sábado, 17 de junio de 2017
Entrevista en La Abadía de Berzano
Cuando estuve de jurado en el FANT 2017, José Luis Salvador Estébenez me hizo esta entrevista para su estupendo blog La Abadía de Berzano. Espero que os guste. Las fotos son de Juan Mari Ripalda.
lunes, 12 de junio de 2017
La administración electrónica. Un problema añadido.
Mira que lo he hablado, una, otra, otra, otra, y otra vez. Pero las cosas van a peor. He escrito esta pequeña carta que voy a enviar al Congreso, o al Senado, o a los dos, expresando lo que creo es un total despropósito: el florecimiento, arrasando con todo, de la pomposamente llamada "administración electrónica" española. Una forma más de cercenar derechos y complicar la vida a las gentes.
Las relaciones entre administraciones y administrados siempre han sido una asignatura pendiente en este país. La herencia de los tiempos pasados pervive, y el ciudadano que acude a pedir por sus derechos a las Administraciones no puede evitar sentirse una molestia que interrumpe el trabajo. De hecho, gran parte de las solicitudes de presaciones al Estado (Vbgr.: el paro) están formadas por rituales burocráticos innecesariamente complejos que pareciera que sólo buscan la humillación del ciudadano que se ve obligado a recurrir a ellos, como una especie de “medida disuaroria” previa.
A esto se añade ahora un nuevo elemento, la administración electrónica, esa especie de “milagro” que ha venido a hacer todo más fácil para todos. Pero no es así en absoluto.
Creo que se están vulnerando derechos fundamentales de modo alarmante respecto al uso de la administración electrónica en España, y sobre todo por su imposición al ciudadano, cerrándose las vías tradicionales de comunicación con la administración.
Me cuentan funcionarios de diversas instituciones (bibliotecas públicas, oficinas del paro, Agencia Tributaria) que les llegan muchos ciudadanos desesperados porque se encuentran repentinamente con que la administración sólo admite sus trámites por vía telemática, requiriendo ayuda, asesoría y formación a los funcionarios para que les rellenen los impresos vía web o les guíen por los entresijos de los complejos interfaces de usuario. En la mayoría de los casos no hay funcionarios preparados para ello, y son hasta los bedeles, o empleados públicos fuera de su horario de trabajo, los que han de asistir a esos ciudadanos.
Esto se está multiplicando, desde la aplicación Renta Web de este año, a la obligación de tramitar exclusivamente vía factura electrónica con la administración, que se impone desde 2017 a cualquier Pyme, pasando por centenares de trámites y notificaciones que han de realizarse ya sólo vía online.
Por todo ello quisiera mostrar estas apreciaciones:
1- La Administración Electrónica no puede ni debe ser impuesta a la ciudadanía mientras los requisitos que implica su uso sean onerosos para el ciudadano, pues está interfiriendo en la comunicación directa entre administración y administrados, lo que es un derecho fundamental. Esto es: en estos momentos para poder usar la Administración electrónica se requiere conexión a internet (no es gratuita ni un derecho básico ciudadano aún, estando administrada por un puñado de grandes empresas en forma de oligopolio), poseer un ordenador con unas características determinadas (no todo ciudadano se lo puede permitir), instalar unos determinados navegadores y unas determinadas aplicaciones (requieren formación en informática muy por encima del "nivel de usuario"), y hacer uso de identificadores que son de pago (una firma electrónica en este momento cuesta 28 Euros en la FNMT).
2- No toda la ciudadanía tiene acceso a los medios antes citados ni mucho menos, y esto se constituye en barrera para su derecho de interactuar con la administración en todo momento. La “formación digital” no llega a todos, ni tiene por qué llegar.
