martes, 9 de diciembre de 2014
Lo que quieren que olvidemos
Metro de Madrid está celebrando su 95 aniversario. Conmemorando el evento, han llenado los (vacíos, cosas de la crisis) murales para publicidad de muchas estaciones con pósters que muestran fotos de décadas pasadas con viajeros en vagones, andenes, obreros construyendo túneles, o viejas máquinas. El logotipo del 95 aniversario preside las imágenes (Por cierto, algún lumbreras que no ha viajado en Metro en su vida llegó a forrar los vagones de cabeza de varios convoyes con uno de esos enormes adhesivos con agujeritos formando un enorme mural conmemorativo... que impedía a los pasajeros en las estaciones ver el interior de esos vagones, algo que todos solemos necesitar cuando llega el Metro al que vamos a embarcar. La luminosa idea ha desaparecido, afortunadamente, pero, como siempre, la hemos pagado entre todos).
Voy al motivo de este texto. Resulta que en las fotos de momentos pasados de la historia de Metro de Madrid que muestran los pósteres hay una época que los creativos de la agencia publicitaria al cargo han preferido obviar piadosamente: los 40-50. Los años oscuros. Una época gélida, gris, atroz, deshumanizada, que convirtió este país en un gulag fascista en el que si te movías podías joderte la vida o la de tu familia. Los oscuros años de la venganza. Los mismos en que en mi tierra canaria cuatro caciques tiraban por los riscos a sus enemigos aprovechando que había carta blanca, o en los que muchos afectos al régimen, y el dictador mismo, hicieron limpieza sistemática de "elementos subversivos". Toda una serie de crímenes contra la humanidad por los que nadie ha pagado aún.
Miramos por encima del hombro y con piedad a rumanos, albaneses, polacos o alemanes del Este, cuando nosotros vivimos a lo largo de aquellos veinte años negros previos al desarrollismo en una época similar: pétrea y feroz, en la que los señores del feudo que mandó durante el siglo anterior recuperaron el poder a sangre y fuego y no dejaron prisioneros. No querían que el XIX terminara. Y lo consiguieron, convirtiendo el país en un pasaje del terror en el que los delatores y los amigos prosperaban, en el que se regalaban prebendas por los servicios prestados, y en el que unos repulsivos cuervos católicos decidían sobre las almas de los súbditos como en tiempos inquisitoriales.
Se asesinó a gente, se robaron niños, se destruyó a varias generaciones, y se sembró una nueva nación temerosa del poderoso, que no quiere meterse en líos, y que tolera los chanchulleos, ya que el sistema los permite como válvula de escape al desgraciado. Destruyeron España, en resumen, mediante purgas secretas, delincuencia consentida, corrupción en las esferas del poder y represión brutal. Muchos de aquellos polvos trajeron los lodos del desastre que somos en estos momentos: un país comandado por inútiles congénitos aupados por el mismo sistema insidioso y discreto que ha sobrevivido hasta hoy.
Por eso no hay pósteres con fotos de aquellos años tristes, en los que "1984" se volvía una realidad de la mano de la iglesia y el fascismo, cuando las gentes tristes iban cabizbajas en los destartalados vagones del Metro, hacia estaciones iluminadas con luces mortecinas en un país infeliz y ahogado, conscientes de que no había salida, de que la única esperanza era esperar y no destacar demasiado. Los problemas del país empezaron a resolverse en los bares.
En Rumanía al menos tuvieron la valentía de ajusticiar al repugnante Ceaucescu. Aquí, dejamos al cabronazo morir en la cama. En parte porque en aquellas décadas espantosas aquel tipejo castró sistemáticamente el alma de España. Y la convirtió en este país lleno de miedo y ágrafo que en el fondo seguimos siendo. Intentad que alguien rellene una simple hoja de reclamaciones, o que defienda sus derechos ante una autoridad. Mirad lo que acaba de pasar con el Juez Ruz, sin que nadie haga nada. El teatrillo falsario ante cientos de casos de corrupción, va y se rompe cuando alguien mete las narices donde no debe. Otro juez que se limita a hacer su trabajo, pero que toca los cojones a señores como el que aparece a la izquierda de la foto que ilustra este texto. Los que mandan. Los que mantienen todo como está. Los dueños. Los putos amos de este país, esos que consiguen prescripciones y ventajas destruyendo los escasos mimbres democráticos que tenemos. Los "Ustednosabeconquiénestáhablando". Esos psicópatas.
Una pregunta para terminar. Levanta la cabeza de tu móvil y plantéate esto: España posiblemente no salió del Siglo XIX hasta los años 60-70. ¿Estás seguro de que la España de hoy, con su decorado de hipsters y tablets ha entrado en el XXI? Si todo, en el fondo, sigue igual...
