domingo, 26 de enero de 2014
Flirteando con el desastre
Yo no sé qué va a pasar mañana, pero sí sé leer una gráfica, y sé pensar. Lo que está ocurriendo en España no tiene precedentes, y lo que viene es para echarse a temblar. No lo habremos vivido nosotros, ni país occidental alguno recientemente. Miren el escenario: prácticamente la mitad de la población activa no tiene trabajo, la deuda privada es gigantesca, la pública es imposible de devolver, y todos los indicadores están yendo hacia abajo. Las exportaciones, la población laboral... tenemos una tasa de morosidad bancaria inasumible y la misma banca que no concede créditos ni oportunidades a los ciudadanos y que ha causado parte de este desastre permanece impune y marcando las reglas, sigue especulando con deuda pública y sus líderes, unos auténticos delincuentes de cuello blanco, usan su poder inconfesable para hundir a los pocos jueces que les levantan la voz.
El gobierno que nos ha tocado en suerte es uno de los más mediocres e ideológicamente incapacitados que se se recuerdan. Dominado por miembros de sectas ultracatólicas -o "ultras" sin más-, sobreviven manteniendo a toda costa los privilegios de la casta postfeudal, la de los caciques que heredaron el poder de la dictadura en -eso sí- un trasvase de poder modélico de un sátrapa a sus herederos. No entienden nada de lo que está pasando. Lo suyo es una mezcla de estupidez, ceguera moral, fanatismo político y religioso, e incapacidad de comprender la realidad -ni siquiera son capaces de leer el lenguaje científico que la interpreta-. Trabajan a las órdenes de mandamases exteriores -troika- y no quieren levantar la voz, porque no es educado. Además, no hablan inglés ¿Qué iban a decir? Son tontos y son malvados. Bueno, ambas cosas van de la mano.
¿A dónde nos lleva todo esto? Al desastre. A una implosión catastrófica e inimaginable. La combinación de impudicia, inmovilismo e incapacidad que está definiendo esta legislatura, y que ya es leyenda internacional -véase la recepción de Obama al Presidente del Gobierno español, o los artículos con los que periódicos como The New York Times regalan a locuras como la ley de Gallardón sobre el aborto- va a causar un desastre. La gente no tiene con qué comer, les echan de sus casas, no pueden pagar sus medicinas, no pueden investigar ni estudiar en el extranjero, la indigencia campa por todas partes, las ONG no dan abasto, el edificio democrático se cae sobre las cabezas de los parlamentarios. Los indicadores llevan años en líneas rojas, y este gobierno se ha dedicado sistemáticamente a empeorarlos.
Mediante medios de comunicación comprados, ignorando, claro que la sociedad ya no se informa así, pretenden engañar a la población que sabe interpretar la realidad, y la furia va en aumento ¿Qué parará cuando todo estalle? Porque va a estallar. La prima de riesgo se alzará, la bolsa de hundirá, ocurrirá otro Gamonal, y entonces nadie podrá pararlo, y habrá vidas en peligro. ¿Cómo es posible que se declare que "estamos saliendo de la crisis" impunemente desde todos los medios y desde la mismísima presidencia y vicepresidencia del gobierno? ¿Estamos locos o qué?
Porque nuestro problema no está solo. El problema exterior mayor es la monstruosa burbuja especulativa china, que cuando estalle causará una honda expansiva que convertirá el escándalo subprime de 2007 y las consecuencias que arrastramos de las burbujas especulativas locales en un chiste. Va a ser un tsunami de proporciones bíblicas. De esto este gobierno de incapaces no sabe nada, claro.
La deuda no se puede pagar, estamos causando sufrimiento inútil -uso la primera persona del plural porque una mayoría absoluta puso a esa gente en el gobierno, y según la Constitución nos representan a todos, a pesar de que sus normas estén diseñadas para favorecer a grupúsculos de poder-, en una agonía de un sistema que lleva meses y meses costando vidas humanas -¿Han visitado un hospital recientemente?-.
Han demostrado ser unos incapaces, piensan como niños y se limitan a trabajar al dictado de intereses que no nos sirven ya.
Nos gobiernan hombres-niño.
O se van a su casa ya, ayer, o esto va a ser una catástrofe. Y lo que viene es atroz, realmente atroz. Y nadie está haciendo nada. O ponen esto en manos de gente capacitada, sean quienes sean, o... ni me atrevo a decirlo. De verdad, no me atrevo.
La foto es de Wikimedia Commons, está en dominio público. "Great Depression: unemployed, destitute man leaning against vacant store". El lugar es San Francisco, California. Año: 1935. Fuente: Franklin D. Roosevelt Presidential Library and Museum Autora: Dorothea Lange. La serie de fotos sobre la Gran Depresión de Lange es uno de los testimonios más extraordinarios de aquel tiempo. Su foto de una mujer inmigrante con sus hijos es un retrato de aquel tiempo terrible que se ha convertido en icono.
sábado, 25 de enero de 2014
El capitalismo suicida
De las cosas que más
me asombran del mundo en el que vivimos en estos días es ver cómo, en
tiempos críticos, las grandes empresas que prestan servicios básicos
se lanzan al barranco para estrellarse y perecer con una energía
digna del fanáticos. Me explicaré, que esto puede sonar un poco raro. Es algo que llamo “Capitalismo Suicida”. El gigante devorándose a sí mismo.
El esquema del
capitalismo especulativo global que domina el mundo actualmente, y
claro, este país nuestro, es el de las grandes empresas que
fagocitan empresas más pequeñas a su antojo, y viven bajo una
máxima innegable, un axioma de trabajo: El aumento a toda costa del
beneficio anual. Una ideología que impregna gobiernos, políticas continentales y planes oficiales a largo plazo como si fuera la Verdad revelada.
