jueves, 31 de julio de 2014

Las religiones como amenaza biológica



I- Israel o la impunidad

Asistiendo a la matanza que está ocurriendo en Gaza a manos de Israel, un pueblo que se guía en el fondo por premisas de su libro de Verdades, la Torá, y para los que la milenaria Ley del Talión, a pesar de haber sido derogada oficialmente hace siglos, parece que siguiera vigente, me reafirmo en mi intuición de que las religiones de libro, las tres grandes que conocemos -y sus sectas colgantes- que cubren una gran parte del mundo: cristianismo, judaísmo e islamismo, pueden convertirse en breve en una amenaza para la supervivencia biológica de la especie humana.

Hay un lúcido artículo sobre el desastre actual que está causando Israel y la incapacidad de occidente de responder a la situación adecuadamente, publicado en la revista New Yorker, que creo es de obligada lectura.

Hay un pasaje del artículo que me parece fundamental para encender el problema, y que me permito capturar aquí:



El problema de todo esto es, efectivamente, la impunidad, que permite a Israel actuar de forma atroz contra una población a la que ha negado todo derecho. Hagan lo que hagan, los israelíes no tienen que responder ante nadie.

La impunidad causa los peores problemas para la humanidad. El culpable que se sabe libre de castigo, actuará una y otra vez de forma más audaz. Piensen en España, en casos de corrupción galopantes y atroces, desde Matas a Pujol, pasando por Fabra. La impunidad les hizo actuar de forma cada vez más excesiva. Lo mismo ocurre con las eléctricas, que cometen dislates sin que nadie las frene -el famoso déficit tarifario es una invención de esas empresas, que nadie ha auditado nunca- y arruinan gentes y haciendas. Pensemos en la banca, y lo que la impunidad que han gozado ha causado en millones de inocentes vía Preferentes y otras atrocidades, o en las telecos. La impunidad es el camino directo al desastre, y en España es la asignatura pendiente por excelencia. La impunidad la conocen bien los niños: mientras no sean castigados, esto es, no se les impongan límites, estirarán los límites hasta donde puedan. Como consecuencia estamos rodeados de Hombres niño. De empresas niño. De países niño. Y los países niño, como Israel, no cambiarán las cosas mientras no se les ordene hacerlo, vía castigo, sanción, reprimenda. Para eso está, en teoría, el derecho internacional.

II- La metarrealidad religiosa

Volviendo a las religiones tras esta digresión, los que las profesan y las usan como instrumento de interpretación del mundo viven en una esfera de irrealidad peligrosa, que puede llevarles a querer cumplir el henchid la tierra y sometedla del Libro del Génesis, por ejemplo, a toda costa, a pesar de las señales desesperadas del cambio climático que nos amenaza. Después de todo si profesas esa religión estás cumpliendo el mandato divino y nada pasará, y esas supuestas “señales” que alarman a los científicos son del diablo, como he oído en personas perfectamente adultas al respecto. Es más, añaden que seguramente esos científicos estén dominados por el diablo.

El Libro del Éxodo insta al hombre a olvidar su propio pensamiento y arrojarse a la Fe, ignorando sus ideas y su única libertad real: la de imaginar, pensar y decidir como un adulto. Aquí vemos una escena de la serie "House of Cards", en la que el perverso Francis Underwood (Kevin Spacey) hace un excelente uso manipulador de esa cita.


La 2 de TVE emitía hace unos días un documental desolador, American Jesus, una producción española que investiga el mundo de las religiones extremistas norteamericanas, que con el paso de los años han convertido a Estados Unidos en una teocracia dominada por grupos ultraconservadores, especialmente de origen evangélico, cristianos renacidos, etc. Este grupo de tarados, que no merece otro adjetivo, son apocalípticos -creen que el final de los tiempos está cerca- y al mismo tiempo usan la Biblia como su manual de instrucciones ante la vida, interpretándola textualmente.

Más allá de la locura de interpretar al pie de la letra un libro escrito en unos tiempos oscuros llenos de ignorancia, partiendo de tradiciones orales perdidas en la noche de los tiempos, más allá de la manipulación que esas religiones -por cierto exentas de fiscalidad en USA- realizan sobre los ciudadanos y su educación, en universidades y escuelas que enseñan el creacionismo como si fuera una verdad científica, está la última de las amenazas: gente que cree que puede y debe propiciar el Apocalipsis por obligación religiosa llegue al poder. 

