sábado, 10 de septiembre de 2016
El actor preferido de mi abuela
Este era el actor preferido de mi abuela, Delfina Almeida.
Se llamaba John Boles.
Cuando era niño me hablaba mucho de él. La imagen es de la película de la Universal "The King of Jazz" rodada en Technicolor de dos negativos, y que acaba de reeditarse totalmente restaurada a partir de los negativos originales (algo realmente poco usual). Es un musical alucinante y raro como pocos.
Boles fue una enorme estrella en su tiempo, y como otros actores de su época (caso de James Cagney por ejemplo), cantaba además de actuar; la imagen es de la canción "Song of the Dawn", que interpreta en la película. Hoy en día sobre todo se le recuerda por su papel de Víctor Moritz en el "Frankenstein" de James Whale. Por cierto, la canción la iba a interpretar Bing Crosby, pero tuvo un percance con su coche y aquellos días estaba pasando una breve temporada en la cárcel.
La imagen de arriba tiene ahora la friolera de 87 años, y parece sacada de un videoclip de Spike Jonze o David Lynch. "The King of Jazz" se rodó en 1929 y se estrenó en 1930. Fue una de las primeras películas que usaron el color a lo largo de todo su metraje, aunque se trataba de un color peculiar, pues los dos negativos de aquel primer Technicolor eran sensibles únicamente a los tonos rojo y verde, por lo que sumían al espectador en un mundo sin color azul. Algo irónico cuando en la película el número musical estrella era la interpretación de la "Rhapsody in Blue" de George Gershwing. Pronto, el Technicolor se perfeccionó con un tercer negativo, éste sensible, claro, al color azul que faltaba.
El peculiar lenguaje del color en el cine rodado en Technicolor durante los años 30 hasta los 50 es un asunto fascinante que se ha olvidado completamente. Hace un par de años dediqué un pequeño artículo a ello, centrándome en el director John M. Stahl.
"The King of Jazz" fue dirigida por John Murray Anderson, un especialista en el género, y por Pál Fejös (aunque no se le acreditó); Fejös es un interesante creador, que dirigió películas como "Fantomas" en 1934, y que se había formado con Fritz Lang y Max Reindhardt. Experimentó con diversas técnicas a lo largo de su carrera de una forma muy valiente. Además, se dedicaba a la arqueología y a la investigación científica cuando no hacía cine. Ya había dirigido para la Universal "Lonesome", uno de los primeros talkies (películas mudas con fragmentos hablados), y una olvidada obra maestra que merece la pena recuperar. Está a la altura del "Amanecer" de Murnau o de "The Crowd" de King Vidor.
Estas semanas publicaré una serie de tres artículos sobre la tecnología que está cambiando las formas de hacer cine en nuestros días; el de hacer películas es un arte cuya expresión siempre ha dependido de las técnicas disponibles en cada época. Entonces era el Technicolor y el sonido dando sus primeros pasos, y ahora son las herramientas digitales que lo invaden todo. Este artículo quiere ser un pequeño prólogo a esa modesta serie :-)
Tanto el poster como la foto de "King of Jazz" son Copyright NBC UNIVERSAL, y las uso acogiéndome al derecho de cita... y al de mi abuela de recordar a su actor favorito... ;-)
viernes, 2 de septiembre de 2016
¡“Sirena Negra”, premio al Mejor Maquillaje en los LA Shorts Awards de Los Angeles!
Beatriz Faura ha obtenido el LA Shorts Award al Mejor Maquillaje por “Sirena Negra”. Los premios se entregan en Los Angeles, todo un reconocimiento en la misma Meca del Cine ¡Felicidades, Beatriz!
"Sirena Negra" se acaba de proyectar en la sesión "a la fresca" del Festival de Sitges y ha pasado por varios festivales, como el de Bombay, donde obtuvo el Premio a la Mejor Actriz, o Gijón, y sigue su carrera internacional ¡Así que no podemos empezar mejor la temporada tras el final del verano!
El trailer del corto lo puedes ver aquí. Y aquí podrás leer algo de información sobre la película. Esta es la ficha de la película en Imdb.
Por cierto, aquí podéis visitar la web de Beatriz con muestras de sus trabajos, y este es su estupendo blog, en el que suele hablar de asuntos relacionados con el arte del maquillaje.
Aquí podéis ver la noticia en diarios como La Provincia, o El Digital de Canarias.
Por cierto, aquí podéis visitar la web de Beatriz con muestras de sus trabajos, y este es su estupendo blog, en el que suele hablar de asuntos relacionados con el arte del maquillaje.
