lunes, 20 de enero de 2014

La cultura de la mentira - 13



Sigo adelante con estos artículos, ya que parece inagotable la fuente de mentiras a la que cada día debemos de enfrentarnos.

La publicidad de automóviles, supongo que por imperativo legal, contiene avisos para los consumidores que se ofrecen en mitad de los anuncios televisivos. Los textos "imágenes rodadas en circuito cerrado por conductores especializados" son comunes, o lo eran, en esos anuncios, al menos antes del advenimiento de esos planos CGI en los que todo, desde el coche a la carretera, son generados virtualmente. Otros textos de advertencia se pueden ver en los hipócritas anuncios de bebidas alcohólicas (parece mentira que España no se haya atrevido aún a regular ese tipo de publicidad televisiva) con el "bebe con moderación", y lo mismo pasa con los anuncios de alimentos ("haz ejercicio regularmente") o con los de medicinas ("este anuncio es de un medicamento, lea las instrucciones y consulte a su farmacéutico"). También en los anuncios de banca o que venden descuentos de algún tipo en cualquier producto -los de telefonía sobre todo- se ofrece algo de información supuestamente real en un rápido -y en ocasiones ilegible, sin que nadie haga nada al respecto, por cierto- scroll de derecha a izquierda de la pantalla, que suele desmentir la oferta anunciada, o cuanto menos matizarla.

Me sorprende que ahora que anunciantes como AXA o BBVA han recurrido a campañas de "testimonio personal real" en las que ilusionados conciudadanos normales y corrientes nos cuentan, o bien lo buenos y heroicos que son de la mano de la aseguradora, que parece una especie de nido de cría de santos, o cómo gracias a las bondades de aquel banco, las empresas pueden emplear a personas sin trabajo, no se usen esos mismos avisos.

Nadie avisa en esos casos de que la gente que habla en esos anuncios son actores, cuidadosamente seleccionados en un proceso de casting en el que nada se ha dejado al azar. Y en el caso de que sean personas reales, la selección ha sido tan intensa que el resultado es idéntico: han pasado un proceso de casting, y que repiten diálogos guionizados. El poder de la publicidad es tremendo, y no estaría de más que las autoridades también obligaran a un mensaje que informara de la verdad:

"Las personas que ve usted en este anuncio no son reales, son actores especializados o cuanto menos han sido seleccionados en un proceso de casting para dar una imagen ideal. Sus experiencias no son reales, sino que han sido dramatizadas"

Seguramente el texto pasaría tan rápido que no se podría leer.


La imagen es de Wikimedia Commons. Poster de la película "The Prodigal Liar" en la revista Moving Picture World. Marzo de 1919. Fuente: Internet Archive. Está en dominio público.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...