lunes, 4 de agosto de 2014

Marca España


Hace unos días me alojé en un conocido hotel de Avilés de la cadena NH. Cuando me encontré con toda la planta inferior contaminada con humo de tabaco por permitir a grupos de clientes fumar agolpados en las puertas del local, intenté comunicar a los empleados de la empresa mi disconformidad con aquel estado de cosas. No hubo éxito, de manera que les remití la carta que adjunto abajo por correo electrónico. Naturalmente, no he recibido respuesta alguna.

(Nota posterior: me ha llegado un mail el día 5 de agosto en el que acusan recibo de mi carta y me dicen que la reenvían a diversos departamentos. Me mantendré informado de si sirve para algo.)

Es sorprendente y triste que aún estén así las cosas, que haya que explicar a estas alturas cosas que deberían de estar claras para todos y que aún parezca que es cuestión de ideologías. En este hotel los únicos periódicos gratuitos que había al alcance de los clientes eran ejemplares del día de La Razón. La salud no es de izquierdas. Proteger al inocente no es de izquierdas. Es un acto de dignidad y de responsabilidad. Me da que este país nos quedan muchas cosas por aprender aún.

Les dejo con la carta.

Estimados señores,

Soy cliente de su hotel. Esta mañana observé a un grupo de 6 personas
fumando en una zona abierta en la planta baja del mismo, que lleva a
los jardines, pero totalmente pegados a la puerta de entrada (es la
zona del fondo, junto a los ascensores). Les comenté amablemente el
detalle de que su actividad estaba llenando de humo toda la planta
baja (es el conocido como "efecto chimenea" que ocurre en todos los
edificios y hace que haya corrientes de aire de exterior a interior
que arrastran en ese caso el aire contaminado por el humo del tabaco y
lo extienden por toda la planta) y les rogué que fumaran con la puerta
exterior cerrada. El resultado en estas ocasiones depende de la
educación y modales del otro, y puedo decirles que recibí un insulto y
poco más. La puerta siguió (y sigue) abierta.

Comenté  en recepción el detalle de si se podía evitar la permisividad
con los fumadores en sus instalaciones en ese tipo de áreas con
corriente hacia las que el sentido común debería dictar al fumador que
debería de alejarse para no llenar de humo una planta entera y
convertir por ende en fumadores pasivos al resto de clientes y se me
conentó, no sin razón, que no se puede prohibir fumar en un área
abierta. Pero piénsese que la actividad de dos o tres personas por esa
permisividad contamina una planta entera de modo que las Leyes de
protección al no fumador se tornan totalmente inútiles en esta
circunstancia, que se podría resolver simplemente pidiendo un poco de
urbanidad al fumador: que cierre la puerta al fumar o que se aleje
unos metros de la puerta, algo que podría advertirse mediante notas
impresas recordando simplemente al adicto el daño que el tabaco causa
en clientes que no quieren fumar, desde menores a los propios
trabajadores del hotel.

En estos casos ambiguos creo, por tanto (y discúlpenme si yerro) que
sí se podría advertir al cliente mediante mensajes de texto que apelen
a la solidaridad y los buenos modos que fumar en ciertas áreas es
peligroso para los no fumadores, instando simplemente al fumador a que
cierre la puerta.

Si se insta al cliente a algo tan simple (y necesario) como no tirar
al suelo las toallas del baño que vuelva a querer usar por ahorro y
ecología, qué menos que procurar que, en el caso de algo infinitamente
más grave y peligroso (estamos hablando de la primera causa de muerte
evitable en occidente y del primer carcinógeno en peligrosidad) como
es convertir en fumadores pasivos a los clientes del hotel se sea al
menos igual de riguroso. No comprendo la permisividad con los clientes
fumadores, que, no lo olvidemos, son adictos, y sólo se atendrán a
normas claras. Un adicto no atiende a razones. Atiende a su adicción.

La permisividad con los fumadores en estos casos sólo perjudica al
inocente, al no fumador, incluyendo a los trabajadores de su hotel,
además de a los clientes, niños, etc.