3- Los interfaces digitales de las diversas administraciones (locales, autonómicas y nacionales) son todos diferentes, están en su mayoría hechos con nulo criterio ergonómico, por personal no capacitado para ello, sin unicidad de criterios ni unidad de formatos. Actualmente manejarse por la administración electrónica en España es abstruso, complejo y francamente frustrante. Ejemplo de ello, la aplicación Facturae, generada para crear facturas electrónicas y de uso obligado para las Pymes: es incomprensible, innecesariamente compleja, parece desarrollada hace más de 20 años y que nunca haya pasado una fase de betatesting. Ítem más: procedimientos de registro electrónico que permanecen caídos durante días sin explicaciones a los usuarios por "problemas técnicos", lo que lleva a enormes cuellos de botella en aplicaciones críticas como aquellas que atienden las firmas electrónicas, pueden causar que los documentos remitidos no lleguen nunca a la administración y que el ciudadano no lo sepa.
4- Los registros electrónicos están sujetos a fallo, nadie garantiza que las comunicaciones se produzcan de manera fehaciente, y son, por supuesto, hackeables. Su aparente seguridad es una quimera, y es cuestión de tiempo de que ocurra un robo masivo de datos catastrófico, ya que el nivel de seguridad es nulo y en muchos casos amateur. El hecho de que una administración genere un recibo digital en estos momentos no aporta seguridad alguna de que la transacción se haya realizado.
Con estos cuatro puntos en mente, quisiera plantear estas iniciativas:
a) El registro convencional y la comunicación por vía postal han de ser un derecho fundamental del ciudadano que la administración ha de respetar siempre y sin excepciones, al menos mientras el punto 1 antedicho siga presentando agravios para sectores de la población: acceso a internet no gratuito en manos de un oligopolio privado, obligación de tener hardware y software y conocimientos técnicos de informática, trámites de pago para la simple identificación, amén de riesgos de seguridad y disparidad de interfaces. Estamos condenando a miles de personas a la cegera administrativa por un capricho procedimental.
b) La administración carecerá de prerrogativa alguna para imponer el trámite electrónico sobre el tradicional, y los dos habrán de convivir en todo momento, en aras del servicio al ciudadano. Hablamos de un derecho básico: el de una vía de comunicación bidireccional entre los ciudadanos y las administraciones, que ha de ser habilitado por todas las formas que sea posible y sin obstáculos ni barreras de ningún tipo.
c) Se habilitará un observatorio de la administración electrónica que velará por la homogeneización de los interfaces de usuario de las diversas administraciones, cuyas resoluciones serán de obligado cumplimiento, desde el que se habilitará un estándar de características y de ergonomía para todos los niveles administrativos, y que vigilará su cumplimiento de forma sistemática.
Se están vulnerando gravemente los derechos de miles de españoles en estos momentos por la imposición unilateral de la administración electrónica desde los diferentes estamentos estatales, y ocurre a diario. Ruego que se reconsidere esta política urgentemente. La administración trabaja para el ciudadano, y no al revés. El resultado que en realidad parece buscarse es disminuir el número de funcionarios públicos y que la ciudadanía haga su trabajo gratis et amore. Y eso no es lo que debe de perseguir un servicio público.
lunes, 22 de mayo de 2017
Firmas en la Feria del Libro de Madrid 2017
Este es el cartel que ha hecho la diseñadora grancanaria Ena Cardenal de la Nuez para la 76ª Feria del Libro de Madrid. A los madrileños se les llama "gatos", y de ahí el motivo de la ilustración.
Estaré firmando en la Feria los días 6, 7 y 9 de junio, de 18:00 a 19:00 horas, en la caseta de Dolmen Editorial, que me han publicado Idyll, y Luz, cámara bits. Es la número 178.
Así que allí nos veremos si os apetece, y os firmo lo que queráis, mientras sean libros, claro :-D
martes, 16 de mayo de 2017
El mundo era un serial
Mi abuela se llamaba
Delfina. Yo la llamaba de niño “Mamá Fina”. Era una mujer-río,
a cargo de una familia numerosa. Un día, cuando enviudó joven,
decidió enfundarse en el luto y así permaneció hasta su muerte, durante 30 años más.