Ese aumento a toda
costa es un imposible por definición, pues nada puede crecer
indefinidamente y más aún hacerlo aislándose de las mareas
económicas que recorren el mundo periódicamente. Cuando las
empresas se encuentran con que no pueden afrontar esa obligación,
ese dogma anual para sus accionistas (que suelen ser fondos de
inversión) del crecimiento continuo e imparable, empiezan a
consumirse a sí mismas, a autodestruirse, para mantener ese
crecimiento, ahora falso, en sus balances.
Ya sea vía ERES, que llevan a tener menos empleados y peor pagados, o vía venta de empresas que habían fagocitado en el pasado, o mediante la venta de inmbuebles, propiedad intelectual, etc. (y aunque se tengan beneficios, miren lo que está haciendo CocaCola estos días en España), la gran empresa se va vaciando de contenido, y empieza a dedicar parte de su energía y su capital a mejorar ese proceso autodestructivo. Se genera I+D para la propia inmolación, se eliminan departamentos enteros cuya actividad luego se subcontrata por costes miserables a empresas satélites incapaces de toda autonomía, o se automatizan ciertos procesos, eliminando trabajadores (el ejemplo de las compañías de telecomunicaciones y sus SAT en terceros países o servidos por sistemas automatizados de reconocimiento de voz lo hemos sufrido todos). La consecuencia, elemental para cualquiera con dos dedos de frente, es que el servicio que la empresa ofrece, y que es lo que hace que gane dinero, se resiente: acaba empeorando, ergo los clientes están crónicamente descontentos y se van con la competencia, la cual, curiosamente, al imperar el dogma autodestructivo en todo el tejido económico, está en un proceso análogo, por lo que al final el desgraciado cliente es consciente de una dura realidad: no tiene a dónde escapar. Todas son iguales. Es más, tratándose de oligopolios es normal que organicen cárteles y negocien precios en secreto, algo teóricamente ilegal. Teóricamente, porque ratamente se penaliza.
Ya sea vía ERES, que llevan a tener menos empleados y peor pagados, o vía venta de empresas que habían fagocitado en el pasado, o mediante la venta de inmbuebles, propiedad intelectual, etc. (y aunque se tengan beneficios, miren lo que está haciendo CocaCola estos días en España), la gran empresa se va vaciando de contenido, y empieza a dedicar parte de su energía y su capital a mejorar ese proceso autodestructivo. Se genera I+D para la propia inmolación, se eliminan departamentos enteros cuya actividad luego se subcontrata por costes miserables a empresas satélites incapaces de toda autonomía, o se automatizan ciertos procesos, eliminando trabajadores (el ejemplo de las compañías de telecomunicaciones y sus SAT en terceros países o servidos por sistemas automatizados de reconocimiento de voz lo hemos sufrido todos). La consecuencia, elemental para cualquiera con dos dedos de frente, es que el servicio que la empresa ofrece, y que es lo que hace que gane dinero, se resiente: acaba empeorando, ergo los clientes están crónicamente descontentos y se van con la competencia, la cual, curiosamente, al imperar el dogma autodestructivo en todo el tejido económico, está en un proceso análogo, por lo que al final el desgraciado cliente es consciente de una dura realidad: no tiene a dónde escapar. Todas son iguales. Es más, tratándose de oligopolios es normal que organicen cárteles y negocien precios en secreto, algo teóricamente ilegal. Teóricamente, porque ratamente se penaliza.
Porque en este esquema
de la no-vida empresarial los Estados han elegido aceptar el dogma
imperante, que implica una mínima intromisión en las actividades
de esas grandes empresas, y por tanto todas estas acciones que acaban
siendo lesivas para los clientes de esas empresas, quedan impunes
pues nadie las sanciona. Los Estados se quitan de en medio, haciendo dejación de sus obligaciones Esas empresas, además, suelen ser oligopolios que
antes pertenecían al Estado (es decir, a la ciudadanía) y fueron
privatizados en el pasado por los mismos señores que ahora las
dirigen, en ese juego de puertas giratorias que lleva a los
responsables públicos a trabajar en la directiva de esas empresas
neoprivadas como retiro dorado.
Es un sistema perverso que no ayuda a nadie y a todos perjudica a la larga. Los servicios que resultan, son peores y más
caros. La protección del consumidor es menor, y las empresas entran
en una dinámica de destrucción de su propio tejido productivo,
olvidando que son sus empleados quienes las hacen cada día mejores,
y que vaciarse de ellos las convierte en carcasas huecas que acaban
derrumbándose sobre sí mismas arrastradas por su propio peso.
Las señales de alarma llegan de todos lados,
y las empresas sumidas en ese proceso acaban sucumbiendo y forzando
al Estado a acudir en su rescate. Y finalmente la
ciudadanía a la que servían cuando eran bienes públicos, tiene que
salvarlas porque en casi todos los casos esos oligopolios prestan
servicios básicos y sensibles, como electricidad,
telecomunicaciones, abasto, limpieza, etcétera.
Lo extraño es que una
ideología tan perversa y tan estúpida aún goce de tan buena salud.
Los directivos de esas empresas son generalmente títeres extraídos
de la clase política como pago de favores, gente que no está
preparada (ni mucho menos) para los puestos que ocupan, pero que han
aceptado a cambio de una vida cómoda el residir en ese estado de
cosas y mientras sea posible enriquecerse de él. Y los puestos
intermedios que toman las decisiones suelen ser MBA criados en esa
secta para la cual los dogmas de aplicación son indiscutibles. Es
una nube de gente que cumple el principio del techo de cristal,
cegados por la ideología y/o por la ambición, que finalmente
resulta incompetente. El problema es la destrucción generalizada que
causan, y el dolor que costará recuperar todo lo que han hecho
perder a las sociedades de las que maman como sanguijuelas.
Y es que las empresas
suicidas, dirigidas por fanáticos y sinvergüenzas, convertidas en gigantescos
parásitos, son uno de los principales problemas que nuestros países
deberán de afrontar tarde o temprano.