La foto, de la visita de Franco a Eibar en 1949 está en Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons con atribución. El autor es Indalecio Ojanguren ¿Veis el careto del señor de la izquierda lleno de advertencias ominosas al fotógrafo? ¿Veis a las fuerzas vivas cumplimentando al sátrapa? ¿Os hacéis a la idea de la mierda en la que vivieron nuestros padres y abuelos? No, no podemos ni imaginarlo. La obra fotográfica de Indalecio Ojanguren fue donada a la Diputación Foral de Guipúzcoa, la cual la está difundiendo bajo licencia CC-BY-SA.
jueves, 4 de diciembre de 2014
¡Premiados en Gijón!
THE MYSTERY OF THE KING OF KINEMA ha obtenido una Mención Especial del Jurado en el Palmarés de la 52ª Edición del Festival Internacional de Cine de Gijón, según reza el Acta del Jurado: “Por la apasionante recuperación de un pionero del cine a través de un trabajo riguroso y experimental.”
Es una noticia estupenda, y allí estuvimos, compartiendo una agradable velada de premios con los organizadores y los demás participantes.
Ha sido un festival genial, en el que he podido postrarme a los pies de dioses paganos como Terry Gilliam, Richard Lester, Yvonne Blake, Bill Plympton, Josefina Molina, Raúl García o Gonzalo Suárez.
La película está iniciando ahora su carrera de festivales, y esta Mención hará de efecto llamada, esperamos, a otros certámenes y, esperamos también, a distribuidores, televisiones y agentes de ventas. Así que pronto podréis verla. No os preocupéis, que os mantendremos informados.
¿Que de qué va? De un tipo llamado Max Linder, que hace cien años era el actor más famoso del mundo. Este señor:
En 1914 era el actor mejor pagado, ganando la asombrosa cantidad de un millón de francos al día. Pero en 1925 todo terminó abruptamente. Y empezó el olvido. Actualmente cientos de sus películas se han perdido para siempre. Pero su hija, con 90 años, lucha a diario porque su recuerdo reviva. Algo realmente sorprendente cuando su padre y su madre la abandonaron definitivamente, arrojándola al mundo, cuando apenas tenía 15 meses. Esta película cuenta sus historias.
En este post, que puse hace unas semanas cuando nos seleccionaron en Gijón, podéis ver algunas fotos del rodaje y la postproducción, que se han prolongado a lo largo de tres años.
La foto de Max Linder de arriba me recuerda mucho a esta. Qué cosas:
El pelo de punta de Linder, eso sí, lo consiguió mediante un Generador de Van der Graaf. Le gustaba el riesgo...
Los posters de "Be my Wife" y de "Eraserhead", los uso acogiéndome al derecho de cita.
miércoles, 3 de diciembre de 2014
Debatir para no debatir
Si veis estas semanas los dos programas matinales de discusión política de los dos canales privados considerados "progresistas" de la televisión nacional (En Cuatro "Las Mañanas de Cuatro" y en La Sexta "Al Rojo Vivo"), habréis comprobado algo cuanto menos peculiar: sus escaletas se parecen sospechosamente, y si zapeas alternativamente entre ellos veréis que tratan los mismos asuntos de forma simultánea.
Ambos canales pertenecen a sendos grupos mediáticos bajo grandes presiones gubernamentales respecto a su información política: Mediaset y A3Media, que actualmente están siendo seriamente coaccionados por el gobierno "a ver lo que dicen", mediante asuntos tan graves como la desconexión de canales (cuyo amargo sabor los dos grupos ya han probado hace unos meses), una resintonización demencial que se verificará el 31 de diciembre, y la posibilidad del retorno de la publicidad a TVE. El Gobierno, o mejor, el PP se ha quitado la máscara y, coincidiendo con el desembarco de sus huestes en la televisión pública (que están acabando de destruir), sus "mensajitos" a las televisiones "hostiles" han pasado a ser ya puro descaro.
Pero por ahora el dinero tira, y la audiencia manda, y Cuatro y La Sexta se reparten el goloso pastel de la audiencia descreída que abandona otros canales televisivos, generalmente gente joven, con opinión política formada, posiblemente de centro-izquierda, así que claramente los dos programas han entrado en una desigual lucha por las audiencias disputándose los mismos temas para intentar arrebatar al otro una décima de share tras cada pausa publicitaria, lo que hace que no hagan más que copiarse el uno al otro prácticamente en tiempo real, algo que pasa, si os fijáis, desde hace mucho tiempo en las emisiones simultáneas de los informativos de gran audiencia.
