sábado, 26 de abril de 2014

Españoles



En este artículo, David Torres habla de nuestra antigua tradición de maltrato a los animales, y usa el asunto para describir la sociedad española, que se mueve en un lodazal de atrocidades que no es sino reflejo de nuestra poca civilidad.

Sintonizando plenamente con el ideario y el mensaje de Torres, añado algo más. El que describe creo que es un esquema propio de sociedades autoritarias y de modelos feudales, único en nuestro entorno (Europa, Occidente), que se ha perpetuado hasta nuestros días. El siervo necesita válvulas de escape para la frustración y la violencia que acumula al no poder tener vías de salida de una existencia en perpetuo estado de frustración (se es vasallo hasta la muerte), y el sistema ha de facilitar esas válvulas de salida, que la represión (religiosa y militar) sólo puede contener parcialmente.

Esa violencia cotidiana necesita ser conducida, sea vía simulaciones de la guerra (como los deportes convertidos en espectáculos de masa) en las grandes urbes, o bien vía transmisión de la violencia a las castas inferiores (o a los iguales).

Y el siervo sólo tiene una casta inferior posible: los animales. El sistema sabía secularmente que debía de dejar esa vía de escape libre, lo que también implicaba una legislación que, si no es laxa, debe de saltarse sistemáticamente, algo que pasa mucho en España, un país repleto de normas que dictan la conducta hasta en la más nimia de las acciones, pero que “premia al siervo” no aplicándolas.

Esa conjunción perversa explica que en el Siglo XXI se mantengan esas actitudes medievales con respecto a los animales. Es algo ilegal, pero no se favorece que la ley se cumpla, o bien no se legisla al respecto. El caso es que la situación se mantenga. Seguro que esta forma de hacer las cosas les suena, porque impregna a toda la sociedad.

Estas situaciones forman parte de una estructura social no escrita, pero profundamente tatuada en la identidad del español: ser un siervo que vuelca su frustración en iguales e inferiores, sometido a la voluntad del cacique, heredero del Señor Feudal, que administra a sus siervos de forma sistemática vía redes clientelares.

¿Cómo acabar con esto? No es sencillo. Esta es una forma de pensar fundamental que se espera del pobrecito ciudadano español (y que los poderes fácticos se han ocupado bien de unir a la españolidad), que para algo la mama desde la cuna. El cambio pasa por modificaciones legislativas y de relación entre instituciones y ciudadanía, pasa por la reescritura de un nuevo pacto social que nos convierta, de puertas adentro, en el país occidental que queremos ser pero no somos. Implica dolor (sacar a las élites que han dirigido el país como un cortijo de sus poltronas duele) y un vía crucis que tarde o temprano habremos de comenzar a transitar. Y cuanto más tarde lo empecemos, peor será.


La ilustración, "El Torero", de "Los Españoles pintados por sí mismos", 1851 (o anterior). Está en dominio público en Wikimedia Commons, y no consta el autor.

sábado, 19 de abril de 2014

Tierras de destierro (los tontos del pueblo)


Este mensaje puede resultar un poco local, pero no olvidemos el viejo adagio que dice que la localizad puede dar universalidad. Aplica lo que vas a leer al lugar en el que vivas, sea Madrid, Toledo, Sevilla o Palma de Mallorca. La situación será, me temo similar. Con la excepción, tal vez, de Cataluña y el País Vasco, esto es el pan de cada día en el país.

Cada vez que oigo a un político canario hablar del cine encuentro una radiografía de las carencias personales de la persona detrás del cargo; hace años, cuando estaba intentando financiar mi segunda película todo un Consejero de Cultura me dijo que me daban dinero si les garantizaba alfombra roja en los Oscar. Ese es el nivel del paisanaje. Estoy oyendo ahora mismo en la radio la entrevista a un prócer lanzaroteño sobre su isla, centrada en las últimas cosas chachis que han pasado allí “para mejorar el turismo” (ya saben, lo único impotante por estos pagos). No hace otra cosa el hombre que hablar de Ridley Scott y el rodaje de “Exodus”, que si el mayor rodaje de todos los tiempos, que si “una isla de cine” (toma slogan), y pasar luego a su personal catálogo de fuerza bruta: el año que viene no se qué campeonatos en la isla que nos hacen “referente internacional” (siguen los topicazos), todo muy, muy bueno para el turismo, y en fin, sigue soltando esas ideas simplonas tan propias del provinciano, del hijo de una tierra de destierro.

Y no se olvida de recuperar Tindaya, claro. No puede faltar, tras un robo de 3.000 millones de pesetas a los ciudadanos (sin consecuencia judicial alguna) la criaturita insiste en ello, porque, habrá “un antes y un después” (vamos bien) de ese proyecto (por cierto: si no eres canario y no estás familiarizado con el escándalo de Tindaya, que retrató a la clase política, empresarial y ahora mismo a la judicial de esta tierra desde hace ya 20 años, y se sigue en ello, pues googlea la palabra Tindaya, y comprenderás de lo que hablo; vas a alucinar).

