jueves, 26 de junio de 2014

De estupideces y maldades



Al parecer, de los sesenta funcionarios que forman la sección de Informática del Tribunal de Cuentas, sólo cinco son informáticos. El resto han llegado allí por “antigüedad” y algunos tienen la EGB y nada más. No voy a negar aquí la posibilidad de que los autodidactas tengan una formación adecuada, pero casi un cien por cien de autodidactas, es un poco raro ¿No? Ser informático de sistemas lleva años de trabajo riguroso, e implica una formación multidisciplinar: física, cálculo, electrónica, ergonomía, programación... La informática es una joven ciencia y necesita de profesionales que tengan una formación extensa. Sólo lo comento por si alguien no lo sabe en el Tribunal de Cuentas.

Con estas revelaciones voy comprendiendo esto y esto o esto. Con incapaces en los puestos desde donde se pueden cambiar las cosas, nada cambia, lo que realimenta el ecosistema de los incapaces, que requiere que nada pase para que todo siga igual.

Pero estamos en mitad de una lenta implosión que al menos permite que estas cosas, estos secretos antes guardados celosamente salgan a la luz a pesar de que eso no interese demasiado a sus protagonistas (“¡en informática del Tribunal de Cuentas los cretinos y los sinvergüenzas somos mayoría, mejor que nadie se entere, a pesar de que siendo funcionarios tenemos el culo soldado a la silla, pase lo que pase y de que ello implique que cada vez que surjan problemas el Tribunal tenga que recurrir a servicios de terceros tirando el dinero de los ciudadanos, es más, nosotros mismos somos agujeros de dinero público por incompetentes, pero, ah, estamos tan orgullosos...!”). España cada día revienta un poco más en causas de corrupción que afectan a ministros y exministros, presidentes y expresidentes de gobierno, reyes actuales y cesantes, príncipes presentes y por venir, jueces, sindicalistas, consejeros, concejales, alcaldes, empresarios, notarios, abogados, arquirtectos, periodistas o curas, mostrando cómo la transversalidad de la podredumbre surca como el arador de la sarna todo el tejido social, mientras la gente es robada por empresas impunes cada día, desde eléctricas a bancos, pasando por telefónicas o empresas de suministro de agua, casi todas ellas privatizadas por pura ideología para la ruina posterior del país. Y por supuesto, hacienda sube impuestos “diciendo que los baja”, mientras su Ministro tiene un plan de pensiones europeo en una SICAV... ¡y sigue de ministro! Todo vale, están todos nadando en heces, y parecen encantados con tragar mierda. Será que es su propia mierda, y esa siempre sabe mejor. Y los ciudadanos decentes no dan crédito a que su país haya sido malvendido y emporcado por cientos, miles, decenas de miles de hijos de puta impunes que siguen en sus puestos y poltronas, descojonados, riéndose de la Ley y de sus semejantes, como lo que son: puros y simples psicópatas. Asesinos en serie de ciudadanos, traidores a su patria que encima son tontos del culo. La maldad no es inteligente, a pesar de que los villanos de la ficción nos lo hagan parecer así. La maldad es profundamente estúpida. No han nada más tonto que un virus que mata a su huésped condenando a su progenie a perecer.

Ahora somos los esclavos de la banca. En Telde me comenta otro amigo que hay colas de varias manzanas de largo al final de mes para cobrar las pensiones y los míseros sueldos... en los cajeros automáticos. Los bancos, tan listos ellos, adelantan el cobro a los domiciliados al final del mes anterior si cobran por el cajero, ahorrando personal, y originando colas monstruosas en las calles de la ciudad, que no se veían desde hace setenta años, cuando las cartillas de racionamiento. O que sólo se ven en Cuba o Venezuela hoy en día. El capitalismo desalmado, desatado, deshumanizado, cruel y perverso, sin controles, vive obscenamente orgulloso y genera nuevos e insospechados grados de sufrimiento humano... impune. Y los ciudadanos, mansos y en el fondo buenos y decentes, callan en su cola, esperando la limosna del dios cajero del dios banco del dios Estado, ese dios cabrón que les niega un tratamiento cuando se ponen malos de verdad a pesar de que han pagado religiosamente durante todas sus vidas su puta seguridad social y sus putos impuestos.

Hace unas semanas un amigo viajó a Suiza, y comprobó cómo los sueldos allá son altísimos vistos por un español, y los precios, empero, también. Los súbditos de los PIIGS, con sueldos tercermundistas, no podrían sobrevivir en Suiza ni un par de días. Los españoles no pueden viajar ya al extranjero. Hace treinta años eramos los “Gimme two” cuando viajábamos a Londres.

La Troika ha conseguido que estemos convirtiendo a Europa en una maqueta de la globalización, un mini mundo horrible dentro de este mundo horrible que entre todos hemos creado: países sureños arrasados y agónicos con ciudadanos semiesclavizados que malviven merced a sueldos de miseria, y que producen bienes baratos para los países ricos del norte. Ciudadanos que sólo piensan en fútbol y en fiesta. Total, que son dos días. Al carajo.

Si esta es la Europa que nos iban a dar, me bajo. Me largo. No necesito el puto Euro ni su puta madre. Para que el Bundesbank y los acreedores de la “deuda soberana” conviertan mi vida en un infierno y mi país en el orgullo del tercer mundo, con gente muriéndose en urgencias y niños comiendo en comedores sociales, podéis meteros queridos políticos toda esa Europa bien dentro de vuestro repugnante colon prolápsico.

Ahora a ver si alguien tiene cojones de dar un golpe en la mesa. O eso o nos arrasan. Aquí, siendo “aquí” Europa, se han olvidado de todo lo humano y manda la pasta. No me gusta esta Europa, no. Nada. No la quiero ni para mi, ni para mis hijos, ni para mis nietos, que cuando vean este desastre no van a dar crédito.

Mientras un rey es desaforadamente aforado y un fiscal es capaz de decir cosas increíbles con tal de cumplir la sagrada -y probablemente bien pagada- tarea que se le ha asignado de defender a toda costa a alguien de sangre azul, convirtiendo de paso el poder judicial en una porquería hedionda, decenas de familias son expulsadas de sus casas por la inacción de un gobierno que creó una ley totalmente inútil a sabiendas y se cruza de brazos luego diciendo “hemos hecho lo que hemos podido”, mientras guiña un ojo a los bancos que le tienen cogido por los huevos a causa de las gigantescas deudas de su partido. Y en el ínterin, un juez ha ordenado el desahucio de una familia de su propio hogar en favor de un prestamisa que quita las casas a la gente de forma sistemática en lo que parecen contratos de préstamo. Este país parece una pesadilla de Charles Dickens en pleno Siglo XXI. Lo dicho, reinan la imbecilidad y la maldad, que siempre van de la mano.

Pues va siendo hora de que en España empecemos a dar muestras de inteligencia ¿No?


En la foto mi amigo Juanlo Prada durante la localización que estamos haciendo para un cortometraje. El agujero abierto y obsceno de una alcantarilla, eso me sugiere mi país ahora mismo.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...