Vienen meses duros, a lo largo de los cuales el actual Gobierno va a hacer lo que sea por mantenerse en el poder, al acercarse un doble año de elecciones en las que el bipartidismo, es decir, "dejar las cosas como están", se la juega y en las que los estudios demoscópicos auguran la proximidad de una inexorable catarata arrasadora para PP y PSOE. Y las presiones deben de ser enormes, no lo dudo, añadiéndose a la pelea por el share. Interesante es ver cómo se habla en demasía estos días de Podemos o del Pequeño Nicolás, en detrimento de otros asuntos, y con claro interés, al menos en el primer caso, de desacreditar a la nueva (y peligrosa para el estado de cosas actual) formación política.
Pero vuelvo al asunto del mercadeo de audiencias que se traen La Sexta y Cuatro en esos dos programas simultáneos. Ayer mismo, día 2 de diciembre, Jesús Cintora, presentador de Las Mañanas de Cuatro, mantuvo al veterano político Julio Anguita a la espera durante más de una hora para poder pasarle a directo, ya que al parecer se dio prioridad a José Bono para que pusiera a caldo a Podemos y a quien le dio en gana, regalándole minutos y minutos de escaleta.
Cuando finalmente Cintora le dio entrada a Anguita, que es perro viejo y se niega a entrar en ese juego absurdo, ya no quiso hablar, aduciendo que el tiempo acordado para su intervención había pasado y que debía de estar en otro lugar en aquel momento, despidiéndose.
A Cintora aquello no le sentó bien. A mi me pareció perfectamente correcto por parte de Anguita. Parte importante del respeto por los demás se basa en cumplir con los compromisos adquiridos y en dar importancia al tiempo de los otros. Así, a lo mejor, en el futuro, el presentador de Las Mañanas de Cuatro es un poco más correcto con sus invitados.
La borrachera de amor-desamor Cuatro-Sexta les lleva no sólo a este asunto de ningunear a algunos invitados (que sería lo de menos), sino a hacer el tonto con el debate político, algo de lo que la población está hambrienta (gran parte de los asuntos que preocupan al país son complejos y requieren explicaciones largas, así como un contraste de ideas constructivo), para convertir sus programas políticos en clones de la desaparecida "La Noria" de Telecinco, degradando sus contenidos hacia el cotilleo, la pelea de bar y la descalificación mamporrera.
Así, contertulios profesionales, mercenarios a sueldo del mejor pagador, se insultan en público o hacen ejercicios de construcción de falacias dignos de un museo de los horrores goebbelsiano. Y todo sigue igual, lo que al final se supone es el objetivo de los clientes para los que esos señores de dudosa catadura moral trabajan.
La triste conclusión es que en España en este momento no hay ni una tertulia política en los medios que no esté emporcada por los intereses de algún cabildero. Luego se ríen de las asambleas ciudadanas del 15-M desde sus púlpitos a 600 Euros la hora de tertulia. Vergüenza debería darles. Así no se genera debate público libre. Pero claro, eso precisamente es lo que menos interesa a los que están detrás de todo.
Uso el logotipo de la cabecera del programa "Al rojo vivo" de La Sexta acogiéndome al derecho de cita.
Terry y las Damas
Estoy repasando al legendario Milton Caniff. Sus planchas dominicales de "Terry y los Piratas" fueron editadas hace años ya por Norma Editorial, y me ha llamado la atención esta plancha, de lo más banal, que relata un juego de damas, entre Pat y el Capitán Llama. Pat es el verdadero protagonista, al ser adulto, de este momento de la serie, mientras que Terry no deja de ser un comparsa.
La iluminación expresionista y llena de claroscuros domina las composiciones, que Caniff hacía directamente a tinta sobre unos bocetos bastante sueltos. Me llama la atención esta viñeta, en la que (estamos en 1935, un año antes de que estalle la Guerra Civil en España, situémonos), Caniff utiliza la gradación de la tinta para simular un efecto de iluminación sobre el tablero de damas y la textura de la madera. Es un trabajo precioso. Además, explica el movimiento con un uso muy innovador del grafismo narrativo integrado en la imagen. El colorista apoya el efecto (el color de trama es el original, pues la edición de Norma se basa en escaneados de las planchas dominicales impresas).
Aunque no sepas jugar a las Damas, en esta viñeta Caniff utiliza de nuevo un grafismo explicativo para narrar la victora de Llama, utilizando además un curioso juego tridimensional, no sólo de las curvas que usa para describir los movimientos, sino de la misma estructura de esas curvas, como si fueran franjas planas recorriendo el espacio.
