen en el aire. ¿Qué objetivo se persigue? ¿Ahorrar tiempo y personal? ¿A costa de qué? Agradecería que los próceres que gobiernan esta ciudad dejaran de tomar decisiones desacertadas que sólo hablan de sus carencias partiendo de la formación más básica. O si no, que, por favor, se dediquen a otra cosa.
Por última vez, dejen de usar sopladores de hojas para intentar limpiar las calles de Madrid. Por favor. Usen el sentido común.


La primera foto la tomé ayer. La que cierra el texto, el día del artículo, en 2008. Observen que en la foto de hace cinco años, los operarios ni siquiera llevaban mascarillas.

jueves, 5 de septiembre de 2013

El ratopín y las estrategias coloniales




Los ratopines rasurados (Heterocephalus glaber, conocido también como heterocéfalo o farumfer) son unos roedores que viven en una pequeña zona de África. Medio ciegos, sin pelo, tienen hábitos subterráneos, y están siendo objeto de estudio porque tienen cualidades muy interesantes. Son muy lóngevos (viven en promedio 10 veces más que los ratones comunes, con los que están emparentados) y aparentemente son inmunes al cáncer. Curiosamente, viven en colonias en las que los individuos se han especializado; hay soldados estériles, una reina que no cesa de parir, obreros y otras castas.

Parece un interesante ejemplo de cómo ciertas soluciones evolutivas son reutilizadas por especies más sofisticadas en la escala de la evolución. Las sociedades ratopines semejan hormigueros o colonias de abejas, y en ellas los individuos, por una mezcla de genética, señales químicas (hormonas) y conducta, se subordinan al bienestar colectivo.

Existen ejemplos de organismos unicelulares agrupándose en colonias, como los corales. De manera análoga, las células de nuestros cuerpos se han especializado altamente a lo largo de las eras para poder vivir juntas, convirtiéndose en tejidos altamente especializados y generando un meta-organismo pluricelular del que dependen para sobrevivir y al que contribuyen formando su estructura. Las colonias de insectos generan una segunda iteración sobre esta tendencia, al ser organimos formados por células en colonia que forman cuerpos que a su vez se unen en colonias; las colonias de los ratopines nos hablan de una solución recurrente en la naturaleza, que tiende a reproducir modelos eficientes en diferentes escalas, y anidarse en al menos dos niveles: el unicelular que permite la creación de colonias cooperativas complejas y el pluricelular de esos organismos complejos que se agrupan en otras colonias. En ambos casos la especialización de los miembros de la colonia es característica. Se renuncia a una vida independiente en favor de la supervivencia de la estructura mayor, que a su vez garantiza el bienestar en la pequeña escala.


La foto la encontré en Wikimedia Commons. Heterocephalus glaber expuesto en el National Museum of Nature and Science, Tokyo, Japón. El autor de la foto es Momotarou2012. Está bajo licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El gorila en la habitación




Haced lo que queráis ¿Que el día de San Juan en Oviedo sacan una tela con unas manchas (el "pañolón" de Oviedo) y dicen que es el rostro de Cristo? Allá vosotros si os creéis cuentos medievales.

Pero lo de la llamada “síndone”, conocida también como la "sábana santa" o el "sudario de Turín" es de cachondeo. La famosa reliquia, demostrada como falsificación hace décadas (cuando se demostró por Carbono 14 que había sido fabricada en la Edad Media), sigue siendo “oficial” para la curia católica, y eso me subleva; qué les gustan los huesos mondos, los cadáveres incorruptos, los brazos embalsamados y los despojos de pobres santos, pero sobre todo las falsas reliquias. ¿Cómo pretenden que la gente se tome en serio en una iglesia basada en mentiras tan burdas y públicamente desacreditadas?

