sábado, 31 de agosto de 2013

Mercaderes y aeropuertos



Era de esperar, siempre acaba pasando así en este país. La solución, la peor de todas. La que más perjudica a la gente y más beneficia a los cuatro de siempre.

En el Aeropuerto de Gando, isla de Gran Canaria, llevan varios meses de obras. Como, por otro lado, está pasando en los otros aeropuertos nacionales que dan beneficios (cuatro en total). En su carrera demente para acabar con las escasas sociedades públicas que nos quedan y venderlas al mejor postor, el Gobierno, que quiere vender AENA a toda costa y se encuentra con que no recibirá ni mucho menos el precio esperado, ha iniciado otra huída hacia adelante que consiste en llenar los aeropuertos de aún más tiendas y aún más franquicias, a ver si consiguen elevar el precio de una forma u otra, gastando más dinero y haciendo más irrespirables las terminales de pasajeros.

En el aeropuerto de Gando las obras están terminando, y cual no ha sido mi sorpresa al ver que lo que se ha hecho es recolocar los controles de pasajeros justo a la entrada de una de esas franquicias de tiendas, sin vías alternativas, de modo que para poder ingresar al terminal a coger tu vuelo tienes que pasar por la tienda quieras o no.

La grosería del asunto, en mi opinión, refleja la catadura de los ejecutivos al cargo de la empresa nacional de aeropuertos. Me pongo a pensar en la zona de control de pasajeros de la terminal en una jordana especialmente congestionada -el de Gando es uno de los más transitados del país- con cientos de pasajeros en cola pasando por los controles y abarrotando el magro espacio que se les ha concedido para tener que atravesar el sagrado templo de la compraventa, y les juro que me echo a temblar. Van a haber problemas de orden público, como mínimo. Pero eso no es todo: los espacios y pasillos interiores se están reduciendo al mínimo para que las todopoderosas tiendas tengan toda la superficie que sea posible. Los asientos, incómodos y pequeños, fuerzan al visitante a pasar sus ratos muertos mirando las carísimas tiendas "libres de impuestos".

Ya comenté cómo AENA había derruido la antigua terminal de pasajeros de Gando, un pequeño edificio con mucha historia a sus espaldas, procurando que nadie se enterara. Este es el tipo de directivos que fomentamos en este país. Estas, sus decisiones. Una vez más, la pregunta retórica: ¿Es así como queremos hacer las cosas?


La foto está en Wikimedia Commons. Plane flying over mountains vintage photo. Autor: U.S. Fish and Wildlife Service. Image from Public domain images website. Está en dominio público.

lunes, 26 de agosto de 2013

Jugando al trabajar




En el número de 29 Julio al 4 de Agosto de la revista Bloomberg Businessweek (por cierto, qué revista tan bien diseñada; es en cierta medida la continuación desde una publicación semanal de lo que Wired representaba hace tiempo en términos de juegos interesantes con la maquetación), se publica un simpático artículo sobre los guionistas de la lóngeva serie de animación televisiva “Los Simpson”, esa que se emite en horario nocturno en Estados Unidos, pues está concebida para adultos (como “Family Guy” y otras), pero que en este país se emite, asombrosamente, en horario infantil.

El artículo visita el chalet en el inmenso lot de Fox Studios donde los guionistas de la serie trabajan, que estaba decorado en su entrada, recuerdo, con una enorme mano de Homer Simpson portando una rosquilla. Los chalecitos del lot de Fox son viejos y están hechos polvo, deben tener cincuenta años o así. Algunos recuerdan aquellas viejas casetas-residencia de la película “Sucedió una noche” (“It happened one night”, Frank Capra 1934), en una de las cuales Claudette Colbert y Clark Gable pasaron una noche inolvidable. Pero en su interior son mucho más conforables y amplios de lo que se podría esperar.

Sin embargo, Bloomberg no visita el chalet de los escritores para hablar de su trabajo en la serie, que tras 24 años de producción ininterrumpida goza de muy buena salud televisiva (los guionistas actuales llevan hasta 8 años en plantilla), sino porque se han inventado un juego con el que pasan el rato, y que ha llegado a apoderarse de toda la pizarra que decora la sala de reuniones, y que debería de usarse para ilustrar las discusiones del equipo de escritura.

El absorbente juego es un sistema de apuestas mediante el cual has de adivinar lo más certeramente que sea posible la recaudación de los próximos estrenos de cine en Estados Unidos, desde los grandes blockbusters a las películas independientes. En el artículo hay una foto de la pizarra, absolutamente repleta de tablas con las recaudaciones previstas y las apuestas de cada uno, -y, por cierto, se puede atinar a ver que los jugadores han asignado a “I'm so exited” (el título internacional de “Los amantes pasajeros“, de Pedro Almodóvar) 5 B.O. Bucks (así se llaman las unidades de cuantificación que ellos mismos se han inventado para el juego)-. Naturalmente, los guionistas de la serie, que cobran unos sueldos de 6 cifras, y que además se lo pasan pipa en su trabajo, siguen generando unos libretos alucinantes, brillantes, ácidos y divertidos, y su juego, que cada vez les apasiona más, no interfiere en la calidad de su trabajo, a pesar de que ahora tienen que tomar notas en sus cuadernos a lápiz y prescindir de la pizarra común, completamente tomada por sus apuestas.