Estos años de Terry y los Piratas son absolutamente fascinantes. Toda la esencia del serial y sus cliffhangers se ven sintetizados en las planchas diarias y dominicales del autor norteamericano. Su influencia de prolongaría por generaciones de dibujantes.
martes, 2 de diciembre de 2014
Akemi Negishi
Viendo "Crónica de un ser vivo" o "The lower depths", he descubierto a la hermosa Akemi Negishi, una maravillosa actriz que ya no está entre nosotros, pero que trabajó en títulos clave del cine japonés, como "Barbarroja", también a las órdenes de Kurosawa, o en "Ana-ta-han" de Josef Von Sternberg y "Sex and Fury". El director japonés solía repetir con sus actores, y se rodeó de una troupe de intérpretes maravillosos. Negishi, siempre en papeles no demasiado importantes, añadía una presencia impresionante y un rostro que no te cansas de mirar. Mi recuerdo para ella.
Uso la imagen de Negishi acogiéndome al derecho de cita.
viernes, 28 de noviembre de 2014
Crónica de un ser vivo
Revisando parte de la filmografía de Akira Kurosawa, pasando por obras tan importantes como sus dos adaptaciones de Pudovkin ("Dodes'ka-den" y la previa "The lower depths" de 1957) he llegado a "Crónica de un ser vivo", que se considera por ahí obra menor en la filmografía de uno de los mayores colosos del cine universal. La historia de la película gira alrededor de un rico empresario japonés que vive en un estado de ansiedad perpetuo ante la posibilidad de que su familia perezca por un inesperado ataque nuclear. Crea primero un refugio subterráneo y luego decide llevarse a toda su familia al lejano Brasil, amenazando con arruinarles con su locura.
A medio camino entre el individualismo extremo de "El Manantial" y la historia de traiciones familiares tipo "El Rey Lear", "Crónica de un ser vivo" está interpretada por Toshirô Mifune en el papel del protagonista y Takashi Shimura como el dentista, y accidental mediador judicial, que hace de nuestro testigo del devenir del drama. Narrada a menudo con dos cámaras, en ángulos que renuncian a la narrativa visual para dar espacio a los actores -marca de estilo del realizador-, en planos largos donde el movimiento y el ritmo lo dan los intérpretes, la historia nos lleva de la mano por un escenario mental de pesadilla, el de un país que vive, diez años después de las dos explosiones nucleares que terminaron la II Guerra Mundial, en un estado de shock post traumático. La mente de Kiichi, el protagonista, vive en un delirio que arrastra a su familia, y finalmente les convierte en víctimas del bombardeo nuclear con una década de retraso. Es como una voladura retrasada.
"Crónica de un ser vivo" me habla de las heridas que nunca cierran. Vivo en un país que, aunque sea incapaz de reconocer lo evidente, habita en un estado de permetuo shock post traumático, tras una guerra en la que los vecinos de mataban unos a otros, en la que los odios se perpetuaron mediante una de las dictaduras más oscuras del siglo pasado. España, como ese japón que quiere aparentar normalidad cuando vive una tormenta interior, no será hasta que no mire con honestidad el daño que generaciones de ciudadanos han sufrido. Por el miedo a la represión. Porque te mataron al padre o al abuelo aquellos que ahora dirigen tu pueblo. Porque te niegan el perdón o las disculpas. Porque te enseñaron a ser temeroso de la autoridad. Porque tu familia te contagió que mejor mirar el fútbol y no pensar que salir a la calle a pedir lo que es tuyo. España es un país con su psicología rota. Una mente colectiva que vive aún el shock que no quiere enfrentar ni su terrible fantasma. Los pecados del pasado siguen ahí.
Kurosawa utiliza en sus películas un maquillaje para dar edad a sus personajes muy exagerado, que quiere serlo. Pasa en "Crónica de un ser vivo", y en toda su filmografía, hasta las últimas, como "Ran" o "Sueños" (especialmente sobrecogedor el del padre y la hija agonizantes de "Dodes'ka-den"). Es en gran medida una reverencia al actor y al Teatro No, la gran tradición de la escena nipona. En sus obras en blanco y negro el resultado parece heredero del expresionismo alemán, con el que entronca directamente, juntando además su uso dramático constante del tiempo atmosférico como reflejo del "tiempo emocional" de sus personajes. Y es que "Kurosawa" significa "mal tiempo" en japonés.
La tormenta interior que vive Kiichi, a la que presta Mifune su talento en una construcción apabullante -fue uno de los más grandes actores, un Emmil Jannings o Robert de Niro del cine mundial-, se refleja también con recursos del Teatro No. El maquillaje facial que le pone en 70 años cuando en la fecha del rodaje tenía 34, se prolonga en el sombreado de las costillas, que hace parecer al actor mucho más delgado, al modo de algunas pinturas japonesas.
"Crónica de un ser vivo" encierra una profunda enseñanza, la de cómo la locura, el miedo y la parálisis pasan de generación en generación. En cómo las guerras no terminan cuando se firman los armisticios, sino que siguen, en combustión lenta, arrasando las almas de las generaciones venideras, criadas en el trauma, habitadas por el demonio bélico por décadas y décadas.
