Al parecer, de los sesenta funcionarios que forman la sección de Informática del Tribunal de Cuentas, sólo cinco son informáticos. El resto han llegado allí por “antigüedad” y algunos tienen la EGB y nada más. No voy a negar aquí la posibilidad de que los autodidactas tengan una formación adecuada, pero casi un cien por cien de autodidactas, es un poco raro ¿No? Ser informático de sistemas lleva años de trabajo riguroso, e implica una formación multidisciplinar: física, cálculo, electrónica, ergonomía, programación... La informática es una joven ciencia y necesita de profesionales que tengan una formación extensa. Sólo lo comento por si alguien no lo sabe en el Tribunal de Cuentas.
Con estas revelaciones
voy comprendiendo esto y esto o esto. Con incapaces en los puestos
desde donde se pueden cambiar las cosas, nada cambia, lo que
realimenta el ecosistema de los incapaces, que requiere que nada pase
para que todo siga igual.
Pero estamos en mitad
de una lenta implosión que al menos permite que estas cosas, estos
secretos antes guardados celosamente salgan a la luz a pesar de que eso no interese demasiado a sus protagonistas (“¡en informática del
Tribunal de Cuentas los cretinos y los sinvergüenzas somos mayoría,
mejor que nadie se entere, a pesar de que siendo funcionarios tenemos
el culo soldado a la silla, pase lo que pase y de que ello implique que cada vez que surjan problemas el Tribunal tenga que recurrir a servicios de terceros tirando el dinero de los ciudadanos, es más, nosotros mismos somos agujeros de dinero público por incompetentes, pero, ah, estamos tan orgullosos...!”). España cada día
revienta un poco más en causas de corrupción que afectan a
ministros y exministros, presidentes y expresidentes de gobierno,
reyes actuales y cesantes, príncipes presentes y por venir, jueces,
sindicalistas, consejeros, concejales, alcaldes, empresarios,
notarios, abogados, arquirtectos,
periodistas o curas, mostrando cómo la transversalidad de la
podredumbre surca como el arador de la sarna todo el tejido social,
mientras la gente es robada por empresas impunes cada día, desde
eléctricas a bancos, pasando por telefónicas o empresas de
suministro de agua, casi todas ellas privatizadas por pura ideología
para la ruina posterior del país. Y por supuesto, hacienda sube
impuestos “diciendo que los baja”, mientras su Ministro tiene un
plan de pensiones europeo en una SICAV... ¡y sigue de ministro! Todo
vale, están todos nadando en heces, y parecen encantados con tragar
mierda. Será que es su propia mierda, y esa siempre sabe mejor. Y
los ciudadanos decentes no dan crédito a que su país haya sido
malvendido y emporcado por cientos, miles, decenas de miles de hijos
de puta impunes que siguen en sus puestos y poltronas, descojonados,
riéndose de la Ley y de sus semejantes, como lo que son: puros y
simples psicópatas. Asesinos en serie de ciudadanos, traidores a su
patria que encima son tontos del culo. La maldad no es inteligente, a
pesar de que los villanos de la ficción nos lo hagan parecer así.
La maldad es profundamente estúpida. No han nada más tonto que un
virus que mata a su huésped condenando a su progenie a perecer.
Ahora somos los
esclavos de la banca. En Telde me comenta otro amigo que hay colas de
varias manzanas de largo al final de mes para cobrar las pensiones y
los míseros sueldos... en los cajeros automáticos. Los bancos, tan
listos ellos, adelantan el cobro a los domiciliados al final del mes
anterior si cobran por el cajero, ahorrando personal, y originando
colas monstruosas en las calles de la ciudad, que no se veían desde
hace setenta años, cuando las cartillas de racionamiento. O que sólo
se ven en Cuba o Venezuela hoy en día. El capitalismo desalmado,
desatado, deshumanizado, cruel y perverso, sin controles, vive
obscenamente orgulloso y genera nuevos e insospechados grados de
sufrimiento humano... impune. Y los ciudadanos, mansos y
en el fondo buenos y decentes, callan en su cola, esperando la limosna del dios
cajero del dios banco del dios Estado, ese dios cabrón que les niega
un tratamiento cuando se ponen malos de verdad a pesar de que han
pagado religiosamente durante todas sus vidas su puta seguridad
social y sus putos impuestos.
Hace unas semanas un
amigo viajó a Suiza, y comprobó cómo los sueldos allá son
altísimos vistos por un español, y los precios, empero, también.
Los súbditos de los PIIGS, con sueldos tercermundistas, no podrían
sobrevivir en Suiza ni un par de días. Los españoles no pueden
viajar ya al extranjero. Hace treinta años eramos los “Gimme two”
cuando viajábamos a Londres.
La Troika ha conseguido
que estemos convirtiendo a Europa en una maqueta de la globalización,
un mini mundo horrible dentro de este mundo horrible que entre todos
hemos creado: países sureños arrasados y agónicos con ciudadanos
semiesclavizados que malviven merced a sueldos de miseria, y que
producen bienes baratos para los países ricos del norte. Ciudadanos
que sólo piensan en fútbol y en fiesta. Total, que son dos días.
Al carajo.
Si esta es la Europa
que nos iban a dar, me bajo. Me largo. No necesito el puto Euro ni su
puta madre. Para que el Bundesbank y los acreedores de la “deuda
soberana” conviertan mi vida en un infierno y mi país en el
orgullo del tercer mundo, con gente muriéndose en urgencias y niños
comiendo en comedores sociales, podéis meteros queridos políticos
toda esa Europa bien dentro de vuestro repugnante colon prolápsico.
Ahora a ver si alguien
tiene cojones de dar un golpe en la mesa. O eso o nos arrasan. Aquí,
siendo “aquí” Europa, se han olvidado de todo lo humano y manda
la pasta. No me gusta esta Europa, no. Nada. No la quiero ni para mi,
ni para mis hijos, ni para mis nietos, que cuando vean este desastre
no van a dar crédito.
Mientras un rey es
desaforadamente aforado y un fiscal es capaz de decir cosas
increíbles con tal de cumplir la sagrada -y probablemente bien
pagada- tarea que se le ha asignado de defender a toda costa a
alguien de sangre azul, convirtiendo de paso el poder judicial en una
porquería hedionda, decenas de familias son expulsadas de sus casas
por la inacción de un gobierno que creó una ley totalmente inútil
a sabiendas y se cruza de brazos luego diciendo “hemos hecho lo que
hemos podido”, mientras guiña un ojo a los bancos que le tienen
cogido por los huevos a causa de las gigantescas deudas de su
partido. Y en el ínterin, un juez ha ordenado el desahucio de una
familia de su propio hogar en favor de un prestamisa que
quita las casas a la gente de forma sistemática en lo que parecen
contratos de préstamo. Este país parece una pesadilla de Charles
Dickens en pleno Siglo XXI. Lo dicho, reinan la imbecilidad y la maldad, que siempre van
de la mano.
Pues va siendo hora de
que en España empecemos a dar muestras de inteligencia ¿No?
En la foto mi amigo Juanlo Prada durante la localización que estamos haciendo para un cortometraje. El agujero abierto y obsceno de una alcantarilla, eso me sugiere mi país ahora mismo.