miércoles, 19 de junio de 2019

Yo viví aquí


Esta foto aérea de 1966 muestra la manzana de la calle Luis Antúnez (vertical), con Alfredo Calderón e Ingeniero Salinas (horizontales), en Las Palmas de Gran Canaria. En esa manzana viví durante 28 años de mi vida, en pleno barrio palmense de Las Alcaravaneras, a tiro de piedra de la playa que da nombre al barrio.

En esta foto, que tiene 52 años, hay algo peculiar: se ven pocos coches aparcados. Se cuenta apenas una decena alrededor de la manzana. Esa imagen, si se tomara actualmente, mostraría en cada lado de cada calle una continua fila de coches aparcados, sin utilidad, esperando a sus dueños, sólo ocupando un espacio que es de todos. 

Dos cuatros del ancho de esas calles se reservan para los coches aparcados, y otro cuarto está liberado para que circulen. Para los peatones se nos reservan unas estrechas aceras a ambos lados, el último cuarto que queda. Ese es el espacio al que tenemos derecho.

Nuestras ciudades han cambiado de forma insidiosa, sin consulta previa a la ciudadanía, y se han convertido en gigantescos aparcamientos al aire libre. 

En este barrio yo jugaba de crío a la pelota con mis amigos en plena calle. Nos apartábamos en el momento en que, de cuando en cuando, pasaba un coche, y seguíamos a lo nuestro. Eso es impensable en el modelo de ciudad actual. Los coches han expulsado a los críos de la vida callejera, y eso ha hecho nuestras ciudades peores espacios de convivencia. Los niños viven encerrados en sus casas, el espacio urbano ahora es peligroso, y los padres ni se plantean que los pequeños se muevan solos por él. Eso es resultado de un proceso, no ha ocurrido porque sí ni en un parpadeo. Los coches han expulsado a las personas de la ciudad. Los niños ahora juegan dentro de sus casas a juegos digitales.

Va siendo hora de que miremos de otra manera las ciudades que tenemos ahora y de que decidamos si ha merecido la pena el precio que estamos pagando. 

Una ciudad no es sólo un aparcamiento. Tampoco es una tienda solamente. Es un espacio en el que las personas conviven a diario. Eso ha de ser. Pero nos han convencido de lo contrario. Miren la imagen de abajo, de la que procede el detalle que ilustra este texto. Cuenten los coches. Esa era una ciudad más habitable, sin lugar a dudas.



Las fotos que uso para este artículo están en una exposición muy interesante sobre planificación urbana organizada por el Cabildo de Gran Canaria.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...