La persona de recepción me comunicó que "pondrían ambientador" y su
compañera, que amablemente me acompañó para explicarle el problema,
que "no olía nada", cuando toda la planta de recepción, precisamente
por el "efecto chimenea", estaba en ese momento contaminada de humo de
tabaco. Comprendiendo la intención del mensaje, y viendo que
seguramente se debe de repetir el fenómeno de gente fumando en
corrientes de aire y no será la primera vez que este conflicto
potencial aparece, no creo que sea baladí recordarles que el
ambientador no sirve para nada; no aleja el riesgo carcinogénico ni de
múltiples enfermedades que causa el tabaco, y además las sustancias
más peligrosas que contiene el tabaco son totalmente inodoras.

Comprendo su difícil situación para con los clientes adictos, pero les
recuerdo que apenas un cuarto de los españoles fuman y siguen
manteniendo bajo la dictadura de su adicción a un 75% que no quiere
saber nada del tabaco, incluyendo niños, ancianos o trabajadores de
hostelería que se deben de enfrentar indefensos a este grave peligro
para su salud sin poder rechistar, algo que me parece gravísimo en una
sociedad occidental desarrollada.

Asimismo, les recuerdo que el llamado "humo de tercera mano", las
partículas de gran peso molecular, y alta carcinogénesis (2,5 micras)
no se van con la corriente de aire a la calle, sino que se depositan
en paredes, muebles, suelo y personas, y permanecen durante años y
años siendo otro factor de riesgo carcinógeno actualmente en
investigación. Se absorben por la piel, al contacto, y sólo se
eliminan cambiando la pintura y los muebles del lugar ¿Saben ustedes
estas cosas que acentúan aún más la gravedad de la situación? El
tabaco sólo trae males.

Los fumadores, como adictos que son, les recuerdo, sólo se atienen a
prohibiciones o cuanto menos mensajes claros, sin ambigüedad, como la
obligación de un acto tan simple como cerrar las puertas cuando se
fuma en corrientes de aire o hacerlo directamente en los preciosos
jardines de su hotel, que miren ustedes que el mundo es grande, y se
les puede instar amablemente a ello, por la salud de todos.

He escrito en varias ocasiones a a Comisión Parlamentaria de Sanidad
del Congreso sobre estos asuntos, pidiendo justo que la ley se
endurezca para favorecer en pro del no fumador la resolución de estas
áreas ambiguas de modo que ustedes tengan además el soporte de la
legalidad, pero mientras la legislación es como es, deberíamos de
proteger al no fumador instando al fumador, que es quien ejerce la
activad tóxica, mediante la información y la invitación a la
convivencia cívica, y más en casos notorios como estos en los que la
actividad de un solo fumador en zonas de movimiento de aire contamina
la planta entera de un hotel de cinco estrellas de, les recuero, el
mayor carcinógeno conocido en este momento, algo totalmente evitable.

Finalmente, les recuerdo en pro de sus trabajadores, que no sólo de
los clientes, que el Preámbulo de la ley 4/2010 reza lo siguiente con
respecto a la prohibición de fumar en lugares públicos:

"Dos son los colectivos especialmente beneficiados de esta medida. Por
un lado, el de menores, grupo especialmente sensible de población que
está expuesto al humo del tabaco en los lugares públicos cerrados. Por
otro lado, el de trabajadores del sector de la hostelería que se
encuentra claramente desprotegido con respecto al resto de los
trabajadores, al estar expuestos al humo de tabaco ajeno."

Su obligación de protección de la salud de sus empleados y clientes
está por encima de la falta de urbanidad de una minoría de estos. 

No hablamos de un asunto estético, sino fundamentalmente
ético: de la salud del no fumador, que ha de ser protegida a toda
costa. Y recordar a los clientes fumadores que cierren las puertas al
fumar no parece algo del otro mundo. Más aún en una cadena de
hoteles que incluso presume de tener un departamento de
"medioambiente".

Sirva esta carta como llamada de atención para con su hotel, cuyo
servicio es por otro lado excelente.

Un saludo cordial,

Elio Quiroga.




La imagen es del cuadro "When there's smoke, there's fire", de Russell Patterson (1893-1977) y está en la Biblioteca del Congreso. La encontré en Wikimedia Commons, como es uso y costumbre.

A peculiar galaxy near M104

Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.