George W. Bush, cristiano renacido, invadió Irak basándose en esas creencias, que afirman que El Final de los Tiempos vendrá de los países árabes, y que si eres un buen cristiano deberías de propiciarlo. Al final, una guerra catastrófica con miles y miles de muertos y cuyas consecuencias seguimos sufriendo actualmente, pues ha convertido a Irak en una tierra arrasada, tuvo su origen en la ignorancia y fanatismo de un tipo que se llanaba a sí mismo Comandante en Jefe del Mundo Libre. 

Este ejército de políticos iluminados y "guiados por la mano invisible de Dios" desean por ejemplo una guerra de exterminio en Tierra Santa, porque precisamente así cumplirán las profecías que su interpretación de su libro de cabecera, la Biblia, les insta a vivir y protagonizar. Quieren crear el Armagedón. Estamos en manos de ese tipo de locos, locos que cuando se reúnen con los israelíes y con los palestinos, sólo están buscando que sus enemigos se exterminen e inicien el Final de los Tiempos. Esos locos gobiernan el país más poderoso del planeta en estos momentos. 

En España padecemos a otros locos, pertenecientes a sectas más orientadas al lucro personal, como el Opus Dei o los Legionarios de Cristo, pero que en el fondo son lo mismo que al otro lado del Atlántico. La prueba es la existencia en España, recientemente comprobada, de El Yunque, una versión exagerada de esas sectas católicas y que aboga por la guerra santa contra los infieles de otras religiones -y los que no crean, claro- para llegar a lo que ellos llaman el Reinado de Cristo en la Tierra. Así de pasados de rosca están.

Falta mucho para ello, pero creo que la humanidad podrá liberarse algún día de los sistemas religiosos que nacieron en tiempos de oscuridad, como respuestas a las preguntas que no se podían responder y como arma para los líderes políticos.

Creo que jugaron un papel necesario, pero que la humanidad, para seguir su camino de madurez, debe de liberarse de sus yugos intelectuales. Llenas de autoengaños, de falacias y de peligros, factorías de fanáticos, de odio y de temor al diferente y a lo desconocido, cuando lo desconocido fascina al hombre por necesidad genética, intelectual y evolutiva, las religiones en este momento se están empezando a convertir en un lastre para la supervivencia de la especie humana. En una contradicción inasumible. Ofrecen simples respuestas en un mundo que ha demostrado ser enormemente complejo, y la tentación de la simpleza es muy poderosa para muchos; en ello residen sus cantos de sirena.

Es muy probable hoy en día que nos extingamos en una enorme guerra de religiones. Y justamente por eso es imprescindible que nos decidamos a liberarnos de ellas, sin olvidar de que nos ayudaron en los tiempos en que lo ignorábamos todo, pero que, como constructos intelectuales humanos que son, ya no nos son necesarias. O al menos no lo son tal cual están diseñadas ahora.

Es más, empiezan a ser un peligro para todos.


La imagen, The Punishment of Besus, por Andre Castaigne, ca 1899, está en Dominio Público y se puede encontrar en Wikimedia Commons. La imagen del Episodio 4 de "House of Cards" la he digitalizado de su emisión den Canal Plus, y la utilizo en ejercicio del Derecho de Cita bajo supuesto de fair use.

martes, 29 de julio de 2014

Lucidez


Mi amigo Manuel Ojeda ha publicado esta acertadísima Carta a Gregorio en su habitual columna del diario La Provincia de Las Palmas de Gran Canaria. Es lúcida y divertidísima, así que, con su permiso, aquí la comparto.


La foto de Manolo la tomé el pasado 3 de mayo de 2014, día de la Libertad de Prensa, en su conocida Galería de Las Palmas de Gran Canaria, durante la presentación de una exposición realizada al alimón con el periódico y centrada precisamente en lo conmemorado aquel día.

Hijos de Mary Shelley

Sólo comentaros que estaré como modesto convidado en la presentación de la Miniatura de la Sirena Negra, con Vanessa Monfort, Ruth González, Marco Navas y El Miniaturista, presentados por Fernando Marías. Sala de Conferencias de la Casa de Cultura de Avilés este viernes, día 1 de agosto, a las 12 de la mañana, dentro de las actividades de "Hijos de Mary Shelley" en el Festival Celsius 232 2014.