La película fue un fracaso comercial en 1955, y fue una de las dos producciones de la Toho que, por el aniversario de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, produjo la compañía. La otra la dirigió el ayudante de dirección de Kurosawa en gran parte de su filmografía, Inshirô Honda, justo el año anterior. Y se tituló "Godzilla".
El poster de "Crónica de un ser vivo" se usa bajo derecho de cita.
jueves, 27 de noviembre de 2014
Definiendo España
Tras una resolución como la de ayer del juez Ruz, en una democracia occidental mantener un gobierno como el actual sería imposible.
Ahora ya sabéis lo que no somos.
Bienvenidos a la realidad.
La imagen es del Pleno-farsa sobre la corrupción al que hemos asistido hoy en el Congreso. La uso acogiéndome al derecho de cita.
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Estrenamos
Misión cumplida. THE MYSTERY OF THE KING OF KINEMA, tras tres años de trabajos, ya se ha estrenado en el Festival de Cine de Gijón. Una gozada estar y disfrutar del mejor festival de cine independiente del país. Pronto, más noticias sobre la película.
La culpa no existe en el país de los niños
Volviendo de Gijón coincidí en el
aeropuerto de Oviedo con Borja Crespo, y estuvimos charlando un buen
rato. Nuestra charla acabó desembocando en el asunto de la piratería online (llamadlo como queráis: descargas, bajarse pelis... da igual), y de cómo nos sorprendemos viendo
que un montón de gente la ejerce ya como si fuera un derecho básico
que viene incorporado con tu conexión de banda ancha. Muchísima
gente lo hace, eso sí, inocentemente; el otro día un familiar cercano me
mandaba un enlace de Youtube con links a decenas de películas
pirateadas con toda la buena voluntad del mundo. Tuve que explicarle que eso no es legal. Que lo legal es
lo que hacen Filmin, Filmotech, Nubeox, ONO o Netflix, entre muchos
otros operadores que pagan sueldos e impuestos. Simplemente, esa persona no lo sabía. No se puede saber todo
en esta sociedad tan compleja que nos ha tocado vivir. Vale. Asumido.
Pero sigo, que tomo carrerilla.
Hace tiempo que quiero hablar de esto
(de nuevo), así que aquí suelto mi filípica. ¿Quién tiene la
culpa de que exista la piratería? ¿Quién está detrás de este
desastre que está destrozando industrias enteras, todas aquellas que
crean productos fácilmente copiables por medios digitales? ¿Existen
esos culpables? Sí, claro que los hay. Siempre alguien tiene la
culpa de algo. Quien diga lo contrario o es un niño o es un
mentiroso. Tres patas comparten la vergüenza:
1-Las telefónicas. Porque ellos venden
sus conexiones para que la gente se baje películas y lo sabemos todas las partes; es su servicio
“no declarado”. Porque mediante presiones a los gobiernos y
mediante grupúsculos como las Asociaciones de Internautas (bueno,
son dos), que subvencionan y mantienen, hacen un cabildeo de lo más repugnante. Las
telefónicas son muy, muy, muy poderosas. Entre ellas, las eléctricas
y la banca, quitan y ponen gobiernos. Son un grupo de presión de
enorme ambición y no se detienen ante nada.
2-Los políticos. Por muchas razones.
Ellos convirtieron hace años a esas mismas telefónicas (sector crucial para la
supervivencia de una nación), antes públicas, en un oligopolio
privado en pro de ciertos amigos del colegio. Ellos pasan a sus consejos de administración vía “puerta
giratoria”. Ellos lanzan legislaciones cobardes y pacatas
amedrentados por el poder de las telefónicas y sus cabilderos, o indultan a sus CEOs sin que les tiemble la mano, cuando se les pide adecuadamente. No
han estado a la altura, no señor.
3-Los ciudadanos. Los que siempre se
olvidan. Los que se comportan como niños. Los que dicen “no hay
culpables” o abogan los la neutralidad de la red, sin entender el
término siquiera, o que se quejan por el viejo canon por copia privada cuando ni se han molestado en averiguar para qué sirve. Los que se bajan una peli y un libro y un disco y
“total, no pasa nada, lo hace todo el mundo”. La mayoría
silenciosa. Todos nosotros, que lo permitimos, que lo consentimos. Esa mayoría que protesta y eleva la voz cada vez que se habla de los Derechos de los Autores, cada vez que se les acusa de ser parte del problema.