Aquí podéis ver la noticia en diarios como La Provincia, o El Digital de Canarias.
domingo, 28 de agosto de 2016
Una velada de miedos, músicas y misterios
El pasado día 23 de julio en Avilés,
durante la celebración del Fetival Celsius 232 2016, Hijos de Mary
Shelley celebró una curiosa ceremonia. Se leyeron dos relatos del
último tomo de cuentos que acaban de publicar, titulado “Las
noches de Clairmont”, el sexto que probablemente sea el último.
El primer relato fue “La luz que no se apaga
nunca”, de Carlos Fidalgo, leído por él mismo, y el segundo fue
“Una pequeña tara”, escrito por mi y leído por el actor
Enrique Sánchez-Ramos. La de arriba es una fotografía del momento de la lectura.
La foto es de Laura Muñoz Hermida.
Además, Luis Antonio Muñoz y Enrique Sánchez-Ramos interpretaron (piano y voz respectivamente) la partitura recién descubierta de un misterioso y extraño compositor, Renè Lebiac, sobre quien Fernando Marías entrevistó en el escenario a Luis y Gonzalo Pernas. Toda una noche de misterios e historias inquietantes.
Además, Luis Antonio Muñoz y Enrique Sánchez-Ramos interpretaron (piano y voz respectivamente) la partitura recién descubierta de un misterioso y extraño compositor, Renè Lebiac, sobre quien Fernando Marías entrevistó en el escenario a Luis y Gonzalo Pernas. Toda una noche de misterios e historias inquietantes.
“Las noches de Clairmont”, editado
y dirigido por Fernando Marías, encierra en sus páginas, además de
los citados, relatos de Nere Basabe, Lord Byron, Isabel Camblor,
Cristina Cerrada, Valeria Correa Fiz, Milagros Frías, Santiago
García-Clairac, Berna González Harbour, Adrán Gualdoni, Raquel
Lanseros, Paula Lapido, Jesús Lens, Manuel Loureiro, Gabriela
Llanos, Lorenzo Luengo, Roberto de Paz, Gonzalo Pernas, Raúl
Pessina, Txani Rodríguez, Guillermo Roz, Felipe Samper, Javier
Serena, Percy Bysshe Shelley, Mary Shelley, Anamaría Trillo, Giny
Valrís y María Zaragoza. La expresionista (y tedparmeliana;
me acabo de inventar una palabra) portada del libro es obra de Javier
Olivares.
Si os interesa este nuevo tomo de la colección, no os lo perdáis. Y los demás todavía se pueden encontrar en los lugares más oscuros y misteriosos de las librerías, si sabéis buscar. Pero no os extrañe que el librero os mire con un poco de miedo, admiración y tal vez algo de envidia cuando los compréis; sólo los elegidos tienen acceso al conocimiento arcano que encierran.
La foto es copyright Laura Muñoz
Hermida e Hijos de Mary Shelley.
martes, 23 de agosto de 2016
"El libro en la maleta" en La Vanguardia
El diario La Vanguardia ha publicado en su sección cultural las recomendaciones literarias para este verano de varios escritores, entre los que me han incluido. El artículo se titula "El libro en la maleta", y es un inesperado honor aparecer junto a nombres como los de Jenn Díaz, Juan Marsé, Javier Pérez Andújar, Albert Forns, Sara Mesa, Arturo San Agustín, Eva Blanch, Ian Manook, Juan Antonio Masoliver Ródenas, Lucía Lijtmaer, Víctor Panicello, Marcos Ordóñez, Vicente Valero, Luz Gabás, Ángeles Mastretta, Sònia Hernández, Fernando Aramburu, Mauricio Wiesenthal y Almudena Grandes.
Recomendé dos novelas: "Aurora", de Kim Stanley Robinson, y "La isla del padre", de Fernando Marías, que obtuvo el Premio Biblioteca Breve.
domingo, 7 de agosto de 2016
"Sirena Negra" al aire libre
Como aperitivo a la edición de 2016 del Festival de Cine Fantástico de Sitges, se organizan unas proyecciones al aire libre de cortometrajes de género fantástico, llamadas Curts Fantastics a la fresca. Este año serán el 14 y el 19 de agosto, en el Port de Aiguadolç y en la piscina municipal de la localidad.