Si ese concepto de la libertad empresarial merece realmente la pena, es algo que debemos de plantearnos urgentemente.
Si ese concepto de la libertad empresarial merece realmente la pena, es algo que debemos de plantearnos urgentemente.
La ilustración es de Fred Barnard, para la edición de "Un cuento de Navidad" de Charles Dickens (1887). "This pleasantry was received with a general laugh" (p. 28). Muestra a uno de los socios de Scrooge, un tipo especialmente gordo. La fuente original está aquí. Escaneado por by Philip V. Allingham. Está en dominio público, en Wikimedia Commons.
martes, 21 de enero de 2014
Gripe Española
En estos días la prensa se ocupa, en
noticias no demasiado destacadas a pesar de su importancia potencial, de la preocupante epidemia de Gripe A
en España. Responsable de varias muertes ya, y de decenas de
ingresos hospitalarios, la alarma se ha desatado al revelarse que
casi la mitad de la población de riesgo, a la que esa enfermedad
puede causar graves daños, no se ha vacunado de la gripe este año.
Hablamos de un problema que afecta a
toda la sociedad. Las políticas de vacunación masiva de la
población para la gripe se han visto afectadas por los recortes, y las
campañas de difusión prácticamente han desaparecido. La gente
mayor, que es el colectivo más vulnerable, puede no saber que la
vacunación es gratuita. Las consecuencias de este estado de cosas
pueden llevar a la pérdida de vidas. Y cuando esa línea roja de atraviesa, es mejor
que nos preguntemos qué está pasando.
Ente las noticias al respecto en las
versiones online de los medios de comunicación, he comprobado,
alarmado, una vasta ignorancia por parte de un apabullante porcentaje
de quienes escriben en las secciones de comentarios al respecto. Me alarma que haya tanta gente que exhiba tal falta de información, y que por el mero hecho de pagar una conexión a
internet y un modem (o un smartphone) resulten creerse tocados de la
sapiencia en políticas sanitarias, y que se dediquen a enmendarle la
plana a la Organización Mundial de la Salud. Pero eso es lo que hay.
Así funciona el paisanaje, a lo que se ve, en este país. Hoy toca poner a caldo las vacunas, y mañana negar el alunizaje de 1969.
Los tópicos son siempre los mismos entre este grupo de conspiranoicos:
que si es una maniobra de las farmacéuticas para vender vacunas, que es
todo mentira, que la OMS es una especie de Spectra creada para
satisfacer oscuros intereses corporativos, etcétera. El problema de esas
opiniones, vertidas por doquier en las webs de los grandes medios de
comunicación, es la terrible irresponsabilidad que entrañan. Una
persona poco informada, mayor o perteneciente a un grupo de riesgo, que se guiara por
ellas desitiría de vacunarse, y su vida podría estar en peligro. Y
he aquí la mayor inconsciencia, tanto de los que escriben esas
notas como de los medios que las publican: hay vidas humanas en
juego, y eso parece importar poco.
Discutir las decisiones contrastadas por décadas de
experimentación es de idiotas. Publicarlo para que otros queden
desinformados, mezcla la estupidez con la maldad (que en ocasiones, sabemos, son inseparables). Por supuesto, los
que escriben esas barbaridades, muy en boga por la moda de los
grupúsculos antivacunas y otros cretinos medievales, no son
conscientes de que sus opiniones erradas pueden afectar las de
personas que sí necesitan ser vacunadas. La relación
causa-efecto aparece como demasiado difusa. Es escalofriante que la
gente se comporte de esta manera, sobre todo porque el asunto se
acaba resumiendo en un problema de ilustración y de formación
básica.
Gente que no sabe diferenciar entre una
bacteria y un virus se automedica antibióticos en un porcentaje
altísimo en España para curar un resfriado según noticias publicadas recientemente, cuando casi todos los resfriados comunes tienen origen vírico. ¿No sería necesario informar a la población
de las consecuencias de esos errores que no son sino falta de
formación científica elemental, de cultura general? ¿Qué podemos hacer? Pues formar
al ciudadano, claro. No vamos a hurtarle la libertad de expresión,
pero es que no todo vale a la hora de opinar. Decir estupideces
peligrosas no debería de ser lícito. Lo mejor sería evitar que
esas estupideces se generaran en la mente calenturienta de los
desinformados, y para eso sólo cabe una opción: formar a la gente.
Todo parece surgir de la epidemia de
Gripe A de 2009, año en el que la OMS decidió aplicar una política
de máxima prudencia ante el salto entre seres humanos del virus aviar (de ahí la letra A) causante de aquella enfermedad, conocido como H1N1. La decisión no
era baladí. El H1N1 es un viejo conocido, por desgracia, para
nuestra especie. En 1918 causó la que se considera como la peor epidemia de
una enfermedad contagiosa desde los años de la peste negra, la
conocida como “gripe española” (el origen del término es bastante curioso), que mató, se estima, entre 50 y 100 millones de personas en unos pocos meses (¡aquel cabrón exterminó en muy poco tiempo a cerca del 6% de la humanidad!). El H1N1 es un genocida, y nos salvamos de la extinción porque el virus mutó
durante la espantosa epidemia del 18, pero estuvimos cerca de una
situación catastrófica que hubiera puesto en peligro la
supervivencia de la especie humana.
No hay que olvidar que los virus, y más
aún los de la gripe, son imprevisibles. Mutan de ordinario en un ejemplo cotidiano de los efectos de la selección natural, se cruzan
entre ellos, toman materiales de las células que parasitan -un virus
es incapaz de reproducirse por sí mismo, está en la barrera entre
lo vivo y lo inerte y su simplicidad es su principal arma- y cambian
su superficie proteica externa de forma asombrosamente rápida. Y esa superficie característica es precisamente la que permite a nuestro sistema inmunitario
reconocerlos, y es la que usan las vacunas: carcasas o partes de virus
inactivos (dependiendo de la marca) que informan al sistema inmune de
la persona de esos nuevos virus. Es decir, una vacuna es información. Le dice a nuestro sistema inmune: estas son las características de estos bichos. Archívalas por si te invaden, y así podrás responder rápidamente a su ataque.