Debieron de vivir mi abuelo y mi abuela un amor muy grande; él la adoraba, y cada
día le traía un regalo, fuera lo que fuera, y dentro de lo que
podían permitirse, que mucho no era.
Antes de que mi abuelo
se fuera, tenían una activa vida social en Las Palmas, la ciudad en
la que vivían por aquellos días. Y una de las cosas que me cuenta mi madre que le
gustaba hacer a mi abuela, tras la puesta de sol, era irse al cine con mi abuelo de la mano,
dejando a los niños al cuidado de ella, Isabel, la hija mayor. Solían
ir al Cine Goya, que estaba en la calle Manuel González Martín, del popular barrio de las
Alcaravaneras, mejor conocida entonces por los vecinos como “La Calle del Cine”.
En aquellos años mi abuela era fanática de actores que empezaban a
hacer cine sonoro, estrellas canoras como John Boles (de quien ya he hablado en este mismo blog) o John Gilbert, famoso
por ser amante de Greta Garbo.
Por las tardes en el Cine Goya solían proyectar seriales, a los que llevaban a sus hijos. Los seriales estaban de moda entonces; eran productos de bajo presupuesto, pero encantaban al público. Todos eran de origen norteamericano, de estudios pobretones, como Republic o Universal. Y en aquella oscura españa en la que tenías que ponerte de pie y cantar el Cara al Sol antes de cada sesión de cine, bajo la severa miraba de vigilantes que te delataban a la primera de cambio, compensaba la humillación para luego darte una panzada de entretenimiento y diversión. Qué poco tiempo hace de cosas tan oscuras, y qué mala memoria tenemos entre los de mi generación.
Por las tardes en el Cine Goya solían proyectar seriales, a los que llevaban a sus hijos. Los seriales estaban de moda entonces; eran productos de bajo presupuesto, pero encantaban al público. Todos eran de origen norteamericano, de estudios pobretones, como Republic o Universal. Y en aquella oscura españa en la que tenías que ponerte de pie y cantar el Cara al Sol antes de cada sesión de cine, bajo la severa miraba de vigilantes que te delataban a la primera de cambio, compensaba la humillación para luego darte una panzada de entretenimiento y diversión. Qué poco tiempo hace de cosas tan oscuras, y qué mala memoria tenemos entre los de mi generación.
Pero estoy divagando.
Uno de aquellos
seriales era el de Flash Gordon, una adaptación del comic homónimo de
Alex Raymond, que tuvo tres producciones, todas de la Universal, una
en 1936, otra en 1938 y una última en 1939. Aquel serial que ahora
levanta cejas en los espectadores y dibuja una simultánea sonrisa de conmiseración en sus caras, fue
fruto del trabajo de un puñado de artesanos al otro lado del mundo,
que, en unas condiciones extremas (sueldos raquíticos,
presupuestos irrisorios, nula colaboración de otros departamentos
del estudio, plazos de entrega imposibles) hicieron unas respetables obras de entretenimiento.
Para que os hagáis una idea, aunque sea un detalle un poco técnico, los equipos del departamento de seriales de la Universal debían de
entregar una media de 80 setups al día (un setup es en la jerga USA del cine un plano nuevo
que implica mover la cámara de sitio, desplazar las luces y los focos, colocar a los actores, maquillarlos y caracterizarlos, etc.). En
estos tiempos comodones en los que vivimos, cuando haces un
cortometraje entre amigos a destajo, hacer 40 setups diarios es todo
un logro y puede suponer 17 horas de trabajo continuo. Pero no acababa aquí la cosa. Si un actor durante una toma se
olvidaba de una línea de diálogo o se equivocaba, no había una segunda toma para corregir, sino
que se rodaba un plano más cercano en el que se le hacía repetir sólo la
línea errada u olvidada, o se doblaba directamente, a pelo, con otra
voz, despreocupadamente. El metro de celuloide era carísimo y había que ahorrar a toda costa.
