miércoles, 11 de septiembre de 2013

La Cultura de la Mentira (1 de 9)



Inicio este ensayo que como el anterior (“Heartbeeps”) separaré en varios capítulos. Versa este sobre la capa de mentiras que, como una costra, rodea a la sociedad occidental, creada sobre todo por el lenguaje publicitario y su uso agresivo, para el solo beneficio de las grandes corporaciones.

Si bien la publicidad nació como una especie de "información enriquecida" para convencer a los posibles compradores o clientes de la bondad de lo ofertado, en las últimas décadas (a partir más o menos de los primeros años 80 hasta ahora) hemos asistido a un profundo giro, en el que se ha convertido en una monumental mentira consentida que los ciudadanos, y sus representantes, toleran, sin plantearse el alcance de las consecuencias que sobre cualquier sociedad puede tener basar su orden en la mentira.

Así, los anuncios en cualquier medio de cualquier tipo de producto, especialmente aquellos bien asentados en la sociedad, como alimentos o bebidas, no venden bondad alguna -cuando en la mayoría de los casos se sabe que los productos ofertados pueden ser incluso peligrosos para la salud-, sino "modos de vida", "felicidad", “historias agradables” y otros conceptos positivos, asociando la marca con algo espiritual e intangible, que nada tiene que ver con el producto ofertado.

Hace años Naomi klein en su conocido libro "No Logo" criticaba esta cultura de la marca que impera en el planeta. Pero ahora la situación ha empeorado. La publicidad ya no enmascara la mentira, sino que rodea de adjetivos productos de cualquier tipo y los lanza a un mundo en el que el comprador debe de acostumbrarse a vivir rodeado de falsedad, y sobrevivir a ello.

En 2011 una campaña de una gran empresa de telecomunicaciones española vendía la bondad de sus productos usando la imagen de las Asambleas que, espontáneamente, habían surgido el 15 de mayo de aquel mismo año, conocidas como 15M. La campaña, que ha obtenido el dudoso honor de erigirse por votación popular en la peor campaña publicitaria del año por FACUA, ejemplifica esta inmersión cotidiana en la mentira en la que el ciudadano debe de nadar. En el anuncio en cuestión, una asamblea ciudadana vota los servicios y ofertas que la citada megaoperadora debe ofrecerles. En un giro copernicano propio del mismo Maquiavelo, un creativo publicitario ha decidido que una multinacional que tiene los peores precios de Europa y el récord de reclamaciones en la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (amén de en FACUA, OCU y otras organizadores de consumidores) por parte de sufridos ciudadanos, y que toma sus decisiones en complejos comités presididos por ejecutivos MBA en constante pelea darwinista, sea en realidad una asamblea ciudadana llena de candor, altos ideales y amabilidad. Esta mentira es capaz de ocultar la realidad, cuando además la citada multinacional es uno de los principales anunciantes del país, y es perfectamente capaz de dar toques de atención a los medios de información sobre noticias en contra de sus intereses.

Esa visión brutalmente utilitaria de la vida y de los otros lleva a que ciudadanos llenos de una confianza que ahora llamamos "ingenuidad" fueran engañados en masa por las entidades financieras en los famosos casos de Suscripciones de Preferentes, una estafa de dimensiones titánicas en la que empleados de todo pelaje y rango de bancos y cajas de ahorro participaron sin el menor rubor ni el mínimo cargo de conciencia, o que se concedieran hasta hace pocos años hipotecas impagables a ciudadanos prácticamente insolventes. Es la cultura de la mentira, del doble lenguaje, de la letra pequeña, donde algo tan vital para la supervivencia del tejido social como es la confianza en la honestidad del otro, se rompe. Y cuando esta confianza desaparece, el mismo sustrato que mantiene a países enteros se derrumba.


La ilustración la encontré en Wikimedia Commons. Affiche pour les "Motocycles Comiot, Paris, 87 Boulevart, Gouvion St Cyr" (Boulevard Gouvion-Saint-Cyr, Paris). 1899. Por Théophile Steinlen. Está en dominio público.

domingo, 8 de septiembre de 2013

Historia inesperada de una foto



Esta imagen me la pasó hace un par de años un amigo. Muestra una imagen de un campo estelar en dos momentos diferentes, con un par de días de diferencia. Hay un objeto en movimiento. La foto es imposible de encontrar en cualquier lado (Prueben a buscar en Google) y me puso sobre la pista de un secreto, todo un misterio que aún estoy desentrañando.

La imagen llevó a otra, y a otra, y a varios encuentros en un par de lugares del mundo bastante lejanos con personas que querían hablarme de esas imágenes. Un contacto llevó a otro, y una revelación a la siguiente. El resultado me ha llevado a escribir una novela que, cuanto menos, fabula a partir de este misterio en el que me he visto envuelto inesperadamente, y que digamos que parte de hechos reales.

La novela, "Los Códices del Apocalipsis", saldrá pronto editada por Tyrannosaurus Books. Cuando la lean recuerden que está basada en hechos reales. No les puedo decir qué de ella es real o imaginario, lo dejaré a que ustedes lo decidan. Además, si lo dijera, estaría poniéndome en serios problemas.

He abierto un blog sobre la novela en el que iré posteando noticias sobre ella, algunas revelaciones, y la crónica de la investigación que llevó a ella. Alguno de esos datos podrá complementar su lectura.


La fotografía que ilustra este texto fue tomada en un telescopio del Complejo del Roque de los Muchachos, en la Isla canaria de La Palma. Es una imagen de calibración, y el objeto que aparece en movimiento no debería de estar ahí. Para saber más, en el blog ya hay una primera entrada al respecto.

sábado, 7 de septiembre de 2013

De interfaces de usuario.

En informática aprendes a desarrollar interfaces de usuario. Son las formas en las que un programa informático interactúa contigo, y de su buen diseño dependen muchas cosas, pero sobre todo que la experiencia de trabajo con un software determinado sea sencilla, intuitiva, y ergonómica.

En los años que llevo usando las diversas webs de las administraciones electrónicas del país me he encontrado con muestras de interfaces de usuario dignas de un museo de los horrores. Ahora el Gobierno anuncia que va a añadir más trámites online a los ya existentes. Seguro que nadie se ha preocupado de plantear una estandarización de los interfaces, de los protocolos de trabajo, las firmas electrónicas, los tamaños de los adjuntos, los formatos admisibles, y los interfaces de usuario. No. Claro que no, esas son soluciones que serán útiles al ciudadano, y eso parece que no interesa, o que ni siquiera saben que es necesario.