Si os apetece pasar por allí, el día 14 proyectan nuestro corto "Sirena Negra" -que el año pasado compitió en el Festival-, junto a obras de realizadores como Carlos Molinero, Pau Escribano, Marc Martínez, Gemma Castro, Olga Osorio, etc.
El póster oficial que uso para ilustrar este texto es copyright del Festival, y anuncia que la edición que se avecina va a ser trekkie...
sábado, 23 de julio de 2016
Realidad Aumentada
Estando en Avilés presentando "Los que sueñan" durante el Festival Celsius 2016, me encargaron un artículo sobre el fenómeno inusitado de Pokémon Go, el juego del que todo el mundo habla. Al final se publicó en los diarios La Provincia, de Las Palmas, posteriormente en La Nueva España, de Asturias (de donde he obtenido la foto) y luego en La Opinión de Málaga. Os pongo a continuación el artículo entero con un párrafo añadido como bonus que no pudo publicarse porque extendía demasiado el texto, pero que creo es necesario. Espero que os guste. Ahí va.
REALIDAD AUMENTADA
Elio Quiroga
Estoy en la preciosa
ciudad de Avilés, en Asturias, donde se celebra la V Edición de
Celsius 232, el Festival de Terror, Fantasía y Ciencia Ficción. Y
hasta aquí ha llegado el fenómeno de Pokémon Go: decenas de
personas pasean por el casco histórico de la ciudad, mirando
fijamente a sus teléfonos móviles, y haciendo gestos extraños ¿Qué
está pasando?
El juego se basa en la
llamada realidad aumentada o
realidad enriquecida;
una forma de interactuar con tu entorno en la que, gracias a un
ordenador, puedes obtener más información de la que el mundo real
contiene de forma natural, añadiéndola digitalmente. En mi novela
“Los que sueñan” que presento precisamente en el Celsius, el
personaje protagonista, Dante, tiene injertado en su corteza cerebral
un aparato que le permite percibir el mundo de esa manera, obteniendo
información extra que lo complementa. Así, mientras camina o habla,
su ordenador le aconseja caminos mejores para recorrer, o le chiva
las respuestas más adecuadas para sus charlas con otras personas.
Eso es por ahora
ciencia ficción, pero no lo es tanto el uso de la realidad aumentada
en los dispositivos móviles y tablets, mediante diversas apps:
que así se llaman los programas que se ejecutan en aquellos
aparatos. Desde lo más sencillo, que es un mapa de conducción en
tiempo real vía GPS, que todos los conductores hemos utilizado
alguna vez, a guías que se usan en el interior de los museos, que
conociendo tu posición física te suministran sonidos e imágenes
que complementan lo que ves, pasando, claro, por los videojuegos, que
tradicionalmente siempre han sido pioneros en usar cualquier
tecnología informática novedosa.
Pokémon Go es
un juego de realidad aumentada, en el que puedes ir paseando por tu
ciudad (te mantiene localizado por GPS) y capturando a la vez
pokémons (unos personajes de una serie de videojuegos y de dibujos
animados que tienen poderes mágicos; fueron creados por el
desarrollador de entretenimiento electrónico Satoshi Tajiri) que
salen a tu encuentro en el mapa real de tu entorno.
Los desarrolladores de
Pokémon Go no se esperaban lo que ha pasado, un éxito sin
precedentes. El juego es sencillo, rápido y barato. Nintendo, la
empresa creadora del producto, tenía una mala racha por las escasas
ventas de una consola de videojuegos, la Wii U, y lo estaban pasando
fatal. De repente la empresa ha pegado un salto enorme, recaudando
por ahora 7.500 millones de dólares, y duplicando su cotización en
bolsa.
Pero lo más
sorprendente ha sido lo que ha pasado entre la gente, entre los
usuarios del juego. Todo el mundo quiere jugar a Pokémon Go,
caminar por las calles de su ciudad mirando la pantalla del móvil,
donde el juego les mostrará en realidad enriquecida los pokémons
que les rodean y que pueden y deben capturar para seguir ganando
puntos, caramelos y polvo estelar (no me lo invento, es así; ambos
ingredientes dan más poder a tus pokémons y por tanto de pondrán
en mejor situación cuando te enfrentes a otros).
A veces esas cosas
pasan, y sin saber por qué un pequeño detalle de desarrollo
convierte a un juego normal, que no es gran cosa sobre el papel, en
un suceso mundial. Pasó con Angry Birds, o con Candy
Crush, y ha ocurrido otra vez con Pokémon Go.
