sábado, 16 de mayo de 2015

In the end



En estos tiempos de generalizado atolondramiento, especialmente en el mundo empresarial y político, en el que una palabra mágica, "emprender", sustituye a otras menos bonitas, como "subempleo", "autónomo" o "contrato precario", la realidad suele ser terca a pesar de la nube de tontería que surge de tantos coaches, redactores de discursos y frases vacías que no son sino parches a un sistema en desmoronamiento.

La evidencia nos dice que la mayoría de las iniciativas empresariales en España fracasan. La estadística es bien clara: apenas un 10% de las empresas que se crean llegan a los 10 años de vida. En román paladino: el 90% de los "emprendedores" que están detrás del nacimiento de cada empresa estarán condenados al fracaso.

De eso, claro, no de habla en absoluto.

De esa "mayoría silenciosa" (usando un término muy caro a este gobierno) que hipoteca sus casas y las pierde, o es avalada por familiares que son arrastrados a la ruina cuando el negocio apoyado cae, de esa mayoría callada que es luego convertida por una banca dictatorial en un colectivo de parias sociales, de esas personas que son las que levantan este país cada mañana, con uno de los pagos de autónomos más altos del mundo, sumidos en una nación repleta de trabas burocráticas arteras que nadie jamás ha osado tocar, dominado por un oligopolio de megaempresas insertas en el IBEX que en realidad castiga la iniciativa, no la premia, de ellos nadie dice nada.

Pero son la mayoría.

Ese 90% de emprendedores que fracasan son condenados al silencio, al olvido y al ostracismo.

Los casos de éxito, esos "case successes" que tanto gustan en los Porwerpoints de los vendedores de humo, son casos minoritarios, casi loterías, azares del destino. Y sin embargo los usamos como referencias de un sistema que está equivocado desde sus cimientos, convirtiendo la excepción en regla.

¿A que viene este arranque? A que acabo de asistir a otro fracaso, este silencioso, pero que habrá afectado a millones de personas, y muchos ni se habrán dado cuenta. Hace unos días dejó de funcionar RSS Graffiti. Era un servicio que automatizaba la publicación de entradas de tu blog (por ejemplo, este, que está alojado en Blogspot) hacia Facebook. A mi me solucionaba la vida, y era de uso cómodo. Permitía que cada entrada en mi blog pasara a la red social en pocas horas, aumentando las visitas, y dándole por tanto más visibilidad.

Me extrañó la detención inesperada del feed. La respuesta la encontré al final en la propia web de RSS Graffiti. La empresa lo ha eliminado; no ha sido viable. Cierran. Se acabó la aventura.

Sí, pasa en todas partes. También en USA, donde está afincada Demand Media, la propietaria de este servicio que ahora desaparece. Un puñado de gente pierde sus empleos, emprendedores se ven de la noche a la mañana perdidos y en la calle, varios inversores se verán seriamente comprometidos. Así es el mundo, así es la vida. Es lo normal. Lo que pasa en la mayoría de los casos.

Basten estas líneas para agradecer el servicio a RSS Graffiti, y a la gente que trabajó en él. Programar aplicaciones de este tipo para redes sociales es un esfuerzo ímprobo, y depender de monstruosos oligopolios como Facebook al final no es tan rentable como parecía. Ya he hablado antes de lo mal que me caen las redes sociales.

En otra ocasión hablaré de un fracaso similar que ocurrió en una de las mayores empresas de efectos visuales para cine, hace un par de años. Ya no existen tampoco. También pasó en USA, pero será otro cuento.

La diferencia es que en aquel país, los emprendedores pueden seguir con sus vidas si yerran, e intentarlo de nuevo con otro proyecto ilusionante. En España en situación análoga, serán deudores de por vida. Y podrán perderlo todo, lo suyo y lo de sus propios hijos, padres y familiares. En USA, gracias a una legislación que en ese aspecto es pro ciudadano, salieron de la recesión hace tiempo. En España y Europa, por mucho que nos canten las sirenas, estamos igual, o peor. Y en parte la combinación letal de una legislación caduca y lesiva y una obsesión demente por el recorte en contra de toda la evidencia (por supuesto, como toda obsesión, nacida de la ideología, no de la realidad), nos lleva por el mismo camino desastroso.

En España un meta servicio como RSS Graffiti no hubiera podido ni siquiera nacer. Al menos en USA pudieron luchar por sobrevivir.

El icono que uso para ilustrar este texto está en la página de RSS Graffiti en Facebook.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...