Mi amigo Manuel Ojeda me ha mostrado un
incunable de su colección. Se trata de un número de 1934 de la
revista Blanco y Negro, dedicado especialmente a las islas Canarias.
Dos años antes de que medio país se lanzara a matar a la otra
mitad, la revista contaba a sus lectores un mundo idílico, en el que los empresarios
de entonces pagaban extensos anuncios a toda página llenos de texto,
y donde se puede ver, por ejemplo, la primera sede de la mítica
marca de cervezas Tropical en Las Palmas, cuando además, en el mismo sitio,
fabricaban pasteles.
Lo que más me ha interesado ha sido un
artículo en el que se explica la idea de cómo hacer llegar el
periódico directamente a las casas de la gente mediante la radio. El invento, un precursor del fax, aparece descrito pormenorizadamente en un
artículo titulado “El diario escrito en el propio domicilio”,
firmado por F. De Aragón, dentro de la Sección Radiotelefónica,
subtítulo “Lucubraciones Radiotécnicas”, de la revista.
Está ilustrado el texto con tres
imágenes. Una es una especie de esquema simplificado, otro muestra
el aparato, y el tercero es una ilustración artística en la que un
señor tan ufano recoge en bata los titulares del día en su aparato
impresor de diarios. Incluyo las tres imágenes en este artículo.
Tras una introducción en la que de
Aragón loa las posibles ventajas del futuro invento frente a los
“Diarios Hablados” de la radio, difíciles de seguir e imposibles
de guardar entonces para el futuro, comprobamos que el artículo está tomado
de otro semanario, éste francés, llamado “Le Haut Parleur”, que
a su vez traduce del inglés otro artículo publicado originalmente
en la revista americana “Radio Craft”.
Pero lo más sorprendente es que el artículo original, y la idea del invento, aparecen firmados por "H. Gernsback", que no puede ser otro que el mítico Hugo Gernsback, editor de míticas revistas pulp como “Astounding Stories”, cuna del nacimiento del género literario fantacientífico y que publicó además muchas revistas de tipo técnico en los primeros años del siglo XX (de hecho, las primeras revistas que editó eran de ese tipo, como “Electrical Experimenter” en 1913 o “Modern Electrics” en 1908) e importó equipos y piezas electrónicas a Estados Unidos.
Su influencia es tal en el género de la literatura de ciencia ficción que se le considera el padre de este tipo de novelas (junto a Verne y Wells), y los premios más respetados en el mundo alrededor de ese género llevan su nombre: Los Hugo. Gernsback acuñó el término "ciencia-ficción".
Pero lo más sorprendente es que el artículo original, y la idea del invento, aparecen firmados por "H. Gernsback", que no puede ser otro que el mítico Hugo Gernsback, editor de míticas revistas pulp como “Astounding Stories”, cuna del nacimiento del género literario fantacientífico y que publicó además muchas revistas de tipo técnico en los primeros años del siglo XX (de hecho, las primeras revistas que editó eran de ese tipo, como “Electrical Experimenter” en 1913 o “Modern Electrics” en 1908) e importó equipos y piezas electrónicas a Estados Unidos.
Su influencia es tal en el género de la literatura de ciencia ficción que se le considera el padre de este tipo de novelas (junto a Verne y Wells), y los premios más respetados en el mundo alrededor de ese género llevan su nombre: Los Hugo. Gernsback acuñó el término "ciencia-ficción".
Hugo Gernsback era un imaginativo inventor y
de hecho llegó a patentar 80 aparatos. En sus revistas técnicas, grandes inventores como Nikola Tesla publicaron artículos, y
Gernsback hacía volar la imaginación ideando grabadoras de sueños,
gafas de realidad virtual o plataformas magnéticas para aterrizar
aeronaves.
El artículo de Blanco y Negro explica más o menos el
sistema de funcionamiento del aparato, con un tambor rotatorio en el
que se coloca la página del periódico a enviar, que es fotografiada
en pequeñas líneas por una lente que transmite a una célula
fotoeléctrica las zonas oscuras y claras, las cuales se traducen a
impulsos eléctricos (el “efecto fotoeléctrico” había sido
descubierto por Heinrich Hertz en 1887 y explicado teóricamente por
Albert Einstein en 1905 en su artículo “Heurística de la
generación y conversión de la luz”, que le supuso recibir el
Premio Nobel de física en 1921, recibiéndolo en 1923 el físico
Robert Milikan que demostró experimentalmente la teoría de
Einstein, cuando en realidad lo que había pretendido inicialmente
era rebatirla, en una de esas historias fascinantes que nos dan
reflejo del azaroso devenir de la Ciencia) que son enviados por el
aire o un cable al receptor, que hace el proceso inverso, imprimiento
sobre un papel colocado en otro cilindro, con una técnica presentada
al parecer en la Exposición Universal de 1933 y que permitía
diversas gradaciones de gris, lo que implicaría la posibilidad de transmitir fotografías junto al texto.
Es fascinante lo que se puede encontrar
uno en las viejas publicaciones, como el rastro de este hombre luminoso,
creador del género de la ciencia-ficción, en una revista publicada en un país que
estaba intentando salir de la oscuridad decimonónica, pero que iba a
caer por el abismo de una guerra fratricida, y que jamás se
recuperaría de la oscuridad que se adivinaba. Una oscuridad que
diezmó a generaciones. Y que sigue ahí, agazapada en cualquier esquina.
Las imágenes las tomé del ejemplar de la revista. Es curioso el nombre del periódico que el señor en bata recoge cómodamente de su receptor casero en la ilustración que abre el artículo: "Radio Times", que recoge en su portada el titular "Wall Street Booms!", algo así como "¡Wall Street Despega!"; realmente una visión optimista del futuro en los años de la Gran Depresión americana.
Las imágenes las tomé del ejemplar de la revista. Es curioso el nombre del periódico que el señor en bata recoge cómodamente de su receptor casero en la ilustración que abre el artículo: "Radio Times", que recoge en su portada el titular "Wall Street Booms!", algo así como "¡Wall Street Despega!"; realmente una visión optimista del futuro en los años de la Gran Depresión americana.