Si la gente ya va como
perdida por la calle mirando a sus móviles mientras se comunican por
Whatsapp o Facebook, pero olvidándose de mirar hacia delante (a
todos nos ha pasado alguna vez), la locura se ha desatado con Pokémon
Go, y las gentes se encuentran en los parques o en las calles, y
distraídos cazando pokémons o enfrentando los suyos con los de
otros, pueden sufrir graves accidentes, algo con lo que, sin duda, el
desarrollador no contaba. No es la primera vez que pasa, aparte de
con los móviles. En países más conscientes que el nuestro, como
Reino Unido, las campañas para que la gente no camine por la calle
con sus auriculares a todo volumen, algo que causa varias decenas de
muertes por atropello al año, son moneda común.
La vida humana, y ahora
más que nunca, está en continuo cambio, y las tecnologías que nos
llegan cambian nuestras vidas sin que nadie haya probado previamente
las consecuencias de esos cambios en nuestras sociedades, o en
nuestras existencias cotidianas. Estamos viviendo un perpetuo
experimento, entre gozoso y peligroso, de la mano de cada nueva
técnica o producto masivo que se lanza al mercado. No sé si la
realidad aumentada ha venido para quedarse; la realidad
virtual, otra forma de inmersión en los mundos digitales, no
está funcionando como esperaban los fabricantes. Así, al menos
tenemos el consuelo de que el experimento es bidireccional: la
incertidumbre se reparte tanto entre nosotros, los consumidores, como
entre ellos, los creadores de tecnologías.
Los genios de Silicon
Valley definen una tecnología buena y positiva como aquella que
genera un acontecimiento rupturista, algo que cambia las
reglas del juego para siembre en las sociedades. Facebook, Whatsapp,
el iPhone o Internet, lo han sido, como lo fue en su día la radio,
el cine, la televisión o los libros impresos. Pokémon Go
está causando tales estragos que podría ser un nuevo acontecimiento
rupturista. Sólo
el tiempo lo dirá.
Por
de pronto, la gente lo consume ávidamente, puede que haya que
cambiar la legislación para que se multe a los jugadores que lo usan
mientras conducen o caminan, y ya se han dado casos surrealistas,
como el de una chica que jugando con esa app se encontró un
cadáver en mitad de un seto, o la locura que se generó en el
Central Park de Nueva York hace poco, algo que ocurre cuando el juego
propone zonas reales en las que hay que interactuar, tales como
Gimnasios Pokémon (donde puedes enfrentar a tus pokémons) o
los PokeStops, a los que los
jugadores acuden masivamente. Al mismo tiempo, personas con
graves problemas de relación interpersonal los están superando
jugando a esta app, que les fuerza a salir a la calle y
caminar entre la gente. Así, el juego está creando interesantes
serendipias a su alrededor. Y otras no tanto, como el hecho de
que un grupo de carteristas coordinado pueda aprovecharse de atraerte
a un PokeStop
llenándolo de pokémons y aprovechar para robarte, por ejemplo.
Pokémon Go no
ha nacido, con todo, de la noche a la mañana. Es fruto del trabajo y
el conocimiento acumulados por la empresa que lo ha desarrollado,
Niantic, que dirige John Hanke. Hanke fue de importancia vital en la
creación de Google Earth y Google Maps, y ya había desarrollado un
videojuego anterior que utilizaba la geolocalización vía GPS,
titulado Ingress.
En fin, estamos ante un
juego relativamente sencillo en su planteamiento (que no en la tecnología que utiliza) que genera una interacción social de
alta complejidad y una suerte de efecto mariposa al salir al
mercado. A veces esas cosas ocurren, y la inmensa mayoría de los
creadores de startups del mundo darían un riñón por saber
cuáles son los ingredientes para que estas explosiones inusitadas de
éxito se produzcan.
Pero precisamente son
inusitadas por eso: porque nadie, ni sus propios creadores, las
esperaban.
La foto es de Ricardo Solís, copyright La Nueva España. Fue tomada ayer día 22 de julio de 2016 en la Plaza de España de Avilés.
miércoles, 20 de julio de 2016
Presentando "Los que sueñan" en el Celsius
Hoy hemos presentado mi novela "Los que sueñan", Premio Minotauro 2015, en el Festival Celsius 232 de Avilés. Me acompañó y presentó José Manuel Estébanez, con quien charlé de algunos detalles de la novela, sin revelar spoilers, claro.
Luego tuvimos un montón de preguntas de los asistentes y firma de ejemplares. A todos los que fuisteis, gracias. Espero que lo pasarais bien.
