domingo, 1 de septiembre de 2013

Summer Annihilation



Las películas de verano, esas producciones que se empezaron a poner de moda hace como 30 años y ahora cuestan 200 millones de dólares, se han convertido de un tiempo a esta parte en monstruos hipertrofiados que pueden causar, si fallan en recaudar lo esperado, hasta la caída del Estudio que las ha creado. Vistas así, parecen pésimas decisiones financieras.

Esta carrera de gigantescas producciones franquiciadas de Hollywood lleva tiempo prolongándose, y es interesante de observarla, por lo irracional. Son tiempos desesperados, en los que tu película está pirateada en todo el mundo al día siguiente de su estreno, o incluso antes, en calidad HD, con sonido atronador, y contra eso poco puedes hacer. Los grandes estrenos han de ser simultáneos, grandes, y crear expectativas en los potenciales espectadores antes de que el pirata las cuelgue en la red.

El resultado es a veces un poco patético, entre piruetas que merecerían más bien ser protagonizadas por el Circo del Sol (el año pasado Tom Cruise colgando del Burjh Khalifa en una trama ininteligible en "Misión Imposible: Protocolo Fantasma" traslucía la desesperación de ciertos hipertrofiados formatos "rollercoaster"), y otras un simple dislate ("Transformers 3" es el mejor ejemplo hasta ahora de parque temático portátil para salas 3D IMAX).

Esta política de los Estudios de Hollywood va en contra de las películas pequeñas y medianas. Sumergidas en un mar en el que sólo flotan los monstruosos blockbusters, poco pueden hacer ante un despliegue promocional medido en millones de impactos o en acuerdos de merchandising con las grandes cadenas de comida rápida, que están al alcance de unos pocos. Pero los gigantescos productos veraniegos, cada vez más arriesgados en términos de recuperación de lo invertido, necesitan un mercado mundial y un lanzamiento simultáneo multicultural para ser rentables en los escasos días que les da hoy la ventana del estreno en salas, que nunca fue tan pequeña. Eso las fuerza a ser convertidas, más que en objetos narrativos, en “productos corporativos transnacionales”. Para ello es ideal o bien disponer de una franquicia adquirida que tenga ya su propia red promocional y su boca a boca garantizado (Marvel-Disney, DC-Warner con sus personajes-franquicia de cómic son sendos ejemplos), o bien generarla (lo que siempre es más arriesgado; este año Warner lo intentaba con “Pacific Rim” (“Pacific Rim”, Guillermo del Toro, 2013) y no le fue mal del todo). Y luego se han de combinar estas estrategias con historias simples, con escaso diálogo, que sirvan de “valles” para una sucesión de escenas de acción cada vez más intensas, y que sean comprendidas desde Laponia a Tierra de Fuego, pasando por Pekín y Florencia.

En cualquier caso, observo en todos estos productos una tendencia que parece nacida de la industria del porno, una “hardcorización” del producto, que implica más y más escenas gigantescas que han dejado de ser de acción, y se convierten en demoliciones, en las que los efectos infográficos, reciclados fotorealistas del cine animado, llevan las riendas, y donde se arrasan ciudades enteras en reciclados que parecen repetir lo que en el kaiju-eiga japonés, pero con el 11 de Septiembre como origen de coordenadas. Desde franquicias aparantemente infantiles como la serie “Transformers” que dirige Michael Bay o “Battleship” (“Battleship”, Peter Berg, 2012) pasando por los reciclados Marvel de “Marvel Los Vengadores” (“The Avengers”, Joss Whedon, 2012) y de DC en “El hombre de acero” (“Man of steel”, Zack Snyder, 2013) o la saga del reboot de “Batman” a cargo de Christopher Nolan, llegando al film de del Toro (el único que reivindica festivamente el asunto, por cierto, algo que se agradece) y atravesando otras franquicias convertidas en productos de acción y descacharre, como “Star Trek: En la Oscuridad” (“Star Trek into darkness”, J. J. Abrams, 2013) o las dos películas de la franquicia G. I. Joe -”G. I. Joe” (“G. I. Joe: The rise of Cobra”, Stephen Sommers, 2009), “G. I. Joe: La venganza” (“G. I. Joe: Retalliation, Jon M. Chu, 2013)-, incluso en “Guerra mundial Z” (“World war Z”, Marc Forster, 2013), hay un general ambiente de catástrofe transnacional, de apocalipsis, en los cines de verano, con las capitales exóticas del mundo que gustaban de ser mostradas vistosamente, a pleno sol y con Wescam en las películas de James Bond ahora convertidas en cráteres postnucleares arrasados por semidioses o villanos interestelares. A eso se añade la contratación de actores "serios" para papeles sin humor, cargados de trascendencia y rictus, preferentemente sacados de la cuadra de HBO.

