En informática aprendes a desarrollar interfaces de usuario. Son las formas en las que un programa informático interactúa contigo, y de su buen diseño dependen muchas cosas, pero sobre todo que la experiencia de trabajo con un software determinado sea sencilla, intuitiva, y ergonómica.
En los años que llevo usando las diversas webs de las administraciones electrónicas del país me he encontrado con muestras de interfaces de usuario dignas de un museo de los horrores. Ahora el Gobierno anuncia que va a añadir más trámites online a los ya existentes. Seguro que nadie se ha preocupado de plantear una estandarización de los interfaces, de los protocolos de trabajo, las firmas electrónicas, los tamaños de los adjuntos, los formatos admisibles, y los interfaces de usuario. No. Claro que no, esas son soluciones que serán útiles al ciudadano, y eso parece que no interesa, o que ni siquiera saben que es necesario.
Y no hablemos de webs de empresas públicas, como esa cosa que han hecho para RENFE y que es una pesadilla que ha costado millones. Oigan, yo les hago eso por un presupuesto cien veces menor, y encima funcionará ¿Qué hacen en Indra con casi 12 millones de Euros? ¿Quemar los billetes?
Cuanto consejero y cuanto consejo de administración parásito, cuántas luchas interdepartamentales para al final crear un monstruo inoperante. Y ahí está la web del Senado como ejemplo, o la del Congreso.
Entre una casta de trabajadores públicos atrincherados tras sus pequeños reinos de taifas y una administración inoperante que es incapaz de coordinar a las administraciones autonómicas (siempre he flipado al viajar cómo mis pagos a la Seguridad Social no me permiten tener acceso a un ambulatorio en cualquier parte del país si no estoy empadronado ¿Es este país un chiste?).
Este es sólo un ejemplo más. Una web que lleva años siendo igual, fea, pero al menos funcional, y cuyo diseño se ha renovado recientemente tras años de dejadez. Durante todo ese tiempo un detalle sintomático me llamaba la atención en aquel website. Miren, que les cuento.
Esto es un billete de lotería:
¿Ven los números? La Serie arriba, la Fracción abajo. Eso crea un orden, una regla, que cualquier interface basado en ello debe de repetir.
Pues bien, hasta hace unas semanas metías los datos en la web de Loterías para comprobar el billete, todo correcto, ponían la introducción de datos en el mismo orden. Perfecto.
Pero cuando ves el resultado, el orden se invierte. Debería mantenerse la regla arriba-abajo o izquierda-derecha para que el visitante de la web no se líe.
Pues no. A alguien se le cantó que en los resultados primero se pone la Fracción y luego la Serie.
Es apenas copiar y pegar un par de líneas de código para ponerlo bien. Pues llevo viéndolo así años y años y años, hasta, digo, hace un mes o dos en que han cambiado el diseño. Hasta entonces, nadie se molestaba en decir, "vaya, qué tontería, voy a ponerlo bien". No. Esto en una empresa de desarrollo de software ni te lo planteas. Se arregla y listo. Tardaron años.
Pero claro, es la Administración. Es complicado simplificar las cosas, hacerlas sencillas. No crear confusiones. Qué va, ellos viven de la confusión. Y más aún lo de las loterías, que venden como el camino de la riqueza lo que no es sino un impuesto más.
Bien, es un ejemplo tonto me dirán, pero tengo muchos de ellos, graves, gravísimos, esto en comparación es una chorrada, claro, y ya he hablado de ellos previamente. Es sólo otro ejemplo de desidia, una muestra de cómo se dejan las cosas en este país, da igual. Desidia y confusión.
Pues bien, parafraseando a King Crimson, "Confusión será su epitafio".