Las fotos son Copyright Celsius 232.
viernes, 15 de julio de 2016
Cuando las cosas se hacen bien
Llevo mucho tiempo quejándome de la inacción de las administraciones en nuestro país, sobre todo de cómo nos venden servicios que en realidad son sólo marketing. Y cuando una cosa sale bien y las instituciones responden, es justo decirlo.
En la foto de arriba podéis ver el mal estado en que estaban algunas baldosas en la calle La Bolsa, de Madrid, todo un problema causado por el paso de los pesados camiones de reparto que llenan la zona por las mañanas, que hacía intransitable la zona, además de peligrosa para los peatones.
Hace un mes mandé la foto de arriba y una explicación del problema a la sección de Sugerencias y Reclamaciones del Ayuntamiento.
Ayer recibí este escueto email:
Y, efectivamente, el problema está arreglado.
Gracias al Ayuntamiento por habilitar ese servicio online, y sobre todo por responder tan rápida y satisfactoriamente.
jueves, 14 de julio de 2016
En el Celsius 232 2016
Este es el precioso póster que ha hecho David Rubín para la edición de este año de Celsius 232, el modélico Festival de Terror, Fantasía y Ciencia Ficción de Avilés, que dirige con inteligencia Jorge Iván Argiz con Cristina Macía y Diego García Cruz. Esta es su quinta edición, y he tenido la suerte de verlo crecer en estos años para convertirse en un referente internacional.
Este año estaré por esas lindas tierras asturianas presentando mi novela "Los que sueñan", que obtuvo el Premio Minotauro 2015, y hablaré un rato de eso que llaman "transhumanismo", así que si os pasáis por allí, pues nos vemos y charlamos de realidades virtuales y esas cosas... :-)
Ah, y además, Hijos de Mary Shelley presenta el último tomo de su sobresaliente colección de libros de cuentos, titulado "Las noches de Clairmont", al que he contribuido con un relato corto. Prometen sorpresas en esa presentación, algo que siempre es de esperar cuando la mente creativa e incansable de Fernando Marías, director del proyecto, está por medio.
En mi primera visita al Celsius, la II Edición, quedé impactado por el poderoso monólogo de Vanessa Montfort "Sirena Negra" interpretado con visceralidad, entrega y arrebato por la actriz y soprano Ruth González, dentro del corpus del apasionante proyecto Hijos de Mary Shelley. De aquella velada nació el cortometraje del mismo título, que hicimos el año pasado, adaptando la obra, y que se presentó en el Festival de Cine de Gijón y en Sitges, ganando posteriormente el Premio a la Mejor Actriz en el IV Short Film Festival de Bombay.
El programa es el siguiente por si estáis por allí:
-El día 20, miércoles, presentaremos "Los que sueñan" en el Auditorio de la Casa de la Cultura, a las 17:45 horas, de la mano de José Manuel Estébanez.
-El día 23, sábado, a eso de las 21:00 horas, el actor y barítono Enrique Sánchez Ramos leerá "Una pequeña tara", el relato que incluyo en "Las noches de Clairmont", el tomo de relatos de terror que ha publicado Hijos de Mary Shelley, del que, además, Carlos Fidalgo interpretará su relato "La luz que no se apaga nunca". Además, Gonzalo Pernás y Luis Antonio Muñoz interpretarán la performance musical Renè Lebiac, todo ello presentado por Fernando Marías.
Podéis consultar el programa completo de Celsius 232 2016 aquí.
¡Allá nos vemos!
martes, 12 de julio de 2016
Señales
Se ha publicado estos días en los pequeños artículos de las secciones econónicas de la prensa.
Esas que nadie lee.
Están pidiendo a Europa que alguien pague urgentemente un rescate a la banca alemana. Algo similar a lo que hizo la Reserva Federal norteamericana cuando cayó Lehman Brothers en 2008, una bancarrota que amenazaba con llevarse por delante a toda la banca de aquel país. Y casi lo hizo.
No se si os acordáis. Aquello fue el principio de la llamada crisis subprime, que fue el origen de la brutal conmoción económica mundial que todavía estamos padeciendo. Básicamente aquellos tipos de Lehman Brothers habían construido una estructura piramidal propia de trileros y habían conseguido que la economía norteamericana -y mundial- se basara en ella. Por cierto que los responsables de aquella enorme estafa apenas han pagado por su delito. Pero ese es otro asunto.