Y no hablemos de webs de empresas públicas, como esa cosa que han hecho para RENFE y que es una pesadilla que ha costado millones. Oigan, yo les hago eso por un presupuesto cien veces menor, y encima funcionará ¿Qué hacen en Indra con casi 12 millones de Euros? ¿Quemar los billetes?

Cuanto consejero y cuanto consejo de administración parásito, cuántas luchas interdepartamentales para al final crear un monstruo inoperante. Y ahí está la web del Senado como ejemplo, o la del Congreso.

Entre una casta de trabajadores públicos atrincherados tras sus pequeños reinos de taifas y una administración inoperante que es incapaz de coordinar a las administraciones autonómicas (siempre he flipado al viajar cómo mis pagos a la Seguridad Social no me permiten tener acceso a un ambulatorio en cualquier parte del país si no estoy empadronado ¿Es este país un chiste?).

Este es sólo un ejemplo más. Una web que lleva años siendo igual, fea, pero al menos funcional, y cuyo diseño se ha renovado recientemente tras años de dejadez. Durante todo ese tiempo un detalle sintomático me llamaba la atención en aquel website. Miren, que les cuento.

Esto es un billete de lotería:



¿Ven los números? La Serie arriba, la Fracción abajo. Eso crea un orden, una regla, que cualquier interface basado en ello debe de repetir.

Pues bien, hasta hace unas semanas metías los datos en la web de Loterías para comprobar el billete, todo correcto, ponían la introducción de datos en el mismo orden. Perfecto.

Pero cuando ves el resultado, el orden se invierte. Debería mantenerse la regla arriba-abajo o izquierda-derecha para que el visitante de la web no se líe.

Pues no. A alguien se le cantó que en los resultados primero se pone la Fracción y luego la Serie.


Es apenas copiar y pegar un par de líneas de código para ponerlo bien. Pues llevo viéndolo así años y años y años, hasta, digo, hace un mes o dos en que han cambiado el diseño. Hasta entonces, nadie se molestaba en decir, "vaya, qué tontería, voy a ponerlo bien". No. Esto en una empresa de desarrollo de software ni te lo planteas. Se arregla y listo. Tardaron años.

Pero claro, es la Administración. Es complicado simplificar las cosas, hacerlas sencillas. No crear confusiones. Qué va, ellos viven de la confusión. Y más aún lo de las loterías, que venden como el camino de la riqueza lo que no es sino un impuesto más.

Bien, es un ejemplo tonto me dirán, pero tengo muchos de ellos, graves, gravísimos, esto en comparación es una chorrada, claro, y ya he hablado de ellos previamente. Es sólo otro ejemplo de desidia, una muestra de cómo se dejan las cosas en este país, da igual. Desidia y confusión.

Pues bien, parafraseando a King Crimson, "Confusión será su epitafio".

viernes, 6 de septiembre de 2013

A peor



Hace cinco años publiqué este texto en un blog dedicado a Madrid de El Mundo. Han pasado cinco años, ya no vivo en esa zona, pero la situación es peor que nunca, y muestra el peligro de estar gobernados por una mezcla de ignorancia y ambición. No sé si nadie se ha preocupado de realizar un estudio sobre el índice de aumento de las enfermedades respiratorias y el uso generalizado de esos ingenios del diablo, pero la conjunción de aerosoles, levantar porquería del suelo, y aventarla al aire es una idea estúpida. Y si además se hace conjuntándolo todo con un vehículo escoba, el supuesto ahorro se convierte en prebenda para una concesionaria, y en un monumento a la ineficiencia y a la insalubridad. Prueba de ello es que los operarios tienen que llevar máscaras para evitar respirar la porquería que soplan sus máquinas.


25 de marzo de 2008.- Hoy al salir de casa (tengo la suerte de poder ir al trabajo caminando) pasé como todos los días por la calle Covarrubias.
Pero en mitad de la calle había una especie de enorme masa de humo, que desde la distancia me pareció un incendio, posiblemente de un coche. Al llegar al lugar resultó que aquello era una nube de polvo levantada por dos personas con el logotipo de 'Medio Ambiente Madrid', que, armadas de sopladores de hojas, estaban levantando todo el polvo del suelo y tras ellos, una de esas máquinas de limpieza. La gente a mi alrededor corría, esquivando el polvo, la gravilla, las hojas de papel, que aquellos señores ponían en órbita sin el menor problema.
Querría saber quién toma las decisiones en Madrid para usar aparatos que están diseñados sólo para mover hojas en jardines para la limpieza viaria, llenando el aire de partículas, polvo, toxinas pesadas (las de la contaminación, que se posan en el suelo por su peso), ceniza de cigarrillos, etcétera.
Desde siempre, las calles de Madrid se han limpiado con escoba y camión de riego. A nadie se le ocurriría usar sopladores de hojas (ya lo dice el nombre: son para soplar hojas) que es de locos, un atentado a la salud de la gente, un peligro para las personas con problemas respiratorios y alérgicos (muchas sustancias que causan alergias son moléculas grandes y van a parar al suelo).
¿Dónde se toman esas decisiones en el Ayuntamiento de Madrid? ¿Quién es el responsable? Le rogaría a esa persona que se documentara con un médico sobre el daño que esas actividades causan en los ciudadanos. Es el mundo al revés, las cosas que toda la vida se han barrido, porque son tóxicas, ahora se esparcen en el aire. ¿Qué objetivo se persigue? ¿Ahorrar tiempo y personal? ¿A costa de qué? Agradecería que los próceres que gobiernan esta ciudad dejaran de tomar decisiones desacertadas que sólo hablan de sus carencias partiendo de la formación más básica. O si no, que, por favor, se dediquen a otra cosa.
Por última vez, dejen de usar sopladores de hojas para intentar limpiar las calles de Madrid. Por favor. Usen el sentido común.


