Pongo este post como capítulo extra de La Cultura de la Mentira ya que puede servir como conclusión a esta serie que conforma un pequeño ensayo alrededor de las mentiras que rodean (y conforman) nuestra sociedad.
Hace
unas semanas publiqué en Twitter dos mensajes en los que me mostraba
perplejo ante unos anuncios que se emitían en la emisora local de la
Cadena SER en Las Palmas. Se trata de una publicidad del tipo
“diálogo con especialista” en la que un locutor de la emisora
conversa con el vendedor de un producto, y en forma de falsa entrevista nos ofrecen sus excelencias. El locutor es una persona relativamente
conocida en la emisora, que realiza esos “reportajes
promocionales”, que anuncian desde una verbena a una
cuestación popular, pero que siempre encierran, típico de la radio
local, un anuncio de algún producto o marca de la zona. En fin, es
alguien que tiene un cierto “prestigio de comunicación” entre
sus oyentes.
Me
chocó que el producto anunciado por el locutor, un colchón,
mostrara unas propiedades casi milagrosas, supuestamente basadas en
que “ayuda a absorber el oxígeno” a través de la piel, a la
sangre, gracias a un tejido de diseño propietario. En el anuncio se
citaban “estudios de universidades prestigiosas”, sin citar a
ninguna, y cuando se citaban se hablaba de ciudades, y no de
instituciones (“las prestigiosas universidades de...”, ya saben
lo que quiero decir ¿California? ¿Cuál? ¿UCLA? ¿UCA? ¿Stanford?
¿Berkeley? Si es alguna de ellas ¿por qué no citarla? Pues claro,
porque el dato es falso).
Googleé
un poco para informarme sobre el producto, y descubrí lo que me
temía, que es un “producto milagro”. Es decir, el anuncio quiere
vender algo que no existe. Ni las propiedades del tejido se han
demostrado en estudios de pares, ni naturalmente sus milagrosas
propiedades han sido publicadas en publicación científica o médica
alguna (me refiero a revistas como Science, The Lancet, Cell, etc.). Varios artículos en medios norteamericanos nombraban de pasada al
producto anunciado, y en ellos varios médicos especializados
desacreditaban sus supuestas propiedades beneficiosas
para la salud.
En
resumen, el viejo timo “con pátina científica”. Por eso tuiteé
mi sorpresa de que la SER no se molestara en verificar las supuestas
propiedades milagrosas de lo que anuncia, pues en ese tipo de
publicidades engañosas se juega su prestigio de marca. Pero claro,
en estos asuntos de la salud y las curas milagrosas, que se
enseñorean de las mañanas televisivas y radiofónicas vendiendo
productos milagrosos pasto de ignaros en programas supuestamente
serios (desde la homeopatía a las flores de Bach, del feng shui al
agua imantada y demás asuntos), no es de extrañar. Y por supuesto
nadie en el Gobierno se ha siquiera planteado regular toda esa
gigantesca estafa. ¡Dios nos libre de obstaculizar a la Libre Empresa
en tiempos de crisis, aunque vendan agua a precio de medicamento!
Pues
bien, el anuncio en cuestión afirmaba barbaridades como que los
colchones fabricados con el tejido milagroso revitalizan a la gente,
les dan mejor descanso, les oxigenan... una sarta de majaderías (y
lugares comunes indemostrables) que un estudiante de bachillerato
podría desarmar con un par de minutos de búsquedas por internet.
Pero parece que eso la SER no sabía hacerlo antes de emitir el
anuncio.
Bien,
pues los dos tuits funcionaron, pero de forma inesperada. Recibí un
par de días después de publicarlos una llamada en mi móvil de la
empresa que vende esos colchones en las islas pidiéndome
explicaciones, afirmando que “en la emisora” les habían dado mi
teléfono. Antes de poner una denuncia, llamé a SER Las Palmas,
donde me pasaron con el locutor del anuncio, al que expliqué el
problema. Le rogué que informara de todo ello al director de la
emisora, pues además de emitir anuncios de un producto milagro, la
emisora había dado mis datos personales a un fabricante al que mis
tuits parecían no haber gustado.
Como
resultado, no ha pasado nada. La SER sigue emitiendo el anuncio
original en Las Palmas. Parece que todo les da igual. La pela es la
pela, por mucho que se les insista. En fin, un granito de arena más
en crear una sociedad peor, más ignorante y menos libre, porque este
tipo de mentiras nos hace menos libres a todos. La SER sabrá lo que
hace con su supuesto prestigio profesional. Aunque parece que eso no
les importa demasiado.