Aparte de una muestra de cómo funciona esta subespecie de gestores medio ágrafos alzados a puestos de poder por los misterios de la política canaria, y de cómo ponerse medallas de cosas que ni tienen que ver con ellos ni de las que deberían de regalarse mérito alguno (ocurren gracias a la lucha de pequeños empresarios y gente con visión, cosa de la que esa subespecie de politicastro carece), me da mucha pena que sobreviva como un virus ese espíritu miserable, que ignora a los propios y favorece a los “de fuera”, porque “lo de fuera es mejor”.

Ese desprecio al mérito de la gente que intenta pelear en tu tierra y ese baboso placer de lamer el suelo que pisan los guiris me parece un pecado de lesa humanidad. Vivir reflejado en el otro lleva a ignorar al propio, al propio hijo, lo que es un auténtico crimen. Ese señor, a quien no niego que hable de lo que se le antoje, pero que no da más de sí, debería de preocuparle sobre todo que cineastas y artistas locales puedan tener voz , una voz que se les niega sistemáticamente. Ridley Scott rueda en Lanzarote. Ron Howard en El Hierro. Vale. Eso da trabajo a mucha gente y trae riqueza. Ya lo sabemos. Es bueno porque nos pone en el mapa. Estupendo. Pero ¿Y nuestros cineastas? ¿Quién se acuerda de ellos? ¿Están condenados a ser notas a pie de página cuando prensa, literatura y clase política (que deberían ser ejemplares al respecto) les ignoran sistemáticamente?

¿Cuántos realizadores de Lanzarote conoces? ¿Cuántos tienen su propio imaginario personal y no han podido desarrollarlo? ¿Qué responsabilidad en ello tienen esas autoridades públicas que permanecen mirando hieráticas al horizonte en perpetuo desprecio al talento isleño? Nunca he entendido esta forma de pensar, tan de vendedor de enciclopedias a domicilio, tan oscura como el pelo de la dehesa, pero en versión isla. Con gestores así en puestos de responsabilidad, no es de extrañar que luego ocurran catástrofes.

Mateo Gil, Andrés Santana, Dunia Ayaso, Félix Sabroso, Juan Carlos Fresnadillo, Roberto Pérez Toledo, Antonia San Juan, todos han tenido que irse para que sus carreras sigan adelante (y han vuelto a contar historias en su tierra por puro amor).

Decenas de creadores canarios están condenados al ostracismo por un sistema que no les permite nacer como artistas. Y hay una enorme responsabilidad en ese desastre, en esa catástrofe que niega a los intelectuales el pan y la sal (sí, la gente del cine también son intelectuales) en manos de una clase política analfabeta e ignara.

El Festival de Las Palmas dio (y espero que siga dando pronto, ya que vuelve a iniciar su andadura) una oportunidad de escuchar la voz de muchos jóvenes cineastas canarios. Y esa voz empezó a sonar. Personal. Propia. Única. Pero nada más ha pasado, todo de nuevo se vuelve espejismo. El cine necesita apoyo público. Esas voces merecen ser escuchadas. Pero que eso lo entienda un señorito lanzaroteño aupado a dirigir la isla por los azares de D'Hont, puede ser un milagro. 

¿Tenemos la clase política que nos merecemos? No lo creo, o más bien no quiero creerlo. Tenemos una clase política que da vergüenza, eso sí. Y eso pasa en todo el país, además. Ya va siendo hora de cambiar las cosas. Ya está bien de que nos gobiernen los tontos del pueblo.

La foto que ilustra este texto la tomé en La Laguna, Tenerife, el pasado 8 de noviembre de 2013.

viernes, 4 de abril de 2014

Paradigmas y burbujas. El caso español (o una aplicación del paradigma de Kuhn a la ética social)



“Considero a los paradigmas como realizaciones científicas universalmente reconocidas que, durante cierto tiempo, proporcionan modelos de problemas y soluciones a una comunidad científica” (Thomas Kuhn)

Thomas Kuhn es un filósofo que ha aplicado el concepto de paradigma (llamando así a una forma de pensar mayoritaria en un cierto colectivo humano) a la filosofía de la ciencia, explicando de forma satisfactoria las contradicciones que en muchas ocasiones vemos ocurrir entre formas de pensamiento científico. Se trata por tanto de modelos epistemológicos.

También se puede extrapolar el concepto de paradigma de Kuhn a las sociedades, y más concretamente a los valores éticos en los que viven las personas.

El gran problema de las sociedades contemporáneas, es la coexistencia de múltiples paradigmas, que aparentemente pueden cohabitar, pero que en realidad no son compatibles. En un país occidental hay ciudadanos viviendo dentro de paradigmas que se contradicen unos con otros. Y los sistemas políticos deberían plantearse para actuar de forma justa el reconocer los paradigmas mayoritarios, plantear si representan un buen futuro para las sociedades y legislar bajo ellos. Bien puede pasar que el paradigma mayoritario en una sociedad sea problemático para la felicidad o la simple supervivencia digna de sus ciudadanos. Entonces creo que el político honesto debería iniciar una discusión acerca de las bondades y perjuicios que generará el paradigma imperante.

