Hay que desandar lo andado. En las
pasadas décadas se cometieron varios errores terribles en la “gran economía española”, y las privatizaciones de
empresas públicas fueron de los más graves. Generaron supuestos
ingresos para el Estado entonces, pero ahora revelan los perjuicios que
han causado a la ciudadanía. Es curioso observar que, según las
Asociaciones de Consumidores, las tres áreas de consumo que más
reclamaciones generan, telecomunicaciones, banca y eléctricas,
pertenecen a sectores que fueron privatizados hace 20 años.
Aquellas empresas, como era estilo
entonces -y sigue siendo- se pasaron a manos privadas de personas “de
confianza” del poder. Nadie se preocupó de que fueran buenos
gestores, y tampoco se prestó especial celo para salvaguardar los intereses públicos con alguna cláusula
especial en los contratos. Se dieron a empresarios los miles de
kilómetros de líneas telefónicas, un recurso público pagado por
los impuestos, los equivalentes kilómetros de líneas eléctricas,
los ahorros y depósitos de millones de ciudadanos, etcétera. Se creó una falsa sensación de
competencia generando oligopolios bajo la sombra del poder político,
que, mediante pactos de precios, han generado un estado de cosas
francamente mejorable. Tenemos los precios más caros en electricidad,
telefonía y banca (qué decir de la banca) de Europa, comparando la
renta per cápita. Es un escándalo. Los consumidores sufren a diario
cláusulas leoninas que moverían al sonrojo a un inspector europeo,
la imposibilidad sistemática de darse de baja de ciertos servicios
telefónicos, o los cobros indebidos, las cláusulas modificadas
unilaterlalmente, las comisiones de usura, el déficit tarifario...
Esto es un desastre.
Iberia es el último ejemplo.
Malvendida en unas condiciones sospechosas a British Airways (esto es, "a la española"), está
siendo sistemáticamente desmantelada para que la poderosa compañía
británica, antes al borde del desastre, se mantenga precariamente en
pie unos años más, en una estrategia parasitaria de libro. Ya he hablado
de la pésima estrategia de la creación de Iberia Express (por lo que esconde) en un post
anterior. Como parece usual, posiblemente por la red clientelar que
aún mantiene el país en suspenso, probablemente a causa de la
incompetencia o cobardía de los elegidos para representarnos, nadie
está moviendo un dedo para remediar la desintegración de la línea
aérea española de bandera. Las huelgas se suceden ante la presión
insostenible de unos directivos que residen en Londres y que manejan con
hijos de seda y guante de acero los movimientos de unos directivos españoles que, al
menos en las declaraciones que hacen, se muestran como tontos de
manual. Esto es un desastre y es intolerable. No bastó a la casta
dominante en el país el malvender empresas que dan servicios básicos
(ahora van a por el agua, a por la sanidad, a por la educación,
demostrando una vez más que maldad y estupidez van de la mano, pues no existen estudios ni evidencia científica que les avale, pero eso les da igual), sino
que, cuando sólo se les pide que hagan los gestos mínimos para
salvaguardar el interés general se asustan y miran para otro lado.
Por poner otro ejemplo, en España
AENA, empresa en proceso de venta por partes a manos privadas, ha decidido elevar las tasas aeroportuarias, coste que las líneas aéreas repercuten en los billetes (como pasó con el Canon Digital) haciendo volar aún más oneroso para una ciudadanía ahogada a impuestos, directos e indirectos. Mientras, Egipto pone a coste cero sus tasas de aeropuerto y
paga los asientos de los aviones que quedan vacíos.
Nadie parece entender nada en las cúpulas de esas enormes empresas. Incapaces con sueldazo aparte, alguien tendrá que
hacer algo. El primer paso es la nacionalización “de vuelta” de
empresas de sectores básicos. Esta decisión habrá de tomarse tarde
o temprano, o esto será un caos. La generación actual no puede
esperar que los directivos de esas empresas, sumidos en su propio
mundo clientelar ceda sus privilegios. Así que sólo existe esa
salida. Problemas legales aparte, de nuevo, hay algo mucho más
importante en juego. La supervivencia de un país.
Y si nadie hace nada, Iberia, que será
la primera víctima visible de este escándalo con dos o tres décadas
de gestación, caerá sin remedio. Entonces la nacionalización será
imprescindible. Y será tarde, otra vez. Este país siempre llega tarde. A todo.
La foto es de Wikipedia Commons y está bajo dominio público. Recomiendo visitar el enlace, que aclara las condiciones de la licencia, que son bastante especiales. La foto es de 1917 y el avión era un Slesarev Svyatogor, un prototipo de bombardero. Los diseños de naves aéreas soviéticas de todo tipo tienen un cierto sabor a ciencia ficción.