El
anuncio, en la misma fórmula de diálogo a dos, pero con otro
locutor, se emite en otra emisora de la isla. En esta ocasión el
representante de la empresa importadora no hablaba ya de un “tejido
que ayuda a absorber el oxígeno” sino de un “tejido que ayuda a
absorber el calor corporal”, añadiendo una nueva sarta de majaderías
como que resulta que “es malo que el calor de la sangre se pierda
por la piel”, lo que demuestra que el importador del producto tiene
“respuestas científicas para todo”, y la emisora que ha
tomado el relevo escasa responsabilidad social. En fin, siempre
encontrarás a alguien lo suficientemente estúpido o lo
suficientemente malvado como para seguir cualquier juego.
He
mirado en la web del fabricante y su versión es diferente ¡Habla de
emisión de luz por el cuerpo humano! Así que ni una cosa ni la
otra. En la web podemos leer:
“Hologenix has
conducted a number of clinical trials to establish the science behind
it beyond a reasonable doubt, said Seth Casden, the company’s CEO.”
”The body
gives off light, emitting about 100 watts of energy at any given
time. Minerals embedded in a fiber or yarn can capture that energy
and reflect it back to the body. We’ve proven that Celliant can
increase blood flow and oxygen levels in muscle tissue, which helps
with recovery, performance and overall health.”
El
calor que un cuerpo emite es radiación infrarroja. La única manera
de reflejar esa radiación es con un espejo. Hagamos el el ejercicio
imaginativo de que esos minerales que están embebidos en el tejido
de Hologenix reflejan esa radiación. El único resultado sería que
ese calor volvería al cuerpo (¿en qué porcentaje respecto a la
radiación emitida?) y nos calentaría la piel, no nos
refrescaríamos, y el acto reflejo sería sudar. El cuerpo humano no
tiene un mecanismo que permita reciclar la energía que emite en
forma de radiación si la recibe de vuelta. Simplemente sudas. Eso es
todo. Pero claro, Hologenix presume de otra cosa, de que Celliant
“puede incrementar el flujo de oxígeno y los niveles de oxígeno
en el tejido muscular”. Eso es imposible, pues el volumen de
oxígeno en la sangre depende de otra cosa: del número de glóbulos
rojos, generados en los órganos hematopoyéticos del organismo, como
la médula; el volumen de aquellos por unidad métrica si acaso
depende del hierro disponible en el cuerpo, pues con hierro se crean
los grupos “hemo” que fijan el oxígeno en los glóbulos rojos, y
de nuevo sudar no genera más hierro: el hierro se ingiere en la
comida. En fin, que una camisa no hace que generes más glóbulos
rojos, y afirmar alto tan extraorinario requeriría de pruebas
extraordinarias, que el vendedor de fraudes que fabrica este producto
no suministra, claro está. El fenómeno de poner un hipotético
espejo que te refleja parte del calor que emites (como el caso de las
mantas doradas o plateadas que usan los equipos de emergencia) sólo
contribuye a conservar el calor, nada más. Nada llega a los tejidos
profundos, y mucho menos a los músculos, o a las venas, o a la
médula. El poder de penetración de la radiación luminosa
infrarroja es apenas de un centímetro, como mucho, de piel. Pero
bueno, admitiendo que fueramos translúcidos ¿Esa luz hace algo a
los músculos o al interior del cuerpo? Es mucho asumir, y esa
afirmación, diga lo que diga Hologenix, no está probada.
La
empresa fabricante en su web habla también de que el tejido lo que
absorbe es energía cinética, que se supone luego devuelve al
cuerpo. ¿Esta gente sabe lo que dice? La energía cinética se
aplica a un cuerpo en movimiento, no se puede absorber por vía
química, y si es así el descubrimiento sería tan revolucionario
que sus autores ganarían un par de premios Nobel. Cualquier
estudiante de física en el instituto sabe lo que es la energía
cinética y que por definición la energía de un cuerpo en
movimiento no se guarda en un tejido especial, señores. Pues sí,
esto es lo que el fabricante afirma.
Así
que ahora mi mensaje es para el importador de esos colchones. Si no
tienes formación suficiente para entender el producto que vendes ¿por
qué lo importas? ¿Qué te hace tan especial, o acaso es cosa de Fe,
como los curanderos? ¿Por qué haces afirmaciones totalmente falsas,
engañando a la gente cuando el producto que vendes no hace lo que
dices que hace, pues no se ha realizado ningún estudio independiente
que lo corrobore? ¿Por qué cambias tus afirmaciones de una emisora
a otra, en una es el oxígeno, en la otra es el calor? ¿Es que crees
que la gente es idiota? ¿O es que eres un ignorante de tal calado
que ni siquiera entiendes las falsedades que recitas? ¿Crees que
engañando a la gente te harás más rico, has pensado en el daño
que haces a la sociedad, fomentando la ignorancia y la
desinformación? ¿Por qué vendes productos milagro? ¿Crees que
todo vale en esta vida para ganar dinero? ¿Cuáles son tus límites?