Puede tener su gracia ver hecha CGI una viñeta de Jack Kirby con un superhéroe atravesando un rascacielos tras recibir un uppercut de un extraterrestre de cuatro metros, pero el hiperrealismo de síntesis remueve un poco las tripas. En “El hombre de acero” nadie parece preocuparse un carajo de los cientos de miles de infelices que perecen bajo cada edificio que las peleas gargantuescas entre kryptonianos demuelen. Eso es lo que llamo “hardcorización”: lo que puede ser aceptable en términos de violencia parece que se estira como un chicle. Cuando en “Transformers: La venganca de los caídos” (“Transformers: Revenge of the fallen”, Michael Bay, 2009), una película calificada “PG-13” por la MPAA, un Autobot arranca la espina dorsal y el cerebro de un Decepticon, pensé, rodeado de niños en un cine, que se estaban saltando muchas fronteras invisibles; después de todo las criaturas de esas películas son seres sentientes, y mutilar a otro ser, por muy malo que éste sea, no parece un modelo de conducta demasiado aconsejable. En la reciente “El hombre de acero” (también PG-13) Kal-El (Henry Cavill) ejecuta al General Zod (Michael Shannon, por cierto, of HBO fame en "Boardwalk Empire"), porque ha hecho cosas malas, como lo haría un buen comando de las Fuerzas Especiales.

En “Guerra mundial Z”, por su parte, el enemigo es un auténtico hormiguero humano, la antítesis de los infelices que mueren aplastados en la ciudades arrasadas por las batallas se superhombres. El hombre común zombificado que propone la producción de Brad Pitt es tan despreciable como aquellos, siendo la amenaza su masa colectiva. El enemigo somos nosotros mismos reducidos a la condición de insectos (por cierto, eso no sale en la novela; algún día contaré mi experiencia, corta pero intensa, durante el desarrollo de ese proyecto).

Está claro que hay un vector de dirección en este endurecimiento del cine de entretenimiento veraniego, que crece también con los decibelios de las mezclas de sonido a las que asistimos, y en cierta medida parece seguir el mismo camino que el cine porno para sus endurecidos consumidores, que van saltando en un mecanismo psicológico de adaptación de menos a más duro, pidiendo por las reglas del omnisciente Mercado (give the people what they want) a los productores de esa industria un producto más brutal dentro de lo “mainstream” y aceptable. Las simulaciones de violaciones o el “throat fuck” actuales podrían no ser aceptables en una película porno hace 25 años, pero hoy están en los productos más “estándar” del género. En ambos casos se salta del sexo consentido a la “simulación” (dentro de lo que en el porno se pueda calificar como tal) de conductas que vejan al otro, generalmente, por cierto, una mujer.

Esto es lo que llamo “hardcorización”, y aunque es un ejemplo extremo, ya estamos sufriendo cómo esas conductas se convierten en estándar para una generación de jóvenes que consume esa pornografía. Si hace unos años el llamado “torture porn” estuvo en boga en el cine de terror, ahora parece que la ultraviolencia y la ausencia de empatía con el padecimiento de los otros es lo que está marcando tendencias en mercadotecnia. Pasará, como siempre, pero creo que la sociedad debería de plantearse si esto es lo que quiere en su entretenimiento de masas.

Nota: El siguiente párrafo contiene un Spoiler de una película pendiente de estreno. El renglón en cuestión está escrito en blanco, por lo que si quieres leerlo deberás seleccionar el párrafo haciendo doble click o bien seleccionar con el ratón el renglón en cuestión. No leerlo no afecta a la comprensión general del artículo.

El asesinato a distancia, que pudo verse en los cines (tal vez) por primera vez en “Asesinato por Televisión” (“Murder by television”, Clifford Sanforth, 1935), y mucho más adelante tuvo una clave hi-tech en un film de la serie de Jack Ryan, “Juego de Patriotas” (“Patriots game”, Philip Noyce, 1992), en el que operativos de la CIA asistían vía satélite al exterminio de un grupo de rebeldes en un desierto libio, se extiende y ahora me preocupa ver cómo se podría estar asistiendo a una “sublimación drone”, con reciclados del control remoto como “Acero puro” (“Real steel”, Shawn Levy, 2011) que juega a la sublimación del videojuego como herramienta de agresión, algo que pronto también veremos probablemente en “El juego de Ender” (“Ender's game”, Gavin Hood, 2013), si se adapta con fidelidad la novela de Scott Card, que no es sino el relato de un juego de simulación que no es tal. Pero resulta que ese camino de cosificación del otro (el enemigo) también se ve en productos directamente teen, como la saga de “Los juegos del hambre”. Insisto en que todo ello es reflejo de los tiempos, cada era tiene sus mitos, sus novelas, su televisión, sus videojuegos y su cine de entretenimiento, pero no sé si me gusta este cine que elimina lo humano y convierte al indiferente en un hormiguero exterminable como daño colateral de tu guerra y al enemigo en alguien desmembrable.

