En semanas recientes, cuando ha surgido la polémica sobre la
posibilidad del corte a webs que alojen contenidos sin la autorización
de sus propietarios, han surgido en Internet diversas iniciativas, varios
manifiestos en pro de las libertades, y una encendida polémica en torno
al asunto. Quisiera puntualizar unos cuantos de esos conceptos que
sufro en carne propia basándome en mi experiencia personal.
España es uno de los países donde más contenidos se bajan sin
autorización de sus legítimos dueños. Esto es un hecho. En todo
occidente, bajarse películas, videojuegos, libros o canciones al ordenador,
sin el consentimiento de sus propietarios, no está bien visto.
Paradójicamente, en España sí. Un punto de partida importante sería
ir informando a la gente de que lo que hacen causa daño y perjuicios
a terceros, que no es aceptable ni bueno para nadie, ni mucho menos
inocente.
Al mismo tiempo veo surgir, en el fragor del debate, opiniones dignas
de los movimientos anarquistas de principios del Siglo XX, que abogan
por abolir la propiedad intelectual, que paradójicamente es, en mi
opinión, una de las más recientes conquistas sociales y derechos
básicos de la gente. Porque quien aboga por la destrucción de tal
propiedad olvida que los autores no son un colectivo marginal, sino
todos y cada uno de los ciudadanos de un país. Desde el momento en que
un ciudadano crea una obra, sea la que sea, ya es autor. Y la ley
protege sus derechos. Hasta tal punto que la Declaración Universal de
los Derechos Humanos los cita explícitamente en su Artículo 27: "Toda
persona tiene derecho a la protección de los intereses morales y
materiales que le correspondan por razón de las producciones
científicas, literarias o artísticas de que sea autora." Estamos
hablando, por tanto de un derecho humano básico para todas las
personas.
Como autor tengo y quiero ejercer el derecho a hacer con mis obras lo
que la ley me permite, esto es, mi derecho de Copyright, el "derecho
de copia". Puedo cederlo a un productor o distribuidor, o a una
televisión o página web, o venderlo, prestarlo, alquilarlo, o ponerlo
en dominio público, en copyleft, en Creative Commons... Pero ese
derecho es mío, y de nadie más. La actual situación hace
que miles de personas que ni conozco no me permitan ejercer el derecho
a decidir; esto es, que controlen mi vida. Ellos han decidido, por mi, que
mis obras sean de dominio público. ¿Dónde queda mi derecho a decidir?
¿Dónde mi libertad personal?
Cuando en nombre del "derecho a la cultura" se pide la abolición de la
propiedad intelectual y la legalización de las descargas ilegales
–siendo ambas cosas imposibles en un Estado de Derecho-, en realidad,
se confunde el derecho a la cultura con un supuesto "derecho" al
entretenimiento gratuito (bajarse películas, libros, videojuegos y
canciones sin pagar). Volviendo a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos, el concepto de Derecho a la Cultura aparece en dos
artículos. El 22 reza: "Toda persona, como miembro de la sociedad,
tiene derecho a (...) la satisfacción de los derechos económicos, sociales
y culturales, indispensables a su dignidad y al libre desarrollo de su
personalidad." el 27 dice: "Toda persona tiene derecho a tomar parte
libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a
participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten".
En ninguna parte se habla de derecho alguno al "entretenimiento gratuito".
Las páginas web que distribuyen el material protegido sin
consentimiento de sus propietarios no ejercen el derecho a la "copia
privada" en el caso del cine, como se afirma repetidamente, sino que
realizan distribución (de uno a muchos, una sola copia pasa a miles de
personas), algo que está reservado a unas empresas intermediarias, las
distribuidoras de cine. Estas, las legales, pagan impuestos,
empleados, seguridad social, generan empleo y riqueza. Recorren el
mundo a través de los Festivales y los Mercados del Cine buscando
obras que distribuir y compran a los propietarios legítimos parte de esos
derechos para poder ofrecer las películas en sus territorios. Son
detentadores legales de la propiedad intelectual y de los derechos
de explotación de la misma cedidos por terceros.
derechos para poder ofrecer las películas en sus territorios. Son
detentadores legales de la propiedad intelectual y de los derechos
de explotación de la misma cedidos por terceros.
Arriesgan su dinero invirtiendo en una película determinada, y si en
su país funciona, tienen beneficios. Si no, pérdidas.