El problema es que ese nuevo rescate a Alemania y a sus bancos lo ha pedido a la desesperada un banco: el Deutsche Bank, el mayor ente financiero de Europa, que por cierto, y esto es muy importante, acaba de suspender los tests de stress norteamericanos y además los del Fondo Monetario Internacional.
Cuando un banco pide un rescate en voz alta sin miedo a ser escuchado es que su situación es tan penosa como desesperada. Y si lo hace el banco más importante del continente, ya ni os cuento cómo deben estar de mal.
Al parecer el estado de sus balances es un desastre que multiplica por 10 todo el producto interior bruto de Alemania, pero todo eso es una mínima conjetura, dada la falta de transparencia de la banca, que nadie se ha molestado en corregir, a pesar de ser la causa principal de la crisis de 2011.
Al parecer ahora mismo el problema del Deutsche Bank es de 3 a 5 veces mayor que el de Lehman Brothers según las fuentes que he consultado ¿os hacéis una idea?
Vamos, que el mayor banco europeo, que por cierto tiene una enorme inversión en riesgo español, esta muy seriamente tocado. O mejor dicho, está hundiéndose a cámara lenta y pidiendo a gritos a las autoridades europeas que les manden botes de rescate.
Y estas, pues como era de esperar, se ciñen a la poco flexible norma que rige esas cosas entre nosotros. O sea que no están haciendo nada de nada, vamos. Justo lo contrario que hicieron los americanos en su día. Como siempre.
Y hay más cosas feas cerca de nosotros.
En Italia se habla de que casi toda la banca de allí está en una situación irreversible y desesperada, con unos números rojos de más de 360.000 millones de euros. Los políticos italianos llevan unos cuantos años mirando hacia otro lado ante esa situación -practicando eso tan nuestro de ignorar los problemas a ver si desaparecen solos-, y ahora que les vienen elecciones, ni lo comentan, no sea que se les caiga encima el castillo de naipes que es ahora mismo la economía y la banca de allí.
Y no olvidemos el Brexit, que amenaza con un terremoto financiero tremendo.
Y la banca española está básicamente hecha polvo y sin hacer los deberes. Así de claro.
Y no os cuento del estado catastrófico de las finanzas griegas, portuguesas o irlandesas.
Y ni hablar de China, que parece que está lejos, pero en términos de crisis ya no hay distancias. De hecho la mayor parte de nuestra deuda la han comprado ellos. El efecto dominó está servido. Y cuando empiece no se podrá parar ya.
En fin, que estamos potencialmente peor que en 2011 para afrontar la que se nos viene encima, que puede ser mucho más grande. Se ve venir desde hace tiempo.
La primera crisis que estalló hace 5 años -en realidad 8- fue tan enorme sobre todo porque nadie estaba haciendo nada de nada para impedir cosas así. Vemos ahora que la situación se repite, y las reacciones a las señales de alarma, o mejor la completa ausencia de tales reacciones, también.
Llevo meses diciendo que las señales de alarma se multiplican. Estas revelaciones que salen estos días a la prensa, medio escondidas como si dieran vergüenza, apuntan a ello.
Y aquí no se están creando planes de contingencia por si pasa lo peor. Nadie sabe las consecuencias de la que se nos viene encima.
Sólo me queda recordaros que nuestro ministro de economía en funciones fue director en España y Portugal de... Lehman Brothers. Sí, de los trileros aquellos.
Hemos Tenido al zorro cuidando de las gallinas desde el primer día.
Uso el logotipo del Deutsche Bank para ilustrar este texto, acogiéndome al derecho de cita.
lunes, 11 de julio de 2016
User friendly
En informática, cuando
estudiamos cómo mejorar las formas en que las personas se comunican
con los ordenadores mediante el desarrollo de interfaces, que son
las formas en que las máquinas se relacionan con nosotros -los
iconos del Windows, el ratón, los trackpads, las pantallas
táctiles de los teléfonos inteligentes, o Siri, son formas de
interfaces-, manejamos siempre una premisa básica: todo ha de ser lo
más sencillo que sea posible para el usuario.
Lo llaman ser “user
friendly”, o “amistoso”, en el argot.
Así que digamos que
los informáticos tenemos la cabeza “diseñada” para intentar
hacer las cosas más fáciles a las personas que usan nuestros
programas para que sus vidas sean más sencillas. De ahí que cuando nos encontramos con cosas
innecesariamente complicadas, casi siempre hechas así para fastidiar al
usuario, nos llevemos las manos a la cabeza. Es algo que no
comprendemos.
