Rescato aquí un primer artículo que pude publicar en la prensa de Las Palmas de Gran Canaria, siendo un mocoso, en el año 1992. La adaptación al cine de 'Watchmen' era entonces un imposible en el futuro más remoto, pero se rumoreaba que le interesaba a Terry Gilliam, y Forum y Zinco editaban cómics de superhéroes en España. Eran los tiempos de las 'Ediciones Prestige', y la transición desde el quiosco de barrio a la librería especializada (en mi opinión, un desastre) todavía estaba dando sus primeros pasos. Aquellos tebeos eran aún tebeos y no franquicias gigantescas que generan películas hipertrofiadas al coste del Producto Interior Bruto de una Comunidad Autónoma española, ni series de comicbooks que repiten una y otra vez las mismas historias ya contadas, pero con colores de Photoshop, texturas fotorrealistas y lens flares a tutiplén. Alan Moore en aquellos años seguramente no se imaginaba que casi toda su obra reciente se iba a adaptar al cine con resultados casi siempre infelices. A lo largo de los años le he enviado copias de mis películas a medida que las estrenaba. Su hija Leah (que por cierto también es escritora y hace cómics) siempre ha sido tan amable de confirmarme la recepción de los materiales, pero nunca sabré si su padre los ha visto o no. Bueno, no importa demasiado. Los héroes de cuando uno era un crío son eso: héroes, y así deben de seguir, rodeados de misterio. En este artículo me ocupaba de "Watchmen" y "Marshal Law". Ahí os lo dejo.
Épica
de Supermarket. A propósito de la edición española de 'Marshal
Law'
16
de enero de 1992
Diario
La Provincia. Suplemento cultural.
En
una tierra donde el libro más vendido durante un año es 'Buscando a
Wally', donde 'Scarlett' ocupa el cuarto puesto de ventas, donde una
cosa titulada 'Cómo ganar amigos' es comprada por casi cien mil
personas, puede resultar un chiste hablar de cómics (léase
'tebeos'). También puede causar rubor el decir que el cómic es un
medio de comunicación en el que sus creadores plasman sus pasiones e
ideología.
Si
el cómic es un medio generalmente despreciado e ignorado (que lo
es), el subgénero de la 'historia de superhéroes' es algo asi como
el hermano tonto del género. No hace mucho tuve una conversación
con una quiosquera de esta capital que me reprochó que ya estaba
(yo) bastante mayorcito para leer "esas cosas" , a lo que
respondí jocosamente "bueno, señora, al menos no compro
pornografia". Cuál no fue mi sorpresa al escuchar a la buena
mujer, que decía algo así como “Si
usted comprase revistas de esas cochinas me parecería mejor, la
verdad, porque creo que los hombres tienen unas necesidades que deben
desahogar, pero estos tebeos para niños, no es sano" (¡sic!).
Y
así permanecen los 'tebeos de superhéroes', apilados en quioscos y
supermarkets de gasolineras, o en manos de algún niño sobornado por
sus padres para que les conceda unos minutos de paz. No sé si huelga
que toda esa basura protagonizada por tipos y tipas
musculosos/as embutidos/as en mallas ajustadas posee una mística y
una épica. Una épica 'de gasolinera y de quiosco' sí, pero una
épica a fin de cuentas.
El
comic-book (nombre sajón dado a las revistas de comics) de
superhéroes es una institución en Estados Unidos, su lugar de
nacimiento. Editados en papel de baja calidad, llenos de publicidad,
los comic-books han acompañado (y adornado) los sueños de millones
de ciudadanos americanos compradores de sueños a dólar y medio
desde los años 30.
Y,
señoras y señores, el mundo multicolor, cósmico y épico de los
superhéroes en mallas ajustadas está cambiando. Este cambio ha sido
causado en cierta medida por varias series de comic-books de titulos
sonoros: 'Watchmen' y 'Marshal Law', entre otras muchas.
Naturalmente, las razones del cambio no obedecen unívocamente a
estas series, sino a un contexto sociocultural muy concreto, pero
ambas son botones de muestra más que significativos. Para intentar
entender algo de todo esto hemos de hacer un poco de historia.
'Watchmen'
fue publicada por la editorial norteamericana 'DC Comics',
responsable entre otros, de los personajes 'Supermán' y 'Batman'.
'Watchmen' es obra de un guionista británico, Alan Moore -una
especie de lacónico gurú de luenga barba que en los últimos años
se ha convertido en uno de los grandes popes del comic
mundial, gracias en parte a esta serie y a su otra Opus Magna:
'Miracleman', editada por la independiente 'Eclipse Comics'- y del
dibujante Dave Gibbons.
