Repasando un número
atrasado de Bloomberg Businessweek, he encontrado dos artículos muy
interesantes. Uno (The Inside Story of Tor, the Best Internet Anonymity Tool the Government Ever Built, por Dune Lawrence) versa sobre la expansión del uso de TOR, un
sistema de navegación anónima por Internet, concebido inicialmente
por la defensa norteamericana y que actualmente es de uso común en
ciertas áreas de internet. Por cierto, la prensa se ocupaba hace unos meses de un posible ataque en esa red.
Si bien existe la sospecha de que
es vulnerable, lo más probable es que TOR sea muy difícil de
hackear para las agencias de espionaje, y justamente por ese motivo lo utilizan
aquellos que quieren mantener sus comunicaciones libres de miradas indiscretas, que casi siempre provienen de los mismos
lugares: las inteligencias de los Estados. TOR por ahora es un amigo circunstancial de mucha gente,
unos que defienden la democracia en países autoritarios, y otros que
hacen actividades poco o nada confesables en Internet.
Lo que me ha parecido más curioso es cómo el enemigo de los Estados a menudo es creado por ellos mismos. De la misma manera que ahora todos se llevan las manos a la cabeza en Occidente ante el surgimiento del Estado Islámico que ellos mismos han contribuido a financiar, TOR es un proyecto inicialmente de origen federal (norteamericano, vamos), que hubo de salir al mundo exterior (internet) para poder nacer como herramienta de trabajo de la inteligencia, pero que la sociedad civil adoptó instantáneamente. Así, los hijos bastardos de los Estados Sombríos, de los que en la oscuridad parecen llevar las riendas del mundo, demuestran tener vida propia, y se pueden convertir en los peores enemigos de quienes los han creado.
Lo que me ha parecido más curioso es cómo el enemigo de los Estados a menudo es creado por ellos mismos. De la misma manera que ahora todos se llevan las manos a la cabeza en Occidente ante el surgimiento del Estado Islámico que ellos mismos han contribuido a financiar, TOR es un proyecto inicialmente de origen federal (norteamericano, vamos), que hubo de salir al mundo exterior (internet) para poder nacer como herramienta de trabajo de la inteligencia, pero que la sociedad civil adoptó instantáneamente. Así, los hijos bastardos de los Estados Sombríos, de los que en la oscuridad parecen llevar las riendas del mundo, demuestran tener vida propia, y se pueden convertir en los peores enemigos de quienes los han creado.
Luego leí un artículo
en la misma revista (lamento no haber encontrado el link directo) sobre el ascenso de los gobiernos totalitarios
aparentemente surgidos de las urnas en diversos países, como Egipto,
Rusia o Tailandia, que se suman a Estados totalitarios per se, como
China -un caso realmente peculiar que parece mantener un exitoso (para algunos al menos) sistema
dictatorial ablandado por una economía capitalista de gran
agresividad-. Hay quienes consideran todo eso una especie de nueva tendencia
del mundo actual, que parece llevarnos hacia una oficialización del abuso de autoridad de gobiernos que
se aprovechan de las mayorías concedidas por los votantes para tomar
el poder en sus países y destruir las escasas herramientas de control ciudadano que aún sobreviven. Pensemos en el giro radical de Egipto, por ejemplo, actualmente una dictadura militar tras pasar por una esperanzadora "primavera árabe".
Esto es preocupante, más aún porque cuanto más leía el artículo más me
convencía de que España está pasando por un proceso similar y tan
oscuro como el de esas otras “democracias en proceso de fallo” a
las que se refiere el articulista. Los casos son siempre análogos: gobiernos de tinte conservador (es decir, apoyados por las élites
tradicionales) llegan al poder con mayorías parlamentarias,
generalmente a causa del voto rural y el miedo, ganado a base de un populismo
ridículamente basto pero, a lo que se ve, efectivo, y deciden
aprovechar esas mayorías que probablemente nunca más recuperen para
emprender un “ahora o nunca” de cambios radicales de todo tipo en
sus países, modificando decenas de leyes, desintegrando las
herramientas de control popular, colocando a "los suyos" en áreas fundamentales del Estado, y en resumen, asegurando a “quienes les
pagan los sueldos” (que, amigos, despertad, no somos nosotros) la
herencia de un país fácilmente controlable y manso.
