martes, 17 de marzo de 2015

El experimento de la Prisión de Stanford y la militarización de la sociedad


Sigo en mis trece sobre el gobierno de los menos preparados. Es una plaga, en mi opinión, que se extiende por el mundo. Y sólo se arregla con voluntad política. Aquí tenemos un caso de pura vergüenza que causó hace meses una decena de muertes por ahogamiento entre inmigrantes subsaharianos y el mayor responsable, un "intocable" del sistema que bien a las claras hace años que sobrepasó su umbral de incompetencia, sigue en su puesto.

Me pasa con los sucesos de Ferguson, en los que, leo a través del estupendo blog de Íñigo Sáenz de Ugarte, una policía progresivamente militarizada ha castigado con implacable dureza las manifestaciones que se producen en sus calles, causadas precisamente por esa misma violencia policial. Es algo que estamos viendo últimamente en España, por cierto. Cuando veo a esos agentes de la Ley que han sido adiestrados en técnicas militares empiezo a preguntarme en qué momento los Estados que se ocultan detrás de esas "fuerzas" empezaron a perder el norte y a considerar las manifestaciones como altercados que deben de ser controlados y reprimidos manu militari. O los desahucios, o las protestas de preferentistas.

Veo a los efectivos policiales descargando gases lacrimógenos y balas de goma para, atención, "mantener el orden público", o a la misma armada defendiendo los intereses de una empresa privada y agrediendo salvajemente a los voluntarios de Greenpeace, y recuerdo el experimento de la Prisión de Stanford, que tan oscuras conclusiones trajo sobre la condición humana y la fragilidad de la psique ante las órdenes llegadas de escalafones superiores, o el descargo de culpa cuando otro asume por nosotros la "responsabilidad" de nuestras acciones.

Si algo aprendió nuestra especie de aquel experimento y otros similares fue lo débil que es la capacidad humana para mantenerse en un "camino justo" y lo sencillo que resulta para personas absolutamente normales el tener comportamientos aberrantes y violentos para con los demás, si las circunstancias son propicias. Algunos países llegaron a crear leyes que descargaban de responsabilidad a los culpables de unos hechos punibles realizados por obediencia.

Naturalmente, ningún mando intermedio policial ni sus superiores tiene la más remota idea de lo que fue el experimento de Stanford, ni de su importancia, ni del camino que van a recorrer de seguir así, un camino que hemos visto tantas veces en oscuros momentos de la historia humana.

USA tiene sus propios problemas, desde un gobierno controlado por intereses mercantiles desde hace décadas, a un estado semipolicial, como estamos viendo, que castiga a los que no tienen modo de defenderse y premia a los fuertes. Nosotros estamos emprendiendo un camino análogo en esta Europa de la austeridad suicida. Pero al menos al otro lado del Atlántico tienen mecanismos legales que les permiten ver los errores que se están cometiendo, y enmendarlos. Aquí, falta la inteligencia elemental para comprender siquiera el problema y su magnitud.

Cuidado. Sólo eso. Tengamos cuidado. No repitamos los viejos errores, ya está bien.

La imagen está en Wikimedia Commons. "SHUT UP! NAME, RANK, SERIAL NO. ONLY!" Office for Emergency Management. Office of War Information. Domestic Operations Branch. Bureau of Special Services. (03/09/1943 - 09/15/1945). Se reproduce mediante derecho de cita.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...