'Watchmen'
se publicó en forma de serie limitada de doce números. ¿Por qué
es 'Watchmen' un punto de inflexión? Sin lugar a dudas por ser obra
de Moore, gran creador de cielos e infiernos, que ya habia llevado en
su serie 'Miracleman' el concepto de superhéroe a sus últimas
consecuencias (y más allá). Alan Moore tomó a un puñado de
hombres en pijama y los convirtió en divinidades con pies de barro.
A uno de ellos lo mató, a otro lo transformó en un asesino
psicopático y a otro lo hizo un dios. Un dios de piel azul que
camina por las calles de Nueva York completamente desnudo, sabiéndose
capaz de arrasar todo rastro de vida sobre la tierra con sólo un
gesto y por eso deseoso de acabar consigo mismo.
'Watchmen',
más allá de la narrativa gráfica de Gibbons, casi minimalista, más
allá de la atormentada trama de Moore –a veces demasiado
retorcida, en otros momentos excesivamente simplista- es una de esas
obras que trascienden a sus creadores para elevarse a un olimpo de
obras magistrales. El concepto de 'Superhéroe-con-superproblemas'
creado por Stan Lee y Jack Kirby en los años 60, se convierte (o más
bien 'subvierte') en manos de Moore en otro que podríamos llamar
'Hombrecillos-rotos-por-ser-dioses'. Sin duda, el comic-book tiene un
Año Cero en la publicación de 'Watchmen'.
'Marshal
Law' nació en la 'competencia'; en Marvel Comics. Marvel en 1980
habia pasado a depender de la multinacional Cadence Industrial, Inc.,
lo que llevó a un total replanteamiento de su política editorial.
Bajo la dirección de Jim Shooter (entonces editor en jefe) se creó
una nueva línea de publicaciones en colaboración con otros autores
y editores (Jim Starlin, Archie Goodwin, entre otros) que se llamaría
Epic Comics. Se pretendia asi crear un nueva línea de comic-books
dirigidos a un público más adulto, con mayor calidad de impresión,
sin insertos publicitarios y lo más importante: dando todo el
control creativo, así como la propiedad de los personajes a los
autores (cosa que no ocurre en la línea 'normal' de Marvel) y
eliminar la injerencia del 'Comics Code Authority'; una especie de
censura previa existente en el comic norteamericano. Dentro de esta
linea editorial se publicaron otras obras de indudable interés como
'Dreadstar' de Jim Starlin (1982) o 'Elektra Assassin' de Frank
Miller y BiII Sienkiewickz (1986) y la que nos ocupa: 'Marshal Law',
escrita por Pat Milis y dibujada por Kevin O'Neil. Casi contemporánea
de 'Watchmen', 'Marshal Law' es indudablemente tributaria en la parte
gráfica y pseudoparódica de la anterior.
Supone
'Marshal Law' otra 'vuelta de tuerca' en los superheroico. Publicada
como serie limitada de seis comic-books, presenta un argumento de
culebrón, pleno de alusiones y mala leche, tributario de la estética
sadomaso y el cyberpunk a partes iguales, lleno de graffitis,
tacos, sangre y bilis. En 'Marshal Law' el superhéroe se torna
supercerdo y el mundo futuro que nos ofrece agoniza en una suerte de
Apocalipsis demente donde que todo cristo tiene superpoderes y salir
a la calle equivale a que el vecino de al lado, encapuchado, gordo,
sucio, sudado, vestido de superchico y armado con una lata de 'Bud'
te arranque la cabeza con un poderoso rayo nacido de sus ojos
mutantes. 'Marshal Law' es la némesis 'Hellzapoppin' de 'Watchmen',
sucia y desquiciada. Sacerdotes impartiendo la palabra divina a
centenares de supehéroes mugrientos desde púlpitos ambulantes
acorazados y forrados de pintadas obscenas, supermanes violadores y
asesinos, o androides con armas insertadas en la entrepierna,
conforman la feria de horrores que es 'Marshal Law'.
Si
entre los 'Watchmen' existían principios éticos y de conducta, en
'Marshal Law' estos son ignorados olímpicamente en una menacteria de
caos, vísceras y aniquilamiento post-mortern.
Indudablemente
tributarios de todo un corpus narrativo previo, es imposible
entender el comic 'de superhéroes' y por ende al cormic
norteamericano 'in extenso', hoy por hoy, sin la lectura previa de
obras como 'Watchmen' o 'Marshal Law'. Dos hitos de un género
despreciado pero que ha tenido la suficiente madurez de mirar hacia
sí mismo y hacerse preguntas, sin importar lo terribles que fueran
las respuestas.
'Watchmen'
fue publicada en España en su día por Ediciones Zinco y aún es
localizable en alguna librería especializada.
'Marshal
Law' está actualmente en período de publicación por Cómics Fórum
y lo puedes encontrar en alguna pila de 'tebeos' en quioscos o
gasolineras.