El problema que la vacuna resuelve
es que nuestras defensas indentifiquen al enemigo prontamente si nos visita y
puedan acabar con él antes de que la enfermedad se apodere de
nuestro organismo. Pero los virus de la gripe mutan tanto y son tan
impredecibles, que cada año hemos de informar de nuevas cepas a
nuestros sistema inmune, vía vacunas. En una enorme campaña se
solicita que la gente que forma parte de los grupos de riesgo -profesionales sanitarios,
gente mayor, personas inmunodeprimidas, etc.- se vacune. Es un asunto
de pura supervivencia, y uno de los grandes logros de la humanidad. El simple y cómodo gesto de la vacunación, algo a
lo que parecemos quitar importancia, desde los tiempos de Pasteur han salvado miles de millones de vidas
humanas. Y lo seguirán haciendo, si no interferimos en los programas
de vacunación que se han desarrollado a lo largo de décadas de
experimentación.
En los comentarios a las noticias en
internet referentes a la Gripe A, las medias verdades y las falsedades aparecen por todas
partes. Es muy común afirmar que en 2009 la OMS ordenó a los países
que compraran masivamente vacunas ante la epidemia de Gripe A. Eso es
una media verdad. Lo que se hizo fue hacer acopio de vacunas -no del todo probadas por las prisas- y antivirales. Un antiviral
no es una vacuna. Es el equivalente a los antibióticos para los
virus, una sustancia que intenta acabar con la enfermedad ayudando al
organismo, pero una vez la enfermedad se ha contraído. El problema es que
hay muy pocos antivirales desarrollados y no son muy efectivos, pero
ante la eventualidad del H1N1 esparciéndose entre la humanidad, y
conociendo sus antecedentes genocidas, era la única política
posible: ponerse en el peor de los mundos, comprar millones de dosis
de antiviral (hacerlo con la epidemia en curso hubiera sido inútil) así como de vacunas y esperar, si el virus tomaba la vieja ruta de elevada mortalidad,
que una parte de la población sobreviviera por la combinación de la suerte, las vacunas y los
antivirales.
Finalmente, la cepa de Gripe A de 2009 fue muy leve
-algo, insisto, impredecible-, y no ocurrió la temida catástrofe
sanitaria. Pero era la obligación de la OMS el ponerse en el peor
escenario, dados los antecedentes del virus en cuestión, el mayor
asesino de seres humanos que se conoce desde que existen registros.
No se podía hacer otra cosa, y la OMS actuó bien. Sin embargo, todo
aquello, sumado a la ignorancia, parece haber hecho un terrible daño
a una asociación que sólo vela por la salud de la humanidad, a la
que, bien es cierto, pueden acompañar luces y sombras, como en toda
actividad humana, pero que no conspira para enriquecer a laboratorios
privados, como se insiste machaconamente, por parte de gente incapaz de diferenciar virus de bacterias, o antibióticos de antivirales y vacunas. Gente irresponsable que parece presumir de ignorancia y cuya desinformación puede dañar a terceros.
Actualmente, prácticamente todos los
seres humanos vivos tenemos anticuerpos del H1N1 en su cepa de 2009.
Resultó ser un virus de elevada morbilidad -alta capacidad de
contagio, pues la de 2009 pronto se convirtió en pandemia- pero con leves síntomas cuando se sufría la infección.
Si hubiera tenido la capacidad letal de su hermano de 1918, combinada con su elevada morbilidad, es
probable que en el mundo ya no hubiera seres humanos. Y como ni la OMS
ni nadie tenemos todavía bolas de cristal eficientes que nos
permitan ver el futuro, la decisión tomada fue la mejor posible. Es bien cierto que cuando se emiten señales de alarma excesivas a la población sobre un acontecimiento y este no se produce, se generan reacciones de resentimiento. Es algo que los gobiernos saben bien y que a veces se encargan de combatir quitando hierro a las alarmas, corriendo el riesgo de sufrir otro efecto: que la alarma potencial sea cierta. No son problemas estos de suma cero. Siempre pasará algo. O la catástrofe o el resentimiento. Porque vivimos en un mundo complejo e incierto, y cada día que vive la especie humana es un nuevo experimento alrededor la incertidumbre.
La
cepa actual del H1N1, en la que el virus ha cambiado su cobertura
proteica lo suficiente como para que nuestro sistema inmune ya no lo
reconozca, requiere de vacunación, pues es un poco más agresiva que
la de 2009, y la prueba está en las muertes que está causando.
Cuando tenemos a cerca de la mitad de la población de riesgo sin
vacunarse hemos de pararnos a pensar en si el gobierno ha llevado
demasiado lejos sus políticas de austeridad a toda costa, y si eso
está costando la vida de inocentes.
Y los irresponsables que emiten
opiniones ignaras deberían de abstenerse de hablar, so pena de
causar más daño que el que este gobierno que ojalá olvidemos
pronto está causando ya.
Ya saben aquel viejo adagio que dice que más vale callarse y parecer tonto, que hablar y despejar todas las dudas.
La imagen está en dominio público y muestra un ejercicio de la Cruz Roja durante la pandemia de la Gripe Española de 1918, en Washington D.C., USA. Está en Wikimedia Commons y proviene de los archivos de la Librería del Congreso.
lunes, 20 de enero de 2014
La cultura de la mentira - 13
Sigo adelante con estos artículos, ya que parece inagotable la fuente de mentiras a la que cada día debemos de enfrentarnos.