La primera foto la tomé ayer. La que cierra el texto, el día del artículo, en 2008. Observen que en la foto de hace cinco años, los operarios ni siquiera llevaban mascarillas.

jueves, 5 de septiembre de 2013

El ratopín y las estrategias coloniales




Los ratopines rasurados (Heterocephalus glaber, conocido también como heterocéfalo o farumfer) son unos roedores que viven en una pequeña zona de África. Medio ciegos, sin pelo, tienen hábitos subterráneos, y están siendo objeto de estudio porque tienen cualidades muy interesantes. Son muy lóngevos (viven en promedio 10 veces más que los ratones comunes, con los que están emparentados) y aparentemente son inmunes al cáncer. Curiosamente, viven en colonias en las que los individuos se han especializado; hay soldados estériles, una reina que no cesa de parir, obreros y otras castas.

Parece un interesante ejemplo de cómo ciertas soluciones evolutivas son reutilizadas por especies más sofisticadas en la escala de la evolución. Las sociedades ratopines semejan hormigueros o colonias de abejas, y en ellas los individuos, por una mezcla de genética, señales químicas (hormonas) y conducta, se subordinan al bienestar colectivo.

Existen ejemplos de organismos unicelulares agrupándose en colonias, como los corales. De manera análoga, las células de nuestros cuerpos se han especializado altamente a lo largo de las eras para poder vivir juntas, convirtiéndose en tejidos altamente especializados y generando un meta-organismo pluricelular del que dependen para sobrevivir y al que contribuyen formando su estructura. Las colonias de insectos generan una segunda iteración sobre esta tendencia, al ser organimos formados por células en colonia que forman cuerpos que a su vez se unen en colonias; las colonias de los ratopines nos hablan de una solución recurrente en la naturaleza, que tiende a reproducir modelos eficientes en diferentes escalas, y anidarse en al menos dos niveles: el unicelular que permite la creación de colonias cooperativas complejas y el pluricelular de esos organismos complejos que se agrupan en otras colonias. En ambos casos la especialización de los miembros de la colonia es característica. Se renuncia a una vida independiente en favor de la supervivencia de la estructura mayor, que a su vez garantiza el bienestar en la pequeña escala.


La foto la encontré en Wikimedia Commons. Heterocephalus glaber expuesto en el National Museum of Nature and Science, Tokyo, Japón. El autor de la foto es Momotarou2012. Está bajo licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported.

miércoles, 4 de septiembre de 2013

El gorila en la habitación




Haced lo que queráis ¿Que el día de San Juan en Oviedo sacan una tela con unas manchas (el "pañolón" de Oviedo) y dicen que es el rostro de Cristo? Allá vosotros si os creéis cuentos medievales.

Pero lo de la llamada “síndone”, conocida también como la "sábana santa" o el "sudario de Turín" es de cachondeo. La famosa reliquia, demostrada como falsificación hace décadas (cuando se demostró por Carbono 14 que había sido fabricada en la Edad Media), sigue siendo “oficial” para la curia católica, y eso me subleva; qué les gustan los huesos mondos, los cadáveres incorruptos, los brazos embalsamados y los despojos de pobres santos, pero sobre todo las falsas reliquias. ¿Cómo pretenden que la gente se tome en serio en una iglesia basada en mentiras tan burdas y públicamente desacreditadas?

La iglesia declara oficialmente que ni niega ni afirma; pero dejar sometida a adoración en Turín esa sábana (y lo mismo en Oviedo con el "pañolón", o a la tumba de Santiago en Santiago de Compostela, o a tantas toneladas de reliquias) equivale a una afirmación, a una declaración de principios, a un "sí es verdad, claro que lo es, adórala". Eso es una vergüenza, porque se pasa por verdad una mentira.

Insisto en que hace décadas que se demostró que la famosa tela es una falsificación de tantas realizadas por algún desesperado monje en la edad media. Muy católico eso de no quitar ni poner rey, pero no hacer nada para aclarar dudas.

No hace falta afilar la navaja de Ockham en este asunto. No hay más que verla, te dan ganas de gritar a los cuatro vientos “¡Pero si es una pintura! ¡¿Es que no lo véis?!”. Como obra de arte figurativo con fines de engaño, como con, tiene interés. Pero como reliquia es un chiste.

Se ha hablado mucho, respecto a la Sábana Santa, de lo imposible que es que un cadáver tenga esas manos tapando púdicamente sus propios genitales: los brazos humanos no son suficientemente largos para guardar esa postura tras la muerte, y se caen a los lados del cuerpo por el peso de las manos. Pero es que quien pintó la sábana santa, guiado por ese miedo a la genitalidad tan católico, no pudo evitarlo y para poder tapar vergüenzas la cagó en las proporciones.

Lo pueden comprobar con cualquier foto de la sábana y ayudándose de una regla. Hay una “ley” de proporciones que dice que aproximadamente la distancia cubierta entre la punta de los dedos de los dos brazos extendidos de un cuerpo humano iguala a la altura del cuerpo con una variabilidad de un 5% más o menos (generalmente son más cortos). Es decir, si pones los brazos en cruz y te mido la distancia entre los dedos de una mano hasta la otra, esa distancia es similar (menor o igual) a tu altura.

Si hacemos ese cálculo con la figua de la Síndone el resultado es realmente chocante. Primero, los dos brazos están pintados de tal manera que uno es más largo que el otro: la mano del brazo derecho es larguísima. Bueno, si sumamos las longitudes de mano, antebrazo, brazo y entre los hombros, podemos calcular la longitud de los brazos de la figura de la sábana puestos en cruz. Y también podemos medir fácilmente la altura del cuerpo.

En la pantalla de mi ordenador he hecho el experimento sobre una foto en cuerpo entero de la sábana, que se puede encontrar en Google en un par de segundos y encabeza este artículo.



Resultan estas cifras:

Altura del cuerpo en la pantalla (cm): 10.5
Longitud de brazo derecho: 5.4
Longitud de prazo izquierdo: 4.8
Longitud entre hombros: 2.3
Longitud de cabeza a rodilla: 7
Longitud de hombros a cabeza: 1.5

Longitud de brazos en cruz: 5.4 + 2.3 + 4.8= 12.5

La variabilidad en un cuerpo humano normal de la longitud de los brazos en cruz debería de ser de 10.5 +/- 0.5 aproximadamente, es decir, entre 10 y 11.

Pues la medición nos da una barbaridad (inhumana) de 12.5.