Esto no es nuevo. La economía es despiadada, y todos hemos consentido la creación de este mundo, un mundo en el que las operadoras te pueden colar cobros por servicios no prestados, en el que darte de baja de un teléfono te cuesta sangre, y en el que las autoridades que deben de protegerte están mirando a otro lado y silbando. Las acciones arteras y retorcidas son el pan de cada día en la selva de las corporaciones. Los que mandan saben que los que pagan, nosotros, estamos atados de pies y manos por años y años de legislaciones consentidoras y creadas, sutil, lenta, perversamente, a su favor. Ellos no tienen prisa. Son como los quistes. Se van metiendo y metiendo en el tejido sano, imperceptible, lentamente, hasta que cuando te das cuenta y quieres arrancarlos, es prácticamente imposible. Controlan medios, controlan a opinadores a sueldo, controlan editoriales y formas de pensar, y sobre todo cuentan con la codicia de la buena gente, esa que no haría daño ni a una mosca, pero que ven las películas que se bajan de una dirección que les pasó su sobrino, ese que sabe tanto de informática. Total, todo el mundo lo hace... Total, están ahí ¿No? Si no las coges, es que eres tonto. He llegado a sostener debates kafkianos con gente que se supone es inteligente y tiene cátedras, que se refugiaban en terminología técnica para negar la mayor: que ven la piratería como algo socialmente aceptable. Os juro que no lo entiendo.
Vuelvo al asunto de los hombres-niño
al que regreso una y otra vez en este blog. Vivimos en una sociedad infantilizada,
que mantiene a los adultos en un perpetuo estado de adolescencia y de
ausencia de responsabilidad, en el que cientos de responsables
públicos se van de rositas cuando cometen desmanes con el dinero público (*),
un lugar en el que los culpables no pagan sus culpas cuando están
situados a cierta altura en el escalafón social, pero en la que los
pobres, los “robagallinas” pagan años de cárcel por causas
ridículas. Una sociedad en la que la culpa no existe si estás suficientemente arriba. En esa estratosfera social, se reparte. Se difumina. El país de los niños es así ahí arriba.
Vivimos en un país en el que, sin embargo, consentimos bovinamente que la Agencia Tributaria y cientos de Ayuntamientos,
Cabildos, Gobiernos Autónomos y empresas públicas, organismos
intermedios y administraciones de todo pelo, embarguen, esto es, tomen por asalto, y sin el
menor problema legal, las propiedades de los ciudadanos, ya sea metiendo mano en sus cuentas corrientes para el cobro de impuestos no pagados en plazo (con sus intereses de demora, claro), de multas o de sanciones administrativas. Es el mundo de la domiciliación de cuentas, eso que los gobiernos pasados regalaron a la banca, convertida en despojo domiciliario. En embargo y confiscación salvajes. Todo esto es algo que sabemos perfectamente que es lesivo para las personas, que va en contra de la
Constitución y los Derechos Humanos. Se desahucia a la gente de sus casas, y de sus sueldos, siempre que una administración lo pida, y la tutela judicial efectiva, eso que se supone te protege de los abusos de poder, ni existe ni se la ve por ningún lado. Es más, todo esto que describo es un delito
consentido y cometido por las instancias oficiales a diario.
Pero nadie, hasta ahora, ha denunciado a todos esos cobradores de manos largas ante, por ejemplo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Vivimos en ese país en el que todos miran a otro lado, en el que la autoridad sigue siendo observada con el temor del vasallo mientras el siervo manso se dedica a sus corruptelitas (bajarse una película lo es, sí, señores), total, mientras no te pillen, total, te lo hago sin IVA, total, todo el mundo lo hace... total... es tradición... Yo no pirateo, yo "enlazo". Pero mejor no nos metamos en líos cuando el Estado se pone serio. Que entonces sí te pueden joder bien jodido. Este es el mundo al revés español. Así funciona el país.
Y la misma población que se muestra sumisa con un Estado monstruoso que puede meterse en sus casas, en sus cuentas, en sus vidas, y que regala empresas públicas al Dios Mercado, la misma población que no rechista ante el desmantelamiento del Estado del Bienestar, la sanidad o la educación públicas, se muestra agresiva como un crío enrabietado cuando se intenta legislar para proteger los derechos de autor, un derecho humano que está en la Declaración Universal, y está ahí para proteger a todo ciudadano.
Pero nadie, hasta ahora, ha denunciado a todos esos cobradores de manos largas ante, por ejemplo, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Vivimos en ese país en el que todos miran a otro lado, en el que la autoridad sigue siendo observada con el temor del vasallo mientras el siervo manso se dedica a sus corruptelitas (bajarse una película lo es, sí, señores), total, mientras no te pillen, total, te lo hago sin IVA, total, todo el mundo lo hace... total... es tradición... Yo no pirateo, yo "enlazo". Pero mejor no nos metamos en líos cuando el Estado se pone serio. Que entonces sí te pueden joder bien jodido. Este es el mundo al revés español. Así funciona el país.