La publicidad de automóviles, supongo que por imperativo legal, contiene avisos para los consumidores que se ofrecen en mitad de los anuncios televisivos. Los textos "imágenes rodadas en circuito cerrado por conductores especializados" son comunes, o lo eran, en esos anuncios, al menos antes del advenimiento de esos planos CGI en los que todo, desde el coche a la carretera, son generados virtualmente. Otros textos de advertencia se pueden ver en los hipócritas anuncios de bebidas alcohólicas (parece mentira que España no se haya atrevido aún a regular ese tipo de publicidad televisiva) con el "bebe con moderación", y lo mismo pasa con los anuncios de alimentos ("haz ejercicio regularmente") o con los de medicinas ("este anuncio es de un medicamento, lea las instrucciones y consulte a su farmacéutico"). También en los anuncios de banca o que venden descuentos de algún tipo en cualquier producto -los de telefonía sobre todo- se ofrece algo de información supuestamente real en un rápido -y en ocasiones ilegible, sin que nadie haga nada al respecto, por cierto- scroll de derecha a izquierda de la pantalla, que suele desmentir la oferta anunciada, o cuanto menos matizarla.
Me sorprende que ahora que anunciantes como AXA o BBVA han recurrido a campañas de "testimonio personal real" en las que ilusionados conciudadanos normales y corrientes nos cuentan, o bien lo buenos y heroicos que son de la mano de la aseguradora, que parece una especie de nido de cría de santos, o cómo gracias a las bondades de aquel banco, las empresas pueden emplear a personas sin trabajo, no se usen esos mismos avisos.
Nadie avisa en esos casos de que la gente que habla en esos anuncios son actores, cuidadosamente seleccionados en un proceso de casting en el que nada se ha dejado al azar. Y en el caso de que sean personas reales, la selección ha sido tan intensa que el resultado es idéntico: han pasado un proceso de casting, y que repiten diálogos guionizados. El poder de la publicidad es tremendo, y no estaría de más que las autoridades también obligaran a un mensaje que informara de la verdad:
"Las personas que ve usted en este anuncio no son reales, son actores especializados o cuanto menos han sido seleccionados en un proceso de casting para dar una imagen ideal. Sus experiencias no son reales, sino que han sido dramatizadas"
Seguramente el texto pasaría tan rápido que no se podría leer.
La imagen es de Wikimedia Commons. Poster de la película "The Prodigal Liar" en la revista Moving Picture World. Marzo de 1919. Fuente: Internet Archive. Está en dominio público.
lunes, 13 de enero de 2014
Hermann Oberth
Oberth fue el padre de la astronáutica, y este era el título de la primera grabación de Quaxar, el colectivo experimental que fue el germen de DUE. Hablamos de auténtica arqueología sonora. Fue grabado en 1983 y éramos unos críos, claro, pero hacíamos experimentos con ruido bastante audaces y curiosos. He puesto en Jamendo la grabación para quien quiera investigar la obra. Hay cosas hechas con Casiotones subvoltados, con emisoras de onda corta, con circuitos analógicos diseñados para producir ruido y que iba destrozando a medida que los usaba (lo que hacía las obras irrepetibles, obviamente), era muy divertido cacharrear y experimentar. Creo que todavía ese sentido lúdico está ahí.
La portada era como siempre un collage realizado por mi en aquellas fechas.
martes, 7 de enero de 2014
La Cultura de la Mentira - 12
Hace tiempo vengo observando (y algo he comentado ya aquí sobre ello) cómo progresivamente con más desvergüenza los medios están publicando encuestas "cocinadas" (esto es, retocadas "a favor del cliente") o sencillamente inventadas (no tengo pruebas para corroborarlo) en asuntos cada vez más importantes y notorios. Se nota que se acercan tiempos electorales y que algunos están desesperados.
Lo más grave no es que diarios que no merecen ese nombre publiquen burdas mentiras como esta encuesta, generada por una empresa de dudosa capacidad (no se pierdan el cutre blog que cuelga de su "web", un pastiche patético hecho de imágenes de stock, textos copiados y pegados, sin ni siquiera un mísero teléfono de contacto) como ya demostraba hace ya un par de años este blog (atención a la respuesta a una airada llamada del director del medio que el responsable del blog pone entre los comentarios), sino que otros medios supuestamente más objetivos y profesionales la publiquen sin el menor análisis crítico. Y peor aún (las encuestas falsas se suelen caer solas si sabes algo del asunto) es que ya sea el mismísimo CIS, un organismo público que trabaja para todos los ciudadanos, el que cocine las encuestas de forma descarada, en función de quién ostente el bastón de mando del gobierno. Miénteme, que me lo creo. No me digas la verdad, que no me interesa.
¿Cómo es posible que los medios den carta de verdad a lo que no son más que burdas mentiras? ¿Cómo consentimos que un gobierno mienta de forma sistemática a todo el mundo, sin que nadie les desenmascare?
Tener enfrente a un gobierno al que la verdad le parezca molesta y al que la realidad se le antoje algo despreciable mueve al pánico. No me gusta que me gobiernen fanáticos (está clara la influencia religiosa en la forma de pensar negadora de lo real que impera en el gobierno actual, algo comenté al respecto aquí), y menos aún gente capaz de engañar a las personas que les eligieron y de autoengañarse.
La imagen está en Wikimedia Commons. Es una foto de 1901 mostrando a los alumnos de la Universidad de Chicago ordenados por estatura. Está en dominio público.
jueves, 26 de diciembre de 2013
Legisladores fanáticos
No me canso de repetir
que legislar desde el sesgo ideológico es peligrosísimo. La mejor
muestra reciente es la Ley del Aborto que está en trámites de
modificación por el Ministro de Justicia. Este, de rancia raigambre
católica (y como ocurre en la clase que manda en este país, de sangre azul política), ha decidido, saltándose todos los controles elementales (ni siquiera los miembros de su propio partido habían tenido acceso al borrador de la Ley que está preparando), que su forma personal de ver el problema del aborto es la que han de respetar todos los
ciudadanos españoles. Y ha iniciado el trámite legislativo, ante el
escándalo internacional y nacional.
