Lo he comentado antes en este blog,
aquí,
aquí y
aquí. Estamos entrando en el borde de una tormenta que puede
ser realmente catastrófica; esta semana las bolsas van en caída libre y las primas de riesgo vuelven a ser objeto de noticia porque suben sin parar.
La humanidad no suele ser demasiado
inteligente a la hora de tomar decisiones globales pero sí en el
largo plazo, cuando enfrentamos grandes problemas, se puede ver que hay al menos una tendencia a mejorar las cosas, pero ahora no hemos hecho nada para prevenir lo que se acerca, y sabíamos que vendría. Porque lo que se acerca es
de órdago.
En los últimos años, desde la implosión subprime,
pasando por la catástrofe española de las cajas y nuestro no menos
demencial estallido de burbuja inmobiliaria, no se ha hecho nada por
atajar las raíces del problema: la banca sigue desbocada, los
lobbies siguen controlando los gobiernos (troika mediante, pero no sólo ella, ahí está el acuerdo ultrasecreto entre EEUU y Europa), la
especulación sigue domeñando los mercados, las deudas soberanas crecen y
crecen, y las soluciones aplicadas en nuestro continente han
demostrado ser inoperantes; Vemos cómo EEUU decidió resolver el problema sin austeridad, pero nos emperramos en ello, por pura ideología de escuela neoliberal. Ahora es demasiado tarde para lamentarlo.
Grecia es el ejemplo perfecto del
desastre en ciernes. Seis años de medidas de austeridad están a
punto de desintegrar una de las naciones más nobles de Europa, que
encima está siendo usada por el cobarde continente en el que estamos como
parapeto ante el drama de millones de refugiados que llaman a nuestra
puerta. Nadie, de nuevo, está tomando medidas para acoger a esa
gente que ha tenido que abandonar su país de origen para poder
sobrevivir, y se enfrentan con algo peor en el que se supone debería
de ser su espacio de acogida. Grecia se va a convertir en un polvorín porque no hemos hecho nada. Recordad nuestro compromiso público de acoger refugiados, unos 13.000 y que sólo hemos permitido que entren una docena. Esto es una vergüenza, y lo más alucinante es que nadie parece darse cuenta de que por el hecho de no mirar al problema no va a desaparecer; va a empeorar.
Y ahora vienen China con su posible
caída por la que tal vez pueda ser la mayor burbuja especulativa de
la historia de nuestra especie, y en las reacciones histéricas
típicas de los mercados especulativos (euforia o pánico), el temor
a los impagos de deudas soberanas, muchas de ellas, sí, compradas
por China, puede precipitar el caos. De nuevo nadie ha planificado nada.
En nuestro país, con un gobierno en
funciones completamente inoperante, nadie está pensando en lo que
pueda pasar.
En nuestro país, donde conviven legislaciones
decimonónicas totalmente inútiles con normas absurdas basadas en la
excepción (volveré a esto en otro post), el desastre puede ser
importante, pues tampoco se ha hecho nada en estos años por mejorar
la cosa.
En nuestro país, donde en este momento las propias instituciones se torpedean entre ellas (algún día hablaré sobre ello, necesito documentación sobre el REF para contaros, porque es asombroso) y los mismos gobiernos legislan su propia inseguridad jurídica, nadie está mirando afuera. Eso sí, para encarcelar titiriteros y batir récords de mentiras informativas, para eso siempre hay tiempo mientras se dañe al enemigo político.
No se dan cuenta de que esos tiempos terminaron. Estamos entrando en la era de la cooperación. O nos unimos, o estamos perdidos.
Las
Guerras Secretas fueron unas
aventuras cruzadas editadas por Marvel en los 80, durante los primeros
tiempos masivos del fenómeno
crossover. Acaba Marvel de editar una
especie de revisita a aquellas aventuras protagonizadas por todos los
héroes y villanos de su universo imaginario. Pues bien, estamos en
mitad de una guerra secreta, la de los intereses de un viejo mundo
que siguen dominándolo y arrastrándonos al caos, pues de él viven, y que han generado un mundo desigual, cruel y perverso a pesar de que la Humanidad tiene en sus manos los mayores medios que jamás ha tenido para curar enfermedades y dar calidad de vida a las personas, contra los
ciudadanos, que sólo quieren una vida decente y que se respeten sus
derechos.
Pues estas Guerras Secretas pueden convertirse en guerras reales como esto siga así, como no ayudemos a Grecia, como no
asistamos a los refugiados, como no decidamos agarrar el toro por los
cuernos en la especulación masiva que sigue moviendo el mundo a
pesar del desastre que se organizó en 2008, mientras Europa siga
gobernada por la Deuda y no por las personas. Mientras ideología,
miedo e incompetencia se den la mano, vamos directos al desastre. Sin
paliativos, sin remisión. Recordad lo que dice la Escuela de Chicago: las guerras son buenas para la economía. Recordad que en Europa llevamos menos de un siglo por primera vez en toda la historia sin dispararnos unos a otros. Recordad lo frágil que es todo.
No me canso de decirlo, para terminar: nunca
incompetentes mayores estuvieron al mando en el momento en que
necesitamos Estadistas más que nunca. Por favor, que las cosas
cambien ya, antes de que sea demasiado tarde.
Poneos de acuerdo,
gobernad, y empezad a arreglar este dislate, que llevará tiempo,
sangre, sudor y lágrimas, y cada día que pase va a ser peor. Vivimos tiempos de cambio, pero este cambio cada vez es más necesario y más urgente.
Pd.: Para terminar dos opiniones que he leído en un
confidencial, y me parecen muy reveladoras sobre cómo la mentalidad de todos se está reorientando a mejor:
El número 1 de "Secret Wars" que uso para ilustrar este artículo, es copyright Marvel.