La labor cotidiana era tan dura, que la unidad de
seriales de la Universal era la única de todo el estudio que permitía beber alcohol a
sus empleados durante el trabajo, encargándose la misma empresa de
servir un cóctel especialmente fuerte entre ellos varias veces al
día. Sí, trabajaban prácticamente borrachos. Eran otros tiempos, y así soportaban unas condiciones laborales inhumanas.
Lo sorprendente del maltrato general que Universal daba a sus seriales era que por otro lado suponían su principal fuente de ingresos. Eran increíblemente rentables y populares. Pero paradójicamente, nunca recibieron el menor apoyo. Así, se producían con una filosofía del reciclaje a toda costa muy acentuada. Por poner un ejemplo, gran parte de la música usada en ellos provenía de las bandas sonoras de películas previas, o los decorados también se reutilizaban de producciones anteriores del estudio. El acceso a la unidad de efectos especiales de la empresa, que coordinaba el legendario John P. Fulton, estaba también cerrado a los seriales, por lo que para Flash Gordon tuvieron que crear su propio departamento de efectos y miniaturas. Hablamos de una producción de ciencia ficción que ocurría en otro planeta, así que había que inventarlo todo, desde el vestuario a las armas, con un presupuesto raquítico.
Lo sorprendente del maltrato general que Universal daba a sus seriales era que por otro lado suponían su principal fuente de ingresos. Eran increíblemente rentables y populares. Pero paradójicamente, nunca recibieron el menor apoyo. Así, se producían con una filosofía del reciclaje a toda costa muy acentuada. Por poner un ejemplo, gran parte de la música usada en ellos provenía de las bandas sonoras de películas previas, o los decorados también se reutilizaban de producciones anteriores del estudio. El acceso a la unidad de efectos especiales de la empresa, que coordinaba el legendario John P. Fulton, estaba también cerrado a los seriales, por lo que para Flash Gordon tuvieron que crear su propio departamento de efectos y miniaturas. Hablamos de una producción de ciencia ficción que ocurría en otro planeta, así que había que inventarlo todo, desde el vestuario a las armas, con un presupuesto raquítico.
Los tres seriales, Flash Gordon, Flash Gordon's trip to Mars y
Flash Gordon Conquers the Universe (más un tercero, pero éste
adaptando otro comic, Buck Rogers) fueron protagonizados por un
nadador olímpico, Larry “Buster” Crabbe, que en principio se
mostró bastante escéptico con aquel lamentable trabajo que le habían asignado en
el Estudio (y poco más podía hacer; en aquellos años un
actor era un obrero más, que salía en las fotos de la prensa, pero
un obrero asalariado a fin de cuentas), pues tenía más ambiciones
artísticas que protagonizar aquellas peliculitas de bajísimo presupuesto. Hoy en
día sólo se le recuerda por haber sido Flash Gordon, así que al final
aquello resultó ser lo mejor para su carrera, supongo.
Larry "Buster" Crabbe
Entre 1936 y 1939, los años finales de los seriales, pasaron muchas cosas en la Universal, que atravesaba momentos
terribles (tenían que parar la actividad durante varios días a la semana
para poder pagar los sueldos a sus trabajadores los sábados), a causa de la recesión causada por el crack bursátil del 29. Finalmente, Carl Laemmle, el fundador y patriarca del negocio, tuvo que vender la
empresa, y como consecuencia de ello, toda su familia fue expulsada inmediatamente de la gestión del estudio.
Los Laemmle, padre e hijo
Su hijo había propiciado, como comenté en un artículo anterior, el nacimiento de la legendaria serie de películas de
monstruos del Estudio, con Dracula inicialmente, y luego Frankenstein (en la que,
por cierto, intervenía el mismísimo John Boles, en un papel
secundario extrañamente impropio dada su condición de
superestrella).