Si los brazos pintados en la Síndone estuvieran a ambos lados del cuerpo, con estas medidas llegarían justo debajo de las rodillas de la figura. Es decir, tendríamos un Jesús más parecido a un gorila que a otra cosa.

Si quieres hacerlo en casa, parte de una altura de aprox. 10 cm para la figura
Así tus cálculos serán más sencillos


Es obvio que no hay seres humanos con esas medidas grotescas. El pudoroso pintor se saltó la elemental regla de la verosimilitud en su dibujo.

Y no, cuando te crucifican no te crecen los brazos. Eso sólo le pasaría a Reed Richards o a Plastic Man.

Bueno, con esto creo que se demuestra de otra manera, sin salir de casa y con una regla y lápiz, que la Sábana Santa es un camelo. Fácil, como debe de ser.

Pero seguirán diciendo lo contrario ad aeternum. Pandilla de mentirosos medievales.

Por cierto si miran la noticia del link, van a alucinar ¿Qué hace una Universidad comprándose un microscopio electrónico en tiempos de crisis para probar un prejuicio en vez de para probar la verdad sobre esas reliquias? ¿Quién se va a tomar en serio un estudio así? ¿De dónde sale esta pandilla de inútiles que ni saben enfocar un experimento? ¿Quién les paga los sueldos a estos tipos? El "pañolón" de Oviedo también fue datado al Carbono 14 como medieval. En fin, les darán igual los brazos del gorila que tienen en la habitación, ellos sólo quieren confirmar lo que ya saben vía fe, y con mirar a otro lado, al microscopio electrónico, basta. Desolador. E insultante para una legión de científicos que han tenido que abandonar el país para poder dedicarse a la investigación que aman, y que no tiene nada que ver con patrañas como estas. Joder, qué país, fabricando autoridades en mentiras de sábanas santas, y expulsando a sus mentes más brillantes. Qué país más desagradecido, qué país más necio.

Por cierto, en la entrada de la Wikipedia española sobre la Síndone no se dice palabra respecto a este tipo de experimentos que cualquiera puede hacer en casa, y con un muy español tinte de supuesta objetividad (confundida con no tomar partido) sólo habla de los famosos experimentos históricos y las peleas entre los científicos pagados por el Vaticano y los que no. Es un poco triste. En la entrada de la Wikipedia en inglés sí se habla de la longitud de los brazos, si bien de pasada.


La imagen de la Síndone la he encontrado en internet y está en dominio público.

lunes, 2 de septiembre de 2013

Eric Lander y los retrotransposones


Eric Lander

Eric Lander es otro de esos maestros que te hace la vida mejor. Tiene una voz suave, pero la orquesta como si estuviera en mitad de una ejecución musical. Interactúa con sus alumnos y le encanta relatar en sus clases historias sobre la investigación que está viviendo mientras las imparte: lo que se está buscando en las habitaciones de al lado del propio MIT, donde imparte clases. Lleva siempre camisas de tono celeste y una sonrisa amplia. Lander fue uno de los responsables, hace más de 10 años, del Proyecto Genoma Humano, que permitió la primera decodificación completa del ADN de nuestros cromosomas. En aquellos años, Lander y sus colaboradores en el WICGR (Whitehead Institute / MIT Center for Genome Research) iniciaron una feroz carrera contra una empresa privada, Celera, para poder cerrar la decodificación completa antes de que los genes humanos pudieran ser patentados, poniendo todos los que fuera posible en el dominio público. Y lo consiguieron, en una gesta absolutamente fascinante.

El mundo de la biología y la bioquímica está lleno de historias asombrosas de gente absolutamente valiente, llena de tesón, y que, contra viento y marea, tras años de tediosas investigaciones apenas respaldadas por una intuición, revolucionaron nuestro modelo del mundo viviente. Desde Gregor Mendel a Watson y Crick, pasando por Thomas H. Morgan y muchos otros. Y Eric Lander es uno de esos investigadores apasionados. En el curso que imparte en edX desde el MIT (7.00x, “Introduction to Biology: The Secret of Life”), nos presenta a sus colaboradores, un grupo de gente increíble que está en la primera línea mundial de la investigación genética y bioquímica. En breve el curso inicia una nueva andadura.

Una de las cosas más fascinantes que nos ha explicado Eric Lander, y que por cierto, en cierta medida fue vaticinada por Richard Dawkins en “El Gen Egoísta”, son esos segmentos del ADN que no tienen aparentemente utilidad alguna (algo que en principio no quiere decir mucho; pueden tenerla y nosotros no saberlo todavía) pero que por ahora sabemos que no transcriben proteínas, sino que se mueven por el ADN celular limitándose a copiarse a sí mismos y volver a integrarse en la estructura de los cromosomas. Se les llama “retrotransposones”. Algunos de ellos, llamados LINES (Long INterspersed Elements), tienen la propiedad de generar una enzima, la trancriptasa inversa, que los transcribe en ARN mensajero (si estudiaron síntesis de proteínas en el instituto les será familiar todo esto) para a su vez generar copias nuevas de los LINES, y fusionarse de nuevo como ADN. 

Los retrotransposones no hacen nada, y son al parecer casi la mitad del mensaje genético de nuestros cromosomas, y por lo que se ve sólo están ahí para reproducirse, esto es, generar copias de sí mismos y volver al ADN del que se separan sólo para copiarse a sí mismos (en realidad esto no es exactamente así, pero en cierta medida lo daremos por bueno). Pero esto no es todo. Hay otros segmentos de ADN, los llamados SINES (Short INterspersed Elements), que son más cortos que los LINES (unas 500 bases) que ni siquiera crean su transcriptasa inversa, sino que se cuelan en la que generan los LINES, y la usan para copiarse, como auténticos parásitos de los LINES.

Unos y otros aparentan, de no tener utilidad, ser parásitos del ADN que sólo buscan perpetuarse indefinidamente. Sorprendentemente, esos segmentos que no hacen nada más, están rodeados de otros que sí que son útiles (aparte de los que generan proteínas, que son la “parte útil” de nuestro ADN), como aquellos que sirven para reparar errores en la cadena. Es también muy interesante que la transcriptasa inversa también sea vital en el mecanismo reproductivo de los retrovirus.

