jueves, 23 de octubre de 2014

Dos historias de iluminación


El hambre ha devorado las almas, ha borrado las facciones humanas, la gente no vive, se pudre en una miseria irremediable ... Y por todas partes las autoridades acechan, como los cuervos, para ver si te sobra un cacho de pan ... y en cuanto lo ven, te lo arrebatan y te abofetean encima ...

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Los anhelos del hombre no tienen medida, sus fuerzas son inagotables; mas, a pesar de todo, en lo que atañe al espíritu, el mundo se enriquece muy lentamente, porque cada cual, deseando liberarse de su dependencia, se ve obligado a amontonar dinero en vez de conocimientos. Pero cuando los hombres maten la codicia, cuando se liberen de la prisión del trabajo forzado ...

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El placer de vivir lleva consigo la obligación de morir.

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Nosotros somos socialistas. Esto quiere decir que somos enemigos de la propiedad privada, que desune a los hombres, los arma a unos contra otros y crea una hostilidad irreconciliable de intereses; que miente cuando intenta ocultar o justificar esta hostilidad y pervierte a todos con la mentira, la hipocresía y la maldad. Nosotros decimos: la sociedad que considera al hombre únicamente como instrumento para enriquecerse, es antihumana, nos es hostil; no podemos tolerar su moral hipócrita y falsa; estamos contra su cinismo y la crueldad con que trata al individuo; queremos luchar y lucharemos contra todas las formas de avasallamiento físico y moral del hombre empleadas por esta sociedad, contra todos los métodos de trituración del hombre para satisfacer la avidez. Nosotros, los obreros, somos los que creamos todo con nuestro trabajo, desde las máquinas gigantescas hasta los juguetes para los niños, y, sin embargo, nos vemos privados del derecho a luchar por nuestra dignidad humana; cada cual se esfuerza y puede convertirnos en instrumentos para la consecución de sus fines; nosotros ahora queremos tener una libertad que nos permita conquistar, con el tiempo, todo el poder. Nuestras consignas son sencillas: ¡Abajo la propiedad privada!, ¡todos los medios de producción para el pueblo, todo el poder para el pueblo, el trabajo es obligatorio para todos! Como veis, ¡no somos unos motineros!

La Madre. Máximo Gorki. 1907


-Huele a fruta podrida

-Es el olor de la pobreza


Barbarroja. Guión de Masato Ide, Hideo Oguni, Ryûzô Kikushima y Akira Kurosawa sobre la novela "Akahige shinryô tan" de Shûgorô Yamamoto



La Madre es la historia de una iluminación intelectual. La de una mujer que pasa de la aceptación de su sino a tomar las riendas y decidir sobre su vida. Es la crónica de una maduración y de una decisión vital, con las consecuencias que trae consigo. El amor inquebrantable de una madre y la valentía de esta de saltar sus propios límites trascienden fronteras mentales, físicas e intelectuales.

“Barbarroja”, una película dirigida por Akira Kurosawa en 1965, cuenta otra historia de iluminación, la de un joven médico en el Japón del Siglo XVIII, conformando un relato de gentileza, humanidad y amor fraterno que te hace mejor sólo con sentarte a verla, y te ayuda a entender cómo cada persona puede y debe seguir su propio camino para alcanzar ese inefable lugar en el que finalmente comprendes por qué y para qué. Ese inaprehensible sentido final de las cosas y de tu propia vida en un universo aparentemente indiferente, en el que si algo tenemos las personas es a los demás para apoyarnos y seguir adelante. Estas dos obras, la de un escritor ruso exiliado en Estados Unidos, y la de un cineasta japonés amante de los escritores rusos, se complementan y cierran un pequeño cuadro de lo que puede pasar en el alma humana cuando finalmente comprende el camino que le ha tocado recorrer.



Las imágenes de Barbarroja y de La Madre (1926, Vsevolod Pudovkin) las uso acogiéndome al derecho de cita.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...