¿Y a qué todo esto? Pues para dar un salto a la saga de Star Wars y a las muchas cosas que debe a los seriales de los años 30.
¿Y a qué todo esto? Pues para dar un salto a la saga de Star Wars y a las muchas cosas que debe a los seriales de los años 30.
A estas alturas la
mayoría sabréis que estas letras en fuga que inician cada película de la serie no las inventó George
Lucas para La Guerra de las Galaxias, sino que son un “homenaje”
del realizador californiano a estas otras, inventadas originalmente
para el serial de Buck Rogers de 1938, y luego para Flash Gordon Conquers the
Universe, de cuyo Capítulo 11 proviene este fotograma.
Lo mismo ocurre con el concepto de “capítulos” en que se ha dividido la saga intergaláctica. En realidad si algo es Star Wars, es Flash Gordon con tecnología contemporánea. Y en el poster de abajo, apenas difundido, al menos tenían la honestidad de reconocerlo:
George Lucas fue un ávido consumidor de seriales durante su infancia en la pequeña ciudad californiana de Modesto, allá por los años 50, cuando se emitían sindicados en las cadenas locales de TV. Le marcaron tanto, que su homenaje a ellos se convirtió en una película que, para bien o para mal, cambió en 1977 las reglas del juego de la industria del cine.
En los tiempos dorados de los seriales, no habrían tardado 40 años en crear una saga de 9 películas, sino apenas unas semanitas...
En los tiempos dorados de los seriales, no habrían tardado 40 años en crear una saga de 9 películas, sino apenas unas semanitas...
Uso las imágenes acogiéndome al derecho de cita. El poster de Star Wars, aunque no viene firmado, creo que lo pintó Howard Chaykin, quien, por cierto, ilustró los primeros números de la versión inicial en cómic de la película, editados por Marvel. En esa versión, basada en el guión de rodaje, hay escenas que, aunque se rodaron, desaparecieron posteriormente en el montaje que se estrenó en salas, como la conversación que Luke Skywalker tiene con su amigo, el piloto rebelde Biggs Darklighter.
domingo, 7 de mayo de 2017
FANT 23
Del 5 al 12 de mayo estaré participando como Jurado en FANT, el Festival de Cine Fantástico de Bilbao, que ya va por su 23 edición. Comparto tarea con Melina Matthews y Miguel Ángel Vivas. Así que allí nos veremos.
Lo tenemos difícil. La Sección Oficial está llena de películas realmente interesantes.
viernes, 28 de abril de 2017
Fantástico insólito español
Entre el 4 y el 10 de mayo celebraremos en la Sala Berlanga el ciclo "Fantástico insólito español", organizado por la Fundación SGAE.
Si os apetece ver un buen puñado de rarezas y de clásicos de nuestro cine fantástico más que reivindicables, allí os esperamos. La entrada son sólo 3 Euros.
Contaremos con presentadores de lujo como Fernando Marías, Antonio Trashorras o Juan Tébar. Podéis ver la programación y los horarios aquí. Este es el texto que sirve de introducción al ciclo:
Para aproximarse a una narrativa del cine fantástico español hay que mirar en las esquinas umbrías y polvorientas, rebuscar en los desvanes y en los anaqueles de las filmotecas que huelen a “efecto vinagre”.
El fantástico en otros países nació con el cine, pero en el nuestro empezó con pasos lentos, inciertos, tardíos, y casi disimulando ser otra cosa. Ésta es una propuesta, una mirada, hacia cómo nació un género que todavía se mira con desconfianza, de reojo, como se observa un territorio desconocido.