Sin embargo todo es mucho más complicado, y conviven gentes inmersas en paradigmas diferentes casi puerta con puerta: pueden ser religiosos, raciales, sociales, científicos, morales, éticos, y la convivencia generará conflicto, lo que llevará a que unos paradigmas absorban a otros y crezcan, otros se extingan. Podríamos aproximarlo a las burbujas en la superficie del agua jabonosa. Unas explotan, desapareciendo, y algunas crecen engullendo a otras.

En España actualmente el paradigma mayoritario, lamentablemente, no es el mismo que aquel en el que viven quienes han sido elegidos para gobernar. Estos pertenecen a poderosas sectas católicas, y/o reciben presión por parte de cabilderos que representan intereses privados. Algunos viven en el anterior paradigma clientelar que dio como herencia el dictador a su muerte, una especie de herencia del feudalismo que llega desde el Siglo XIX. Ese tal vez sea el paradigma más perjudicial.

El feudalismo entronca directamente con el caciquismo, y este con el clientelismo. La línea de herencia es clara, y ha sido la forma en la que el país se ha movido, ha respirado y ha gestionado su vida desde la edad media hasta el presente (no hemos tenido revoluciones políticas, ni científicas, ni culturales que hayan llevado al cambio necesario). Incluso el lenguaje coloquial posee giros directamente nacidos del inconsciente colectivo que hablan mejor que nada de cómo piensa, o pensaba, gran parte de España, hasta hace nada de tiempo:

-Usted no sabe con quién está hablando. (El cacique se pavonea ante el inferior)

-¿Y tú quién eres? (El equivalente del siervo cuando otro supuesto siervo le recrimina. Implica la negación del otro por no pertenecer a la casta superior)

Este régimen de castas, muy impenetrable, y tal vez lo que más nos aleje de las sociedades democráticas de occidente, y que en cierta medida nos asocia con culturas inmersas en paradigmas que anulan la permeabilidad social (como la hindú), es muy resistente. Y ha empezado a tambalearse (piénsese que hablamos de más de mil años de tradición) justamente en el Siglo XX y el XXI, cuando la casta considerada de siervos ha tenido acceso a la cultura, a la escolarización y a la lectura. Esto, que ocurrió en otros países en los siglos XVIII y XIX, en España ha llegado, por mor de la longevidad de la dictadura franquista, con cien años de retraso.

De nuevo hablo de la Ley del Aborto que el ministro Gallardón pretende cambiar. El Ministro impone su paradigma (minoritario, propio de una determinada secta religiosa) a la mayoría de la población, olvidando que ese paradigma no es en el que viven y con el que se conducen los ciudadanos para los que trabaja. El error básico de querer convertir los paradigmas minoritarios en leyes que generan desastres y caos. Así, los médicos, los ciudadanos, los colectivos de derechos sociales, los gobiernos de terceros países e incluso las asociaciones internacionales se han levantado contra las intenciones del ministro. El caso más significativo es el de los psiquiatras, que han puesto el grito en el cielo, pues de un par de informes generados por su gremio dependerá si una mujer puede finalmente abortar o no.

Con razón dicen los psiquiatras que quien eso estipula no entiende para qué sirve la psiquiatría, no comprende por qué un ser humano toma sus decisiones vitales, y considera en general a toda la ciudadanía como súbditos infantiles que deben ser tutelados por entidades superiores. Una manera de pensar, por otro lado, muy propia de paradigmas autoritarios, en los que el poder se ha de perpetuar entre escasos miembros de castas. Precisamente, el modelo español. Así, un ministro que no sabe nada de la realidad, ni de medicina, ni de psiquiatría, que aparentemente debería de ser destinado a un monasterio de clausura con voto de silencio, se permite el lujo de imponer su paradigma a una población atónita. Se trata de un ejemplo de lo que se ha dado en llamar “parálisis paradigmática”.

Otro ejemplo de gente que vive paralizada en su propio paradigma es lo que ha hecho Esperanza Aguirre, miembro de la casta, al verse tratada como uno más por un grupo de agentes de movilidad en Madrid, y que la prensa cubre intensamente estos días.

España es un país en el que la gente usa redes sociales, plataformas digitales de comunicación y móviles inteligentes. Pero que eso no nos engañe. El español piensa como un siervo, porque así lo ha hecho toda su cultura desde tiempos inmemoriales. La mayoría de los españoles actuales apenas son la segunda generación que ha tenido una formación universitaria. Yo pertenezco a la primera prácticamente. Antes que yo, nadie estudió en una universidad entre mis ancestros directos. El acceso al saber, fuente primordial de la emancipación de los pueblos (generando líderes cultivados y masa social receptiva al cambio), y sobre todo de la generación de nuevos paradigmas que anulen a los previos, respondiendo a las necesidades generales, es lo que puede hacer que España cambie y se incorpore de una vez al tiempo en el que vive. Nuestro país vive en su mente colectiva en un limbo de cien años (nos comparamos injustamente con los países islámicos, cuando nosotros mismos vivimos paralizados en unos modelos de conducta que van en contra de las normas de convivencia más elementales, generando esquizofrenias como la famosa inaplicabilidad fáctica de gran parte de lo que se legisla en el país, porque lo que se pretende va en contra de los intereses del paradigma imperante, generando inseguridad jurídica como consecuencia catastrófica pero directa de ello, entre otros muchos efectos negativos, como la impregnación de intereses políticos en el Poder Judicial, entre otros), con múltiples paradigmas que se consideran obsoletos e inoperantes en otras sociedades, aún plenamente activos. El cambio de paradigmas es lento, pero también es imprescindible para que las sociedades sobrevivan. Y España tiene aún un largo y tortuoso camino que recorrer para reclamar siquiera su posición entre los demás países del orbe occidental.