Me
gustaría que el importador me respondiera a estas preguntas.
Mientras tanto, ojo, amigos. Sus emisoras de toda la vida les
engañan, y ustedes sin saberlo; juegan con la confianza que ustedes
depositan en ellos cada día y les cuelan estos productos milagrosos,
desde tejidos oxigenadores a imantadores de agua, pasando por
pulseras holográficas o ionizadores, generadores de ozono para
oficinas o curas homeopáticas. No son más que los viejos vendedores
de jarabes de las películas del Oeste, una sarta de estafadores,
sólo que usan vocabulario científico aquí y allá, que eso siempre
da prestigio. Desconfíen de cualquier anuncio que se presente
avalado por “las universidades más prestigiosas” o “los
afamados doctores fulanito y menganito” (preferentemente fulanito y
menganito son nombres ingleses con muchas sílabas). Que no les
estafen el dinero que tan caro nos sale a todos con trucos tan
burdos.
El
día en que nuestra sociedad haya superado estos tiempos oscuros en
los que los ignorantes parecen dominarlo todo nos irá mucho mejor.
Hasta entonces, ya saben, googleen lo que les suene raro de esos
anuncios, que en cuestión de segundos averiguarán cosas
interesantes al respecto, y sobre todo, hagan oír sus voces cuando
tengan conocimiento de abusos como estos. De nosotros depende que no
se engañe a miles de personas. En realidad acabamos siendo la última
línea de defensa entre una sociedad bienintencionada y una miríada
de pícaros.
El
producto de marras usa un tejido llamado Celliant ™ fabricado por
“la empresa se Santa Monica” Hologenix ™. Ningún estudio
independiente ha corroborado sus afirmaciones de actividad milagrosa.
Según Hologenix ™ (y sus importadores en Canarias, claro) empresas
de fabricación de prendas deportivas como Nike o Puma utilizan ese
tejido (lo que diría más bien poco de su actividad científica y su
fiabilidad técnica). El colchón forrado de ese tejido milagroso
responde al sonoro nombre de Celliant Sleep™. Ahora ya lo saben.
Por
cierto, descofíen tambien de las empresas cuyos productos son ™
antes de que exista un solo estudio independiente que les respalde.
Esta
es una consecuencia en su vida diaria cortesía de la Cultura de la
Mentira en la que estamos inmersos. Y con esto doy por concluido este
ensayo.
Pd.: Entre el día en que escribí este texto y la fecha de subirlo a Blogspot me he encontrado en SER Las Palmas con otra campaña si cabe peor que la descrita. Unos cigarrilos electrónicos llamados "Puff", que, de franquicia italiana, no sólo se anuncian por radio, sino también por TV, al menos en las islas Canarias. En la cuña larga de radio, la misma voz -es un comercial- de la SER que anunciaba los beneficios del Celliant ahora canta las excelencias del "vapeo", ese neologismo que define el fumar con cigarrillos electrónicos, listando los ingredientes de los aparatos fumadores de la marca citada y marcándolos todos como "de calidad de farmacia". Así, el presentador habla de que esos maravillosos cigarrillos contienen "Propilenolglicol de calidad farmacéutica". Vale. Sólo que el Propilenolglicol es una sustancia probablemente tóxica y sospechosa de ser cancerígena, y que por supuesto la nicotina que estos cigarrillos suministran es otro tóxico y causa adicción, lo que los hace inútiles para dejar el tabaco y los convierte en potenciales vectores de entrada al tabaco para los nuevos fumadores -especialmente los jóvenes, susceptibles a la presión de las modas-. Naturalmente, estos productos no pasan por control sanitario alguno -por ahora- al estar desregulados, lo que implica que el contenido anunciado de esos cigarrillos electrónicos y el real pueden ser muy diferentes. La controversia actual sobre el peligro de los cigarrillos electrónicos y su desregulación ha alarmado lo suficiente a la OMS como para que desaconseje su consumo. Y así todo se promete al consumidor de e-cigarrillos -que así se llaman también, dando el toque tecnológico a la mentira-: que se pueden consumir en todos lados, que son sanos, que no contienen productos cancerígenos, o que ayudan a dejar el tabaco, todo ello mentiras desvergonzadas, realizadas bajo la sombra de la ausencia de regulación de un producto que la comunidad médica ha declarado como potencialmente peligroso. Aquí la mentira se torna en desfachatez, y un puñado de "emprendedores", quiero pensar que desinformados y carentes de una formación científica elemental -entonces cabría plantearse por qué se meten en jardines que ignoran-, abren por todos lados tiendas de esos cigarrillos electrónicos tan sanos que precisamente el Parlamento Europeo está a punto de sancionar como peligrosos para la salud. Dos eslóganes de las cuñas de radio resultan especialmente viles. Se publicita el producto como el “Cigarrillo amigo”, y se ofrece con la revolucionaria propiedad de ser ¡bueno para la salud! con la frase “Ahora podrás fumar de forma saludable”, todo un ejemplo de oxímoron perverso. Este es el nivel de esta gente. Por eso es tan difícil vivir en este estado de cosas, porque la mentira se disfraza de muchas maneras, y surge como setas, en todas partes, buscando embaucar a los más inocentes y menos informados, algo que creo es moralmente reprobable. Pero parece el cuento de nunca acabar. Cuando contacté por teléfono con el comercial de SER Las Palmas cuya voz se oye en las cuñas -y que se encarga de negociar al parecer también esos anuncios- para hablar sobre los colchones milagrosos que publicitaba y le eché en cara que no todo valía con tal de atraer ingresos a su emisora porque convertía el mundo en una jungla, se limitó a decirme que "la cosa está muy mal" y que "hay junglas peores". ¿Les parece una buena justificación? Creo que estamos cruzando demasiadas líneas rojas.