Desde la seminal Torre de los Siete Jorobados de Edgar Neville a Los Cronocrímenes de Nacho Vigalondo, pasando por una obra maestra indiscutible, Tras el cristal, de Agustí Villaronga, o una fiera rareza como Atolladero, iremos de visita por El grano de mostaza, un objeto inclasificable pero extrañamente interesante, o por La hora incógnita, el primer título postapocalíptico, o más bien preapocalíptico, de nuestro cine, sin olvidar El segundo nombre, un sutil noir terrorífico lleno de sugerencias y claroscuros.
Un camino el del fantástico español que está lleno de meandros, y en el que en esta ocasión nos fijamos en títulos heterodoxos, producciones atípicas, y en ocasiones rarezas injustamente relegadas.
lunes, 24 de abril de 2017
LOS CÓDICES DEL APOCALIPSIS (4) - El meteorito de agosto
Oficialmente, el mes de agosto es tiempo de estrellas fugaces. El camino orbital de la Tierra atraviesa durante esas fechas varias nubes de restos cometarios, y las pequeñas partículas que los integran son atraídas por nuestro planeta, entrando en la atmósfera, y formando las llamativas "lluvias de estrellas". Bien, eso es lo sabido. Es la versión oficial.
El día 26 de agosto de 2013, un extraño fenómeno convirtió la noche en día en mitad del Atlántico cercano a las islas Canarias. Apenas duró unos minutos, se pudo ver desde las islas más occidentales y, especialmente, desde los ocho aviones que en ese momento recorrían aquel espacio aéreo. Los comandantes de los dos vuelos que estaban más cerca lo describieron así: una luz tan intensa como la del sol del mediodía que duró apenas unos segundos.
La causa había sido una enorme bola de fuego de tono verde que surcó el cielo durante unos instantes para explotar finalmente en mil pedazos sobre el Atlántico.
Las teorías para explicar el fenómeno se extendieron en los años posteriores por las redes sociales. Y las versiones oficiales no han tardado en llegar. Incluyendo una, muy sospechosa, de la mismísima NASA. Otras se inclinan por los OVNIS, y no van desencaminadas. ¿Qué fue aquello? ¿Un meteorito? ¿Un Objeto Volador No Identificado?
La verdad está entre esas dos preguntas. En este blog he hablado de vez en cuando de unos objetos que fueron descubiertos hace 80 años y que permanecen en órbita alrededor de la Tierra. Uno de ellos ha desaparecido, y el otro, que estaba en una órbita más cerrada, aparentemente podría ser el objeto que fue capturado por la fricción atmosférica y que, al explotar en la troposfera, causó el potente fenómeno luminoso visto en 2013 entre Canarias y África.
De esos dos objetos, uno al parecer fue traído a la tierra en una misión espacial ultrasecreta. Nadie sabe lo que son, ni por qué hay tanto interés en ellos, ni mucho menos dónde está ahora mismo el objeto capturado. Uno de los más famosos expertos en asuntos de OVNIS de canarias, Paco Padrón, sostenía una teoría que comparto sobre esos objetos y que he confirmado, aunque poco más puedo decir por ahora al respecto.
Las claves de estos sucesos inexplicables, y que algunos, a lo que se ve, quieren que permanezcan así, sin explicar, están en mi novela, "Los Códices del Apocalipsis". Estamos preparando una reedición en Amazon totalmente revisada y con un montón de sorpresas, en ebook (también para Kindle) y en papel (en impresión bajo demanda).
Si os apetece, todavía tenéis disponible la edición en papel de Tyrannosaurus Books a punto de agotarse en Amazon, Casa del Libro o El Corte Inglés. Si queréis examinar la bonita edición original, podéis echar un vistazo en este Flickr de Edición Coleccionista.
Las claves de estos sucesos inexplicables, y que algunos, a lo que se ve, quieren que permanezcan así, sin explicar, están en mi novela, "Los Códices del Apocalipsis". Estamos preparando una reedición en Amazon totalmente revisada y con un montón de sorpresas, en ebook (también para Kindle) y en papel (en impresión bajo demanda).