La iglesia declara oficialmente que ni niega ni afirma; pero dejar sometida a adoración en Turín esa sábana (y lo mismo en Oviedo con el "pañolón", o a la tumba de Santiago en Santiago de Compostela, o a tantas toneladas de reliquias) equivale a una afirmación, a una declaración de principios, a un "sí es verdad, claro que lo es, adórala". Eso es una vergüenza, porque se pasa por verdad una mentira.

Insisto en que hace décadas que se demostró que la famosa tela es una falsificación de tantas realizadas por algún desesperado monje en la edad media. Muy católico eso de no quitar ni poner rey, pero no hacer nada para aclarar dudas.

No hace falta afilar la navaja de Ockham en este asunto. No hay más que verla, te dan ganas de gritar a los cuatro vientos “¡Pero si es una pintura! ¡¿Es que no lo véis?!”. Como obra de arte figurativo con fines de engaño, como con, tiene interés. Pero como reliquia es un chiste.

Se ha hablado mucho, respecto a la Sábana Santa, de lo imposible que es que un cadáver tenga esas manos tapando púdicamente sus propios genitales: los brazos humanos no son suficientemente largos para guardar esa postura tras la muerte, y se caen a los lados del cuerpo por el peso de las manos. Pero es que quien pintó la sábana santa, guiado por ese miedo a la genitalidad tan católico, no pudo evitarlo y para poder tapar vergüenzas la cagó en las proporciones.

Lo pueden comprobar con cualquier foto de la sábana y ayudándose de una regla. Hay una “ley” de proporciones que dice que aproximadamente la distancia cubierta entre la punta de los dedos de los dos brazos extendidos de un cuerpo humano iguala a la altura del cuerpo con una variabilidad de un 5% más o menos (generalmente son más cortos). Es decir, si pones los brazos en cruz y te mido la distancia entre los dedos de una mano hasta la otra, esa distancia es similar (menor o igual) a tu altura.

Si hacemos ese cálculo con la figua de la Síndone el resultado es realmente chocante. Primero, los dos brazos están pintados de tal manera que uno es más largo que el otro: la mano del brazo derecho es larguísima. Bueno, si sumamos las longitudes de mano, antebrazo, brazo y entre los hombros, podemos calcular la longitud de los brazos de la figura de la sábana puestos en cruz. Y también podemos medir fácilmente la altura del cuerpo.

En la pantalla de mi ordenador he hecho el experimento sobre una foto en cuerpo entero de la sábana, que se puede encontrar en Google en un par de segundos y encabeza este artículo.



Resultan estas cifras:

Altura del cuerpo en la pantalla (cm): 10.5
Longitud de brazo derecho: 5.4
Longitud de prazo izquierdo: 4.8
Longitud entre hombros: 2.3
Longitud de cabeza a rodilla: 7
Longitud de hombros a cabeza: 1.5

Longitud de brazos en cruz: 5.4 + 2.3 + 4.8= 12.5

La variabilidad en un cuerpo humano normal de la longitud de los brazos en cruz debería de ser de 10.5 +/- 0.5 aproximadamente, es decir, entre 10 y 11.

Pues la medición nos da una barbaridad (inhumana) de 12.5.

Si los brazos pintados en la Síndone estuvieran a ambos lados del cuerpo, con estas medidas llegarían justo debajo de las rodillas de la figura. Es decir, tendríamos un Jesús más parecido a un gorila que a otra cosa.

Si quieres hacerlo en casa, parte de una altura de aprox. 10 cm para la figura
Así tus cálculos serán más sencillos


Es obvio que no hay seres humanos con esas medidas grotescas. El pudoroso pintor se saltó la elemental regla de la verosimilitud en su dibujo.

Y no, cuando te crucifican no te crecen los brazos. Eso sólo le pasaría a Reed Richards o a Plastic Man.

Bueno, con esto creo que se demuestra de otra manera, sin salir de casa y con una regla y lápiz, que la Sábana Santa es un camelo. Fácil, como debe de ser.

Pero seguirán diciendo lo contrario ad aeternum. Pandilla de mentirosos medievales.