Estaríamos, de admitir el concepto de "ADN parásito" ante un caso de reproducción inferior aún al nivel viral en términos de estructura. Si la condición de vivos del los virus está sujeta a discusión ¿Qué decir de los LINES y SINES? ¿Podría ser ADN viral parasitario? ¿Tienen una función biológica que aún desconocemos? De hecho ésta se está descubriendo en nuestro tiempo, como la responsabilidad de ciertos transposones en la cromatina (el material del núcleo de la célula) o en la aparente funcionalidad de LINES y SINES para la generación de nuevas funcionalidades en nuevos cromosomas. El hecho es que nuestras células son una compleja estructura que apenas hemos empezado a entender. La labor que queda por hacer es gigantesca.

Lander sigue investigando cuando no imparte clases, y desde una taxonomía molecular del cáncer, a la posible relación entre ciertos alelos y enfermedades comunes, sus trabajos punteros siguen adelante.

Si algo encierra hoy en día la ciencia humana es su capacidad de asombrarnos. Nos describe un universo ordenado y a la vez caótico, predecible en ciertas escalas y dominado por el caos o el azar en otras. Aparentemente indiferente, pero regido por unas reglas que podemos comprender, modelar y nos permiten predecir lo que ocurra, hasta ciertos límites. La fascinación por lo que nos rodea y su reflejo en la mente humana, el trabajo científico, tal vez sean los mayores logros que la humanidad ha acometido desde que salió de la oscuridad de las cavernas. Es para sentirse orgulloso de pertenecer a una especie capaz de comprender lo que le rodea, que no pierde su fascinación ante una naturaleza que encierra misterios en cada detalle, en cada pequeña criatura, en cada leve soplo de brisa, en cada fotón y flagelo.



La foto que ilustra este post es de Eric Lander explicando su proyecto de secuenciación del genoma del ratón en rueda de prensa el 4 de diciembre de 2003. La foto la hizo Maggie Bartlett, la encontré en Wikimedia Commons y está en dominio público.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Summer Annihilation



Las películas de verano, esas producciones que se empezaron a poner de moda hace como 30 años y ahora cuestan 200 millones de dólares, se han convertido de un tiempo a esta parte en monstruos hipertrofiados que pueden causar, si fallan en recaudar lo esperado, hasta la caída del Estudio que las ha creado. Vistas así, parecen pésimas decisiones financieras.

Esta carrera de gigantescas producciones franquiciadas de Hollywood lleva tiempo prolongándose, y es interesante de observarla, por lo irracional. Son tiempos desesperados, en los que tu película está pirateada en todo el mundo al día siguiente de su estreno, o incluso antes, en calidad HD, con sonido atronador, y contra eso poco puedes hacer. Los grandes estrenos han de ser simultáneos, grandes, y crear expectativas en los potenciales espectadores antes de que el pirata las cuelgue en la red.

El resultado es a veces un poco patético, entre piruetas que merecerían más bien ser protagonizadas por el Circo del Sol (el año pasado Tom Cruise colgando del Burjh Khalifa en una trama ininteligible en "Misión Imposible: Protocolo Fantasma" traslucía la desesperación de ciertos hipertrofiados formatos "rollercoaster"), y otras un simple dislate ("Transformers 3" es el mejor ejemplo hasta ahora de parque temático portátil para salas 3D IMAX).

Esta política de los Estudios de Hollywood va en contra de las películas pequeñas y medianas. Sumergidas en un mar en el que sólo flotan los monstruosos blockbusters, poco pueden hacer ante un despliegue promocional medido en millones de impactos o en acuerdos de merchandising con las grandes cadenas de comida rápida, que están al alcance de unos pocos. Pero los gigantescos productos veraniegos, cada vez más arriesgados en términos de recuperación de lo invertido, necesitan un mercado mundial y un lanzamiento simultáneo multicultural para ser rentables en los escasos días que les da hoy la ventana del estreno en salas, que nunca fue tan pequeña. Eso las fuerza a ser convertidas, más que en objetos narrativos, en “productos corporativos transnacionales”. Para ello es ideal o bien disponer de una franquicia adquirida que tenga ya su propia red promocional y su boca a boca garantizado (Marvel-Disney, DC-Warner con sus personajes-franquicia de cómic son sendos ejemplos), o bien generarla (lo que siempre es más arriesgado; este año Warner lo intentaba con “Pacific Rim” (“Pacific Rim”, Guillermo del Toro, 2013) y no le fue mal del todo). Y luego se han de combinar estas estrategias con historias simples, con escaso diálogo, que sirvan de “valles” para una sucesión de escenas de acción cada vez más intensas, y que sean comprendidas desde Laponia a Tierra de Fuego, pasando por Pekín y Florencia.

En cualquier caso, observo en todos estos productos una tendencia que parece nacida de la industria del porno, una “hardcorización” del producto, que implica más y más escenas gigantescas que han dejado de ser de acción, y se convierten en demoliciones, en las que los efectos infográficos, reciclados fotorealistas del cine animado, llevan las riendas, y donde se arrasan ciudades enteras en reciclados que parecen repetir lo que en el kaiju-eiga japonés, pero con el 11 de Septiembre como origen de coordenadas. Desde franquicias aparantemente infantiles como la serie “Transformers” que dirige Michael Bay o “Battleship” (“Battleship”, Peter Berg, 2012) pasando por los reciclados Marvel de “Marvel Los Vengadores” (“The Avengers”, Joss Whedon, 2012) y de DC en “El hombre de acero” (“Man of steel”, Zack Snyder, 2013) o la saga del reboot de “Batman” a cargo de Christopher Nolan, llegando al film de del Toro (el único que reivindica festivamente el asunto, por cierto, algo que se agradece) y atravesando otras franquicias convertidas en productos de acción y descacharre, como “Star Trek: En la Oscuridad” (“Star Trek into darkness”, J. J. Abrams, 2013) o las dos películas de la franquicia G. I. Joe -”G. I. Joe” (“G. I. Joe: The rise of Cobra”, Stephen Sommers, 2009), “G. I. Joe: La venganza” (“G. I. Joe: Retalliation, Jon M. Chu, 2013)-, incluso en “Guerra mundial Z” (“World war Z”, Marc Forster, 2013), hay un general ambiente de catástrofe transnacional, de apocalipsis, en los cines de verano, con las capitales exóticas del mundo que gustaban de ser mostradas vistosamente, a pleno sol y con Wescam en las películas de James Bond ahora convertidas en cráteres postnucleares arrasados por semidioses o villanos interestelares. A eso se añade la contratación de actores "serios" para papeles sin humor, cargados de trascendencia y rictus, preferentemente sacados de la cuadra de HBO.