Si os apetece, todavía tenéis disponible la edición en papel de Tyrannosaurus Books a punto de agotarse en Amazon, Casa del Libro o El Corte Inglés. Si queréis examinar la bonita edición original, podéis echar un vistazo en este Flickr de Edición Coleccionista.
miércoles, 19 de abril de 2017
Sábado día 22, lectura del Quijote en la Biblioteca Insular
¡Si les apetece, allá nos vemos!
Uso para ilustrar este texto el póster de Sábados en la Biblioteca, diseñado por Pablo Amargo, acogiéndome al derecho de cita.
sábado, 15 de abril de 2017
sábado, 8 de abril de 2017
"Aurora"
Acabo de leer “Aurora”,
novela de Kim Stanley Robinson que ha publicado hace poco Minotauro.
Robinson se hizo famoso por su trilogía de novelas sobre la
colonización del planeta Marte hace ya un par de décadas, y en
“Aurora” insiste en ese tema, centrándose en el viaje
interestelar de una nave espacial tripulada por varios miles de
personas hacia un planeta extrasolar, con el fin de colonizarlo, y cuyo
nombre da título a la novela.
El viaje dura mucho
tiempo, pues la nave espacial de desplaza a una décima parte de la
velocidad de la luz (la constante conocida como c, aproximadamente
300.000 kilómetros por segundo) hacia un destino e orbita
alrededor de la estrella Tau Ceti, a unos 12 años luz de la Tierra. Viajando al 10% de c, necesitaríamos más de
120 años para llegar allí. En realidad haría falta más
tiempo aún, pues para alcanzar la enorme velocidad de la nave sin
aplastar a los viajeros por la aceleración, se habría ido aumentando la
velocidad poco a poco durante décadas, y se tardaría otras tantas en ir frenando, a medida que se acercara a su objetivo. En fin, que el
viaje llevaría casi dos siglos, así a ojo. Toda una singladura que
obedecería a esa necesidad tan humana de explorar, y que nos ha
llevado a recorrer el mundo de lado a lado mientras hemos vivido en
él.
Se trata de un viaje
transgeneracional en el que los habitantes que parten de la Tierra no
van a ser los que llegarán a destino, pasando al menos dos
generaciones en el interior de la nave, por mucho que aumente la
esperanza de vida. Por tanto, habrá personas en ese viaje que sólo
conocerán un hogar: la nave en la que viajan. La novela se podría
encuadrar en la llamada “ciencia ficción dura”, por partir de un
poderoso soporte documental y científico, y ha sido todo un best
seller en varios países. Pero hay mucho más en ella.
No voy a adelantar
mucho sobre la trama, que está llena de giros y sorpresas, y rompe
expectativas, pero sí comentaré algo sobre los temas narrados.
Contada a lo largo de dos generaciones en las que toman protagonismo
madre e hija, que son una suerte de líderes de la expedición (no
muy felices de serlo, lo que supongo le pasaría a cualquiera ante
tamaña responsabilidad), explora asuntos muy interesantes, como
nuestra condición y limitaciones, el futuro explorador de la
humanidad hacia otras estrellas, la violencia como amarga distinción
de nuestra especie, y dilemas morales de gran calado, como qué hacer
cuando tu destino no era tal y como esperabas, o de qué manera
enfrentarte a los errores que generaciones pasadas han cometido y que
tú vas a pagar.