Los ejemplos que cita
el artículo son de países con amplios sectores rurales y una escasa
penetración de la alfabetización, pero en España podríamos crear
un símil. No conozco las cifras exactas de tendencias de voto en
diversas regiones del país, sobre todo las que relacionen voto
urbano con rural o de pequeñas provincias, pero es un hecho que
existen feudos para la derecha, como Levante, Centro y algo del
Cantábrico, mientras que en en otras regiones ese apoyo está más
equilibrado, como Catalunya (si bien CiU no es más que derecha,
pintada con el tinte nacionalista, pero conservadurismo en ocasiones
tan o más rancio que el “oficial” español y, a los hechos me remito, igual de corrupto), Canarias (ídem que Catalunya) o
Extremadura. En otra CA, al menos en las elecciones de 2011, se mantuvo
un elevado voto hacia la izquierda; se trata de Andalucía. Son
razones históricas y coyunturales las que provocan estos
movimientos, pero no estaría de mas examinar hacia dónde se
encamina el voto rural y hacia dónde el urbano en esas regiones.
Probablemente nos llevaríamos sorpresas.
En España, por otro lado,
el campo se ha ido abandonando sin pausa desde mediados del siglo
pasado, lo que ha llevado a que una parte de lo que fue una floreciente sociedad
agraria sea ahora un secarral abandonado punteado por pueblos en
agonía. Así, la gente del campo se trasladó a las ciudades, y se
debió de contagiar en cierta medida de la forma de pensar que
imperara en ellas. Pero no es lo mismo la tendencia urbana política
en Valladolid que en Córdoba, por poner dos ejemplos, o en sociedades asfixiadas por su tamaño, como la Gomera o El Hierro, y mega urbes como Barcelona o Madrid.
El hecho es que España
ha tomado, a su manera, esa deriva autoritaria de la mano de un
gobierno conservador que está forzando demasiado la máquina. No sé si existe
conciencia entre las personas que actualmente
lo forman de que sus intentos, que tal vez podrían colar en otras
latitudes, pueden costarles muy caro en el futuro. El hecho es que un
partido vertical como el PP, que no ha conocido la democracia interna, que
vive además inmerso en un contradictorio pensamiento clerical, tardofranquista y antiguo bastante
deprimente, no conoce la realidad que le rodea, y actúa como un
sonámbulo, lo que le convierte en la peor opción racional para gobernar un país como España en estos momentos. Probablemente, esta incapacidad del PP, cada vez más pública y notoria acabará estallando (con el descubrimiento casi diario de más y más casos de corrupción), de modo que los
españoles comprendan el desastre que arrastra el dar mayorías
absolutas a personas que no merecen esa responsabilidad.
Sólo
el tiempo dirá lo que ocurrirá en España, pero dependerá también
de lo que pase en nuestro entorno. El gobierno español actual vive
de espaldas a la realidad, confiando en que si hacen lo que se les
ordena desde la troika todo irá bien. Pero todo lo que emana de ese
objeto que todavía llamamos Europa está aún más ensimismado y
perdido que nuestro gobierno. La combinación es muy peligrosa.
Tiempos
fascinantes estos, en los que lo viejo dará paso a lo nuevo, según
el viejo adagio. Lo que pudo ocurrir en 1975 va a ocurrir (tal vez) en 2015.
Este paréntesis en el que España ha intentado crear una democracia y le ha salido una oligarquía ya vemos lo que ha dado de sí, y llega a su conclusión. Ahora
mismo está empezando a implosionar.