Y la misma población que se muestra sumisa con un Estado monstruoso que puede meterse en sus casas, en sus cuentas, en sus vidas, y que regala empresas públicas al Dios Mercado, la misma población que no rechista ante el desmantelamiento del Estado del Bienestar, la sanidad o la educación públicas, se muestra agresiva como un crío enrabietado cuando se intenta legislar para proteger los derechos de autor, un derecho humano que está en la Declaración Universal, y está ahí para proteger a todo ciudadano.
Miren, no sé si es que lo veo
demasiado claro, pero o arreglamos este sindiós de una vez o nos
convertiremos en un país de niños malcriados, irresponsables y sin
la inteligencia elemental para comprender que lo que hacemos siempre,
en todo momento, afecta a los demás. Necesitamos un país en el que no se robe a los demás, sean estos productores de cine o ciudadanos, sean los ladrones las administraciones públicas o el público en general. Tenemos que dejar de ser niños y asumir que todo lo que hacemos afecta a los demás, sin excepción. Y que hay cosas que no podemos ni debemos consentir. Guardando silencio y dejando que todo siga como está no iremos a ningún lado. Porque un niño, un adolescente, no tiene derecho a voto, no tiene edad penal, no tiene responsabilidad judicial, por algo. Pero un adulto sí. Y un adulto-niño es una contradicción.
Vivir sin responsabilidad es eso: cosa
de adolescentes. Ya basta de vivir en el país de los niños.
Pd: Si visitáis el artículo en El País que he enlazado al principio de este texto, veréis que fue escrito hace ya cinco años. Y todo sigue igual. Es la prueba de cómo los tres culpables han mantenido el estado de cosas como les convierte, contra viento y marea, en una suerte de perversa simbiosis. A pesar de que todo ello, combinado con la crisis, está destruyendo empleos cada día, y llevando al paro a un montón de maravillosos profesionales, y jodiendo vidas, a ver si nos entendemos. Cuando se publicó el artículo, los comentarios que aparecieron fueron furibundos; lo de siempre. Los han eliminado en la hemeroteca digital del periódico, pero básicamente se resumían en las respuestas de un crío: yo no tengo la culpa, si se puede hacer lo hago ¿Qué pasa?, ¿Y tú quién eres para venir a dar lecciones?, y, claro, las falacias eternas ad hominem, tan típicas de cuando te dicen algo que te duele pero no lo aceptas. Supongo que esas cosas seguirán igual, y por mor del anonimato internetero nunca supe de las identidades de las personas que respondieron al artículo. Me gustaría saber si ahora siguen pensando lo mismo. A lo mejor ahora sus hijos intentan ganarse la vida en el cine y ven que es imposible porque la industria está tan destruida que no se puede obtener un empleo decente. O a lo mejor siguen en sus trece. Puede ser.
Ppd: En esta web un crítico aficionado pone a caldo "No-Do", una de mis películas, para, acto seguido, dar acceso a ella vía enlaces para que te la puedas bajar. No sé si el tipo se da cuenta ni siquiera de lo que hace. El caso es que la película dice que ni la recomienda. Él, que se la ha bajado gratis, y que la regala, generosamente, a los demás. Este es el percal. Oye, tío, esa peli es mía ¿Te enteras? ¿Quién te ha dado permiso para que la regales? Seguramente me respondería eso, que él no piratea, que él "enlaza". En fin, una, otra, batalla perdida.
(*) Esto me ocurrió hace unos años, allá por 2002. Estábamos diseñando un videojuego en Tafira, Gran Canaria. Acabó llamándose Free Wheel. Mirad en IMDB si os parece interesante. En aquellos días de RDSI y modems, el congreso tenía un foro en el que podías chatear con los parlamentarios que lo tenían a bien. Tuve un encontronazo con una diputada que decía que el dinero público "no es de nadie". Yo le decía "es de todos", y le rogaba que pensara en la etimología de la palabra "público". Ella seguía en sus trece. No sé que habrá sido de aquella diputada, pero su forma de pensar era, y es, desgraciadamente, demasiado común en este país.
Nada que añadir
Esto está apareciendo en los buzones de miles de españoles. Nada que añadir ¿Verdad? ¿Para qué? ¿Que la gestión de nuestra salud está en nuestras manos? Hay que ser cabrones.
martes, 25 de noviembre de 2014
Bill Plympton en Gijón
Llevo cruzándome con
Bill Plympton en festivales desde, creo, 1997, cuando le conocí en
Sitges y le compré un libro que me firmó. Es un nómada que ha
elegido el camino más difícil de todos, luchando por mantener su
independencia con furia y pasión, con humor e ingenio. Pudo haber
trabajado en Disney, pudo haber seguido una carrera más cómoda,
pero ha elegido seguir fiel a sí mismo. Mantener la libertad como
estandarte, al precio que sea.