Son, en resumen, empresas privadas que luchan legalmente
por vivir. Cosa que las páginas web que ofrecen esos contenidos sin
ostentar los derechos de copyright, obviamente, no hacen: ni están
legalizadas, ni dan empleo, ni pagan impuestos, ni arriesgan nada (los
propios usuarios les entregan copias de las películas, algo a lo que
no tienen derecho, nos pongamos como nos pongamos), ni por supuesto
crean nada. Son distribuidoras a todos los efectos, que manejan
material sin autorización del fabricante original de ese material.
En la Declaración de Derechos Fundamentales de Internet, una de
las publicadas en estos días en la Red de Redes, y en
el Punto 5 del texto se dice, respecto a los propietarios del
derecho de copia de un producto: "Si su modelo de negocio se basaba en
el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin
vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo." El
problema es que las copias ilegales, como he comentado más arriba,
vulneran un derecho fundamental, el de autor ya que, insisto autores son
-somos- todos los ciudadanos. El resultado es como legalizar el saqueo.
Se abunda más en el Punto 6: "Consideramos que las industrias culturales
necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y
asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de
limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen
perseguir."
He leído por ahí muchas opiniones uniéndose a este punto, abogando por
un "cambio de modelo", calificando a la industria del cine de
"fosilizada", de "acogida a modelos caducos", y que afirman que el
estado de cosas actual elimina "intermediarios" que se quedan con "el
dinero de todos". La del "modelo caduco" es otra falacia que circula
por Internet. El obtener dinero a cambio de una mercancía es la base
del intercambio económico y por tanto de la supervivencia de las
sociedades. Ese modelo no ha cambiado. El obtener dinero a cambio de
una entrada de cine o de un DVD, de una descarga legal o de un
streaming, es lo que permite sobrevivir a la industria audiovisual:
dinero por mercancía, sea esta en forma de discos o de bits. No hay
modelo que haya cambiado, sólo el soporte. Si se quiere traficar
legamente con obras protegidas, sea en streaming o por descargas, se ha de
tener la autorización de sus propietarios.
Usaré mi experiencia como ejemplo del estado de cosas actual. Yo
necesito a esos intermediarios que ahora se califican de "caducos":
los distribuidores de cine y los exhibidores, las televisiones, los
editores de DVD, las páginas legales de visionado de cine, todos
ellos, me dan de comer. Yo he tenido que producirme mis películas
hasta la fecha. Y sé lo que representa tener que gestionar asuntos que
corresponden a otros, como la web oficial de la película, el cartel,
los slogans, los trailers, el material para internet, los making of,
los EPK, los pressbooks, flyers, teasers, etc. Hasta ahora han
existido gremios especializados que hacen, por ejemplo, cartelería, y
sólo eso. Otros que publicitan las películas, eligiendo los medios más
adecuados, o que hacen trailers, y sólo trailers. Otros eligen las
salas en las que se proyecta tu película en función de los
espectadores que estén interesados en verla, de la demografía de la
zona, o de la distribución por edades del público asistente. Todos
esos gremios, y muchos otros, están siendo destruidos. Y ello lleva a
un empobrecimiento terrible de nuestro trabajo, ya que se obliga al
director o productor a ser también el gestor de la publicidad, el
creador del poster, el creador del copy publicitario, o el diseñador
de la página web de la película. De todos es conocido ese refrán que
reza "aprendiz de todo, maestro de nada". Todo esto está llevando a un
espantoso amateurismo antes inimaginable en nuestra profesión. Los
trabajos se ven tan degradados que desaparecen, y el
director-diseñador-productor-webmaster-administrador de Ebay no puede
hacerlo todo. De la misma forma, este estado de cosas obliga a grupos
musicales de valía a perder tiempo de su trabajo como músicos en
gestionar asuntos que antes hacían otros. En contra de la opinión
generalizada, no hay liberación alguna; eso esclaviza, empobrece,
reduce y apaga la luz creativa de un país. Porque competimos con
industrias que sí protegen todos esos oficios.
Esas industrias de gran calibre, como la norteamericana,
pueden lanzar su producto en todo el mundo de forma agresiva
precisamente gracias a que mantienen a esos profesionales, a legiones
de especialistas que adaptan los posters a los mercados locales, que
traducen sus películas, que gestionan en cada ciudad del mundo los
soportes para la publicidad externa, que rediseñan trailers o spots
para televisión, que crean webs especializadas, juegos promocionales,
que negocian franquicias, que redactan contratos... En resumen, la
utilidad de esos "intermediarios caducos" es cada vez más clara y
mayor.
