Estamos rodeados de mentiras. La publicidad nos bombardea con ellas a diario, desde vallas, prensa, televisión o internet. Las revistas de moda ofrecen un modelo humano falso, creado usando softwares de retoque fotográfico, y todos, de alguna manera, participamos de este gran carnaval. Mentir es un derecho en los tribunales si es en la propia defensa del imputado ¿por qué no habría de serlo para vender un producto? El problema es cuando ya no caben más mentiras, cuando una sociedad nada en ellas hasta ahogarse. Y ese es el riesgo que corremos.
La mentira publicitaria exige un
músculo intelectual extra a los ciudadanos que, sentados ante el
televisor o ante un banner de internet, se encuentran a diario con
ofertas coloristas y un lenguaje estudiado hasta la extenuación y
destinado a ofrecerles servicios que no son tales, productos que no
son tan buenos como parece, bebidas alcohólicas que pueden convertir
una vida en un infierno, ofertas de juego que pueden arruinar a una
famila, promesas bancarias con letra pequeña, energía a precio de oro o telecomunicaciones a
precios insoportables. Finalmente el ciudadano se topa, en la
realidad de la vida diaria, con que esas empresas que le han vendido
el paraíso a base de mentiras se ocultan tras subcontratas de
servicios de atención al cliente que realmente son barreras de
detención para la frustración que resulta del contraste entre la
mentira y la verdad, entre lo ofertado y lo comprado, entre la
publicidad y lo publicitado.
Así, aumentan las depresiones en las
sociedades occidentales, las demencias, los suicidios, o los casos de
violencia. El ciudadano sin recursos intelectuales para defenderse
del bombardeo de mentiras sólo puede vivir la frustración de los
deseos nunca compensados, ante su incapacidad de comprender que la
sociedad en la que vive está basada en la mentira, que al otro lado
le están engañando, que a nadie importa su vida ni su destino, sino
su dinero. El ciudadano honesto que ha confiado toda su vida en "su
caja de ahorros", ve su confianza hecha añicos por una nueva
forma de actuar, despiadada y amoral, y que ocurre en la misma
oficina que lleva visitando toda su vida, y que es llevada a cabo por
su director de sucursal de siempre. Y acaba preguntándose,
desesperado: "¿Qué ha cambiado?"
Porque en realidad todo ha cambiado. El
metalenguaje publicitario, diseñado gracias a los más modernos
conocimientos de la psicología, la experimentación conductual o el
behaviorismo, convierte cada anuncio, cada spot, cada página de
publicidad en un periódico o revista, en un concentrado de
manipulación, de tentación y de perverso uso de los mecanismos
inconscientes de la mente de las personas en aras del consumo, la
venta a toda costa y el beneficio desesperado.
El cliente se convierte en la víctima del trilero, y su dinero en el único objetivo. El conocimiento científico que el ser humano ha adquirido de sí mismo, y que le informa sobre su percepción del mundo, sobre su personalidad, sobre sus patologías psicológicas, sus debilidades y sus fortalezas, es usado sin el menor pudor para venderle un refresco o unas patatas fritas fabricadas a un mínimo coste en plantas robotizadas, con un gasto máximo de publicidad y marketing. Al final, el ciudadano descubre el engaño, comprendiendo que en realidad está consumiendo basura carísima, y esto le frustra, le convierte en alguien amargado y resabiado.
La ilustración está en Wikimedia Commons. A December 1951 advertisement for the IBM 604 Electronic Calculating Punch that was first produced in 1948. The machine could be programmed to do addition, subtraction, multiplication and division. The input and output were done with punch cards. The advertisement claims the IBM 604 can do the work of 150 engineers with slide rules. Fortune magazine, volume 44 number 6, December 1951, page 55. This advertisement was created by Cecile & Presbrey; the agency began working with Computing-Tabulating-Recording Co. (which in 1924 became IBM Corp.) in 1914. Está en dominio público.
El cliente se convierte en la víctima del trilero, y su dinero en el único objetivo. El conocimiento científico que el ser humano ha adquirido de sí mismo, y que le informa sobre su percepción del mundo, sobre su personalidad, sobre sus patologías psicológicas, sus debilidades y sus fortalezas, es usado sin el menor pudor para venderle un refresco o unas patatas fritas fabricadas a un mínimo coste en plantas robotizadas, con un gasto máximo de publicidad y marketing. Al final, el ciudadano descubre el engaño, comprendiendo que en realidad está consumiendo basura carísima, y esto le frustra, le convierte en alguien amargado y resabiado.
La ilustración está en Wikimedia Commons. A December 1951 advertisement for the IBM 604 Electronic Calculating Punch that was first produced in 1948. The machine could be programmed to do addition, subtraction, multiplication and division. The input and output were done with punch cards. The advertisement claims the IBM 604 can do the work of 150 engineers with slide rules. Fortune magazine, volume 44 number 6, December 1951, page 55. This advertisement was created by Cecile & Presbrey; the agency began working with Computing-Tabulating-Recording Co. (which in 1924 became IBM Corp.) in 1914. Está en dominio público.