El paradigma de Kuhn convertido en una lucha dialéctica entre modelos es lo que genera las dinámicas en las sociedades humanas. El deseo común es que los paradigmas imperantes sean los mejores que sea posible y que sean buenos para la vida de las personas. En estos momentos miles de paradigmas incompatibles conviven en las sociedades abiertas, pero poco a poco van fusionándose en paradigmas mayoritarios, diseñados, se diría que de forma espontánea, por el bien colectivo. De otra manera, la convivencia de islamistas, cristianos, judíos, ateos y agnósticos en un país sería imposible, como hemos visto por la historia de sangre y fuego de las guerras de religión. Y sólo es un ejemplo.

No puede sobrevivir una sociedad que niega la investigación científica que use embriones humanos porque una minoría impone su paradigma medievalista a la mayoría social. Pero también puede ocurrir que el paradigma sea manipulado y distorsionado por intereses creados y cabildeos. Nadie dijo que esto fuera fácil.

La ilustración, de Wikimedia Commons, es el cuadro de José de Ribera "Un Filósofo" (circa 1630). Está en dominio público.

sábado, 29 de marzo de 2014

Homme Fatale




Cuando movía el guión de mi primera película, Fotos”, por diversas productoras, y entre caras de espanto e incredulidad -la lectura de aquel guión causaba ese tipo de reacciones y yo ya me iba acostumbrando-, un lector sacó a colación en un informe interno el cine del alemán Max Ophüls, que en aquellos años era precisamente uno de mis cineastas “de cabecera”. En la obra finalizada se puede encontrar algún intento de realizar largos planos coreografiados, una de las marcas de Ophüls, como homenaje al maestro, alguien que actualmente permanece condenado al olvido. Hace unos meses he vuelto a visionar su obra, y me he encontrado releyendo su corpus, uno de los más originales y fascinantes de la historia del cine. Por eso me parecía interesante hablar de una de sus películas menos conocidas.

“Atrapados” (“Caught”, Max Ophüls, 1949) fue, creo, la tercera película del director alemán en Hollywood. Es un excelente ejemplo de cine negro que apenas es recordado por los historiadores, en el que una mujer es destruida por un esposo dominante y perverso (tal vez un sosias de Howard Hughes) en una especie de reciclado de la premisa de “Ciudadano Kane” de Orson Welles en cierta clave de género. Es una obra que muestra la lucha de Ophüls por narrar sus películas a su manera en el ambiente de los estudios, y a la vez una película rompedora y a contracorriente en aquellos años, algo que la hace plenamente actual.

Invirtiendo el clásico motivo del cine negro de entonces, ejemplificado en “Laura” (“Laura”, Otto Preminger, 1944), “La mujer del cuadro” (“The woman in the window”, Fritz Lang, 1944), “Perdición” (“Double indemnity”, Billy Wilder, 1944) o “La dama del lago” (“Lady in the lake” Robert Montgomery, 1947), es el personaje masculino el homme fatale que arrastra a la perdición al ingenuo y bienintencionado personaje femenino. Un impresionante y rocoso Robert Ryan convierte a Barbara Bel Geddes -a quien muchos recordarán por su papel en las primeras temporadas de la serie “Dallas”, o por su rol de abnegada novia de un obsesionado James Stewart en “Vértigo” (“Vertigo”, Alfred Hitchcock, 1958)- en un guiñapo, una esclava sin identidad, a pesar de los ímprobos esfuerzos de James Mason, médico enamorado, por rescatarla de la relación sádica que la está destruyendo, y de la que es cómplice masoquista.

Ophüls narra la historia jugando con planos largos y movimientos de dolly, y podemos apreciar en varios momentos del metraje que aquello no debió de gustar demasiado a los ejecutivos de MGM, productora de la película, pues algunas escenas muestran largos planos secuencia con sofisticados movimientos de cámara que son cercenados a medio camino hacia bruscos planos fijos -en algunos casos con extraños saltos de eje: hay un ejemplo que duele, en el que la cámara, con Bel Geddes centrada en el encuadre, bascula ente Mason, a la derecha del cuadro, y Ryan a la izquierda. Se intuye que el movimiento de cámara se mantendrá en vaivén en un arriesgado y fascinante ejercicio que explicita el estado indeciso de Bel Geddes entre los dos hombres que forman el sistema planetario de su vida; entre el orden y el caos, entre la razón y la animalidad, pero el plano es literalmente cercenado hacia un plano general a espaldas del trío en mitad del movimiento-; parecen decisiones ajenas a Ophüls, tomadas por un tercero en la mesa de montaje, y lastran una narración sofisticada y llena de la sabiduría del director alemán para mover la cámara en un ballet con sus personajes, estilo del que hizo su característica y firma personal. Una lástima.

