Ya sé que suena raro lo de "6 de 5", pero mandé esta carta-corolario a la Comisión de Sanidad, que se añade a la que ya he publicado aquí. Las notas al pie están al final.
Señorías,
Quisiera
añadir esta carta como Corolario a la que les remití el día 22 de
noviembre de 2013 respecto a la legislación española sobre el
tabaco y el asunto de su matización legislativa (llamémoslo así)
en las futuras (de existir) instalaciones denominadas “Eurovegas”.
Por razones de espacio y enfoque del asunto obvié un gravísimo
problema que afecta a esta ley y a otras, que creo es de máxima
importancia en estos momentos.
Venía a
decir el
insigne jurista Federico de Castro y Bravo que el
defecto de España de legislar sobre todos los asuntos de la vida
ciudadana se suavizaba con el sistemático incumplimiento de lo
legislado. Es decir, en España tenemos una sobresaturación de Leyes
(¡según Hayderecho.com en España hay ni más ni menos que 100.000
leyes y normas en vigor! ¿Hay alguien en el país que las conozca
todas? Es sencillamente imposible) y al mismo tiempo una costumbre
secular de no aplicarlas debidamente. Todos saben, y más aún en
este estado de Autonomías en que vivimos, que las leyes luego han de
tener un reglamento de aplicación y en caso de asuntos con
competencias transferidas, ese reglamento ha de ser confeccionado en
cada autonomía y en ciertos casos luego pasará a los ayuntamientos
para su implementación final.
Pues bien,
yo resido en Madrid parte del año, la otra en Canarias y fuera del
país en ocasiones, de modo que compruebo dolorosamente las formas en
que aquí nos movemos. Les puedo asegurar que en Madrid la Ley del
Tabaco de la que me ocupé en la primera carta no se cumple tanto
como se debiera. No hay nada peor que tratar, señorías, un asunto
de índole sanitaria y científica, desde el sesgo ideológico
(generalmente un asunto de fe, para el que la realidad y la evidencia
científica son meras molestias). Y eso ha pasado en Madrid. La Ley
se ha implementado1
con pequeñas trampas en su camino, respondiendo a no sé qué
intereses. Primero, al asignar su cumplimiento a los Ayuntamientos,
se lleva el asunto en Madrid capital a un oscuro departamento
“Antidroga” de la ciudad con una dotación presupuestaria
ridícula. Luego, se asignan sólo dos inspectores en una ciudad
capitalina de tres millones de habitantes y un millón de
transeúntes, en horario sólo de mañana. Así estamos en Madrid,
señorías.
Ante estos
mimbres, se deja al ciudadano desnudo ante el incumplimiento, que
habrá de denunciar él mismo. Así, y de forma sistemática, la Ley
se incumple en todos los veladores cerrados en invierno (cuando
tienen cerrados tres paraviendos pasan a ser considerados espacios
cerrados por la Ley como bien sabrán), y en el interior de infinidad
de locales. El otro día fui a la Academia de Cine (sita en la calle
Zurbano, 3) y entré en un café que hay justo delante. A fecha de
entonces, hace unas semanas, los clientes fumaban a plena luz del día
en el interior. Les amonesté, sin éxito alguno. Le pedí al
camarero que denunciara, obviamente sin éxito tampoco.
Porque,
señorías, los camareros y trabajadores de hostelería sometidos
ilegalmente a este tóxico viven en la actualidad en un estado de
chantaje diario, pues no pueden denunciar a sus jefes so pena de ser
despedidos fulminantemente vía la nueva legislación que regula el
despido, cuando están sometidos a un riesgo laboral inadmisible en
cualquier país. Les recuerdo que antes de la aplicación de la Ley,
morían mil camareros al año por ser fumadores pasivos, es decir,
les mataba el humo de los cigarrillos que sus clientes se fumaban
dentro de los locales en los que trabajaban. Algo inasumible e
intolerable. Pues bien, esos trabajadores han sido abandonados por la
Ley que debe de protegerles a causa de la inacción de una Comunidad
y un Ayuntamiento que parecen trabajar al servicio de otros
intereses, no los públicos precisamente.
Pero el
caso más terrible con el que me he enfrentado, que muestra bien a
las claras el gran deterioro de la protección legislativa en
este país, es el de un conocido e influyente político que fue
descubierto fumando en el interior de un conocido bar de Madrid que
al parecer frecuentan los parlamentarios. El caso ha sido probado con
fotos y con vídeos que fueron emitidos por un canal de alcance
nacional2.
Es decir, existen además pruebas de que ese local incumple la Ley
(es una Falta Grave, sancionada con 10.001 a 600.000 Euros de multa)
y ese político ha incluido en una falta leve, sancionada con 30
Euros (que se convierte en grave si se reincide, por cierto). Sin
embargo, a pesar de haber pruebas (suministradas en esta misma
carta), y de tratarse de sanciones administrativas, nadie ha actuado
de oficio contra ese político ni contra ese local. Es una especie de
eterno retorno al pasado, a los viejos tiempos en los que, según
seas, la Ley se te aplicará o no. Y gran parte del agravio cometido,
y ahora, me temo, irresoluble ya, se habría resuelto con un pago
público de tan nimia multa y una petición de disculpas, algo que,
naturalmente, nunca ha ocurrido.