Siempre he abogado por
la necesidad futura de que abandonemos este planeta, y posteriormente
el sistema solar, para convertirnos en una especie colonizadora a lo
largo de generaciones y generaciones, y la novela me coloca en una
situación difícil; sobre todo al contrastar mi optimismo al
respecto con ciertas realidades que surgirán ante nosotros. Asuntos
como el mero hecho de que colonizar o terraformar un planeta
distante es un problema vasto e inabarcable, o si realmente podemos
sobrevivir en ecosistemas extraños que han evolucionado por su
cuenta a lo largo de los eones, me llevan a pensar que el asunto es
una empresa inabarcable, y de enfrentarla será la más importante y
cara gesta de toda nuestra historia. La novela plantea el momento de
esas primeras misiones para habitar planetas extrasolares para dentro
de unos 700 años. En ese tiempo, si nuestra especie sobrevive,
probablemente tendremos la tecnología suficiente para ello. A pesar
del tiempo futuro en el que se desarrolla la acción, seguirán
habiendo problemas irresolubles y enormes riesgos a correr,
imposibles de calcular con exactitud debido a la vastedad de las
variables implicadas.
Os dejo con algunos
párrafos de la obra que no cuentan nada que os reviente la historia,
pero que me han dejado lo suficientemente marcado como para
señalarlos:
(habla la inteligencia
artificial de la nave -que mantiene siempre un curioso plural cuando
se refiere a sí misma-, añorando a la líder fallecida de la
expedición)
“Deseábamos que Devi
estuviese ahí. Intentábamos imaginar qué hubiese dicho. Lo cual
descubrimos que era imposible. Eso era precisamente lo que se perdía
a la muerte de una persona.”
Siempre he pensado algo
similar: que cuando alguien muere, una visión única del mundo, una
suma de experiencias que sólo han ocurrido en su mente, una manera
de percibir, de hablar, de concebir ideas, se pierde para siempre.
Con cada mente humana que se va, es como si una gigantesca catedral
se derrumbara hasta que no quedara nada. Esta corta frase me dejó
pensando en el asunto. Tal vez en el futuro encontremos formas de
grabar las consciencias humanas, para no perder toda esa riqueza que
se va para siempre con cada ser humano que perdemos.
“-Vive como si
estuvieras muerto.
-¿Cómo?
-Un dicho japonés.
Vive como si estuvieras muerto.”
Muy interesante ese
dicho. En realidad es análogo a lo que persiguen los budistas con la
meditación, u otras religiones con la oración, y otras disciplinas,
desde el yoga al mindfullness: céntrate en el presente, no
juzgues, vive el ahora, como si no hubiera un mañana. Exactamente:
Vive como si estuvieras muerto.
”Ahora pensamos que
el amor es como prestar atención. Por lo general, prestar atención
a otra consciencia, pero no siempre; la atención puede darse a algo
inconsciente, incluso inanimado. Pero la atención parece a menudo
ser llamada por una consciencia afín. Algo al respecto impone la
atención, recompensa la atención. Esa atención es lo que llamamos
amor. El afecto, la estima, un cariño apasionado. En ese punto la
consciencia que es sentir el amor tiene el universo organizado para
ella por una especie de polarización. Entonces dar es obtener. El
sentimiento de consideración es una recompensa inmediata. Uno da.”
Una bonita definición
del hecho de amar (concebida por la inteligencia artificial de la
nave, que vive en un perpetuo estado de perplejidad, fascinada con la condición humana) que suscribo.
Para terminar, un par
de detalles. Hay un momento hacia el final del tercer acto de la
novela en el que los protagonistas dedican una tarde a ver el rayo
verde, un fenómeno atmosférico fascinante al que Eric Rohmer dedicó
una de sus más interesantes películas (de la serie de largometrajes
“comedias y proverbios”). Y el final de la historia es cotidiano, personal e íntimo,
alejado de la enorme escala de la gesta narrada, y precisamente por
eso me parece acertado y emocionalmente satisfactorio.
Como habréis
comprobado, he seleccionado párrafos de la obra que, curiosamente,
no parecen sacados de una novela de ciencia ficción. Porque “Aurora”
es, como suele pasar con lo mejor del género, una reflexión sobre
todos nosotros, alrededor de nuestra condición, humana (y
transhumana), sobre nuestro presente, nuestro futuro, nuestro destino
personal... y las cosas que realmente merecen la pena.
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A peculiar galaxy near M104
Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.
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