Atrapados” teje una alambicada y psicologizante trama alrededor de la posesión destructiva y la locura, y reflexiona también sobre la corrupción del alma humana sumergida en el capitalismo más salvaje, todo un subtexto para una película creada en plena Guerra Fría. El perverso Smith Ohlrig (Ryan) es una bestia con todos: con su mujer, con su secretario -y aparentemente lo más cercano a su amigo-, y con sus socios o empleados. Si el mundo no hace lo que él quiere, su corazón protesta y le responde con un amago de infarto. Esa actitud infantil, inmadura, egótica y brutal se ve fomentada por la obscena fortuna de la que disfruta, que le permite comprar vidas y seres humanos con sólo un gesto, con un simple susurro, sin que nadie le rechiste.

Ryan hace un papel sobresaliente, cercano a un arquetipo, encarnando a alguien corrompido por una vida consentida, llevado a convertirse en un sádico sin empatía, deshumanizado y cruel. Ante él, Bel Geddes y Mason, blancos, puros, bondadosos y generosos, viven una pasión prohibida. Rodeados de la maldad del todopoderoso marido millonario, no cejan en su ansia de libertad, de escapar de una casa que parece salida del subgénero old haunted house, una Casa Usher que se pudre como su amo.

Al final, la muerte revolotea cruelmente sobre los protagonistas, y la pérdida lleva a la libertad. El malvado Stack no tendrá lo que deseaba y sufrirá un infarto que estará a punto de ser definitivo. En un giro tragicómico, los amantes puros y honestos ganan su camino hacia nuevos pastos, mientras el rico de alma corrompida agoniza, no sin arrastrar todos una víctima inocente.

“Atrapados” es un cuento de terror reciclado en cine negro, en el que el marido celoso se convierte en un monstruo, y donde el que el maltrato centra una relación marital convertida en un juego de sadismo. Es una obra de interesante lectura contemporánea que invierte el juego del género habitual entonces y ahora -parece que hay constantes que perviven- y juega a la metáfora con el capitalismo salvaje y las desastrosas consecuencias que genera en sus víctimas y verdugos. Algo, qué duda cabe, de pura actualidad en estos días aciagos en lo que todo está en venta en nombre de un abstracto incomprensible llamado "deuda pública". 

Sólo nos queda el consuelo de que los malnacidos que han arrastrado al país en que vivimos al caos actual corran el mismo destino que Stack en la película. Algo que, desgraciadamente, es una de las ventajas de la ficción, que no del mundo real.

Este artículo fue publicado en el número 2 del periódico del Festival Internacional de Cine de Gijón, el 16 de noviembre de 2013. Lo he revisado un poco antes de publicarlo aquí.


El póster de Caught está en Wikimedia Commons. Copyright MGM. Se usa bajo supuesto de fair use.

sábado, 22 de marzo de 2014

La negación de lo público



¿No es desconcertante que sean los partidos de derechas los que aboguen de forma radical por la destrucción del Estado? Esa especie de “religión” del Tea Party que tiene como uno de sus mandamientos que lo público es malo (sin que nadie se pregunte por qué, y si eso es mejor que lo otro, cuando la evidencia científica y estadística afirma lo contrario, lo que hace que de nuevo todo esto parezca un asunto de fe) la profesan todos los políticos del partido en el gobierno en España en estos días.

Es desconcertante porque la mayoría de los miembros del gobierno actual profesan la religión católica y pertenecen a algunas de sus sectas más radicales. Y la religión católica tiene entre sus bases el concepto fundamental de familia. Siempre están hablando de la familia, ya sea por boca de las autoridades religiosas, o de ellos mismos. El discurso lo conocemos: El divorcio destruye la familia, el aborto destruye la familia, la educación laica destruye la familia, los gays destruyen la familia... Decidan ustedes el concepto y añadan la cola de que “destruye a la familia”, y tendrán solucionado el argumentario oficial de la derecha española.

Lo asombroso es el desprecio con el que miran a lo público, cuando lo público es exactamente la prolongación de la familia en la sociedad. Porque eso, que no otra cosa, son las prestaciones sociales, las asociaciones locales, los ayuntamientos, los gobiernos autónomos. El Estado es en realidad una prolongación del concepto de protección familiar extendido en el ámbito público, hacia los lugares a los que las familia no llega. Allí donde las personas pudieran estar desamparadas, el Estado prolonga, en una extrapolación perfectamente racional del orden natural heredado por nuestra especie, la obligación tácita que tenemos de protegernos unos a otros, esto es, de ayudar a los núcleos familiares en su tarea básica de desarrollar, alimentar y fomentar el desarrollo de seres humanos felices, solidarios, compasivos, y empáticos.

¿Qué si no es el Estado? ¿Qué si no son las prestaciones sociales, los servicios, la sanidad, la educación? ¿Qué si no la extensión de la familia al frío exterior de las casas?

Esa forma de ver las cosas, de considerar lo público como algo que todos nos hemos dado a todos para que nuestras vidas sean más dignas y vivibles, la metafamilia que la especie humana ha elegido para la protección de los suyos, curiosamente, no la entienden los mayores abogados del concepto familia de puertas adentro de las casas. Niegan a las sociedades el derecho de sustituir a la familia.