En
cualquier país de nuestro entorno este comportamiento ignominioso en
un servidor público le llevaría al escarnio y la vergüenza
pública, y, ni que decir tiene, al cese o dimisión de todos sus
cargos de forma inmediata, pues además de demostrar que los
trabajadores de hostelería que le sirven, y los otros clientes del
local que frecuenta, le dan exactamente igual, añade a ello, ya de
por sí gravísimo, la carencia del menor respeto a su obligación de
absoluta ejemplaridad, al tratarse de una persona con un cargo
público que vive del dinero de nuestros impuestos y que debería de
actuar de forma ejemplarizante siempre y en todo momento con respecto
al cumplimiento de las Leyes que el Parlamento del que forma parte ha
aprobado para todos los Españoles, él incluido. Un político ha de
dar buen ejemplo de civismo y bonhomía en todo momento, y en todo
instante. O no entiende cual es su función en el engranaje social, y
entonces no debería de estar ocupando un puesto de responsabilidad.
La poca
importancia que se ha dado al caso, y la completa inacción al
respecto, nos demuestran que algo gravísimo, fundamental, básico,
está fallando en los mimbres de nuestra sociedad. Si nuestros
próceres, a los que se supone una elemental obligación conductual,
actúan como hooligans y además no reciben castigo alguno por
ello ¿Cómo queremos, con esos ejemplos, que los ciudadanos se
sientan arropados y protegidos por las leyes? ¿Cómo se les puede
pedir que respeten Ley alguna?
El caso de
Madrid se multiplica con las declaraciones del actual Consejero de
Sanidad, y a nivel nacional llega a su epítome con las de la
Ministra del ramo, cuando ambos han puesto por encima de sus tareas
ministeriales (la protección de la salud de los ciudadanos), en el
caso Eurovegas, “el crear puestos de trabajo” (algo que
obviamente no entra en sus competencias) como vana excusa para la no
aplicación de la Ley en aquel recinto. Pues bien, tal y como
convertimos nuestra legislación en papel mojado de forma
sistemática, este dislate, que de nuevo en cualquier otro país
llevaría a ceses inmediatos, se convierte en lo más normal. Con
estas formas, vamos por el camino de que esta Ley se convierta en un
trasunto de la de 1988, que nadie cumplía en ningún lado, para
vergüenza de todos.
Y saben
que esto es sólo un ejemplo de muchos. Les puedo poner otros que
escapan al alcance de esta carta, como la Ley que pretende limitar a
30 días el pago de las facturas a empresas por parte de las
Administraciones Públicas, que se incumple de forma sistemática
desde el primer día de su aprobación, y que está llevando a la
ruina a miles de empresarios.
Cabe
entonces preguntarse ¿Para qué queremos leyes? ¿Para qué tanto
esfuerzo si luego no se cumplen? ¿De qué sirve un Estado incapaz de
sobreponerse a las presiones de intereses de todo tipo que le impiden
proteger legislativamente a sus ciudadanos de forma efectiva?
Señorías,
un país no se puede basar en mentiras, en legislaciones que se
aplican a gusto del usuario, o en función de los intereses de los
grupos de presión. Más aún en el caso del tabaco, en el cual todo
el mundo nos mira y, sinceramente, estamos empezando con muy mal pie
a dar la imagen de un país desnortado y al albur de los vientos que
marquen los grandes intereses, obviando el interés ciudadano, la
protección de la salud, y el Imperio de la Ley.
Sin otro
particular, aprovecho la ocasión para saludarles cordialmente.
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1A
pesar de intentos de cambiarla ciertamente torticeros y puramente
ideológicos, que no ignorarán fueron tumbados por el TSJM, en un
proceso que costó dinero a los ciudadanos, pues obviamente la
Comunidad fue condenada al pago de costas, ante una Ley que sabían
no podían modificar a la baja por definición, pero ese es otro
asunto.
2Pueden
consultar esas noticias y los vídeos en estas direcciones de
Internet:
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Pd.: Tras el envío de esta carta, el diputado Gaspar Llamazares se puso en contacto conmigo vía email para informarme de que la transmitiría a los miembros de la comisión de la Izquierda Plural en el Parlamento madrileño. Llamazares, médico de formación, siempre ha sido uno de los políticos más combativos a favor del respeto a la ley del tabaco y de la salud pública en general. Os mantendré informados de lo que ocurra.
La imagen está en Wikimedia Commons. Es Yoshiko Kuga, actriz, que trabajó con Akira Kurosawa en películas como "El Ángel Ebrio" (1948) o "The Idiot" (1951). La imagen está bajo licencia Creative Commons 2.0 genérico con atribución. Consta como autor en Wikimedia Style Server, una usuaria alemana de Flickr.
Pd.: Tras el envío de esta carta, el diputado Gaspar Llamazares se puso en contacto conmigo vía email para informarme de que la transmitiría a los miembros de la comisión de la Izquierda Plural en el Parlamento madrileño. Llamazares, médico de formación, siempre ha sido uno de los políticos más combativos a favor del respeto a la ley del tabaco y de la salud pública en general. Os mantendré informados de lo que ocurra.
La imagen está en Wikimedia Commons. Es Yoshiko Kuga, actriz, que trabajó con Akira Kurosawa en películas como "El Ángel Ebrio" (1948) o "The Idiot" (1951). La imagen está bajo licencia Creative Commons 2.0 genérico con atribución. Consta como autor en Wikimedia Style Server, una usuaria alemana de Flickr.