Por cierto si miran la noticia del link, van a alucinar ¿Qué hace una Universidad comprándose un microscopio electrónico en tiempos de crisis para probar un prejuicio en vez de para probar la verdad sobre esas reliquias? ¿Quién se va a tomar en serio un estudio así? ¿De dónde sale esta pandilla de inútiles que ni saben enfocar un experimento? ¿Quién les paga los sueldos a estos tipos? El "pañolón" de Oviedo también fue datado al Carbono 14 como medieval. En fin, les darán igual los brazos del gorila que tienen en la habitación, ellos sólo quieren confirmar lo que ya saben vía fe, y con mirar a otro lado, al microscopio electrónico, basta. Desolador. E insultante para una legión de científicos que han tenido que abandonar el país para poder dedicarse a la investigación que aman, y que no tiene nada que ver con patrañas como estas. Joder, qué país, fabricando autoridades en mentiras de sábanas santas, y expulsando a sus mentes más brillantes. Qué país más desagradecido, qué país más necio.

Por cierto, en la entrada de la Wikipedia española sobre la Síndone no se dice palabra respecto a este tipo de experimentos que cualquiera puede hacer en casa, y con un muy español tinte de supuesta objetividad (confundida con no tomar partido) sólo habla de los famosos experimentos históricos y las peleas entre los científicos pagados por el Vaticano y los que no. Es un poco triste. En la entrada de la Wikipedia en inglés sí se habla de la longitud de los brazos, si bien de pasada.


La imagen de la Síndone la he encontrado en internet y está en dominio público.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Eric Lander y los retrotransposones


Eric Lander

Eric Lander es otro de esos maestros que te hace la vida mejor. Tiene una voz suave, pero la orquesta como si estuviera en mitad de una ejecución musical. Interactúa con sus alumnos y le encanta relatar en sus clases historias sobre la investigación que está viviendo mientras las imparte: lo que se está buscando en las habitaciones de al lado del propio MIT, donde imparte clases. Lleva siempre camisas de tono celeste y una sonrisa amplia. Lander fue uno de los responsables, hace más de 10 años, del Proyecto Genoma Humano, que permitió la primera decodificación completa del ADN de nuestros cromosomas. En aquellos años, Lander y sus colaboradores en el WICGR (Whitehead Institute / MIT Center for Genome Research) iniciaron una feroz carrera contra una empresa privada, Celera, para poder cerrar la decodificación completa antes de que los genes humanos pudieran ser patentados, poniendo todos los que fuera posible en el dominio público. Y lo consiguieron, en una gesta absolutamente fascinante.

El mundo de la biología y la bioquímica está lleno de historias asombrosas de gente absolutamente valiente, llena de tesón, y que, contra viento y marea, tras años de tediosas investigaciones apenas respaldadas por una intuición, revolucionaron nuestro modelo del mundo viviente. Desde Gregor Mendel a Watson y Crick, pasando por Thomas H. Morgan y muchos otros. Y Eric Lander es uno de esos investigadores apasionados. En el curso que imparte en edX desde el MIT (7.00x, “Introduction to Biology: The Secret of Life”), nos presenta a sus colaboradores, un grupo de gente increíble que está en la primera línea mundial de la investigación genética y bioquímica. En breve el curso inicia una nueva andadura.

Una de las cosas más fascinantes que nos ha explicado Eric Lander, y que por cierto, en cierta medida fue vaticinada por Richard Dawkins en “El Gen Egoísta”, son esos segmentos del ADN que no tienen aparentemente utilidad alguna (algo que en principio no quiere decir mucho; pueden tenerla y nosotros no saberlo todavía) pero que por ahora sabemos que no transcriben proteínas, sino que se mueven por el ADN celular limitándose a copiarse a sí mismos y volver a integrarse en la estructura de los cromosomas. Se les llama “retrotransposones”. Algunos de ellos, llamados LINES (Long INterspersed Elements), tienen la propiedad de generar una enzima, la trancriptasa inversa, que los transcribe en ARN mensajero (si estudiaron síntesis de proteínas en el instituto les será familiar todo esto) para a su vez generar copias nuevas de los LINES, y fusionarse de nuevo como ADN. 

