El logotipo de La Caixa es obra de Joan Miró. No te extrañe. En cada esquina en que te encuentras una sucursal de ese banco, que es un banco, se te está gritando que qué pasa, que aquí estamos, que somos tan poderosos que el segundo mayor pintor español, tras Pablo Picasso, va y nos hace el logo.
La Caixa es uno, otro, de los intocables, como el clan Pujol. Cuarenta, cincuenta años de impunidad, el tres, o cuatro por ciento, y todavía los jueces tienen pavor a las consecuencias de tirar de la manta. El problema de la impunidad. No te extrañe. La impunidad mueve el país. Gobierno tras gobierno vetaron cualquier investigación judicial sobre los Pujol. Jordi, el patriarca, se vio tan impune que impuso a un delfín, Mas, hijo de compañero de corruptelas, y tan enfangado como ellos, a dirigir la Comunidad Autónoma. La impunidad se hereda. No te extrañe. Y pasa en todas las CCAA del país, en todos sus Ayuntamientos, al menos en los grandes, en sus cabildos y diputaciones provinciales. La porquería y la connivencia entre corruptos es transversal. España es así.
El mítico caso Naseiro, como tantos otros, quedó en nada por un tecnicismo. Se anularon las pruebas. Torticeramente, Naseiro se fue de rositas. Y como la impunidad se crece y crece, Naseiro llevó a Bárcenas, y el PP al completo está ahora ahogado en estiércol. No te extrañe. La impunidad vuelve loca a la gente. Y la vuelve más estúpida de lo que normalmente es.
Asistir a esta desvergonzada muestra de profunda estupidez mezclada con ambición y egoísmo me deja sin palabras. Todo el condenado país está invadido por esta mezcla de impunidad sistemática y total desigualdad ante la ley, mientras ciudadanos honrados que toda su vida no han dañado a nadie son expulsados de sus casas, mueren ante el abandono de las autoridades que debían de pagar sus tratamientos (y no lo hacen por tener otras prioridades), o caen por el abismo de la ignorancia porque la educación ahora es un estorbo, al menos la pública. Miles de empresas públicas pobladas de amigos y familia permanecen intocables mientras se ahoga a los ciudadanos a impuestos, se atenta contra los Derechos Humanos cada día y no pasa nada. La casta domina el país: sus medios de comunicación, sus tertulias... deciden lo que debes hablar y lo que no. Porque son los que mandan. Y porque se saben impunes.
España es un estercolero. No te extrañe que la Federación Española de Fútbol desafíe ahora a un juez. No te extrañe que el Presidente del Gobierno quiera cambiar las reglas básicas de elección de alcaldes para obtener una mayoría absoluta con un
desvergonzado 40% de los votos. No te extrañe este monumento a la estupidez maligna en que se está convirtiendo el país. El origen de todo está en la impunidad: saben que nunca les va a pasar nada.
Hasta que los Pujol, los Mas, los Cotino, los Alierta, los Blesa o los Rato, y tantos otros, y todos sus cómplices, del primero al último no coman rancho carcelero, a estos necios impunes no se les pondrá el miedo en la sangre. Es más, se creen con todo el derecho a robarnos, en fin, como el Toro de la Vega, "porque siempre ha sido así".
Hasta entonces, seguirán haciendo lo que quieran. Mano dura es poco para lo que merecen estos delincuentes acogidos a la protección de la casta. Que son o ellos o nosotros, gente. Que nos dejan sin país, que esto ya es un asunto de vida o muerte...
No te extrañe que estemos como estamos.
Uso uno de los posters del Sónar 2014, de "Ancha es Castilla / N'importe quoi" de Sergio Caballero acogiéndome al derecho de cita. Me sugiere lo que España es en este momento. Una masa tumefacta y pútrida que se da una ducha a ver si consigue quitarse un poco de la mierda sin darse cuenta aún de que la porquería ya es un asunto ontológico de lo español.