Puede tener su gracia ver hecha CGI una viñeta de Jack Kirby con un superhéroe atravesando un rascacielos tras recibir un uppercut de un extraterrestre de cuatro metros, pero el hiperrealismo de síntesis remueve un poco las tripas. En “El hombre de acero” nadie parece preocuparse un carajo de los cientos de miles de infelices que perecen bajo cada edificio que las peleas gargantuescas entre kryptonianos demuelen. Eso es lo que llamo “hardcorización”: lo que puede ser aceptable en términos de violencia parece que se estira como un chicle. Cuando en “Transformers: La venganca de los caídos” (“Transformers: Revenge of the fallen”, Michael Bay, 2009), una película calificada “PG-13” por la MPAA, un Autobot arranca la espina dorsal y el cerebro de un Decepticon, pensé, rodeado de niños en un cine, que se estaban saltando muchas fronteras invisibles; después de todo las criaturas de esas películas son seres sentientes, y mutilar a otro ser, por muy malo que éste sea, no parece un modelo de conducta demasiado aconsejable. En la reciente “El hombre de acero” (también PG-13) Kal-El (Henry Cavill) ejecuta al General Zod (Michael Shannon, por cierto, of HBO fame en "Boardwalk Empire"), porque ha hecho cosas malas, como lo haría un buen comando de las Fuerzas Especiales.

En “Guerra mundial Z”, por su parte, el enemigo es un auténtico hormiguero humano, la antítesis de los infelices que mueren aplastados en la ciudades arrasadas por las batallas se superhombres. El hombre común zombificado que propone la producción de Brad Pitt es tan despreciable como aquellos, siendo la amenaza su masa colectiva. El enemigo somos nosotros mismos reducidos a la condición de insectos (por cierto, eso no sale en la novela; algún día contaré mi experiencia, corta pero intensa, durante el desarrollo de ese proyecto).

Está claro que hay un vector de dirección en este endurecimiento del cine de entretenimiento veraniego, que crece también con los decibelios de las mezclas de sonido a las que asistimos, y en cierta medida parece seguir el mismo camino que el cine porno para sus endurecidos consumidores, que van saltando en un mecanismo psicológico de adaptación de menos a más duro, pidiendo por las reglas del omnisciente Mercado (give the people what they want) a los productores de esa industria un producto más brutal dentro de lo “mainstream” y aceptable. Las simulaciones de violaciones o el “throat fuck” actuales podrían no ser aceptables en una película porno hace 25 años, pero hoy están en los productos más “estándar” del género. En ambos casos se salta del sexo consentido a la “simulación” (dentro de lo que en el porno se pueda calificar como tal) de conductas que vejan al otro, generalmente, por cierto, una mujer.

Esto es lo que llamo “hardcorización”, y aunque es un ejemplo extremo, ya estamos sufriendo cómo esas conductas se convierten en estándar para una generación de jóvenes que consume esa pornografía. Si hace unos años el llamado “torture porn” estuvo en boga en el cine de terror, ahora parece que la ultraviolencia y la ausencia de empatía con el padecimiento de los otros es lo que está marcando tendencias en mercadotecnia. Pasará, como siempre, pero creo que la sociedad debería de plantearse si esto es lo que quiere en su entretenimiento de masas.

Nota: El siguiente párrafo contiene un Spoiler de una película pendiente de estreno. El renglón en cuestión está escrito en blanco, por lo que si quieres leerlo deberás seleccionar el párrafo haciendo doble click o bien seleccionar con el ratón el renglón en cuestión. No leerlo no afecta a la comprensión general del artículo.

El asesinato a distancia, que pudo verse en los cines (tal vez) por primera vez en “Asesinato por Televisión” (“Murder by television”, Clifford Sanforth, 1935), y mucho más adelante tuvo una clave hi-tech en un film de la serie de Jack Ryan, “Juego de Patriotas” (“Patriots game”, Philip Noyce, 1992), en el que operativos de la CIA asistían vía satélite al exterminio de un grupo de rebeldes en un desierto libio, se extiende y ahora me preocupa ver cómo se podría estar asistiendo a una “sublimación drone”, con reciclados del control remoto como “Acero puro” (“Real steel”, Shawn Levy, 2011) que juega a la sublimación del videojuego como herramienta de agresión, algo que pronto también veremos probablemente en “El juego de Ender” (“Ender's game”, Gavin Hood, 2013), si se adapta con fidelidad la novela de Scott Card, que no es sino el relato de un juego de simulación que no es tal. Pero resulta que ese camino de cosificación del otro (el enemigo) también se ve en productos directamente teen, como la saga de “Los juegos del hambre”. Insisto en que todo ello es reflejo de los tiempos, cada era tiene sus mitos, sus novelas, su televisión, sus videojuegos y su cine de entretenimiento, pero no sé si me gusta este cine que elimina lo humano y convierte al indiferente en un hormiguero exterminable como daño colateral de tu guerra y al enemigo en alguien desmembrable.

Es para mi un hecho que esto empezó en los 70-80 con el cine embrutecedor y barato de gente como Stallone -cuyo “John Rambo” (“Rambo”, Sylvester Stallone, 2008) es un ejemplo interesante del teatro de la crueldad en que se ha convertido este tipo de producto audiovisual-, Lundgren, Seagal, Bronson (pionero junto a Eastwood y otros), Van Damme, etc. bebían del exploit sucio de los 70, aquel cine B rodado directamente en las calles más sucias de Nueva York y otras ciudades con sus centros invadidos de cines porno, sex shops y camellos de pelos imposibles y pantalones de pata de elefante. Aquello llevó a sus herederos de alto presupuesto como “Terminator 2: El juicio final” (“Terminator 2: Judgment day”, James Cameron, 1991), una película de acción “children oriented” profundamente idiota y de altísimo presupuesto, que acababa con la magia del divertido producto de serie B que fue el primer título de la (inesperada) saga, al intentar lograr el imposible de mezclar la ultraviolencia de aquel subgénero de justicieros con el producto mainstream franquiciable.