Cualquier víctima de la burocracia española sabrá
perfectamente de lo que hablo. Los recursos y las técnicas no se
orientan en ese mundo a facilitar la vida al ciudadano, sino a complicársela. Por
las razones que sean, poderosos gremios se agazapan detrás de
alambicadas legislaciones que obligan a correr a las personas de
ventanilla en ventanilla, cuando una sencilla mejora de
recursos acabaría con la mayoría de las trabas burocráticas que
nos rodean. Pero claro, eso afectaría a gremios enteros que han
sobrevivido durante siglos de entorpecer la vida a los ciudadanos, encontrando soluciones a problemas que ellos mismos han creado.
Desde los procuradores judiciales a los notarios, pasando por los
registradores de la propiedad, los registros mercantiles y toda una
larga lista de partes interesadas, todos ellos viven de que la cosa
resulte complicada, de que todo se líe. Cuando lo
más sencillo sería habilitar formas para que la gente tuviera que
guardar menos colas o hacer menos trámites, una maraña enorme de
intereses creados se dedica justamente a lo contrario, y con gran energía, por cierto.
He dedicado algunos
artículos en años anteriores a mostrar cómo este tipo de
sinsentidos aparece en el pésimo diseño de las aplicaciones web de
las diferentes administraciones del Estado: todas complicadas sin
necesidad, todas incompatibles, todas pésimamente diseñadas, todas
tediosas a más no poder. Y desde el principio he expuesto la
solución: un instituto que haga esos interfaces homogéneos y
únicos, que los estandarice, de modo que una persona que tenga que
rellenar un formulario online en La Rioja se encuentre con los
mismos requerimientos que en Madrid o en Lanzarote. Pero para eso,
como siempre, hay que poner de acuerdo a infinidad de gremios,
instituciones y grupos anegados en sus propios intereses, y se requiere una gran voluntad política para negociar con ellos.
Y eso es lo más
complicado de todo, orientar una forma de pensar decimonónica que
considera que la administración debe de complicar la vida a la gente, a la idea opuesta. Combatir la inercia de siglos, el “pero es que
siempre lo hemos hecho así” que hemos oído tantas veces cuando
alguien está cómodo en su situación y no quiere que se le
complique la vida.
Un ejemplo reciente es
lo que ha pasado, curiosamente, con Vueling; una empresa privada, sí.
No voy a entrar en el desastre de gestión que implica la cadena de
cancelaciones de vuelos que se han producido estas semanas, fruto de poner
a la cabeza de la empresa a incompetentes a los que se pide unos
requerimientos de beneficio inalcanzables. El resultado es siempre un
desastre, pero nadie parece aprender de lo ya ocurrido. No sé si
Vueling resistirá y cerrará, problema de ellos por incapaces, pero
sí sé el problema que sufren sus usuarios, a los que, en teoría,
protege una legislación en forma de directiva europea, transcrita a
la ley española. Pero claro, como esas cosas se han legislado, no
“user friendly”, no "amigablemente", sino más bien atendiendo a los poderes de los
lobbies y grupos de presión con intereses en la industria
aérea, los ciudadanos a la hora de reclamar por casos como el de Vueling están de nuevo
desasistidos: primero has de reclamar por el retraso, cancelación o
falta de información directamente a la línea aérea y esperar respuesta, lo que se puede demorar a lo largo de semanas o meses. Luego,
habrás de ir a la institución estatal responsable del asunto, en
este caso la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, y esperar su respuesta, que
para colmo no es vinculante; ellos habrán de preguntar lo mismo a la
línea aérea y te darán su resolución basada en la
respuesta que reciban, que será la misma que te enviaron a ti.
Finalmente, si la línea aérea no acepta indemnizarte, habrás de
recurrir a los tribunales, donde casi siempre ganarás, pero, claro,
habrán pasado entonces más de dos años desde el momento en que se
produjo el daño, y la mayoría de los ciudadanos habrán ido
desistiendo en algún momento del camino. El sistema está diseñado
para frustrar al ciudadano, a pesar de que la ley es bien clara al
respecto, y tiene un cuadro de indemnizaciones si hay
cancelación, si hay retraso de más de dos horas, etc.
