martes, 13 de enero de 2015
Los hidalgos
En poco tiempo los comercios que pagan renta antigua en todas las ciudades de España van a tenerlo bastante mal. Situados en los centros urbanos, en áreas muy codiciadas, suelen ser negocios familiares, llevados a lo largo de varias generaciones con sudor y esfuerzo. Todo eso se acabó. El Gobierno ha decidido terminar con esas viejas rentas para locales comerciales que llevaban décadas pagando alquileres minúsculos por ley, y ahora los propietarios de los inmuebles van a poder pedir millonadas sin problema a quienes quieran ocupar esos espacios.
¿Qué va a pasar? que casi todos los comercios que pagaban la renta antigua o se trasladarán, abandonando sus locales históricos, o echarán el fechillo, como decimos en Canarias. Esos locales, que ahora serán carísimos, pasarán a estar ocupados por franquicias que puedan permitirse pagarlos y rentabilizarlos.
¿Estabas harto de Zaras, Desiguales, Bershkas, Stradivarius o McDonalds en tu ciudad? Pues ahora tendrás más que nunca, y las viejas pastelerías, mercerías o ultramarinos de toda la vida se extinguirán para siempre. Se acabó. Es el final de una era.
Como ya comenté en el post sobre AENA, esto lo que hará será extender el problema a toda la población. Cuando la propietaria de los aeropuertos españoles saca a concurso sus locales comerciales a precios obscenos, fuerza a los agraciados (es un decir) con las concesiones a vender sus productos muy caros para poder compensar los gastos mensuales a los que se enfrentan. Y al final pagamos siempre los mismos: AENA acaba cobrando de los ciudadanos, vía precios desorbitados en las tiendas Duty Free, sus exagerados precios de alquiler a las franquicias. Las ciudades españolas pagarán, por su parte, esta nueva medida gubernamental, perdiendo algo más de su riqueza comercial original, la que las hace especiales y diferentes; las tiendas que habían sobrevivido a la Guerra Civil o a dos Guerras Mundiales. Las "tiendas de toda la vida" se han acabado.
Cuando llegué a Madrid de crío una de las cosas que más me asombró no fue El Corte Inglés, sino una tienda en la calle Preciados que tenía el precioso nombre de "Sanatorio de Muñecos". Hasta escribí un corto, que nunca hice, con idéntico título. Lo que hacía especial a Preciados era aquel sonoro nombre que me llenaba la cabeza de historias. Pues se acabó, no más "Sanatorio de Muñecos", que llevaba, al parecer, abierto desde 1916.
¿A quién beneficia todo esto? A los propietarios de los edificios, claro, que estaban hartos de tener que cobrar unos alquileres muy bajos por unas propiedades céntricas y con gran potencial. A los rancios herederos de los Hidalgos de los años cervantinos, los "hijos dalgo", los rentistas, las familias ultraconservadoras que mantienen a partidos como el que nos gobierna en el poder. Gente que define el concepto "rancio". Pura y genuina "casta española".
No niego que esas cosas tengan que pasar, son signo de los tiempos, y bla bla bla. Pero cuando vuestro centro urbano tenga todavía más franquicias baratas, sea aún más feo y más parecido a todos los centros urbanos de todas las ciudades del mundo, entonces acordaos de los hidalgos del Siglo de Oro y sus herederos actuales, los rentistas que sin dar un palo al agua viven del cuento. Es la tradición. Es lo de siempre. Es España.
Esa gente, fruto de la consanguinidad mantenida a machamartillo para sostener la sagrada propiedad privada dentro de la familia, pudo haber condicionado la historia de este país, y tengo la teoría de que probablemente por gente como ellos ocurrieron cosas como la contrarreforma, o el golpe del 36. Los inmovilistas. Los rentistas. Los hidalgos de rancio abolengo. Ahora van a cambiar de nuevo lo poco que quedaba de interesante en nuestros centros urbanos. Que tienen derecho, carajo, a cobrar lo que se les antoje por lo que es suyo. Pues claro. Acabáramos. Así se escribe la historia.
El grabado de un Hidalgo con su esclavo negro (sic) está en Wikimedia Commons bajo dominio público.
A peculiar galaxy near M104
Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.
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