martes, 9 de diciembre de 2014
Lo que quieren que olvidemos
Metro de Madrid está celebrando su 95 aniversario. Conmemorando el evento, han llenado los (vacíos, cosas de la crisis) murales para publicidad de muchas estaciones con pósters que muestran fotos de décadas pasadas con viajeros en vagones, andenes, obreros construyendo túneles, o viejas máquinas. El logotipo del 95 aniversario preside las imágenes (Por cierto, algún lumbreras que no ha viajado en Metro en su vida llegó a forrar los vagones de cabeza de varios convoyes con uno de esos enormes adhesivos con agujeritos formando un enorme mural conmemorativo... que impedía a los pasajeros en las estaciones ver el interior de esos vagones, algo que todos solemos necesitar cuando llega el Metro al que vamos a embarcar. La luminosa idea ha desaparecido, afortunadamente, pero, como siempre, la hemos pagado entre todos).
Voy al motivo de este texto. Resulta que en las fotos de momentos pasados de la historia de Metro de Madrid que muestran los pósteres hay una época que los creativos de la agencia publicitaria al cargo han preferido obviar piadosamente: los 40-50. Los años oscuros. Una época gélida, gris, atroz, deshumanizada, que convirtió este país en un gulag fascista en el que si te movías podías joderte la vida o la de tu familia. Los oscuros años de la venganza. Los mismos en que en mi tierra canaria cuatro caciques tiraban por los riscos a sus enemigos aprovechando que había carta blanca, o en los que muchos afectos al régimen, y el dictador mismo, hicieron limpieza sistemática de "elementos subversivos". Toda una serie de crímenes contra la humanidad por los que nadie ha pagado aún.
Miramos por encima del hombro y con piedad a rumanos, albaneses, polacos o alemanes del Este, cuando nosotros vivimos a lo largo de aquellos veinte años negros previos al desarrollismo en una época similar: pétrea y feroz, en la que los señores del feudo que mandó durante el siglo anterior recuperaron el poder a sangre y fuego y no dejaron prisioneros. No querían que el XIX terminara. Y lo consiguieron, convirtiendo el país en un pasaje del terror en el que los delatores y los amigos prosperaban, en el que se regalaban prebendas por los servicios prestados, y en el que unos repulsivos cuervos católicos decidían sobre las almas de los súbditos como en tiempos inquisitoriales.
Se asesinó a gente, se robaron niños, se destruyó a varias generaciones, y se sembró una nueva nación temerosa del poderoso, que no quiere meterse en líos, y que tolera los chanchulleos, ya que el sistema los permite como válvula de escape al desgraciado. Destruyeron España, en resumen, mediante purgas secretas, delincuencia consentida, corrupción en las esferas del poder y represión brutal. Muchos de aquellos polvos trajeron los lodos del desastre que somos en estos momentos: un país comandado por inútiles congénitos aupados por el mismo sistema insidioso y discreto que ha sobrevivido hasta hoy.
Por eso no hay pósteres con fotos de aquellos años tristes, en los que "1984" se volvía una realidad de la mano de la iglesia y el fascismo, cuando las gentes tristes iban cabizbajas en los destartalados vagones del Metro, hacia estaciones iluminadas con luces mortecinas en un país infeliz y ahogado, conscientes de que no había salida, de que la única esperanza era esperar y no destacar demasiado. Los problemas del país empezaron a resolverse en los bares.
En Rumanía al menos tuvieron la valentía de ajusticiar al repugnante Ceaucescu. Aquí, dejamos al cabronazo morir en la cama. En parte porque en aquellas décadas espantosas aquel tipejo castró sistemáticamente el alma de España. Y la convirtió en este país lleno de miedo y ágrafo que en el fondo seguimos siendo. Intentad que alguien rellene una simple hoja de reclamaciones, o que defienda sus derechos ante una autoridad. Mirad lo que acaba de pasar con el Juez Ruz, sin que nadie haga nada. El teatrillo falsario ante cientos de casos de corrupción, va y se rompe cuando alguien mete las narices donde no debe. Otro juez que se limita a hacer su trabajo, pero que toca los cojones a señores como el que aparece a la izquierda de la foto que ilustra este texto. Los que mandan. Los que mantienen todo como está. Los dueños. Los putos amos de este país, esos que consiguen prescripciones y ventajas destruyendo los escasos mimbres democráticos que tenemos. Los "Ustednosabeconquiénestáhablando". Esos psicópatas.
Una pregunta para terminar. Levanta la cabeza de tu móvil y plantéate esto: España posiblemente no salió del Siglo XIX hasta los años 60-70. ¿Estás seguro de que la España de hoy, con su decorado de hipsters y tablets ha entrado en el XXI? Si todo, en el fondo, sigue igual...
La foto, de la visita de Franco a Eibar en 1949 está en Wikimedia Commons, bajo licencia Creative Commons con atribución. El autor es Indalecio Ojanguren ¿Veis el careto del señor de la izquierda lleno de advertencias ominosas al fotógrafo? ¿Veis a las fuerzas vivas cumplimentando al sátrapa? ¿Os hacéis a la idea de la mierda en la que vivieron nuestros padres y abuelos? No, no podemos ni imaginarlo. La obra fotográfica de Indalecio Ojanguren fue donada a la Diputación Foral de Guipúzcoa, la cual la está difundiendo bajo licencia CC-BY-SA.
A peculiar galaxy near M104
Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.
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Las capturas que muestro en este artículo pertenecen a "Los canallas duemen en paz" (1960) de Akira Kurosaw...
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Les dejo aquí el artículo que hice hace unas semanas para el suplemento dedicado al 50 aniversario de la película "2001, una odisea...