Es algo soprendente. Extraño. Y profundamente equivocado.

Pd.: ¿Y para qué? ¿Qué buscan? ¿Más dinero? ¿A qué esa obsesión por el aumento de beneficios a toda costa de la que hablé en un artículo anterior? ¿A qué ese deseo de poner todo lo que funciona en manos privadas? ¿Es que no se dan cuenta de que es insostenible? ¿Qué esperan sacar de Europa? ¿Convertirla en una nueva China, con trabajos miserables y ciudadanos trabajando como bestias por sueldos de miseria? ¿Privatizando todo lo que las sociedades construyeron como entidad pública con el sudor y la sangre de generaciones para que unos pocos se beneficien, empeorando servicios y encareciéndolos? ¿Encareciendo la miseria de los pueblos? ¿Y eso a quién beneficia? Desde luego, no al ciudadano, no a la gente. Cuando un gobierno se dedica a hacer esas gestiones se ha olvidado de para quién trabaja, algo tan simple como para sus electores, no para sus amigos, no para sus compañeros de casta, no para su modelo de vida. Sin embargo, hay una minoría de personas que hemos aupados a puestos de responsabilidad, y que aplican esa su religión incontestable a todo lo que tocan. De verdad, deberían, por el bien de todos, ponerse a pensar de verdad en lo que esperan de sus vidas y de sus actos, amplificados por la capacidad legislativa que se les ha dado. Y si en eso que esperan es lo mismo que esperan los otros, esos millones de personas que contemplan espantadas e incrédulas cómo se dilapida el trabajo de generaciones.

Ppd.: Hoy llegan las Marchas por la Dignidad a Madrid. Un político de derechas las ha comparado con partidos de ultraderecha. Ese señor de dudosa reputación en cualquier país civilizado había sido expulsado de su puesto nada más publicadas sus declaraciones. Ahí sigue.

La imagen, de Wikimedia Commons, "Pyramid of the Capitalist System" ("har löpt ut, bild av kapitalismen ur ett kritiskt perspektiv") 1911, está en dominio público.

sábado, 15 de marzo de 2014

Epistolario (6 de 5)



Ya sé que suena raro lo de "6 de 5", pero mandé esta carta-corolario a la Comisión de Sanidad, que se añade a la que ya he publicado aquí. Las notas al pie están al final.


Señorías,

Quisiera añadir esta carta como Corolario a la que les remití el día 22 de noviembre de 2013 respecto a la legislación española sobre el tabaco y el asunto de su matización legislativa (llamémoslo así) en las futuras (de existir) instalaciones denominadas “Eurovegas”. Por razones de espacio y enfoque del asunto obvié un gravísimo problema que afecta a esta ley y a otras, que creo es de máxima importancia en estos momentos.

Venía a decir el insigne jurista Federico de Castro y Bravo que el defecto de España de legislar sobre todos los asuntos de la vida ciudadana se suavizaba con el sistemático incumplimiento de lo legislado. Es decir, en España tenemos una sobresaturación de Leyes (¡según Hayderecho.com en España hay ni más ni menos que 100.000 leyes y normas en vigor! ¿Hay alguien en el país que las conozca todas? Es sencillamente imposible) y al mismo tiempo una costumbre secular de no aplicarlas debidamente. Todos saben, y más aún en este estado de Autonomías en que vivimos, que las leyes luego han de tener un reglamento de aplicación y en caso de asuntos con competencias transferidas, ese reglamento ha de ser confeccionado en cada autonomía y en ciertos casos luego pasará a los ayuntamientos para su implementación final.

Pues bien, yo resido en Madrid parte del año, la otra en Canarias y fuera del país en ocasiones, de modo que compruebo dolorosamente las formas en que aquí nos movemos. Les puedo asegurar que en Madrid la Ley del Tabaco de la que me ocupé en la primera carta no se cumple tanto como se debiera. No hay nada peor que tratar, señorías, un asunto de índole sanitaria y científica, desde el sesgo ideológico (generalmente un asunto de fe, para el que la realidad y la evidencia científica son meras molestias). Y eso ha pasado en Madrid. La Ley se ha implementado1 con pequeñas trampas en su camino, respondiendo a no sé qué intereses. Primero, al asignar su cumplimiento a los Ayuntamientos, se lleva el asunto en Madrid capital a un oscuro departamento “Antidroga” de la ciudad con una dotación presupuestaria ridícula. Luego, se asignan sólo dos inspectores en una ciudad capitalina de tres millones de habitantes y un millón de transeúntes, en horario sólo de mañana. Así estamos en Madrid, señorías.

Ante estos mimbres, se deja al ciudadano desnudo ante el incumplimiento, que habrá de denunciar él mismo. Así, y de forma sistemática, la Ley se incumple en todos los veladores cerrados en invierno (cuando tienen cerrados tres paraviendos pasan a ser considerados espacios cerrados por la Ley como bien sabrán), y en el interior de infinidad de locales. El otro día fui a la Academia de Cine (sita en la calle Zurbano, 3) y entré en un café que hay justo delante. A fecha de entonces, hace unas semanas, los clientes fumaban a plena luz del día en el interior. Les amonesté, sin éxito alguno. Le pedí al camarero que denunciara, obviamente sin éxito tampoco.

