Se llamaba Banco Hipotecario. Era el
último recurso cuando no tenías otro sitio donde pedir un crédito.
Hipotecabas tu casa y podías salir del bache. Lo usaban muchas
empresas con problemas de tesorería, estaba allí para eso. Era un
banco público, y tenía un deber de servicio. Era caro, pero al
final del túnel siempre permitía atisbar una salida.
Allá por los años 90 el Banco
Hipotecario fue fusionado en un grupo de bancos públicos que fue
rebautizado como Argentaria, y que fue a su vez privatizado
rápidamente y comprado por el Banco de Bilbao Vizcaya, que pasó a
llamarse BBVA (Banco de Bilbao Vizcaya Argentaria), como lo conocemos
ahora. Aquella privatización y venta acabó con aquel último
recurso para tantas empresas en apuros. El gobierno en aquellos años
era socialista, si bien la privatización y venta se prolongó hasta
la mitad de la primera legislatura del gobierno de José María
Aznar.
Así que a principios de los 90 se
decidió que la banca pública no tenía sentido. Para crisis y casos
problemáticos siempre quedaba el ICO, un objeto residual, ya que,
bueno, las crisis no suelen ser gran cosa, y se superan rápido ¿No?
Ahora, entre otros muchos problemas,
echamos de menos una banca pública fuerte y diseñada para prestar
servicios financieros a ciudadanos y empresas desde el prisma del
servicio público. Y no hay de dónde sacarla, porque se privatizó
en tiempos de relativa bonanza. Recuerdo el viejo adagio que dice que
si algo funciona, mejor no lo cambies. Se ha roto tantas veces con
ese dicho en este país, que ya ha dejado de tener sentido. Encima
con una filosofía económica desastrosa, el llamado “capitalismo
de amiguetes” en el que funcionas, consigues, prosperas, si eres amigo de pero no
si tienes buenas ideas, iniciativas o talento pero no amigos, algo que es parte de la
idiosincrasia local. Y el problema es que es esa idiosincrasia, que
está metida en todas las rendijas de la sociedad española, como un
quiste, la que hay que eliminar lo antes posible, pero no hay demasiadas ganas de hacerlo.
La ausencia de una banca pública con
obligación de responder a las peticiones de crédito desesperadas de
empresas y ciudadanos es todo un problema, creado por gobiernos
pasados miopes ejerciendo un modelo de capitalismo letal que entonces
apenas se notaba, pero que nos ha llevado en última instancia a este
desastre y que nuevos políticos, aún más desalmados, siguen
aplicando con una agresividad psicopática sobre bienes básicos como
sanidad y educación. Ninguno de los responsables, entonces ni ahora,
ha tenido que dar explicaciones. Pues ya va siendo hora.
La ilustración la encontré en Wikipedia Commons. "The bankers expressing their joy" ("Los banqueros expresando su alegría"), por Henri Gerbault. Está en dominio público.