Lo “user friendly”, lo "amigable", sería una política de indemnizaciones automáticas en cuanto se
produjera el dolo. Después de todo, la línea aérea lo sabe todo de
ti: tus señas, tu mail, tu teléfono, tu cuenta bancaria, tu tarjeta, etc. Y
si se produce retraso o cancelación, en ambos casos hechos indiscutibles, se
debería de proceder de forma instantánea a la indemnización o a
consultar al menos al cliente qué prefiere, si nuevo billete, si
reembolso... lo que sea. Sin necesidad de un calvario de 24 meses como
mínimo y el recurso a al menos tres instancias consecutivas para
obtener algo a lo que todo pasajero ha tenido derecho por definición
y desde el primer momento.
Por ahora las cosas
están como están. El ciudadano damnificado debe de cargar con el
trabajo, la tensión y el sufrimiento de hacer valer unos derechos
que en teoría tiene, pero por los que ha de dejase la piel, mientras
que la gran corporación se mantiene abotargada, esperando que de
cada 100 reclamaciones sólo un par lleguen a juicio, ahorrándose el
pago de las 98 indemnizaciones restantes a gente que tiene perfecto derecho a
ellas.
Cerraré este artículo
otro día con un final, espero, un poco más optimista. Pero mientras
tanto, usad las hojas de reclamaciones, están para nosotros, y por
ahora son la única vía de pelear por lo que es nuestro, en este
mundo nada amigable.
Pd.: Otro ejemplo de
incompetencia pública que me pasó hace apenas un día, esta vez en el mundo real. Aquí
comenté hace poco que estoy peleando con la Ley de Dependencia
canaria. He intentado pedir una primera visita para obtener el grado
de discapacidad de un familiar cercano, pues ello permite que pueda
ejercer ciertos derechos que le asisten. Llego con el impreso y me
piden un certificado médico; una funcionaria me dice que si voy el
mismo día con la persona, hacen la revisión sobre la marcha. Otra,
en la mesa de al lado, me dice que la lista de espera es de 10 meses
(que al final es la realidad) ¿Cómo puede haber tal desinformación
dentro del departamento al que pido asistencia, entre dos funcionarios que están prácticamente uno al lado del otro? Voy a la médico de
cabecera a pedir el informe, que me dice que ella no puede hacerlo y
me remite a la enfermera de enlace, que me remite por su parte a la asistente social, que a su vez llama de vuelta a la doctora ante mi (quien al final no tiene ni
idea del trámite), y le informa de que tiene el formulario que debe
rellenar a ese efecto disponible online. Pido una nueva cita a
la médico de cabecera, ya que he perdido la anterior, y ella insiste ahora en que el familiar debe de
firmar una autorización “por protección de datos”. Cuatro
visitas y todo el mundo echando balones fuera. He perdido cinco días
entre medias, y todavía no sé cómo acabará la cosa. Lo elemental
sería un cruce de datos entre departamentos con acceso cruzado a las
bases de datos de los historiales médicos de los pacientes, es
decir, un proceso automático, perfectamente factible hoy en día, y
no molestar a los ciudadanos, que tienen que llevar papeles de un
lado al otro sin que ello sea realmente necesario en los tiempos de
internet. Ha resultado todo una suma inexcusable de escasa
competencia, mala gestión, pésima optimización de recursos, nula
información del personal sobre los procedimientos (algo tan grave que
me deja boquiabierto), y todo gracias, cómo no, a los recortes
presupuestarios, que llevan a una escasez de personal crónica en el Sistema Canario de Salud, y a las
consiguientes guerras interdepartamentales para mantener las cosas
“como están”, todo enmarañado, y a lo que asistes,
sencillamente, con la boca abierta. Y me pregunto ¿cuántos de mis
conciudadanos, necesitados de esa valoración de discapacidad, han
desistido por el camino al encontrarse con estos muros? Gente que
tiene trabajos de horario continuo, que a lo mejor sólo se pueden
escapar media hora para hacer trámites, se encuentran con horas de
espera, idas y venidas, y gente que se encoge de hombros. Sólo
tenemos tiempo en la vida; quitárnoslo inútilmente es algo cruel, y
mira que nos pasamos la vida bregando con la burocracia
constantemente. Cuando la administración por definición causa dolo
a quienes se supone sirve, es que algo va muy, pero que muy mal, en
todo esto. Esta es una de tantas cosas que hemos de cambiar en este
país de una vez... cuando gobierne alguien con cabeza, claro.
Mientras tanto, mi consejo siempre será el mismo: reclamad,
reclamad y reclamad. Que nadie pise vuestros derechos.
Porque son lo único que tenemos, y porque ha costado mucho llegar a
ellos.
Hice el collage fotográfico con el que ilustro esta imagen el 3 de abril de 2015.
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A peculiar galaxy near M104
Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.
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