viernes, 22 de febrero de 2013

Realidad ficticia




En 1999 pasé una larga tempora en Mallorca, trabajando en un proyecto de ciencia-ficción que no llegó a cuajar, en la empresa ArtBit, que entonces era puntera en la animación de personajes CGI en tiempo real. La experiencia fue fascinante. También recuerdo ver mucho allí Discovery Channel, que entonces estaba en el paquete de Digital Plus. Así que tengo un recuerdo de cómo era entonces la programación de aquel canal; documentales de naturaleza, historia, divulgación, mucha producción propia, material entretenido y bien producido.

Hoy ver Discovery Channel (y otros, como History Channel o Biography Channel) mueve al espanto. Sobre todo el primero, encarnado en Discovery Max en la TDT, que se ha llenado de realities de subastas, embargos, cárceles, tatuadores, tuneadores de motos y coches, etc.

Vale que el reality show haya tomado las riendas de la producción televisiva, y que en un movimiento pendular que sin duda regresará por sus fueros en el futuro, ahora está por todas partes, pero es triste enfrentarse a lo que eran canales de divulgación con un cierto prestigio de rigor y ver en lo que se han convertido. Pasa lo mismo en National Geographic Channel y otros canales de similar pelaje. La marea parece arrastrarlos a todos. Y no hablemos de otros canales, ya más generalistas, como MTV, vendidos a la zafiedad hasta tal extremo caricaturesco (los “Wherever Shore” y su sosias castellano) que se aproximan a las pesadillas distópicas narradas en series como “Black Mirror” (Episodio 2 Temporada 1ª, “15 Million Merits” o películas como “Idiocracia” (“Idiocracy”, Mike Judge, 2006)).

Pero es que la cosa va a peor. Los realities en los canales que antes eran “de documentales” compiten en cual es más agresivo u ofrece los detalles más escabrosos. Uno de ellos nos invita a ver la fauna que pasa por una comisaría en Las Vegas cada noche: borrachos, prostitutas, ladrones y demás almas perdidas llenan el programa. Otro convive con los guardias y prisioneros de una cárcel de alta seguridad absolutamente infernal. Un tercero nos muestra cómo un enorme señor que vive de dinamitero hace estallar cosas al grito de “¡Boom, baby!”, o a buscadores de oro luchando como fieras por unas pepitas. En general, todo se estructura en una parrilla diseñada para débiles mentales llena de lo peor de la sociedad, repleta de explosiones, ruido y furia. En eso se han convertido los canales de documentales.

Bien, son los requerimientos del mercado, y bla bla bla, y no tengo nada en contra de los realities (muchos documentales interesantes se han realizado mediante esta técnica; por poner un par de ejemplos puedo citar “The 1900 House” o “Airport”) pero se están alcanzando cotas de envilecimiento que no hubiéramos soñado hace poco. Y no me refiero sólo a las series realities dedicadas a destiladores de licor, magos de guante blanco, timadores o hillbillies urbanos. Me refiero a algo más, a documentales que son pura y simplemente mentira.

Se han estrenado recientemente dos ejemplos de esto. Uno, “Sirenas” (“Mermaids: the body found”. Syd Bennet, 2011) , en Discovery, y el otro, “La Isla del Apocalipsis” (“Armageddon: Apocalypse Island”, 2010), en History Channel. El problema de estos dos productos es que son ficción. Pero en ningún momento se explica al espectador que lo son. Eso equivale a mentir. En el caso de los espectadores menos avisados, el daño que se les puede hacer es considerable ¿En qué momento un canal de documentales ha perdido tanto el norte que difunde falsos productos de documental? ¿Cuándo se permitió el acceso de charlatanes a estos canales?

Y eso por no hablar de otro subproducto, éste reality, en boga, las “series de cazafantasmas” (“Ghost Hunters International”, (2008-), “Ghost Hunters” (2004-), etc.)

Tenemos otro excelso y vergonzoso ejemplo, esta vez patrio, en la serie de J. J. Benítez “Planeta Encantado” (2003), un trabajo de ficción que pasaba por documental, producido por y emitido en TVE sin que en ningún momento fuera identificado como ficción. No me parece bueno, en este caso, que ese tipo de desinformación salga de los impuestos de los ciudadanos. Aunque otras televisiones (las privadas) también recurren a esta ficción “documentalizada”, o “sazonada de realidad” como producto de entretenimiento, caso del progama de la cadena Cuatro “Cuarto Milenio” y, bueno, en ese caso es una televisión privada, pero de nuevo, no sé si es lo mejor tratar asuntos ficticios con ese tono de realidad cuando Cuatro administra la concesión de un bien público, una frecuencia de emisión; eso también tiene que suponer una cierta responsabilidad social.

Volviendo al asunto, programas como “Sirenas” y “La isla del Apocalipsis” suponen un peligroso precedente. Un canal de documentales funciona con un prestigio “de ofrecer realidad” que se ha ganado a lo largo de los años, algo que el espectador da por descontado, suponiendo que está en un entorno honesto. Este marchamo, cuando ese canal emite ficción disfrazada de realidad, lleva a confusión en los espectadores. Me ha pasado ya un par de veces que personas cultas y perfectamente informadas han tomado los productos que he citado como reales, y he tenido que sacarlas de su error. Al ocurrir esto, se sienten traicionados. Un canal televisivo del que se fiaban, del que esperaban al menos, no rigor histórico, pero sí veracidad, les miente. Es muy difícil recuperar ese prestigio traicionado. Y ahí va mi pregunta a los directivos de esas cadenas: ¿De verdad vale la pena?


La ilustración pertenece al libro de Gustave Doré ", Two Hundred Sketches Humorous and Grotesque, que se puede encontrar en el Proyecto Gutemberg, y está en Dominio Público. http://www.gutenberg.org/files/14550/14550-h/14550-h.htm

A peculiar galaxy near M104

Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.