Leo en un artículo de ElPlural que Gallardón en el Senado ha reconocido en una interpelación que esto es un
asunto personal. La cita principal es esta:
“la
batalla (por la modificación de la ley del aborto) justifica plena y
absolutamente mi vida política”.
No
he encontrado la cita exacta de esa intervención en el Senado, pero supongo
que será fácil de localizar, y la tomo textualmente del artículo citado.
Lo
que encierra esta frase es una terrible verdad, que llevaría en otro país a la
fulminante destitución -que no dimisión- del Ministro: esto es una
obsesión personal, un asunto de fe, en el que él considera que
lleva la verdad y la razón. Es más, te hace pensar si este pobre hombre no debería ser examinado cuanto antes por un psiquiatra.
El terrible peligro del fanático es que es adicto a una ideología. Se sabe en posesión de la verdad. Su ley es incontrovertible, y nada ni nadie le hará cambiar de opinión. No duda. La realidad no le interesa, la verdad, tampoco. Sólo su verdad. El fanático ha dejado de hacerse preguntas, es un caso patológico. Es un peligro letal poner a gente así a gestionar legislaciones, políticas públicas y normas sociales.
La religión católica, en la que fui educado como todo ciudadano español (lo quiera o no), impregna todo el país. Vivimos sumergidos en reliquias, tradiciones, rituales y costumbres católicas, aunque muchos seamos laicos o agnósticos. La sociedad española según los datos demoscópicos se aparta masivamente del catolicismo y otras religiones, y en cambio llegan al gobierno personas pertenecientes a grupos extremistas de esa iglesia. En el gobierno actual hay miembros de sectas (sí, sectas) católicas minoritarias y ultraconservadores: El Opus Dei, los Legionarios de Cristo, El Camino Neocatecumenal (los "kikos") o El Yunque (posiblemente). Y esos señores llegan arrastrando sus prejuicios, sus ideas fanáticas y sus verdades incontrovertibles, y las aplican a la legislación de un país, un país en el que son una minoría ridículamente pequeña, pero con gran poder por su infiltración en la clase política y el poder económico, algo que llevan practicando esas sectas desde hace décadas con enorme paciencia y discreción. Lo sé de primera mano, porque en mi familia hay un par de miembros del Opus.
La consecuencia más llamativa es que legislan desde el sesgo ideológico. Aquí está el monstruo. Delante de
nosotros. A una persona que podría ser calificada de fanática
en cualquier estado democrático, se le asigna uno de los mayores
honores y responsabilidiades que un ciudadano pueda tener, y hace
esto. Legislar sin considerar la realidad (los instrumentos para
interpretarla: la estadística, los datos reales de abortos, la experiencia
de otros países del entorno, las curvas de nacimientos, los seguimientos de pacientes, la incidencia de enfermedades genéticas, etc., etc.). La realidad al fanático le
molesta. No es cosa suya. Su reino no es de este mundo.
Peligroso,
demencial, que en pleno Siglo XXI pasen estas cosas y al responsable
no le ocurra nada. Debería ser fulminantemente expulsado del puesto
de responsabilidad que le han dado los españoles. Por indigno, por
fanático, por demente.
Recuerdo
su cara de estupor cuando unas chicas de Femen gritaban en el
Congreso “¡Aborto es sagrado!”. El pobre tipo repetía la frase
como si acabara de salir de un monasterio tras 50 años de
aislamiento y voto de silencio. Su estupor hablaba por sí solo. Su incredulidad ante lo que estaba oyendo le otorgaba la condición de auténtico extraterrestre que, sin embargo, es vecino de Madrid. ¡Señor, el mundo real no piensa, ni
actúa, ni vive como usted! ¡Bienvenido a la realidad!
Los fanáticos, por favor, lejos, lejos de nosotros, lejos de la legislación, de la civilización y de la sociedad. Que se pudran en sus cuevas. Que nos dejen a los demás en paz.
La ilustración es un cuadro de Delacroix, "Los fanáticos de Tánger" (1837-1838). Lo he encontrado donde siempre, en Wikimedia Commons, y está en dominio público.
Actualización del 28 de agosto de 2017. Aquí podéis encontrar una espectacular página sobre la obra de Eugène Victor Ferdinand Delacroix en la web de Artsy.
Actualización del 28 de agosto de 2017. Aquí podéis encontrar una espectacular página sobre la obra de Eugène Victor Ferdinand Delacroix en la web de Artsy.
sábado, 21 de diciembre de 2013
Mimi Leder y David Nutter
En el último número de DGA Quarterly
publican un par de entrevistas estupendas. Una con Mimi Leder, una de
las directoras norteamericanas más conocidas de su generación
-junto a Kathryn Bigelow- y que saltó a la fama a partir de su
notorio trabajo en la serie "ER" (“Urgencias”), una frenética
historia médica que concordaba muy bien con su estilo dinámico de
narrar (por cierto, "Urgencias" tiene algunos de los episodios más originales e interesantes realizados para TV en la década pasada, algo que comentaré en otro momento). Leder dirigió el primer largometraje de Dreamworks, un film
de acción titulado “The Peacemaker”, con George Clooney y Nicole Kidman.
Sus opiniones son especialmente
interesantes, porque Leder, que actualmente trabaja en series de
televisión preferentemente, expresa sin tapujos el daño que a su
carrera profesional han hecho los fracasos de sus películas
(especialmente la, por cierto, muy interesante “Pay it forward”), y que han hecho tambalearse la
labor de esta estupenda directora, toda una walkiria del Steadicam
que llegó a dirigir otra enorme action movie, como “Big
Impact” con una competencia portentosa y una estupenda labor
actoral. Recordemos que el cine de acción norteamericano es un terreno vedado para
las mujeres. Parece que hay que tener testosterona en las venas para hacer ese cine, al menos según la casta de productores que actualmente manda en Hollywood.