Los retrotransposones no hacen nada, y son al parecer casi la mitad del mensaje genético de nuestros cromosomas, y por lo que se ve sólo están ahí para reproducirse, esto es, generar copias de sí mismos y volver al ADN del que se separan sólo para copiarse a sí mismos (en realidad esto no es exactamente así, pero en cierta medida lo daremos por bueno). Pero esto no es todo. Hay otros segmentos de ADN, los llamados SINES (Short INterspersed Elements), que son más cortos que los LINES (unas 500 bases) que ni siquiera crean su transcriptasa inversa, sino que se cuelan en la que generan los LINES, y la usan para copiarse, como auténticos parásitos de los LINES.

Unos y otros aparentan, de no tener utilidad, ser parásitos del ADN que sólo buscan perpetuarse indefinidamente. Sorprendentemente, esos segmentos que no hacen nada más, están rodeados de otros que sí que son útiles (aparte de los que generan proteínas, que son la “parte útil” de nuestro ADN), como aquellos que sirven para reparar errores en la cadena. Es también muy interesante que la transcriptasa inversa también sea vital en el mecanismo reproductivo de los retrovirus.

Estaríamos, de admitir el concepto de "ADN parásito" ante un caso de reproducción inferior aún al nivel viral en términos de estructura. Si la condición de vivos del los virus está sujeta a discusión ¿Qué decir de los LINES y SINES? ¿Podría ser ADN viral parasitario? ¿Tienen una función biológica que aún desconocemos? De hecho ésta se está descubriendo en nuestro tiempo, como la responsabilidad de ciertos transposones en la cromatina (el material del núcleo de la célula) o en la aparente funcionalidad de LINES y SINES para la generación de nuevas funcionalidades en nuevos cromosomas. El hecho es que nuestras células son una compleja estructura que apenas hemos empezado a entender. La labor que queda por hacer es gigantesca.

Lander sigue investigando cuando no imparte clases, y desde una taxonomía molecular del cáncer, a la posible relación entre ciertos alelos y enfermedades comunes, sus trabajos punteros siguen adelante.

Si algo encierra hoy en día la ciencia humana es su capacidad de asombrarnos. Nos describe un universo ordenado y a la vez caótico, predecible en ciertas escalas y dominado por el caos o el azar en otras. Aparentemente indiferente, pero regido por unas reglas que podemos comprender, modelar y nos permiten predecir lo que ocurra, hasta ciertos límites. La fascinación por lo que nos rodea y su reflejo en la mente humana, el trabajo científico, tal vez sean los mayores logros que la humanidad ha acometido desde que salió de la oscuridad de las cavernas. Es para sentirse orgulloso de pertenecer a una especie capaz de comprender lo que le rodea, que no pierde su fascinación ante una naturaleza que encierra misterios en cada detalle, en cada pequeña criatura, en cada leve soplo de brisa, en cada fotón y flagelo.



La foto que ilustra este post es de Eric Lander explicando su proyecto de secuenciación del genoma del ratón en rueda de prensa el 4 de diciembre de 2003. La foto la hizo Maggie Bartlett, la encontré en Wikimedia Commons y está en dominio público.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Summer Annihilation



Las películas de verano, esas producciones que se empezaron a poner de moda hace como 30 años y ahora cuestan 200 millones de dólares, se han convertido de un tiempo a esta parte en monstruos hipertrofiados que pueden causar, si fallan en recaudar lo esperado, hasta la caída del Estudio que las ha creado. Vistas así, parecen pésimas decisiones financieras.