En fin, lo que era objeto de productos Serie B se vuelve tendencia, y romper brazos con técnicas de comando es ahora lo más común en el entretenimiento de masas, como matar a millones bajo ruinas humeantes mientras unos tipos en mallas se hostian vivos por un quítame allá un Cubo Cósmico. ¿Recuerdan aquella serie Marvel de corta vida, "Control de Daños"? Al menos en la editorial se daban cuenta de lo grotesco de la situación y se reían de ello.

De aquellos justicieros que partían fémures, radios y cúbitos a los actuales que parten de un puñetazo rascacielos repletos de personas, sólo hay un salto presupuestario, tecnológico, y sobre todo profundamente deshumanizado. Aquella serie B adulta, hiperviolenta y cutre tenía su gracia. Los comics de Kirby/Lee en papel barato y color de trama de los años bullpen de la Marvel pre-franquiciada eran un destilado sorprendente de diversión y talento. La mezcla actual no sé lo que es, pero porta en su interior demasiado cinismo.


La imagen está en Wikimedia Commons. The Woodward's building in Vancouver, Canada, collapsing as it is demolished using explosives. The original 1903-1908 section of the building was left standing, and can be seen just beyond the cloud. Picture taken from the top of a building across Cordova Street, facing southwest. Autor: Tannoy. Está bajo licencia Creative Commons 3.0 Unported.

sábado, 31 de agosto de 2013

Mercaderes y aeropuertos



Era de esperar, siempre acaba pasando así en este país. La solución, la peor de todas. La que más perjudica a la gente y más beneficia a los cuatro de siempre.

En el Aeropuerto de Gando, isla de Gran Canaria, llevan varios meses de obras. Como, por otro lado, está pasando en los otros aeropuertos nacionales que dan beneficios (cuatro en total). En su carrera demente para acabar con las escasas sociedades públicas que nos quedan y venderlas al mejor postor, el Gobierno, que quiere vender AENA a toda costa y se encuentra con que no recibirá ni mucho menos el precio esperado, ha iniciado otra huída hacia adelante que consiste en llenar los aeropuertos de aún más tiendas y aún más franquicias, a ver si consiguen elevar el precio de una forma u otra, gastando más dinero y haciendo más irrespirables las terminales de pasajeros.

En el aeropuerto de Gando las obras están terminando, y cual no ha sido mi sorpresa al ver que lo que se ha hecho es recolocar los controles de pasajeros justo a la entrada de una de esas franquicias de tiendas, sin vías alternativas, de modo que para poder ingresar al terminal a coger tu vuelo tienes que pasar por la tienda quieras o no.

La grosería del asunto, en mi opinión, refleja la catadura de los ejecutivos al cargo de la empresa nacional de aeropuertos. Me pongo a pensar en la zona de control de pasajeros de la terminal en una jordana especialmente congestionada -el de Gando es uno de los más transitados del país- con cientos de pasajeros en cola pasando por los controles y abarrotando el magro espacio que se les ha concedido para tener que atravesar el sagrado templo de la compraventa, y les juro que me echo a temblar. Van a haber problemas de orden público, como mínimo. Pero eso no es todo: los espacios y pasillos interiores se están reduciendo al mínimo para que las todopoderosas tiendas tengan toda la superficie que sea posible. Los asientos, incómodos y pequeños, fuerzan al visitante a pasar sus ratos muertos mirando las carísimas tiendas "libres de impuestos".

Ya comenté cómo AENA había derruido la antigua terminal de pasajeros de Gando, un pequeño edificio con mucha historia a sus espaldas, procurando que nadie se enterara. Este es el tipo de directivos que fomentamos en este país. Estas, sus decisiones. Una vez más, la pregunta retórica: ¿Es así como queremos hacer las cosas?


La foto está en Wikimedia Commons. Plane flying over mountains vintage photo. Autor: U.S. Fish and Wildlife Service. Image from Public domain images website. Está en dominio público.

lunes, 26 de agosto de 2013

Jugando al trabajar




En el número de 29 Julio al 4 de Agosto de la revista Bloomberg Businessweek (por cierto, qué revista tan bien diseñada; es en cierta medida la continuación desde una publicación semanal de lo que Wired representaba hace tiempo en términos de juegos interesantes con la maquetación), se publica un simpático artículo sobre los guionistas de la lóngeva serie de animación televisiva “Los Simpson”, esa que se emite en horario nocturno en Estados Unidos, pues está concebida para adultos (como “Family Guy” y otras), pero que en este país se emite, asombrosamente, en horario infantil.

El artículo visita el chalet en el inmenso lot de Fox Studios donde los guionistas de la serie trabajan, que estaba decorado en su entrada, recuerdo, con una enorme mano de Homer Simpson portando una rosquilla. Los chalecitos del lot de Fox son viejos y están hechos polvo, deben tener cincuenta años o así. Algunos recuerdan aquellas viejas casetas-residencia de la película “Sucedió una noche” (“It happened one night”, Frank Capra 1934), en una de las cuales Claudette Colbert y Clark Gable pasaron una noche inolvidable. Pero en su interior son mucho más conforables y amplios de lo que se podría esperar.

Sin embargo, Bloomberg no visita el chalet de los escritores para hablar de su trabajo en la serie, que tras 24 años de producción ininterrumpida goza de muy buena salud televisiva (los guionistas actuales llevan hasta 8 años en plantilla), sino porque se han inventado un juego con el que pasan el rato, y que ha llegado a apoderarse de toda la pizarra que decora la sala de reuniones, y que debería de usarse para ilustrar las discusiones del equipo de escritura.