Gracias por admitirme en vuestra familia, pequeñuelos, extraños, oscuros y fascinantes amigos.

Vanessa Montfort, autora del maravilloso texto

Ruth González, culpable de dar carne a la fascinación

Fernando Marías, el artífice, el Doctor

Las fotos las he capturado de la web del Festival Celsius, y se usan bajo derecho de cita con supuesto de fair use. Son copyright de sus respectivos autores.

sábado, 26 de julio de 2014

¿No estábamos en crisis?




Estas dos fotos muestran sendos mercados en Madrid, separados más o menos medio kilómetro uno del otro.

En los dos casos, antes eran edificios con unos sesenta o setenta años, representativos de una arquitectura determinada -y por tanto, supuestamente, sujetos a algún tipo de protección-, y fueron arrasados para crear carísimos edificios-acontecimiento, frenando la vida de dos barrios durante los meses o años que duraron las obras, y poniendo en peligro grave la viabilidad de los negocios que vivían de esos espacios, algunos de los cuales no han sobrevivido a este radical aggiornamento.

Se supone que hemos pasado, o estamos pasando aún, por una de las peores crisis de la historia reciente de este país, pero se siguen haciendo estas cosas, como aeropuertos sin aviones, o radiales ruinosas, y nadie es responsable de nada de estos gastos demenciales.

O como nadie es responsable de que actualmente se esté especulando con las viviendas de protección oficial, o que se eche a sus habitantes revendiéndolas a inmobiliarias buitre. Sé que es un tema diferente, pero tal es el grado de vileza imperante que se están cometiendo dislates y crueldades innúmeros y nadie sabe nada, y nadie tiene responsabilidad de nada. Las cosas pasan espontáneamente. Es que son así las cosas.

Volviendo a estos monumentos al despropósito en forma de mercados de barrio deconstruidos ¿Por qué? ¿Para qué? ¿A quién beneficia esto? ¿Cuánto han costado estos dos espantos? ¿Quién pensó que era útil destruir viejos mercados que reflejaban la historia arquitectónica de las zonas en las que se encontraban para las futuras generaciones con la intención de construir mamotretos carísimos, para colmo en una de las ciudades más endeudadas de Europa, y precisamente por obras sin sentido como estas?

¿Alguien que responda a esto? ¿Alguien que conozca los números de la pesadilla de una ciudad dirigida por gente demasiado estúpida?

No, señora Botella, no me refiero a usted. Si a usted le han hecho creer que vale para alcaldesa de Madrid, con eso me responde a cualquier pregunta que se me ocurra sobre usted, sobre su formación política, sobre sus ideas y pensamientos, y sobre muchas cosas de España así, en general. Ya ve usted, las cosas que me ha dicho usted sin decir esta boca es mía. Gracias.

Las fotos las tomé el viernes 18 de julio de 2014 con mi teléfono móvil.

lunes, 21 de julio de 2014

El principio del fin



Siento incidir en “lodesiempre”, pero ya lo he comentado aquí y aquí hace tiempo, y hoy un artículo como este en un diario como El Confidencial, me lleva a que hay gente que está comprendiendo con alarma y espanto la magnitud del desastre. 

Es sorprendente leer en una web de noticias que se mueve en ideas de corte neoliberal, una frase como la que cierra prácticamente el artículo: El régimen actual y el modelo de Estado que lo sustenta deben ser destruidos, y los responsables del desastre procesados.” 

Pero es lo que hay, y cuando más se deja pasar el tiempo, peor será. El Estado está dominado en este momento, y en todas las esferas, por una legión de incompetentes que se creen las mentiras piadosas de sus asesores, mientras las cifras reales del desastre se maquillan una y otra vez. 

El país está al borde del abismo, no me canso de decirlo. Y nadie ha tocado las gigantescas (repito: gigantescas) redes clientelares y empresas públicas que han causado gran parte del desastre. El nivel de incompetencia es tal que a pesar de que todo indicador racional señala a un abismo inminente, el grupo que nos gobierna, que por azares del destino, ha resultado el menos indicado, tanto por sesgo ideológico como por manifiesta incapacidad intelectual, mantiene el rumbo, a pesar de que, mucho me temo, hemos atravesado el Horizonte de los Sucesos. El punto de no retorno lo dejamos atrás hace tiempo. 