La entrevista a Leder se ve completada
con otra, más extensa, realizada a David Nutter, un director que se
ha especializado en realizar pilotos de series televisivas, una labor
desconocida y de gran importancia, pues el episodio piloto suele
establecer el tono, las formas narrativas, visuales y estilísticas, de diseño de sonido, producción, incluso encuadres,
movimientos de cámara, etc., que recorrerán toda la futura serie
(no en vano los directores de los pilotos suelen ser los propios
showrunners de los proyectos, o se convierten, como le ocurre
a Nutter, en coproductores).
El índice de éxito de este realizador
(medido en el hecho de lograr que el piloto se convierta finalmente en una serie, lo que
es una decisión de la cadena que los produce) es el más alto
de la industria, lo que le ha convertido en un director muy
solicitado para nuevos proyectos (en su haber podemos encontrar pilotos de títulos como “Arrow”, “The Mentalist”, “Smallville”, la
futura “Flash” -que acaba de ser aprobada, al parecer-, o “The X-Files”).
Nutter, además, ha dirigido episodios de series de todo tipo, desde “Entourage” (una comedia realizada con modos ad-lib con mucha cámara en mano y estilo postdoc) hasta “The Sopranos” (de planificación clásica) o “The Pacific” (de elevado coste y abundantes escenas de acción bélica con mucha postproducción), lo que revela sus cualidades de todoterreno. Las series anteriores son producciones de HBO, una relación laboral de Nutter que se ha prolongado hasta alcanzar su máximo al encargársele la difícil tarea de la dirección del famoso episodio “Red Wedding” de la serie “Game of Thrones”, tal vez uno de los más anticipados de la historia de las series televisivas, y el que más comentarios ha generado, especialmente en las redes sociales. En la entrevista, Nutter da un par de detalles muy interesantes de cómo planificó las escenas más importantes de ese episodio, toda una escuela para cualquier director, y que obviaré para no dar demasiados detalles a quien no haya visto aún la serie.
Nutter, además, ha dirigido episodios de series de todo tipo, desde “Entourage” (una comedia realizada con modos ad-lib con mucha cámara en mano y estilo postdoc) hasta “The Sopranos” (de planificación clásica) o “The Pacific” (de elevado coste y abundantes escenas de acción bélica con mucha postproducción), lo que revela sus cualidades de todoterreno. Las series anteriores son producciones de HBO, una relación laboral de Nutter que se ha prolongado hasta alcanzar su máximo al encargársele la difícil tarea de la dirección del famoso episodio “Red Wedding” de la serie “Game of Thrones”, tal vez uno de los más anticipados de la historia de las series televisivas, y el que más comentarios ha generado, especialmente en las redes sociales. En la entrevista, Nutter da un par de detalles muy interesantes de cómo planificó las escenas más importantes de ese episodio, toda una escuela para cualquier director, y que obviaré para no dar demasiados detalles a quien no haya visto aún la serie.
Nutter me parece un tipo especialmente
lúcido en una industria en la que esa cualidad no siempre es fácil
de encontrar. Inteligente, resolutivo y absolutamente entregado a su
trabajo; ha tenido, como Mimi Leder, una mala experiencia en el mundo del largometraje
(“Disturbing Behavior”) que le ha mantenido, y le mantiene por
ahora, alejado del cine para salas. En una de sus respuestas a la
entrevista realizada por Brian Lowry, hay unas frases que suscribo
plenamente. Dice así: “Dirigir películas actualmente queda en
gran medida sujeto al azar, y si estrenas en el mismo fin de semana
que 'Save Private Ryan' o algo así, tu película ya no será nunca
más una buena película. Y esta forma de juzgar lo que es bueno y lo
que no, es algo que no veo que sea lo mejor para mi como ser humano”.
Ciertamente, el Hollywood post-agónico
(diríamos que es un zombi) contemporáneo, vive en un estado de
histeria continua, acosado por la piratería rampante, las nuevas
plataformas, la necesidad (¿necesidad?) de exitazos de primer fin de
semana y una crisis de ejecutivos desoladora (no sé si esto ocurría
antes, pero la gente que hoy en día lleva los estudios tienen unas
carencias educativas básicas asombrosas), produciendo enormes
franquicias en las que el director no es más que una pieza del
engranaje, y en las que al final te parece que lo que menos importa
es contar una buena historia, que, carajo, se supone que es lo que
queremos hacer cuando creamos una película. Nutter, sabiamente,
prefiere mantenerse en el mundo de la televisión, que le compensa
sobradamente sus ambiciones personales, que se resumen en esto: contar bien
una historia.
Es aleccionadora la lucidez que
demuestra Nutter, viniendo de uno de los directores más cotizados de
la escena televisiva norteamericana contemporánea, y a la vez
sintomático de lo que pasa al otro lado del Atlántico. Aquí
tenemos unos problemas terribles, que no obvian los que sufren el la
supuesta “meca” del cine, que sobrevive apuntalada por todos
lados y, me temo, en manos de las personas menos capacitadas para unos tiempos tan críticos.
La visión de Nutter de su trabajo y la descripción de cómo se relaciona con los actores, a la que se dedica otra parte de
la entrevista, la comparto plenamente, y creo que del respeto al
actor en el plató -quien, no lo olvidemos, es quien da la cara en una obra
audiovisual- depende en gran medida el éxito de un trabajo
dramático, así como del respeto al técnico. El secreto es saber escuchar.