El absorbente juego es un sistema de apuestas mediante el cual has de adivinar lo más certeramente que sea posible la recaudación de los próximos estrenos de cine en Estados Unidos, desde los grandes blockbusters a las películas independientes. En el artículo hay una foto de la pizarra, absolutamente repleta de tablas con las recaudaciones previstas y las apuestas de cada uno, -y, por cierto, se puede atinar a ver que los jugadores han asignado a “I'm so exited” (el título internacional de “Los amantes pasajeros“, de Pedro Almodóvar) 5 B.O. Bucks (así se llaman las unidades de cuantificación que ellos mismos se han inventado para el juego)-. Naturalmente, los guionistas de la serie, que cobran unos sueldos de 6 cifras, y que además se lo pasan pipa en su trabajo, siguen generando unos libretos alucinantes, brillantes, ácidos y divertidos, y su juego, que cada vez les apasiona más, no interfiere en la calidad de su trabajo, a pesar de que ahora tienen que tomar notas en sus cuadernos a lápiz y prescindir de la pizarra común, completamente tomada por sus apuestas.

En otra foto aparecen tres de los guionistas de la serie, todos ellos asimismo coproductores ejecutivos: Kevin Curran, Michael Price y Joel Cohen, que posan ante un chillón fondo de color amarillo-Homer. Cada año hay un ganador del juego, y se añade un banderín en el techo de la sala con el nombre del afortunado. Kevin Curry fue el ganador en 2012, Price en 2011 o Cohen en 2010. Este año todavía no hay ganador, y el grupo se pasa las horas muertas pegado a sus ordenadores, visitando compulsivamente la web especializada en recaudación de cine Box Office Mojo.

Otro miembro del equipo, Jeff Westbrook, que tiene una licenciatura en informática, ha desarrollado un programa que permite que reciban los domingos por email las recaudaciones del fin de semana. El juego, así, se prolonga a los 7 días de la semana, les obsesiona, les absorbe, les vuelve locos, se pelean, se enfurecen, se ríen, de desesperan... pero siguen haciendo su trabajo mejor que nadie.

Desde su expresión sonriente de niños grandes no puede uno evitar pensar en la situación lamentable de la mayoría de los guionistas de series de televisión que trabajan en España, donde el contrato de guionista fijo ha desaparecido, los sueldos han bajado y hasta la Comisión Nacional de la Competencia llegó a multar a Alma, el sindicato de los escritores de audiovisual en España, por proponer unos costes mínimos para cobrar por un guión con una dignidad elemental. Así estamos.

España va por un camino terrible, equivocado y triste. Me alegra mucho ver que en Estados Unidos los buenos profesionales sean respetados por su trabajo. Jamás un ejecutivo de Fox ordenaría borrar la pizarra de su sala de reuniones, porque probablemente el resultado sería su despido fulminante. Imaginen lo que pasaría en España. En nuestro país puedes ser el mejor, que no quiere decir nada. Eso muchos guionistas brillantes lo saben, por desgracia. Ojalá esto mejore. Mientras tanto, ver a gente estupenda como el equipo que escribe la serie de animación que abandera Fox, trabajando y pasándoselo genial en su trabajo te genera una dolorosa mezcla de envidia e impotencia, pues comprendes el largo, larguísimo camino que aún nos queda por recorrer en este país, en todos los sentidos.


La imagen que ilustra este artículo está en Wikimedia Commons. Muestra el Empire State Building en Nueva York iluminado de amarillo para conmemorar la edición en vídeo doméstico de "Los Simpson. La película" ("The Simpsons movie", David Silverman, 2007). Año 2007. Autor: William Ward. Está en licencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic.

domingo, 18 de agosto de 2013

Así tampoco




Con una alevosía indigna de un gobierno occidental, parapetándose tras un espantoso accidente ferroviario, nuestro Ministro de Economía ha revelado que 36.000 millones de nuestros impuestos, pagados para rescatar a la banca, han desaparecido para siempre.

Ese dinero no lo veremos jamás. Ha pasado a otras manos. En una serie de acciones desgraciadas y profundamente erradas, no se dejó caer a la destrozada banca española (Cajas y demás), sino que se generaron monstruos agolpando entidades zombies unas sobre otras creando el gran zombie de Bankia, todo un Boss de final de nivel, imposible de matar. Nadie dijo nada.

Y ahora parece que nadie tampoco va a decirlo. A razón de 800 Euros por cada español, esto nos ha costado este dinero tirado a la basura. Nadie ha pagado penalmente este desastre. El único juez que ha metido en la cárcel a uno de los responsables del dislate, está a punto de ser expulsado de la carrera judicial. Mientras tanto, se revela que pésimas decisiones en contra de la evidencia científica nos están llevando por la peor senda posible, y que sus responsables políticos siguen en sus puestos sin que se espere ni siquiera una amonestación, qué menos una caída de un gobierno completamente incompetente.

Dominados por una oligarquía poderosa, los miembros del gobierno han cometido una acción de una torpeza pasmosa que vamos a pagar muy caro.

Se trivializa la privatización de conceptos que debieran ser sagrados, como la educación y la sanidad, se abandona a instituciones sagradas, como el CSIC, a su suerte, se reniega de la responsabilidad y la transparencia, y una enorme sospecha de una gigantesca trama de corrupción lo mancha todo. Los ciudadanos, paralizados los que pueden hacer algo, paralizados también los que prefieren o no quieren saber, tenemos parte de culpa de todo esto. Unos pocos héroes están en la calle, en las instituciones, en internet, donde sea, clamando porque simplemente seamos un país de occidente.

No me canso de repetir esta cantinela: la ideología es lo peor que hay para legislar. Sea esta religiosa o política, causa monstruos. Si además, como en este país, se suman a ello un puñado de poderosos lobbies que orientan el país según su deseo ante la indiferencia general, el desastre está servido. Un gobierno débil, incompetente (me encantaría poder decir lo contrario), y dolorosamente inculto es pasto de estos cultivadores de relaciones palaciegas y de pasillos, de asesores de imagen y de tuertos que rodean al ciego, gente vil que parece haber orientado su vida a un absurdo beneficio personal. El resultado ya está costando vidas humanas inocentes y un sufrimiento inconcebible. Y sigue sin pasar nada de nada.

Me pregunto cuántos desastres más estarán dispuestos a soportar mis conciudadanos.

Y la indignidad del parapeto luctuoso me merece la más dura de las censuras. Así tampoco. Así tampoco.


La preciosa ilustración que ilustra este artículo la encontré en Wikimeda Commons. Está en la Biblioteca del Congreso. Es el póster para la obra de teatro "The war of wealth", por Charles Turner Dazey. La obra se estrenó el 10 de febrero de 1895. Está en dominio público.

A peculiar galaxy near M104

Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.