Esto ya es un asunto de supervivencia. No sé si depende de unas elecciones anticipadas o de que la gente de un puñetazo en la mesa, no sé qué es mejor, pero cuanto antes podamos cambiar las cosas, antes podremos prepararnos para la debacle. 

Ojo, lo repito: estos señores en el poder han logrado con su incompetencia que sea demasiado tarde. Sólo podemos prepararnos para el impacto. Y planificar la reconstrucción de lo que quede tras la colisión. 

Suerte a todos, ánimo. Y recordad esto: Tendremos que construirlo todo desde cero. No es sólo que el sistema es un desastre inoperante, es que los que pudieron cambiar las cosas y no lo hicieron cometiendo un crimen que habrán de pagar tarde o temprano, sólo han acelerado la debacle. 

Las cifras reales son mucho peores. Las que nos enseñan son totalmente falsas. Han llegado al extremo de mentir en todo momento y los medios les bailan el agua en un estado de cosas acrítico que conmueve. La Orquesta del Titanic sigue tocando. 

Nosotros debemos tener un único objetivo: reconstruir lo que va a quedar del país tras el derrumbamiento, que es ya imparable. 

Sólo hay una cosa buena en todo esto. La estructura vieja se va a autodestruir, de modo que no hará falta hacer el reset. Vendrá dado. 

Redo from start, que decía el viejo intérprete de BASIC cuando metías letras en vez de números en un comando Input.

Vienen tiempos realmente inesperados, para los que no hay escenarios posibles ni simulaciones numéricas. Sólo la madurez de un pueblo y la inteligencia de sus nuevos legisladores podrá rescatar este país del naufragio que ya, amigos, está ocurriendo.

Suerte a todos. Y pongámonos a trabajar desde ya.

Hay que reconstruirlo todo.

De nuestra generación depende.


Las fotos que he usado para ilustrar este texto son de Walker Evans, son los retratos de Floyd Burroughs y de Allie Mae Burroughs, tomadas en el Estado de Alabama en 1930-1935, creo que de la serie "Farmers from the United States". Están en dominio público, y las puedes encontrar en Wikimedia Commons.

domingo, 20 de julio de 2014

Demasiados tontos, demasiado ruido, demasiadas falacias



Hace unos días escribí un email en una lista de correo a mi amigo Enrique Mateu, y le comentaba algunos asuntos. Amplío aquí aquel texto porque creo podría ser interesante.

No hace mucho leí que estos tiempos serán recordados por las generaciones futuras como “el tiempo del triunfo de la codicia”, y me temo que así es. Domina la sociedad en la actualidad el miedo a perder, el deseo a ganar a toda costa; se premia al ambicioso y al psicópata social. Se castiga al simple trabajador que sólo quiere hacer las cosas bien, al artesano y al honesto. Se premia la especulación y la agresividad neoliberal. 

En otros países, sobre todo en los que tienen raíces democráticas más profundas, este estado de cosas puede ser combatido desde la sociedad civil de forma organizada, y mediante los recursos que una sociedad bien vertebrada posee. Pero en el nuestro, corrompido desde tiempos seculares por conchabeos de amigos y familiares, infestado de redes clientelares en las que unos colocan a otros y se deben favores cruzados, en los que unos saben demasiado de los otros, es mucho más complicado intentar mejorar las cosas.

Creo, no obstante, que ha llegado el momento de que triunfe la gente, la buena gente que lleva peleando toda su vida para tener una vida decente, contra todos los obstáculos, y de forma honesta, que es la manifiesta mayoría de nuestra sociedad, y que ahora, además, tiene al enemigo en su propio gobierno: a una casta de ambiciosos y tontos incapaces de comprender el daño que hacen a las vidas de la gentes. Si estos tipos que nos gobiernan fueran conscientes de lo que hacen y tuvieran unos valores humanistas adecuados, no podrían vivir así, y saldrían a la calle a cambiar lo que han hecho, y a pedir perdón. El hecho de que estén tan tranquilos me reafirma en el poder de los sesgos cognitivos, las falacias, el prejuicio y la mentira piadosa, o bien de una completa idiocia y vileza.