Bill Plympton sería
bastante asombroso sólo por eso. Pero es que además es uno de los
clásicos más poderosos, originales y brillantes del mundo de la
animación que mi generación ha tenido la fortuna de conocer. Y digo
fortuna, porque poder saludar a un maestro como Plympton es un
regalo. Y poder disfrutar de su obra, el más importante de los
regalos. Le recordarán por generaciones, es un salvaje, un
estajanovista, un iconoclasta, un rebelde y un narrador visual maravilloso.
Estos días he podido
ver su último largometraje en el mejor festival de España, el
Festival de Cine de Gijón (brillante, extraordinario, perfectamente
organizado y con la mejor programación y selección que puedas
imaginarte), el mudo y jubiloso y demente y divertidísimo y brutal y romántico Cheatin', que contiene una de las escenas más
poéticas y hermosas que he visto en años; cuando Ella se enamora de
Jake y saca su corazoncito maltrecho del interior más recóndito de
su ser, al que viajamos en un rollercoaster surrealista, entregándoselo a un cupido
bastante asombrado. La retrospectiva del autor organizada por el
festival, que además añade un libro biográfico, recorre toda su
obra, y añade su corto Footprints, una maravilla que mezcla la
fábula con el horror y la mente desbocada en una suerte de escritura
libre, uno de los mejores cortos animados de los últimos años, que por
cierto, acaba de ser preseleccionado a los Oscars, o su precioso
fragmento de Kalihl Gibran's The Prophet, que ilustra con libérrima
plasticidad uno de los textos más hermosos escritos por el hombre.
Puede hacer todo eso, y con un estilo que siempre es fresco, siempre
diferente.
Plympton es un poeta,
eso lo sabíamos muchos hace tiempo, un intelectual con un discurso
férreo camuflado de comedia y brutalidad post-slapstick, y uno de
los mejores animadores del mundo. Ni sus nominaciones al Oscar, ni
los cientos de premios que arrastra, obvian el hálito poético de su
filmografía, descacharrante, extraordinaria, brillante y desencadenada.
En la Master Class con
que obsequió a un puñado de rendidos admiradores y amantes de la
animación y el cine, entre los que estaban Sam (la voz más poderosa
del stop motion nacional), Rocío Ayuso y Raúl García (otro de los
mejores animadores del mundo; por cierto, a ellos se debe el precioso
libro sobre Plympton que edita el festival), nos contó algo de la
odisea que su vida ha sido. Acaba de ser padre. Se le abre un mundo
de nuevos descubrimientos, y nuevas obras. Cuando le preguntaron por
sus influencias, no tuvo dudas: Richard Lester, el genio que
convirtió el free cinema británico en pura magia y Terry Gilliam,
Dios (pido perdón a Fernando Trueba por hurtar la divinidad a Billy
Wilder, espero que lo comprenda) (*). Los que hemos estado en Gijón este
año hemos tenido la suerte increíble e inesperada de compartir unos
minutos de vida con todos ellos. Somos afortunados. Esa magia sólo
la consiguen los mejores festivales del mundo.
Pd: Se atribuye a Newton la frase aquella de (cito de memoria) "Si puedo ver tan lejos es porque cabalgo a hombros de gigantes", una de las formas más bonitas que he visto de expresar el progreso del conocimiento científico entre las generaciones. En el caso de Plympton, la cadena de influencas es múltiple, pero una de ellas es la que lleva de Lester a Gilliam (que reconocía en su propia Master Class de Gijón que se dedicaba al cine gracias a haber visto las películas de Richard Lester), y de Gilliam a Plympton, ambos, por otro lado, animadores. Gigantes cabalgando a hombros de gigantes.
(*) También citó a Winsor McCay, alguien con el que Plympton tiene muchos puntos en común. Os invito a conocer su obra. El día que inventen una máquina del tiempo sería una de las primeras personas con las que me tomaría un te.
Pd: Se atribuye a Newton la frase aquella de (cito de memoria) "Si puedo ver tan lejos es porque cabalgo a hombros de gigantes", una de las formas más bonitas que he visto de expresar el progreso del conocimiento científico entre las generaciones. En el caso de Plympton, la cadena de influencas es múltiple, pero una de ellas es la que lleva de Lester a Gilliam (que reconocía en su propia Master Class de Gijón que se dedicaba al cine gracias a haber visto las películas de Richard Lester), y de Gilliam a Plympton, ambos, por otro lado, animadores. Gigantes cabalgando a hombros de gigantes.
(*) También citó a Winsor McCay, alguien con el que Plympton tiene muchos puntos en común. Os invito a conocer su obra. El día que inventen una máquina del tiempo sería una de las primeras personas con las que me tomaría un te.
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A peculiar galaxy near M104
Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.
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