Porque, señorías, los camareros y trabajadores de hostelería sometidos ilegalmente a este tóxico viven en la actualidad en un estado de chantaje diario, pues no pueden denunciar a sus jefes so pena de ser despedidos fulminantemente vía la nueva legislación que regula el despido, cuando están sometidos a un riesgo laboral inadmisible en cualquier país. Les recuerdo que antes de la aplicación de la Ley, morían mil camareros al año por ser fumadores pasivos, es decir, les mataba el humo de los cigarrillos que sus clientes se fumaban dentro de los locales en los que trabajaban. Algo inasumible e intolerable. Pues bien, esos trabajadores han sido abandonados por la Ley que debe de protegerles a causa de la inacción de una Comunidad y un Ayuntamiento que parecen trabajar al servicio de otros intereses, no los públicos precisamente.

Pero el caso más terrible con el que me he enfrentado, que muestra bien a las claras el gran deterioro de la protección legislativa en este país, es el de un conocido e influyente político que fue descubierto fumando en el interior de un conocido bar de Madrid que al parecer frecuentan los parlamentarios. El caso ha sido probado con fotos y con vídeos que fueron emitidos por un canal de alcance nacional2. Es decir, existen además pruebas de que ese local incumple la Ley (es una Falta Grave, sancionada con 10.001 a 600.000 Euros de multa) y ese político ha incluido en una falta leve, sancionada con 30 Euros (que se convierte en grave si se reincide, por cierto). Sin embargo, a pesar de haber pruebas (suministradas en esta misma carta), y de tratarse de sanciones administrativas, nadie ha actuado de oficio contra ese político ni contra ese local. Es una especie de eterno retorno al pasado, a los viejos tiempos en los que, según seas, la Ley se te aplicará o no. Y gran parte del agravio cometido, y ahora, me temo, irresoluble ya, se habría resuelto con un pago público de tan nimia multa y una petición de disculpas, algo que, naturalmente, nunca ha ocurrido.

En cualquier país de nuestro entorno este comportamiento ignominioso en un servidor público le llevaría al escarnio y la vergüenza pública, y, ni que decir tiene, al cese o dimisión de todos sus cargos de forma inmediata, pues además de demostrar que los trabajadores de hostelería que le sirven, y los otros clientes del local que frecuenta, le dan exactamente igual, añade a ello, ya de por sí gravísimo, la carencia del menor respeto a su obligación de absoluta ejemplaridad, al tratarse de una persona con un cargo público que vive del dinero de nuestros impuestos y que debería de actuar de forma ejemplarizante siempre y en todo momento con respecto al cumplimiento de las Leyes que el Parlamento del que forma parte ha aprobado para todos los Españoles, él incluido. Un político ha de dar buen ejemplo de civismo y bonhomía en todo momento, y en todo instante. O no entiende cual es su función en el engranaje social, y entonces no debería de estar ocupando un puesto de responsabilidad.

La poca importancia que se ha dado al caso, y la completa inacción al respecto, nos demuestran que algo gravísimo, fundamental, básico, está fallando en los mimbres de nuestra sociedad. Si nuestros próceres, a los que se supone una elemental obligación conductual, actúan como hooligans y además no reciben castigo alguno por ello ¿Cómo queremos, con esos ejemplos, que los ciudadanos se sientan arropados y protegidos por las leyes? ¿Cómo se les puede pedir que respeten Ley alguna?

El caso de Madrid se multiplica con las declaraciones del actual Consejero de Sanidad, y a nivel nacional llega a su epítome con las de la Ministra del ramo, cuando ambos han puesto por encima de sus tareas ministeriales (la protección de la salud de los ciudadanos), en el caso Eurovegas, “el crear puestos de trabajo” (algo que obviamente no entra en sus competencias) como vana excusa para la no aplicación de la Ley en aquel recinto. Pues bien, tal y como convertimos nuestra legislación en papel mojado de forma sistemática, este dislate, que de nuevo en cualquier otro país llevaría a ceses inmediatos, se convierte en lo más normal. Con estas formas, vamos por el camino de que esta Ley se convierta en un trasunto de la de 1988, que nadie cumplía en ningún lado, para vergüenza de todos.

Y saben que esto es sólo un ejemplo de muchos. Les puedo poner otros que escapan al alcance de esta carta, como la Ley que pretende limitar a 30 días el pago de las facturas a empresas por parte de las Administraciones Públicas, que se incumple de forma sistemática desde el primer día de su aprobación, y que está llevando a la ruina a miles de empresarios.

Cabe entonces preguntarse ¿Para qué queremos leyes? ¿Para qué tanto esfuerzo si luego no se cumplen? ¿De qué sirve un Estado incapaz de sobreponerse a las presiones de intereses de todo tipo que le impiden proteger legislativamente a sus ciudadanos de forma efectiva?