El otro día en un debate en la cadena televisva Cuatro, Inocencio Arias, ex viceministro, ex embajador, ex portavoz de Exteriores, alguien “respetado” en muchos círculos y reconocido intelectual, contertulio, experto y editorialista político, afirmaba tan tranquilo que había “mucha” gente inmigrante que hacía fraude en el paro porque trabajaban en negro. Cuando se le preguntó en qué cifras o estadísticas se basaba para respaldar tales afirmaciones, respondió tan tranquilo que “él lo había visto”, y que “no necesitaba cifras para saberlo”. 

Esta suma de ignorancia estadística, soberbia y superstición para mi es inefable. En una sola frase don Inocencio sumaba decenas de falacias intelectuales a borbotón, como el pensamiento mágico o el uso de la excepción como categoría. La lista de falacias a las que un adulto se enfrenta en su vida intelectual es enorme, pero don Inocencio mostró en un par de minutos, de las que recuerdo, barbaridades como la falsa vivencia, la generalización apresurada, la inducción errónea, el sesgo de simetría, la afirmación del consecuente, argumentando a partir de la falacia y por tanto partiendo de un discurso inválido. 

En el plató de Cuatro, dentro del programa que suele presentar Jesús Cintora, nadie le discutió ni una palabra a don Inocencio. No sé si por temor o porque los invitados, esos todólogos que, siempre los mismos, hacen teatro pero no debate en tantos platós hoy en día, ni se enteran del significado de los términos a los que me estoy refiriendo -no entro en esto, pero creo que los falsos programas de debate que vemos estos meses en TV hacen un daño espantoso; no se debate, sino que se enfrentan consignas. Se juega con cartas marcadas, y representantes de lobbies poderosos son enviados a destruir los argumentos de la gente que tienen delante. ¡El problema, tal vez porque en este país no hay clases de debate en los institutos ni colegios, es que la nación entera parece creerse que ESO ES DEBATIR!-.

Volviendo a don Inocentio, el pobre hombre demostró ¡sin siquiera percatarse de ello! su incapacidad completa no ya de generar ideas coherentes, sino de siquiera tener los rudimentos intelectuales básicos para COMPRENDER EL MUNDO. Y algo así de grave me parece intolerable en un político en ejercicio, o no, en una persona con tirón mediático, un supuesto intelectual, y no es más que un ejemplo de incapacidad de entender la realidad y sus complejidades. Este tipo de estupideces ha hecho que en otros períodos de la historia se haya expulsado a pueblos enteros de territorios en los que vivían porque “tenían la nariz ganchuda”, por poner un ejemplo que nos queda muy cerca y en el que se basó la formación el Estado Español. Un señor como Inocencio Arias demostraba en un ratito televisivo estar incapacitado para, no sólo ocupar un puesto de responsabilidad, sino ni siquiera para participar en la redacción de ley alguna, y mucho menos participar en un coloquio televisivo civilizado. Don Inocencio, guárdese esas cosas para el bar, pero no para cuando habla ante una audiencia de televisión. Y si no capta la diferencia entre los dos escenarios, creo que no hay más que hablar.

En el otro lado, hace unos días en la SER, mientras dos o tres tertulianos profesionales ponían a parir a la formación política Podemos de forma sistemática, un chico llamó y puso las cosas claras, diciendo que ya estaba bien de que en todos aquellos programas, opinadores pagados por intereses bien claros tuvieran voz constantemente y jamás se le diera oportunidad de hablar a un votante de aquel o de cualquier otro partido, a un ciudadano que no está a sueldo de nadie, y que seguro que tenía más cosas que decir y mucho más interesantes que las de los previsibles contertulios que dominan la radio española.

En resumen, las cosas pueden estar cambiando, poco a poco, la gente está harta de no tener voz y de que encima le hagan comulgar con ruedas de molino. Los viejos políticos están tán pagados de sí mismos que son incapaces de entender siquiera el problema.

Hay esperanza. Pero los viejos tiempos y sus viejos están ahí todavía. Y voy a llamar viejos a los contertulios a sueldo, a los bienintencionados que no se dan cuenta de su incapacidad como Inocencio Arias, y a decenas, cientos, de periodistas, ideólogos, e incapaces que no hacen más que añadir ruido a algo que debería de ser un debate sano, limpio y veraz entre ciudadanos: cómo hacer mejor este país y cómo seguir adelante con los retos que se nos vienen encima. 