Esta carrera de gigantescas producciones franquiciadas de Hollywood lleva tiempo prolongándose, y es interesante de observarla, por lo irracional. Son tiempos desesperados, en los que tu película está pirateada en todo el mundo al día siguiente de su estreno, o incluso antes, en calidad HD, con sonido atronador, y contra eso poco puedes hacer. Los grandes estrenos han de ser simultáneos, grandes, y crear expectativas en los potenciales espectadores antes de que el pirata las cuelgue en la red.

El resultado es a veces un poco patético, entre piruetas que merecerían más bien ser protagonizadas por el Circo del Sol (el año pasado Tom Cruise colgando del Burjh Khalifa en una trama ininteligible en "Misión Imposible: Protocolo Fantasma" traslucía la desesperación de ciertos hipertrofiados formatos "rollercoaster"), y otras un simple dislate ("Transformers 3" es el mejor ejemplo hasta ahora de parque temático portátil para salas 3D IMAX).

Esta política de los Estudios de Hollywood va en contra de las películas pequeñas y medianas. Sumergidas en un mar en el que sólo flotan los monstruosos blockbusters, poco pueden hacer ante un despliegue promocional medido en millones de impactos o en acuerdos de merchandising con las grandes cadenas de comida rápida, que están al alcance de unos pocos. Pero los gigantescos productos veraniegos, cada vez más arriesgados en términos de recuperación de lo invertido, necesitan un mercado mundial y un lanzamiento simultáneo multicultural para ser rentables en los escasos días que les da hoy la ventana del estreno en salas, que nunca fue tan pequeña. Eso las fuerza a ser convertidas, más que en objetos narrativos, en “productos corporativos transnacionales”. Para ello es ideal o bien disponer de una franquicia adquirida que tenga ya su propia red promocional y su boca a boca garantizado (Marvel-Disney, DC-Warner con sus personajes-franquicia de cómic son sendos ejemplos), o bien generarla (lo que siempre es más arriesgado; este año Warner lo intentaba con “Pacific Rim” (“Pacific Rim”, Guillermo del Toro, 2013) y no le fue mal del todo). Y luego se han de combinar estas estrategias con historias simples, con escaso diálogo, que sirvan de “valles” para una sucesión de escenas de acción cada vez más intensas, y que sean comprendidas desde Laponia a Tierra de Fuego, pasando por Pekín y Florencia.

En cualquier caso, observo en todos estos productos una tendencia que parece nacida de la industria del porno, una “hardcorización” del producto, que implica más y más escenas gigantescas que han dejado de ser de acción, y se convierten en demoliciones, en las que los efectos infográficos, reciclados fotorealistas del cine animado, llevan las riendas, y donde se arrasan ciudades enteras en reciclados que parecen repetir lo que en el kaiju-eiga japonés, pero con el 11 de Septiembre como origen de coordenadas. Desde franquicias aparantemente infantiles como la serie “Transformers” que dirige Michael Bay o “Battleship” (“Battleship”, Peter Berg, 2012) pasando por los reciclados Marvel de “Marvel Los Vengadores” (“The Avengers”, Joss Whedon, 2012) y de DC en “El hombre de acero” (“Man of steel”, Zack Snyder, 2013) o la saga del reboot de “Batman” a cargo de Christopher Nolan, llegando al film de del Toro (el único que reivindica festivamente el asunto, por cierto, algo que se agradece) y atravesando otras franquicias convertidas en productos de acción y descacharre, como “Star Trek: En la Oscuridad” (“Star Trek into darkness”, J. J. Abrams, 2013) o las dos películas de la franquicia G. I. Joe -”G. I. Joe” (“G. I. Joe: The rise of Cobra”, Stephen Sommers, 2009), “G. I. Joe: La venganza” (“G. I. Joe: Retalliation, Jon M. Chu, 2013)-, incluso en “Guerra mundial Z” (“World war Z”, Marc Forster, 2013), hay un general ambiente de catástrofe transnacional, de apocalipsis, en los cines de verano, con las capitales exóticas del mundo que gustaban de ser mostradas vistosamente, a pleno sol y con Wescam en las películas de James Bond ahora convertidas en cráteres postnucleares arrasados por semidioses o villanos interestelares. A eso se añade la contratación de actores "serios" para papeles sin humor, cargados de trascendencia y rictus, preferentemente sacados de la cuadra de HBO.