Pd.: Entre el día en que escribí este texto y la fecha de subirlo a Blogspot me he encontrado en SER Las Palmas con otra campaña si cabe peor que la descrita. Unos cigarrilos electrónicos llamados "Puff", que, de franquicia italiana, no sólo se anuncian por radio, sino también por TV, al menos en las islas Canarias. En la cuña larga de radio, la misma voz -es un comercial- de la SER que anunciaba los beneficios del Celliant ahora canta las excelencias del "vapeo", ese neologismo que define el fumar con cigarrillos electrónicos, listando los ingredientes de los aparatos fumadores de la marca citada y marcándolos todos como "de calidad de farmacia". Así, el presentador habla de que esos maravillosos cigarrillos contienen "Propilenolglicol de calidad farmacéutica". Vale. Sólo que el Propilenolglicol es una sustancia probablemente tóxica y sospechosa de ser cancerígena, y que por supuesto la nicotina que estos cigarrillos suministran es otro tóxico y causa adicción, lo que los hace inútiles para dejar el tabaco y los convierte en potenciales vectores de entrada al tabaco para los nuevos fumadores -especialmente los jóvenes, susceptibles a la presión de las modas-. Naturalmente, estos productos no pasan por control sanitario alguno -por ahora- al estar desregulados, lo que implica que el contenido anunciado de esos cigarrillos electrónicos y el real pueden ser muy diferentes. La controversia actual sobre el peligro de los cigarrillos electrónicos y su desregulación ha alarmado lo suficiente a la OMS como para que desaconseje su consumo. Y así todo se promete al consumidor de e-cigarrillos -que así se llaman también, dando el toque tecnológico a la mentira-: que se pueden consumir en todos lados, que son sanos, que no contienen productos cancerígenos, o que ayudan a dejar el tabaco, todo ello mentiras desvergonzadas, realizadas bajo la sombra de la ausencia de regulación de un producto que la comunidad médica ha declarado como potencialmente peligroso. Aquí la mentira se torna en desfachatez, y un puñado de "emprendedores", quiero pensar que desinformados y carentes de una formación científica elemental -entonces cabría plantearse por qué se meten en jardines que ignoran-, abren por todos lados tiendas de esos cigarrillos electrónicos tan sanos que precisamente el Parlamento Europeo está a punto de sancionar como peligrosos para la salud. Dos eslóganes de las cuñas de radio resultan especialmente viles. Se publicita el producto como el “Cigarrillo amigo”, y se ofrece con la revolucionaria propiedad de ser ¡bueno para la salud! con la frase “Ahora podrás fumar de forma saludable”, todo un ejemplo de oxímoron perverso. Este es el nivel de esta gente. Por eso es tan difícil vivir en este estado de cosas, porque la mentira se disfraza de muchas maneras, y surge como setas, en todas partes, buscando embaucar a los más inocentes y menos informados, algo que creo es moralmente reprobable. Pero parece el cuento de nunca acabar. Cuando contacté por teléfono con el comercial de SER Las Palmas cuya voz se oye en las cuñas -y que se encarga de negociar al parecer también esos anuncios- para hablar sobre los colchones milagrosos que publicitaba y le eché en cara que no todo valía con tal de atraer ingresos a su emisora porque convertía el mundo en una jungla, se limitó a decirme que "la cosa está muy mal" y que "hay junglas peores". ¿Les parece una buena justificación? Creo que estamos cruzando demasiadas líneas rojas.
La imagen la encontré en Wikimedia Commons. Es un anuncio de la marca de camisas Arrow. Estados Unidos, primeros años 20. El autor es Joseph C. Leyendecker. Está en dominio público.