Veo perplejo cómo se desenvuelven los acontecimientos en esta Europa que parece
haberse vuelto loca, donde mandan los bancos sobre los gobiernos y
las deudas sobre las personas, donde los Estados renuncian a sus obligaciones, sin
consulta ni información a sus pueblos soberanos, donde los Gobiernos
legislan a mansalva a orden de algún Gran Hermano oculto en la
Troika a base de Reales Decretos para que no se note demasiado,
arrasando con derechos humanos básicos, viendo cómo Israel masacra
palestinos inocentes que a su vez fusilan a los suyos sin juicio,
mientras guerrillas financiadas por la inteligencia norteamericana
decapitan y fusilan o crucifican al otro que no piensa como ellos,
mientras miles de políticos sin mérito alguno han llegado a dirigir
empresas públicas a nuestro alrededor, o alcaldías, o consejerías,
o ministerios, y ante la menor sospecha de que han delinquido se
agarran como si estuvieran soldados a sus asientos, pienso en dos
cosas:
1- La inmensa mayoría
de los grandes Estados, vistos en su globalidad, en la escena
mundial, actúan como críos. Rabiosos, inconscientes, pensando en el
corto plazo, ajenos a las consecuencias de sus actos, básicamente
como niños estúpidos. Ya lo comenté en este artículo hace unos días.
2- Casi todas las personas que llegan a puestos de responsabilidad a través de
los aparatos políticos, cuando acceden a su meta, hace tiempo que
han atravesado su umbral de capacidad y se comportan como
incompetentes. Incluyo a la corrupción como la forma más primaria
de incompetencia en estos días en los que el Partido que gobierna el país se hunde en un lago fecal sin comprender la magnitud del desastre que han de afrontar, y sin haberse preparado para ello ni haber diseñado planes de contingencia, todo ello epítome de una incompetencia absoluta y sin remisión. El corrupto, lo vemos a diario con gente como Rato que no se creen "que esto les pase a ellos y no a los Pujol" es, o se vuelve, tan estúpido, supongo que de puro narcisismo (propio de los oligarcas por cierto), que es capaz de robar
a sus electores, a los ciudadanos, a quien sea, para... para... para algo que ni él mismo sabrá
responder ¿Para qué carajo robas, tío? También actúan como niños. Como hombres-niño. Incapaces de dar razones de sus acciones, incapaces de analizar las consecuencias de sus actos.
Pero al menos con los niños
tienes la esperanza de que aprenderán a pensar cuando crezcan. Ni
los Estados ni los hombres-niño son capaces de eso.
Así que veo que la gran verdad del inicio del Siglo XXI es que los Estados funcionan como
niños malcriados y que los políticos funcionan como estúpidos
incompetentes. Niños y tontos. Entre ambos, la Historia se escribe. Eso sí que son renglones torcidos.
La solución no es el
diálogo ni las buenas intenciones. Es mano dura. Dura lex sed lex.
Sanciones. Embargos. Boicots. Cárcel para los corruptos, sin
excepciones. La casta, que vuelva a su cortijo. Se les acabó el recreo. El asunto de la niñería internacional ya lo comenté en el otro post.
Los niños aún están
aprendiendo a pensar. Los tontos ya no saben hacerlo mejor. Unos y
otros necesitan ser guiados, o retirados a un lugar en el que no
puedan hacer ni hacerse daño ¿Y quiénes son los responsables de establecer esas guías? Pues en última instancia, nosotros. Los ciudadanos. Los que se supone colocamos en puestos de responsabilidad política a gente que nos haga la vida mejor, no peor.
La ilustración es una pintura de Jean-Baptiste Greuze de 1785. "The Spoiled Child". Está en Wikimedia Commons y en dominio público. Se puede ver en el Museo del Hermitage.