He podido ver películas pirateadas con los subtítulos realizados en casa
por personas en sus ratos libres que han traducido mal los textos, llenado
de faltas de ortografía el subtitulado o destrozado la sutileza de un giro
irónico. Mientras, los traductores profesionales pierden el trabajo,
porque una legión de voluntarios bienintencionados pero mal informados
del daño que hacen ha decidido erigirse en subtituladores de cine.
España ha vivido siempre en una falsa ilusión de gratuidad alrededor
del entretenimiento, sobre todo el televisado. Hemos
tenido una televisión pública durante 50 años, pagada por todos
nosotros, pero gracias al paternalismo franquista nada nos indicaba
que se pagaba con nuestros impuestos. Los ingleses, por ejemplo, con
su canon por televisor, saben perfectamente cómo se financia la BBC
sin necesidad de hacer ejercicios de imaginación. Las Televisiones
Autonómicas, todas ellas financiadas con cargo también a los
impuestos, tampoco muestran a las claras ese gasto al ciudadano.
Los partidos de fútbol se emiten -aparentemente- gratuitamente
mientras los millonarios derechos que genera su emisión permanecen
"transparentes" al espectador, ya sea porque se pagan con impuestos
o mediante publicidad.
De la misma forma que muchos creen que el móvil que les regala
una operadora telefónica es gratis, sin ver que ellos mismos lo van a
pagar durante meses de contratos blindados con penalizaciones,
la gente ha creído que ver "Piratas del Caribe" en TVE es gratis,
cuando no es así. TVE ha pagado un dinero por esa película a un
vendedor internacional, y tiene derecho a un número limitado de pases
en un período de tiempo negociado. Cuando este pasa, TVE ya no puede
emitir "Piratas del Caribe" a no ser que renueve su contrato, pagando por
esa renovación. Y así son las cosas. Pero el ciudadano
parece permanecer ajeno a esta realidad, pensando que, por ejemplo,
cuando Cuatro emite la serie "True Blood", Cuatro no arriesga nada.
Sogecable, empresa madre de Cuatro y Digital Plus, ha pagado un dinero
por esa serie, que deberá amortizar en razón a los ingresos
publicitarios que genere, basados en la audiencia. Cuando una web o un
grupo de personas comparten "True Blood" en Vagos o en Emule, están
dañando a Cuatro, que a lo mejor decide no emitir la segunda temporada
de esa serie porque no es rentable en términos de share. Es importante
entender esto, que niegan muchos internautas que, como los fumadores,
se ocultan a sí mismos las consecuencias de sus actos. Bajarse una
película de una web que no detenta los derechos de copyright causa
daño a terceros, haya o no beneficio económico en ello. Y un perjuicio
medible a televisiones, a editores de Vídeo, a webs legales de descargas,
en una cadena que llega desde el videoclub a la productora norteamericana
HBO, en el caso de "True Blood". Y a lo mejor HBO, a la larga, ve que no
es rentable producir ese tipo de series, porque no recibe lo esperado
de sus inversiones. El resultado, eso que causa tanta risa a muchos
internautas, es el fin de la industria del entretenimiento. Un primer
resultado: Hollywood ha producido en 2009 un 40% menos de películas
que en el año anterior. Esta es una cifra real, y su único origen ha
sido la piratería.
La gran industria norteamericana, desesperada por el descontrol en
las bajadas de películas, se vuelve muy conservadora, reduce su
producción y sólo da luz verde a blockbusters gigantescos de estreno
mundial simultáneo para minimizar el daño. Esto implica inversiones
cada vez mayores, y sólo los operadores globales sobreviven,
aplastando los cines nacionales, al copar las salas con su producto,
negando el acceso a las mismas al producto local. El cine mediano y
pequeño simplemente desaparece, se extingue. Y les recuerdo a todos
que es ese cine pequeño y mediano el que hace historia. Ya nadie se
acuerda de "Batman Forever", un gigantesco éxito de taquilla con 360
millones de dólares recaudados en todo el mundo. Ahora mismo es
cada vez más difícil producir y estrenar el equivalente actual a "Las
Zapatillas Rojas", "Jules et Jim", o “El Espíritu de la Colmena”.
