¿No es desconcertante
que sean los partidos de derechas los que aboguen de forma radical
por la destrucción del Estado? Esa especie de “religión” del
Tea Party que tiene como uno de sus mandamientos que lo público es
malo (sin que nadie se pregunte por qué, y si eso es mejor que lo
otro, cuando la evidencia científica y estadística afirma lo
contrario, lo que hace que de nuevo todo esto parezca un asunto de
fe) la profesan todos los políticos del partido en el gobierno en
España en estos días.
Es desconcertante
porque la mayoría de los miembros del gobierno actual profesan la
religión católica y pertenecen a algunas de sus sectas más
radicales. Y la religión católica tiene entre sus bases el concepto
fundamental de familia. Siempre están hablando de la familia, ya sea
por boca de las autoridades religiosas, o de ellos mismos. El
discurso lo conocemos: El divorcio destruye la familia, el aborto
destruye la familia, la educación laica destruye la familia, los
gays destruyen la familia... Decidan ustedes el concepto y añadan la
cola de que “destruye a la familia”, y tendrán solucionado el
argumentario oficial de la derecha española.
Lo asombroso es el
desprecio con el que miran a lo público, cuando lo público es
exactamente la prolongación de la familia en la sociedad. Porque
eso, que no otra cosa, son las prestaciones sociales, las
asociaciones locales, los ayuntamientos, los gobiernos autónomos. El
Estado es en realidad una prolongación del concepto de protección
familiar extendido en el ámbito público, hacia los lugares a los que
las familia no llega. Allí donde las personas pudieran estar
desamparadas, el Estado prolonga, en una extrapolación perfectamente racional del orden natural heredado por nuestra especie, la
obligación tácita que tenemos de protegernos unos a otros, esto es,
de ayudar a los núcleos familiares en su tarea básica de
desarrollar, alimentar y fomentar el desarrollo de seres humanos
felices, solidarios, compasivos, y empáticos.
¿Qué si no es el
Estado? ¿Qué si no son las prestaciones sociales, los servicios, la
sanidad, la educación? ¿Qué si no la extensión de la familia al
frío exterior de las casas?
Esa forma de ver las
cosas, de considerar lo público como algo que todos nos hemos dado a
todos para que nuestras vidas sean más dignas y vivibles, la
metafamilia que la especie humana ha elegido para la protección de
los suyos, curiosamente, no la entienden los mayores abogados del
concepto familia de puertas adentro de las casas. Niegan a las sociedades el
derecho de sustituir a la familia.
Es algo soprendente.
Extraño. Y profundamente equivocado.
Pd.: ¿Y para qué?
¿Qué buscan? ¿Más dinero? ¿A qué esa obsesión por el aumento
de beneficios a toda costa de la que hablé en un artículo anterior? ¿A qué ese deseo de poner todo lo que funciona en manos privadas? ¿Es
que no se dan cuenta de que es insostenible? ¿Qué esperan sacar de
Europa? ¿Convertirla en una nueva China, con trabajos miserables y
ciudadanos trabajando como bestias por sueldos de miseria?
¿Privatizando todo lo que las sociedades construyeron como entidad pública con el sudor y la sangre de generaciones para que unos pocos se
beneficien, empeorando servicios y encareciéndolos? ¿Encareciendo la miseria de los pueblos? ¿Y eso a quién beneficia?
Desde luego, no al ciudadano, no a la gente. Cuando un gobierno se
dedica a hacer esas gestiones se ha olvidado de para quién trabaja,
algo tan simple como para sus electores, no para sus amigos, no para
sus compañeros de casta, no para su modelo de vida. Sin embargo, hay
una minoría de personas que hemos aupados a puestos de
responsabilidad, y que aplican esa su religión incontestable a todo lo que
tocan. De verdad, deberían, por el bien de todos, ponerse a pensar
de verdad en lo que esperan de sus vidas y de sus actos, amplificados
por la capacidad legislativa que se les ha dado. Y si en eso que
esperan es lo mismo que esperan los otros, esos millones de personas que
contemplan espantadas e incrédulas cómo se dilapida el trabajo de
generaciones.
Ppd.: Hoy llegan las Marchas por la Dignidad a Madrid. Un político de derechas las ha comparado con partidos de ultraderecha. Ese señor de dudosa reputación en cualquier país civilizado había sido expulsado de su puesto nada más publicadas sus declaraciones. Ahí sigue.
Ppd.: Hoy llegan las Marchas por la Dignidad a Madrid. Un político de derechas las ha comparado con partidos de ultraderecha. Ese señor de dudosa reputación en cualquier país civilizado había sido expulsado de su puesto nada más publicadas sus declaraciones. Ahí sigue.
La imagen, de Wikimedia Commons, "Pyramid of the Capitalist System" ("har löpt ut, bild av kapitalismen ur ett kritiskt perspektiv") 1911, está en dominio público.