Estamos pasando unas horas críticas en las que Grecia puede entrar en suspensión de pagos. Las autoridades europeas están demostrando en este asunto una incompetencia rayana en la demencia. Y el término temido, la salida de Grecia del Sistema Monetario Europeo (el "Grexit", parlabra compuesta de los términos "Greece" y "Exit" -salida-), está más cerca que nunca.
No añadiré mucho a
las citas que pongo aquí y que tomo con permiso.
El laureado economista Paul Krugman (Premio Nobel en 2008), esta
semana, en su blog del NYT, hablando del Grexit dice esto:
In
truth, this has never been a fiscal crisis at its root; it has always
been a balance of payments crisis that manifests itself in part in
budget problems, which have then been pushed onto the center of the
stage by ideology.
Traduzco libremente:
A decir verdad, esta
nunca ha sido una crisis de deuda; siempre ha habido un equilibro de
crisis de pago que se manifiesta parcialmente en problemas
presupuestarios, que se han colocado en el centro del escenario por pura ideología.
En los comentarios de
ese mismo artículo de Krugman, un ciudadano de Massachussets, Ron
Cohen, escribía:
In
this country we are beset by a form of neoPuritanism, a conviction
among an elite business class that the vast majority of their fellow
citizens are "takers," lacking the virtues of enterprise,
diligence and thrift that confer on their small, self-elected body
the role of "makers," and the benefits to which that role
entitles them.
In Europe a similar conviction descends from the
continental Protestant traditions. Common to all is the idea that
worldly success is at once the sign and reward of ethical
superiority. Put more plainly, the Greeks have got what they
deserve.
The ideology that Krugman refers to (the last word in
his post) is no doubt an oblique reference to the austerity imposed
on the Greeks mainly by the Germans, who have treated this as a
morality play, conveniently oblivious to their own role in causing
the problem, and indifferent to the human suffering that has
resulted.
Vuelvo a traducir libremente:
En
este país estamos dominados por una forma de neoPuritanismo; la
convicción entre la élite de los negocios de que la mayoría de los
ciudadanos son “arrebatadores”, que carecen de las virtudes de
emprendimiento, diligencia y ahorro que confieren a su pequeño y
selecto grupo el rol de “creadores”, y los beneficios que ese
rol les otorga.
En
Europa existe una convicción similar basada en las tradiciones
protestantes. Se ha extendido la idea de que de que el éxito mundial
es el signo y la recompensa de una superioridad ética. Dicho más
llanamente, que los griegos tienen lo que se merecen.
La
ideología a la que se refiere Krugman (la última palabra en su
artículo) es sin duda una referencia oblícua a la austeridad
impuesta a los griegos mayormente por los alemanes, que han tratado
el asunto como un juego moral, por supuesto convenientemente
ignorantes de su propio papel como causa del problema, e indiferentes
al sufrimiento humano que han causado.
En
ambos párrafos se resume la catástrofe en ciernes, de la que he
hablado antes aquí.
La ideología, no me canso de repetirlo en este país tan dado últimamente a este tipo de autoengaños, es la principal enemiga
del pensamiento claro y libre, que sólo puede ser asistido por los
datos empíricos y la elaboración de modelos sin el filtro mental de
las preconcepciones.
Como si se tratara de otro fanatismo religioso, las ansias de
revancha, el modelo infantil de tratar al otro (países enteros en
este caso), no como un igual, sino como un conjunto de descriptores
originados en el prejuicio, lleva a catástrofes. No se pueden
generar modelos económicos sobre ideologías de buenos y malos.
Llegan momentos críticos en la Historia de Europa, y nadie parece
darse cuenta.
El
sufrimiento humano generado por esta obesión ideológica por la
austeridad no tiene nombre, ni perdón. Hay que pararlo cuanto antes.
El Grexit puede terminar con el Euro. Espero
que ahí fuera haya alguien pensando, de verdad lo espero.