Ahora mismo no sería posible que un joven Almodóvar estrenara
"Pepi, Luci y Bom" o que un nuevo Iván Zulueta llevara a las salas
el "Arrebato" del Siglo XXI.
Así, lo que para algunos es "una conquista de libertades" no es sino
exactamente lo contrario, una sistemática destrucción de industrias
enteras, de sectores económicos completos, de profesiones, de
expertos, de campos de conocimiento. Los futuros Bergmans o Rohmers
no podrán surgir ni florecer, porque su cine será totalmente marginal,
y porque ningún productor podrá afrontar crear una película a cambio
de nada. Y no obviemos nuestra responsabilidad en ello. Cada bajada de
película, cada bajada de canción de un website que no ha sido
autorizado por sus propietarios, contribuye a un “efecto mariposa”, y es un
ladrillo más en el muro del desastre.
También se han difundido sospechas donde no las hay de que una página con
contenidos molestos podría ser cerrada usando la legislación en
ciernes, o de que mantener la neutralidad de la Red a toda costa es un
derecho fundamental. La neutralidad de la Red no se cuestiona cuando se
cierra un website de pornografía infantil. Pero sí cuando se habla de cerrar
sites que comercian con obras sin consentimiento de sus propietarios.
Es sorprendente el doble rasero que se aplica. Cuando un ciudadano
te habla de que "las webs de descarbas sin ánimo de lucro no deben
ser penalizadas" o de que “poner un link a un fichero no es un delito”,
está empezando a hablar como un abogado buscando una salida legal
a un problema moral que no quiere afrontar.
La "defensa de las libertades" es el gran tema moral que se ha usado
como estandarte estos días. En todos los aspectos de la vida cedemos
gustosamente parcelas de nuestra libertad personal en pro de no dañar
al prójimo, y de una convivencia mejor. En las carreteras, obedecemos
señales que coartan nuestra libertad, nos detenemos ante semáforos
en rojo que coartan nuestra libertad y cedemos la labor punitiva a otras
personas, la policía, que coartan nuestra libertad. Si estamos en un lugar
público con terceras personas renunciamos a nuestra libertad de fumar.
Cedemos nuestra defensa a los ejércitos, asumiendo el riesgo que ello implica.
Cedemos nuestra intimidad en Internet a algoritmos de cifrado que ni siquiera comprendemos, o renunciamos, por el bien colectivo, a nuestra libertad de,
por ejemplo, llevarnos una manzana del supermercado sin pagarla.
El consenso social es fundamental en la cesión de las libertades en
pro del otro, y sin ello las sociedades se desintegrarían.
Todo es una cesión para poder vivir en sociedad. E Internet no está
exenta de los mismos problemas; creada por hackers idealistas en los
años 70, se ha mantenido como una laguna legal, pero hemos visto
muchas veces ya que la humanidad no parece funcionar bien con la
autorregulación y las normas han aparecido también en Internet. Porque
en la Red de Redes se trafica con datos, se roban números de tarjeta
a millones cada día, existe el phishing, el spam, el malware, los troyanos,
los sniffers, los virus, y se delinque por la Red tanto como en el mundo real.
pro del otro, y sin ello las sociedades se desintegrarían.
Todo es una cesión para poder vivir en sociedad. E Internet no está
exenta de los mismos problemas; creada por hackers idealistas en los
años 70, se ha mantenido como una laguna legal, pero hemos visto
muchas veces ya que la humanidad no parece funcionar bien con la
autorregulación y las normas han aparecido también en Internet. Porque
en la Red de Redes se trafica con datos, se roban números de tarjeta
a millones cada día, existe el phishing, el spam, el malware, los troyanos,
los sniffers, los virus, y se delinque por la Red tanto como en el mundo real.
No es posible que en nuestro país tengamos un conjunto de derechos y
deberes que se esfumen al conectarnos a Internet, o que, acogiéndonos al
anonimato, hagamos en Internet lo que nunca haríamos en la vida real
simplemente "porque se puede"; eso implica la destrucción de cualquier
cortapisa moral, y es terriblemente pernicioso. Esa "laguna legal
virtual" que es ahora la Red de Redes habrá de terminar en algún
momento. Porque estamos demostrando, una vez más, que no somos
capaces de autorregularnos. Y a las pruebas me remito.