Señorías, un país no se puede basar en mentiras, en legislaciones que se aplican a gusto del usuario, o en función de los intereses de los grupos de presión. Más aún en el caso del tabaco, en el cual todo el mundo nos mira y, sinceramente, estamos empezando con muy mal pie a dar la imagen de un país desnortado y al albur de los vientos que marquen los grandes intereses, obviando el interés ciudadano, la protección de la salud, y el Imperio de la Ley.

Sin otro particular, aprovecho la ocasión para saludarles cordialmente.
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1A pesar de intentos de cambiarla ciertamente torticeros y puramente ideológicos, que no ignorarán fueron tumbados por el TSJM, en un proceso que costó dinero a los ciudadanos, pues obviamente la Comunidad fue condenada al pago de costas, ante una Ley que sabían no podían modificar a la baja por definición, pero ese es otro asunto.
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2Pueden consultar esas noticias y los vídeos en estas direcciones de Internet:
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Pd.: Tras el envío de esta carta, el diputado Gaspar Llamazares se puso en contacto conmigo vía email para informarme de que la transmitiría a los miembros de la comisión de la Izquierda Plural en el Parlamento madrileño. Llamazares, médico de formación, siempre ha sido uno de los políticos más combativos a favor del respeto a la ley del tabaco y de la salud pública en general. Os mantendré informados de lo que ocurra.


La imagen está en Wikimedia Commons. Es Yoshiko Kuga, actriz, que trabajó con Akira Kurosawa en películas como "El Ángel Ebrio" (1948) o "The Idiot" (1951). La imagen está bajo licencia Creative Commons 2.0 genérico con atribución. Consta como autor en Wikimedia Style Server, una usuaria alemana de Flickr.

sábado, 8 de marzo de 2014

Administrados electrónicamente



Ya he hablado aquí de la que considero pésima gestión de la administración electrónica que este gobierno está haciendo (y los anteriores, y las administraciones de todo nivel, de esto no se salva nadie). Hace unas semanas el asunto ha vuelto a ponerse de actualidad por esta noticia.

De nuevo los viejos vicios de una administración que trata a quienes debería de servir como súbditos, una forma de pensamiento decimonónica que persiste, tozuda. Este estado de cosas me ha llevado a enviar a un par de Comisiones parlamentarias varias cartas que he publicado aquí, pero noticias como la que enlazo más arriba me llevan de nuevo a plantear varias preguntas que me gustaría que alguien respondiera.

1- ¿Por qué se exige utilizar los registros electrónicos sin otra opción en ciertas gestiones como las del IVA, si apenas un 50% de la población española tiene acceso a Internet? ¿Nadie se ha parado a pensar en qué puede hacer la otra mitad de españoles que no tiene acceso a la Red de Redes?

2- ¿Por qué se exige la identificación electrónica sin previo aviso cuando la mayoría de los apoderados societarios no pueden solicitarla, al haberse excluido explícitamente ese trámite de los poderes plenipotenciarios? ¿En base a qué irregularidades supuestas o a prevenir qué delitos se toman estas decisiones? ¿Existen precedentes o es simplemente "para prevenir"? ¿Qué pasa con los administradores que no pueden desplazarse para hacer esa gestión -exclusivamente presencial- por razones de salud o movilidad? ¿Y qué con los que tienen que modificar sus poderes una y otra vez cada vez que se cambia la legislación así, llenando los bolsillos de las notarías? ¿Es esto lo que se llama "seguridad jurídica española"? Sólo para tenerlo claro.

3- ¿Por qué se exige el relleno de formularios que se han vuelto más y más complejos a personas que no tienen la formación adecuada, cuando están diseñados para funcionarios especializados en fiscalidad e impuestos, sin el menor criterio de ergonomía o legibilidad? ¿Alguien siquiera sabe que esos conceptos existen? ¿Se vigila la accesibilidad de las webs públicas a discapacitados pero no así la accesibilidad a los -en ocasiones, indescifrables- impresos que todos los ciudadanos han de rellenar obligatoriamente? ¿Se plantea alguien cruzar datos entre administraciones para descargar un poco del esfuerzo al ciudadano?

4- ¿Por qué se exige el uso de pasarelas de trámites y firmas electrónicos que requieren una formación informática y técnica de la que la inmensa mayoría de la población carece?

5- ¿Por qué se exige a los ciudadanos la tramitación electrónica cuando la conexión a internet no es un derecho básico en realidad y se paga entre las más caras de toda Europa?

6- ¿Por qué se exige a los ciudadanos la tramitación electrónica cuando ello requiere la adquisición de caras piezas de hardware?

7- ¿Nadie se ha parado a pensar en las consecuencias de volcar ciertos trámites del lado del ciudadano? ¿Persiguen estas medidas simplificar la vida ciudadana o más bien descargar a la administración de tareas para disminuir el número de trabajadores públicos?

Es muy frustrante que sigamos entrando cronológicamente en el Siglo XXI pero España siga profundizando en su anclaje en el XIX, eso sí, vía internet.


La foto está en dominio público. Muestra a un grupo de funcionarios del Public Curator Office en Brisbane, Australia, realizando su trabajo en 1946. Queensland State Archives. Digital Image ID 2714. De Wikimedia Commons.

A peculiar galaxy near M104

Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.