Leder y Nutter, dos personalidades
tranquilas, nada fatuas, que no gritan en sus rodajes y prefieren
conducirse con modos suaves y educados, con métodos de trabajo
diferentes (Leder no ensaya, hace sus blockings casi en tiempo real,
Nutter prefiere los intensos ensayos y hacer su blocking a medida que
se impregna de la historia) son llamados artesanos hoy en día por la crítica. Se trata del equivalente de los Henry Hathaway o los Raoul Walsh de
hace 70 años. A mi me parecen los creadores verdaderos de una
industria que ha encontrado, afortunadamente, una nueva vía de
expresión en la televisión por cable y en los nuevos canales online (como
Netflix), pero que ha perdido el norte en las grandes pantallas (o si no
ya me dirán qué cojones hacen Zack Snyder, Olivier Megaton, McG y
otros Djs del video assist actuales, meros iluminadores de
storyboards dirigiendo proyectos de cientos de millones, y qué caterva de enanos mentales les aplauden mirando
sus dailies).
En realidad, Hollywood lleva perdiendo su norte 40 o 50 años ya, esto no es novedoso, lo que sí lo es, es la increíble incompetencia que los Estudios vienen demostrando en las últimas décadas, precisamente cuando pasaron a ser dirigidos por asesores financieros y fondos de inversión. Caray, curiosamente, lo mismito que está pasando en el resto del mundo y en otras tantas industrias.
En realidad, Hollywood lleva perdiendo su norte 40 o 50 años ya, esto no es novedoso, lo que sí lo es, es la increíble incompetencia que los Estudios vienen demostrando en las últimas décadas, precisamente cuando pasaron a ser dirigidos por asesores financieros y fondos de inversión. Caray, curiosamente, lo mismito que está pasando en el resto del mundo y en otras tantas industrias.
En una de las reuniones que tengo
periódicamente con ejecutivos, un tipo que cobra una pequeña fortuna
al mes de una major me pedía largometrajes (los llamaba productos) de 25.000 dólares de
presupuesto hechos con “Found footage”. Naturalmente, aquello
pasó, eran los tiempos de los “Paranormal Activity” y la moda era aquella, pero el tipo todavía no ha sido despedido. Es una plaga que se extiende por
muchas actividades económicas y que parece empaparlo todo de un moho
que no se va y que lo cubre todo del mismo tono, como en aquella
novela de Stephen King, y luego película de Brian de Palma, “Dreamcatcher”. El moho gris de la mediocridad.
La foto de David Nutter está en Wikimedia Commons, y fue tomada en la Comic-Con de 2012. Está bajo licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported. Su autor es Gage Skidmore.
viernes, 13 de diciembre de 2013
Ya yo lo dije...
En Canarias, o al menos en Las Palmas, se dice mucho de esa forma, y se entiende perfectamente. Ya lo dije, señoras y señores. En mayo de este año. No hace falta ser futurólogo, sólo pensar un poco.
La ilustración "Gato fumando", de Louis Wain, 1879, está en Wikimedia Commons en dominio público.
jueves, 12 de diciembre de 2013
"Los Códices del Apocalipsis" Book Trailer
Este es el Book Trailer de mi nueva novela, "Los Códices del Apocalipsis" un thriller que parte de hechos reales, y que será publicado en 2014 por Tyrannosaurus Books. Os llevará del Vaticano a la superficie de la Luna, y más lejos aún, recorriendo más de 4.000 años de historia. Todo un misterio que muy pocos conocen y que puede cambiar el mundo, a peor. A mucho peor. Iré posteando más detalles del libro a medida que se acerque la fecha de publicación.
sábado, 7 de diciembre de 2013
La Cultura de la Mentira – 11
Esta imagen es una mentira. Esto, que
podría parecer el título de un cuadro perdido de Magritte, es la
mejor forma de comentar esta foto, que tomé hace unos días en Las
Palmas de Gran Canaria. Eso que ven son las fachadas de dos
sucursales de Bankia. La Caja de Canarias, que es la marca que
exhiben, fue absorbida por aquel banco y ya no existe, desde hace ya
más de dos años. Aquella marca que había nacido décadas atrás y
en la que confiaban tantos ciudadanos, fue destruida, como otras
cajas (la lista es larga), por la acción de un grupo de tipos a los
que alguien convenció de que sabían de banca y que fueron colocados
a dedo en los Consejos que la dirigían.
Esa gente sigue, por
ahora, impune, gozando de los restos de los sueldazos que les
pagaban, y/o de las indemnizaciones que arañaron al ser expulsados
de los consejos de administración de aquellas instituciones de
ahorro que contribuyeron a aniquilar. Como bien saben, los miembros
de esa manada pertenecen a sindicatos, partidos políticos, y en fin,
a esas castas que han mantenido hasta ahora el desastre
institucionalizado y la corruptela como las formas españolas de
manejarse en los negocios. No han sido tocados, como prácticamente
todas las cosas que realmente fallan en el país, mientras que a los
ciudadanos se les ha arrebatado lo poco que habían conquistado con
sangre y sudor de generaciones anteriores.
Pues bien, los nuevos dirigentes de
Bankia, ese banco zombi que hemos rescatado todos los españoles,
siguen manteniendo las viejas formas. Una de ellas es esta mentira:
hacer creer a los clientes despistados de estas sucursales -gente
mayor casi siempre- que la vieja Caja en la que depositaron su
confianza hace lustros todavía existe.
Me parece muy vil, y alguien debería
denunciar estos desmanes. ¿Qué puedes esperar de un banco que
engaña a sus clientes desde su mismísima fachada y desde la marca
que exhibe? ¿Es que hay cosas que sólo pasan en España?
No es sino un ejemplo más del estado
de cosas actual.
Las fotos las tomé con mi iPhone el día 18 de octubre de 2013. Son las sucursales de Bankia sitas respectivamente en el Paseo de Tomás Morales, 98 y en la calle Pío XII, 69 de Las Palmas de Gran Canaria. A fecha de publicación de este artículo, sus anuncios y luminosos no han cambiado todavía.
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A peculiar galaxy near M104
Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.
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