Puede tener su gracia ver hecha CGI una viñeta de Jack Kirby con un superhéroe atravesando un rascacielos tras recibir un uppercut de un extraterrestre de cuatro metros, pero el hiperrealismo de síntesis remueve un poco las tripas. En “El hombre de acero” nadie parece preocuparse un carajo de los cientos de miles de infelices que perecen bajo cada edificio que las peleas gargantuescas entre kryptonianos demuelen. Eso es lo que llamo “hardcorización”: lo que puede ser aceptable en términos de violencia parece que se estira como un chicle. Cuando en “Transformers: La venganca de los caídos” (“Transformers: Revenge of the fallen”, Michael Bay, 2009), una película calificada “PG-13” por la MPAA, un Autobot arranca la espina dorsal y el cerebro de un Decepticon, pensé, rodeado de niños en un cine, que se estaban saltando muchas fronteras invisibles; después de todo las criaturas de esas películas son seres sentientes, y mutilar a otro ser, por muy malo que éste sea, no parece un modelo de conducta demasiado aconsejable. En la reciente “El hombre de acero” (también PG-13) Kal-El (Henry Cavill) ejecuta al General Zod (Michael Shannon, por cierto, of HBO fame en "Boardwalk Empire"), porque ha hecho cosas malas, como lo haría un buen comando de las Fuerzas Especiales.

En “Guerra mundial Z”, por su parte, el enemigo es un auténtico hormiguero humano, la antítesis de los infelices que mueren aplastados en la ciudades arrasadas por las batallas se superhombres. El hombre común zombificado que propone la producción de Brad Pitt es tan despreciable como aquellos, siendo la amenaza su masa colectiva. El enemigo somos nosotros mismos reducidos a la condición de insectos (por cierto, eso no sale en la novela; algún día contaré mi experiencia, corta pero intensa, durante el desarrollo de ese proyecto).

Está claro que hay un vector de dirección en este endurecimiento del cine de entretenimiento veraniego, que crece también con los decibelios de las mezclas de sonido a las que asistimos, y en cierta medida parece seguir el mismo camino que el cine porno para sus endurecidos consumidores, que van saltando en un mecanismo psicológico de adaptación de menos a más duro, pidiendo por las reglas del omnisciente Mercado (give the people what they want) a los productores de esa industria un producto más brutal dentro de lo “mainstream” y aceptable. Las simulaciones de violaciones o el “throat fuck” actuales podrían no ser aceptables en una película porno hace 25 años, pero hoy están en los productos más “estándar” del género. En ambos casos se salta del sexo consentido a la “simulación” (dentro de lo que en el porno se pueda calificar como tal) de conductas que vejan al otro, generalmente, por cierto, una mujer.

Esto es lo que llamo “hardcorización”, y aunque es un ejemplo extremo, ya estamos sufriendo cómo esas conductas se convierten en estándar para una generación de jóvenes que consume esa pornografía. Si hace unos años el llamado “torture porn” estuvo en boga en el cine de terror, ahora parece que la ultraviolencia y la ausencia de empatía con el padecimiento de los otros es lo que está marcando tendencias en mercadotecnia. Pasará, como siempre, pero creo que la sociedad debería de plantearse si esto es lo que quiere en su entretenimiento de masas.

Nota: El siguiente párrafo contiene un Spoiler de una película pendiente de estreno. El renglón en cuestión está escrito en blanco, por lo que si quieres leerlo deberás seleccionar el párrafo haciendo doble click o bien seleccionar con el ratón el renglón en cuestión. No leerlo no afecta a la comprensión general del artículo.

