Más de 147 personas masacradas en la
Universidad de Garissa, en Kenia. Ha sido al parecer un grupo
yihadista llamado Al Shabab. Las fotos que se han publicado son un
horror. Cuerpos amontonados y superpuestos en charcos de sangre.
Personas a las que otras personas, ataviadas con una superioridad
moral o religiosa, deciden arrebatar el único regalo que tenemos, la
vida. Caray, qué superior hay que ser, caray, qué perdido hay que
estar.
Kenia es uno de los países más
hermosos del mundo. En su territorio está el lago Victoria, ahora
arrasado y convertido en una auténtica pesadilla (aquí en español, aquí en inglés) Pero también está
el Monte Kenia, el Mara, el Rift o las enormes extensiones de
sabanas, donde nació nuestra especie, y desde donde se puede ver el
legendario Kilimanjaro en la cercana Tanzania. No sólo es Kenia y
esa zona de África un monumento natural, sino que debería de ser
reverenciado por todos nosotros: pues todos venimos de allí. Nuestra
primera madre nos dio el don de la conciencia en aquel lugar o muy
cerca (probablemente en Etiopía, donde encontramos a Lucy), y nada
es más sagrado que eso, porque a partir de esos lugares emprendimos
el largo y tortuoso camino hacia la condición humana.
Pero no, todo lo contrario pasa en
Kenia y los países que la rodean; los Estados arrasados por el
colonialismo europeo, el África que intenta encontrarse a sí misma
resurgiendo de las cenizas que han dejado los Estados del norte que
la han vaciado y que siguen haciéndolo, no consigue escapar del
legado siniestro que les dejamos. Sí, nosotros. Españoles,
Franceses, Ingleses, Holandeses... Hemos usado ese continente lleno
de belleza hasta que lo hemos esquilmado, les hemos abandonado a su
suerte, y luego nos echamos las manos a la cabeza cuando los hijos y
nietos de las víctimas coloniales llenan el vientre del Mediterráneo
y del Atlántico convirtiéndolos en cementerios porque quieren poder
llegar a esta arcadia que les destrozó la vida y es incapaz de
arreglar el desastre. Esa arcadia que ven en la televisión por
satélite. Esa mentira que es Europa.
Cambiamos fronteras, enfrentamos a
etnias, colocamos a sátrapas, permitimos atrocidades sin nombre.
Pero parece que no nos basta; la Europa que ha herido a África, se
revuelve contra sí misma. Como un organismo metastásico, ahora
nuestro continente elige inmolarse, y se consume y se disuelve en sus
propios jugos gástricos. Gobernada por MBAs de traje cortado a
medida y desde los centros financieros de Londres o Berlín, Europa
ahora ha decidido que lo que toca es esquilmar a Europa. Ya sea
asesinando a Estados enteros (Grecia, España, Portugal, Irlanda), ya
sea condenando a sus propios pueblos a la miseria mediante el invento
perverso y suicida de la “deuda soberana”.
Europa se ha convertido en una sombra
de lo que fue, en el reverso tenebroso de lo que pudo haber sido.
Mirad en España: porque también han muerto más de 147 personas a
las que nadie ha devuelto sus ahorros de toda una vida que les
robaron cuando les vendieron preferentes, y nadie ha movido un dedo
por ellos. Porque también hay más de 147 enfermos de Hepatitis C
que se han ido para siempre porque no les dieron el Sovaldi que
necesitaban, mientras un gobierno de malnacidos (o estúpidos, me da igual, el resultado es el mismo) se dedicaba a hacer
ruedas de prensa. Porque se fueron más de 147 almas (7 más) en el
accidente del JK5022 y nadie todavía ha resarcido a sus familiares,
en un proceso vergonzoso que expresa el grado de marasmo e iniquidad
en el que vivimos. Porque más de 147 inmigrantes sin asistencia
médica en nuestro propio país habrán muerto a fecha de hoy, por
mucho que ahora el gobierno quiera devolverles parcialmente lo que
nunca debió de arrebatarles. Porque más de 147 personas habrán
muerto arrojadas de sus casas con apoyo policial cuando la banca
todopoderosa decidió que lo más importante era desahuciar a quienes
no podían seguir adelante. Porque 147.000 personas han muerto desde que la Ley de Dependencia ha sido olvidada en un acto de crueldad y negación del prójimo. Negar al otro, ignorar las consecuencias de los actos políticos, en muchas ocasiones desastrosas, gobernar como estúpidos, destrozar lo construido. En eso parece que somos maestros los europeos. Ahora lo que pasa es que nos negamos a nosotros mismos. Es la tendencia. Lo que se lleva.
Esos otros muertos no alfombran el
suelo en una imagen dantesca, como ha pasado en Kenia. Esos muertos caen poco a poco, como una gota malaya, sobre la conciencia de todos nosotros; son ese karma atroz de
la Europa de los derechos sobre el papel, que los ignora sistemáticamente. Esos
muertos no salen en la prensa, son silenciados por los mismos desgraciados que les han arrancado su dignidad, su derecho elemental a
la vida. ¿La diferencia? Los yihadistas enloquecidos que eligieron asesinar a quien no pensaba como ellos en Kenia son parte del problema. Los
yihadistas de la deuda externa y del neoliberalismo paneuropeo son la causa del
problema, el último ejemplo de un sistema equivocado. El Siglo XXI estrena su nuevo colonialismo, el interno; el de un continente
viejo que se devora a sí mismo, ya que ha esquilmado todo lo que podía
comerse a su alrededor.
Europa ha cometido vastos genocidios en
África y ha arrasado de tal manera ese continente, que ahora vivimos con
espanto el resultado de esos horrores silenciados e ignorados. Ahora Europa,
aburrida de sí misma, cegada en una maraña de ideología
ultraconservadora y neoliberal, practica el genocidio contra sus
propios ciudadanos. Y nadie parece querer verlo. La barbarie ha triunfado.
He soñado con poder dormir bajo las
estrellas africanas, en algún lugar de ese vasto continente lleno de
creatividad, belleza, riqueza y futuro. Y cada día mi propio
continente me recuerda los errores cometidos allí, sobre personas
que tienen tanto derecho como tú y yo a una vida digna, pero han
tenido la desgracia de nacer en unas tierras devastadas por nuestros
antepasados directos.
Los pecados de lesa humanidad que arrastramos sobre nuestra conciencia nos los recuerdan esos 147 muertos que ya esta mañana no eran sino una reseña secundaria perdida en la prensa online y de papel. 147 víctimas de los monstruos que hemos creado. 147 recuerdos espantosos que nos devuelven nuestra imagen en un espejo.
Los pecados de lesa humanidad que arrastramos sobre nuestra conciencia nos los recuerdan esos 147 muertos que ya esta mañana no eran sino una reseña secundaria perdida en la prensa online y de papel. 147 víctimas de los monstruos que hemos creado. 147 recuerdos espantosos que nos devuelven nuestra imagen en un espejo.
Europa: o cambias, o no hay camino de
esperanza posible. Todavía estamos a tiempo. Pero hemos perdido 147
oportunidades más. Y cada día seguimos perdiéndolas, en un reguero
de dolor insoportable, intolerable e inconcebible.
La imagen de esta puesta de sol en el Parque Nacional de Amboseli, en Kenia, está en Wikimedia Commons en Dominio público, y su autor es Derlangemarkus.