Youtube es un servicio de video por
internet que ha resultado revolucionario. Esta web en la que los
usuarios pueden ofrecer videos para su visionado a otras personas y
que nació en 2005 por tres antiguos empleados de Paypal como una
“televisión personal para internet” ha tenido un crecimiento
impresionante en los últimos años. Su tremenda popularidad lo
convierte en el servicio de video online más popular del planeta,
por encima de otros similares como Vimeo, Daily Motion o Flickr.
Youtube fue adquirido hace un par de años por Google, el gigante de
Mountain View, la empresa más poderosa de la red de redes.
Sin embargo, Youtube ha crecido sobre
unos cimientos que considero cuestionables. Cualquier persona puede
subir un video a Youtube y ponerlo a disposición de, literalmente,
miles de millones de visitantes de esa famosa web, pero el control de
la propiedad de esos vídeos no es tan exigente como debiera. Yo
mismo puedo subir ahora mismo un video o película sin el
consentimiento de su legítimo propietario con sólo marcar una
difusa declaración en la web indicando que “soy el propietario de
los derechos”, y listo.
Así, la inmensa mayoría de los vídeos
de Youtube están allí sin el consentimiento de sus legítimos
propietarios. Y eso sí que es preocupante. Toda la base del negocio
de esa gigantesca web está fundada en un acto perverso, la negación
de la propiedad intelectual. El asunto está en litigio, y Google ha
respondido con una tecnología, llamada ContentID que teóricamente
permite identificar las obras subidas a Youtube infringiendo los
derechos de copyright.
Si han sufrido en sus carnes el
encontrarse en Youtube con un video del que son propietarios que
alguien ha subido sin consultarles, sabrán de lo que hablo. Como
ocurre con las empresas españolas de telefonía, entrar es fácil,
pero salir es muy, muy difícil. En las ocasiones en que me he visto
en la necesidad de pedir a Youtube que retire un vídeo de su web que
ha sido colocado en ella sin mi permiso, me he encontrado con el
reverso de la situación. Tienes que demostrar que eres el
propietario de los derechos documentalmente, radiografiarte, exponer
tus contratos y, así incluso, puede que se te deniegue la petición.
Así me pasó con una de mis películas que una persona había subido
allí sin mi consentimiento. Tras pedir la retirada del vídeo y
entregar toda la documentación solicitada, me fue denegada la
petición en Google España. Tuve que recurrir a la matriz
estadounidense, previa protesta por el trato en mi propio país, para
que mi legítima petición fuera atendida.
Esos modales propios de la jungla, en
los que el que vulnera la ley es agasajado y quien ve sus derechos
vulnerados es vejado no son dignos de la Red de Redes, si queremos
que ésta sea un lugar civilizado. No se puede ni se debe fundar un
modelo de negocio en lucrarse con la propiedad de otros que no han
consentido su cesión. Me parece lamentable el modelo de sociedad y
la catadura moral que implica la aceptación silenciosa por parte de
Google de este estado de cosas, y, por supuesto, por parte de
gobiernos e instituciones internacionales.
Ese modelo de cosas lleva a
monstruosidades como Mega o los miles de páginas web de enlaces a
contenidos ilegales de las que disfrutamos en España. Lleva a
la piratería directamente, pues se difunde entre la ciudadanía que
es lícito vulnerar los derechos de terceros, y además, fácil, y
asimismo, impune, siempre que sean derechos intelectuales. Así no se
crean sociedades civilizadas.
Estoy plenamente a favor de las
opciones que permiten a los creadores el hacer accesible su obra a
todos, grauitamente, y soy el primero en alegrarme de la existencia
de licencias como Creative Commons, el Copypeft, Gnu, el código
abierto, el Dominio Público, etc. Todas ellas garantizan el derecho
del creador a decidir sobre su obra. Y aquí está la clave, poder
decidir tú sobre lo que es tuyo. No que otros decidan por ti. Y aquí
está la clave del problema.
Haz lo que quieras con tu obra:
regálala, intercámbiala o véndela, transfiérela, permite su
modificación o alteración, el derecho de cita, lo que desees, pues
es tuya. Pero precisamente por eso, nadie tiene derecho a manejarla
sin tu consentimiento. En este estado de cosas las licencias libres
pierden todo su sentido, pues terceras personas vulneran de facto un
derecho inalienable sobre lo que es tuyo.
¿Qué sería de Youtube si se
extrajera de ella el vídeo que ha sido subido allí sin el permiso
de sus propietarios? Sería un servicio residual. Es más, el
porcentaje de obra pirateada en ese servicio de Google es tan alto
que ellos mismos, en otros casos tan amantes de la libertad de la
difusión de la información, ocultan ese dato culpable. Esa es la
prueba de que Youtube y Google por extensión están viviendo de las
rentas de actos perversos. Y eso, qué quieren que les diga, me
parece bastante poco edificante.
Nota: En este artículo se habla de
un mensaje interno de Youtube en el que la manager de la empresa,
Maryrose Dutton, afirmaba que entre el 75 y el 80% del material que
ofrece su web está sujeto a copyright. El artículo, que usa
documentos clasificados del juicio de Viacom a Youtube por ofrecer a
los usuarios varias decenas de miles de videos de su propiedad y sin
su consentimiento, es revelador en cuanto a cómo en Youtube se sabe
perfectamente que se infringen esos derechos y se juega al equívoco
y a la desinformación al respecto.
La ilustración es la portada del
número de septiembre de 1935 de “Wonder Stories”, por Frank R.
Paul y está en dominio público.