El asesinato a distancia, que pudo verse en los cines (tal vez) por primera vez en “Asesinato por Televisión” (“Murder by television”, Clifford Sanforth, 1935), y mucho más adelante tuvo una clave hi-tech en un film de la serie de Jack Ryan, “Juego de Patriotas” (“Patriots game”, Philip Noyce, 1992), en el que operativos de la CIA asistían vía satélite al exterminio de un grupo de rebeldes en un desierto libio, se extiende y ahora me preocupa ver cómo se podría estar asistiendo a una “sublimación drone”, con reciclados del control remoto como “Acero puro” (“Real steel”, Shawn Levy, 2011) que juega a la sublimación del videojuego como herramienta de agresión, algo que pronto también veremos probablemente en “El juego de Ender” (“Ender's game”, Gavin Hood, 2013), si se adapta con fidelidad la novela de Scott Card, que no es sino el relato de un juego de simulación que no es tal. Pero resulta que ese camino de cosificación del otro (el enemigo) también se ve en productos directamente teen, como la saga de “Los juegos del hambre”. Insisto en que todo ello es reflejo de los tiempos, cada era tiene sus mitos, sus novelas, su televisión, sus videojuegos y su cine de entretenimiento, pero no sé si me gusta este cine que elimina lo humano y convierte al indiferente en un hormiguero exterminable como daño colateral de tu guerra y al enemigo en alguien desmembrable.

Es para mi un hecho que esto empezó en los 70-80 con el cine embrutecedor y barato de gente como Stallone -cuyo “John Rambo” (“Rambo”, Sylvester Stallone, 2008) es un ejemplo interesante del teatro de la crueldad en que se ha convertido este tipo de producto audiovisual-, Lundgren, Seagal, Bronson (pionero junto a Eastwood y otros), Van Damme, etc. bebían del exploit sucio de los 70, aquel cine B rodado directamente en las calles más sucias de Nueva York y otras ciudades con sus centros invadidos de cines porno, sex shops y camellos de pelos imposibles y pantalones de pata de elefante. Aquello llevó a sus herederos de alto presupuesto como “Terminator 2: El juicio final” (“Terminator 2: Judgment day”, James Cameron, 1991), una película de acción “children oriented” profundamente idiota y de altísimo presupuesto, que acababa con la magia del divertido producto de serie B que fue el primer título de la (inesperada) saga, al intentar lograr el imposible de mezclar la ultraviolencia de aquel subgénero de justicieros con el producto mainstream franquiciable.

En fin, lo que era objeto de productos Serie B se vuelve tendencia, y romper brazos con técnicas de comando es ahora lo más común en el entretenimiento de masas, como matar a millones bajo ruinas humeantes mientras unos tipos en mallas se hostian vivos por un quítame allá un Cubo Cósmico. ¿Recuerdan aquella serie Marvel de corta vida, "Control de Daños"? Al menos en la editorial se daban cuenta de lo grotesco de la situación y se reían de ello.

De aquellos justicieros que partían fémures, radios y cúbitos a los actuales que parten de un puñetazo rascacielos repletos de personas, sólo hay un salto presupuestario, tecnológico, y sobre todo profundamente deshumanizado. Aquella serie B adulta, hiperviolenta y cutre tenía su gracia. Los comics de Kirby/Lee en papel barato y color de trama de los años bullpen de la Marvel pre-franquiciada eran un destilado sorprendente de diversión y talento. La mezcla actual no sé lo que es, pero porta en su interior demasiado cinismo.


La imagen está en Wikimedia Commons. The Woodward's building in Vancouver, Canada, collapsing as it is demolished using explosives. The original 1903-1908 section of the building was left standing, and can be seen just beyond the cloud. Picture taken from the top of a building across Cordova Street, facing southwest. Autor: Tannoy. Está bajo licencia Creative Commons 3.0 Unported.

A peculiar galaxy near M104

Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.