Estamos hartos de puñados de tontos mirando el dedo mientras les señalas la luna.

La foto con la que he ilustrado este texto la he obtenido de esta url, y la utilizo acogiéndome al derecho de cita bajo supuesto de fair use.

martes, 8 de julio de 2014

Cosas que saltan a la vista



Fruto del autoengaño en el que vive España desde hace ya demasiados años, es este espejismo de desarrollo fundamentado en la privatización de los monopolios estatales básicos: telecomunicaciones, energía, aguas... ahora sanidad, educación, transportes, incluso AENA. Unas privatizaciones "para los amigos y conocidos" que sólo han llevado a un empeoramiento de los servicios y de las condiciones laborales de los trabajadores, y que sólo benefican a unos grupúsculos de interés económico. Es lo que algunos han llamado tan acertadamente, la versión españolísima del capitalismo: el "capitalismo de amiguetes".


La pregunta lógica es a qué viene tomar decisiones tan espantosas para hacer ricos a cuatro amiguetes. Qué miseria moral se puede tener para ejercer, encima con corpus teórico y convencimiento, contra toda la evidencia científica -hay decenas de estudios que afirman lo ya sabido: privatizar servicios públicos los empeoran, nada más que discutir al respecto-, pero lo sorprendente es que toda una generación -en realidad varias- de economistas se han formado en una especie de secta religiosa con ese mantra innegable, que parece que les rompe el alma si se desafía: lo privado es bueno, lo público es malo. Hay que privatizar, hay que reducir el Estado a la práctica inexistencia. No lo necesitamos.

Esta gente, que de verdad parecen salidos de una escuela de los Testigos de Jehová o de la Cienciología pero en versión económica, sigue las premisas de escuelas como la de Chicago, responsables últimas -sin quidar demérito a generaciones de gobernantes incompetentes- del desastre actual que domina el mundo, y de la preponderancia de la economía especulativa frente a la productiva.

Gracias a estas escuelas de fanáticos que impregnan los think tanks mundiales, diez corporaciones dominan el mercado mundial de los alimentos, deciden sobre vidas y haciendas de millones de campesinos desplazados y causan a distancia, sí, indirectamente, sí, no nos manchemos las manos, auténticas hambrunas. Ellos mismos son los responsables de que las grandes empresas textiles recurran a mano de obra esclava en países en desarrollo, o que se devasten selvas vírgenes para comerciar con madera. Diamantes, Coltan, Uranio... Es una ideología temible, autodestructiva, que acaba quemándose a sí misma, hasta no dejar nada. El equivalente intelectual a un cáncer, que acaba devorándose a sí mismo y matando a su huésped. El problema es que la legión de defensores fanatizados que tiene esa ideología, que no es otra cosa, no permiten salida alguna, y los medios, los opinadores, los blogs especializados, parecen bailarles el agua tan felices. Porque la máquina es casi perfecta: el dinero en ella lo mueve todo, y con él se compran almas, opiniones, estadísticas, conferencias, portadas, editoriales, memes, y finalmente formas de pensar de poblaciones enteras.

Hace unos días pasé junto al Edificio de Consultas Externas del Hospital Ramon y Cajal, en Madrid; el popular “Piramidón”. Edificios en los que un grupo de médicos luchan por salvar vidas de enfermos en condicones heroicas, sin dinero, boicoteados por unos gobernantes que han vendido a terceros servicios básicos sin que les dé vergüenza alguna, dentro de construcciones eregidas en los años setenta, obsoletas, saturadas, que nadie se ha molestado en ampliar o mejorar. Al lado, obscenos, los cuatro falos de las Torres de Castellana, construidas en honor y loa del capitalismo más salvaje, agujeros de dinero enormes, rutilantes y enhiestas, gritando su poder. Estos no hacen nada por la sociedad. Aquellos médicos en cambio salvan vidas. Unos están regados de dinero. Los otros apenas pueden aguantar, ahogados por intereses bastartos.

Esa es la tragedia de la España actual, a un golpe de vista. La pornografía de la erección de monumentos carísimos al capitalismo más embrutecido y descarnado, y el abandono de quienes luchan a diario por los demás.

Y eso no hay civilización que lo aguante.

Porque eso no es civilización.


La foto está en Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported. Fue realizada por Håkan Svenson y editada por Escarlati.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...