En otra foto aparecen tres de los guionistas de la serie, todos ellos asimismo coproductores ejecutivos: Kevin Curran, Michael Price y Joel Cohen, que posan ante un chillón fondo de color amarillo-Homer. Cada año hay un ganador del juego, y se añade un banderín en el techo de la sala con el nombre del afortunado. Kevin Curry fue el ganador en 2012, Price en 2011 o Cohen en 2010. Este año todavía no hay ganador, y el grupo se pasa las horas muertas pegado a sus ordenadores, visitando compulsivamente la web especializada en recaudación de cine Box Office Mojo.

Otro miembro del equipo, Jeff Westbrook, que tiene una licenciatura en informática, ha desarrollado un programa que permite que reciban los domingos por email las recaudaciones del fin de semana. El juego, así, se prolonga a los 7 días de la semana, les obsesiona, les absorbe, les vuelve locos, se pelean, se enfurecen, se ríen, de desesperan... pero siguen haciendo su trabajo mejor que nadie.

Desde su expresión sonriente de niños grandes no puede uno evitar pensar en la situación lamentable de la mayoría de los guionistas de series de televisión que trabajan en España, donde el contrato de guionista fijo ha desaparecido, los sueldos han bajado y hasta la Comisión Nacional de la Competencia llegó a multar a Alma, el sindicato de los escritores de audiovisual en España, por proponer unos costes mínimos para cobrar por un guión con una dignidad elemental. Así estamos.

España va por un camino terrible, equivocado y triste. Me alegra mucho ver que en Estados Unidos los buenos profesionales sean respetados por su trabajo. Jamás un ejecutivo de Fox ordenaría borrar la pizarra de su sala de reuniones, porque probablemente el resultado sería su despido fulminante. Imaginen lo que pasaría en España. En nuestro país puedes ser el mejor, que no quiere decir nada. Eso muchos guionistas brillantes lo saben, por desgracia. Ojalá esto mejore. Mientras tanto, ver a gente estupenda como el equipo que escribe la serie de animación que abandera Fox, trabajando y pasándoselo genial en su trabajo te genera una dolorosa mezcla de envidia e impotencia, pues comprendes el largo, larguísimo camino que aún nos queda por recorrer en este país, en todos los sentidos.


La imagen que ilustra este artículo está en Wikimedia Commons. Muestra el Empire State Building en Nueva York iluminado de amarillo para conmemorar la edición en vídeo doméstico de "Los Simpson. La película" ("The Simpsons movie", David Silverman, 2007). Año 2007. Autor: William Ward. Está en licencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic.

domingo, 18 de agosto de 2013

Así tampoco




Con una alevosía indigna de un gobierno occidental, parapetándose tras un espantoso accidente ferroviario, nuestro Ministro de Economía ha revelado que 36.000 millones de nuestros impuestos, pagados para rescatar a la banca, han desaparecido para siempre.

Ese dinero no lo veremos jamás. Ha pasado a otras manos. En una serie de acciones desgraciadas y profundamente erradas, no se dejó caer a la destrozada banca española (Cajas y demás), sino que se generaron monstruos agolpando entidades zombies unas sobre otras creando el gran zombie de Bankia, todo un Boss de final de nivel, imposible de matar. Nadie dijo nada.

Y ahora parece que nadie tampoco va a decirlo. A razón de 800 Euros por cada español, esto nos ha costado este dinero tirado a la basura. Nadie ha pagado penalmente este desastre. El único juez que ha metido en la cárcel a uno de los responsables del dislate, está a punto de ser expulsado de la carrera judicial. Mientras tanto, se revela que pésimas decisiones en contra de la evidencia científica nos están llevando por la peor senda posible, y que sus responsables políticos siguen en sus puestos sin que se espere ni siquiera una amonestación, qué menos una caída de un gobierno completamente incompetente.

Dominados por una oligarquía poderosa, los miembros del gobierno han cometido una acción de una torpeza pasmosa que vamos a pagar muy caro.

Se trivializa la privatización de conceptos que debieran ser sagrados, como la educación y la sanidad, se abandona a instituciones sagradas, como el CSIC, a su suerte, se reniega de la responsabilidad y la transparencia, y una enorme sospecha de una gigantesca trama de corrupción lo mancha todo. Los ciudadanos, paralizados los que pueden hacer algo, paralizados también los que prefieren o no quieren saber, tenemos parte de culpa de todo esto. Unos pocos héroes están en la calle, en las instituciones, en internet, donde sea, clamando porque simplemente seamos un país de occidente.

No me canso de repetir esta cantinela: la ideología es lo peor que hay para legislar. Sea esta religiosa o política, causa monstruos. Si además, como en este país, se suman a ello un puñado de poderosos lobbies que orientan el país según su deseo ante la indiferencia general, el desastre está servido. Un gobierno débil, incompetente (me encantaría poder decir lo contrario), y dolorosamente inculto es pasto de estos cultivadores de relaciones palaciegas y de pasillos, de asesores de imagen y de tuertos que rodean al ciego, gente vil que parece haber orientado su vida a un absurdo beneficio personal. El resultado ya está costando vidas humanas inocentes y un sufrimiento inconcebible. Y sigue sin pasar nada de nada.

Me pregunto cuántos desastres más estarán dispuestos a soportar mis conciudadanos.

Y la indignidad del parapeto luctuoso me merece la más dura de las censuras. Así tampoco. Así tampoco.


La preciosa ilustración que ilustra este artículo la encontré en Wikimeda Commons. Está en la Biblioteca del Congreso. Es el póster para la obra de teatro "The war of wealth", por Charles Turner Dazey. La obra se estrenó el 10 de febrero de 1895. Está en dominio público.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...