Es para mi un hecho que esto empezó en los 70-80 con el cine embrutecedor y barato de gente como Stallone -cuyo “John Rambo” (“Rambo”, Sylvester Stallone, 2008) es un ejemplo interesante del teatro de la crueldad en que se ha convertido este tipo de producto audiovisual-, Lundgren, Seagal, Bronson (pionero junto a Eastwood y otros), Van Damme, etc. bebían del exploit sucio de los 70, aquel cine B rodado directamente en las calles más sucias de Nueva York y otras ciudades con sus centros invadidos de cines porno, sex shops y camellos de pelos imposibles y pantalones de pata de elefante. Aquello llevó a sus herederos de alto presupuesto como “Terminator 2: El juicio final” (“Terminator 2: Judgment day”, James Cameron, 1991), una película de acción “children oriented” profundamente idiota y de altísimo presupuesto, que acababa con la magia del divertido producto de serie B que fue el primer título de la (inesperada) saga, al intentar lograr el imposible de mezclar la ultraviolencia de aquel subgénero de justicieros con el producto mainstream franquiciable.

En fin, lo que era objeto de productos Serie B se vuelve tendencia, y romper brazos con técnicas de comando es ahora lo más común en el entretenimiento de masas, como matar a millones bajo ruinas humeantes mientras unos tipos en mallas se hostian vivos por un quítame allá un Cubo Cósmico. ¿Recuerdan aquella serie Marvel de corta vida, "Control de Daños"? Al menos en la editorial se daban cuenta de lo grotesco de la situación y se reían de ello.

De aquellos justicieros que partían fémures, radios y cúbitos a los actuales que parten de un puñetazo rascacielos repletos de personas, sólo hay un salto presupuestario, tecnológico, y sobre todo profundamente deshumanizado. Aquella serie B adulta, hiperviolenta y cutre tenía su gracia. Los comics de Kirby/Lee en papel barato y color de trama de los años bullpen de la Marvel pre-franquiciada eran un destilado sorprendente de diversión y talento. La mezcla actual no sé lo que es, pero porta en su interior demasiado cinismo.


La imagen está en Wikimedia Commons. The Woodward's building in Vancouver, Canada, collapsing as it is demolished using explosives. The original 1903-1908 section of the building was left standing, and can be seen just beyond the cloud. Picture taken from the top of a building across Cordova Street, facing southwest. Autor: Tannoy. Está bajo licencia Creative Commons 3.0 Unported.

sábado, 31 de agosto de 2013

Mercaderes y aeropuertos



Era de esperar, siempre acaba pasando así en este país. La solución, la peor de todas. La que más perjudica a la gente y más beneficia a los cuatro de siempre.

En el Aeropuerto de Gando, isla de Gran Canaria, llevan varios meses de obras. Como, por otro lado, está pasando en los otros aeropuertos nacionales que dan beneficios (cuatro en total). En su carrera demente para acabar con las escasas sociedades públicas que nos quedan y venderlas al mejor postor, el Gobierno, que quiere vender AENA a toda costa y se encuentra con que no recibirá ni mucho menos el precio esperado, ha iniciado otra huída hacia adelante que consiste en llenar los aeropuertos de aún más tiendas y aún más franquicias, a ver si consiguen elevar el precio de una forma u otra, gastando más dinero y haciendo más irrespirables las terminales de pasajeros.

En el aeropuerto de Gando las obras están terminando, y cual no ha sido mi sorpresa al ver que lo que se ha hecho es recolocar los controles de pasajeros justo a la entrada de una de esas franquicias de tiendas, sin vías alternativas, de modo que para poder ingresar al terminal a coger tu vuelo tienes que pasar por la tienda quieras o no.

La grosería del asunto, en mi opinión, refleja la catadura de los ejecutivos al cargo de la empresa nacional de aeropuertos. Me pongo a pensar en la zona de control de pasajeros de la terminal en una jordana especialmente congestionada -el de Gando es uno de los más transitados del país- con cientos de pasajeros en cola pasando por los controles y abarrotando el magro espacio que se les ha concedido para tener que atravesar el sagrado templo de la compraventa, y les juro que me echo a temblar. Van a haber problemas de orden público, como mínimo. Pero eso no es todo: los espacios y pasillos interiores se están reduciendo al mínimo para que las todopoderosas tiendas tengan toda la superficie que sea posible. Los asientos, incómodos y pequeños, fuerzan al visitante a pasar sus ratos muertos mirando las carísimas tiendas "libres de impuestos".

Ya comenté cómo AENA había derruido la antigua terminal de pasajeros de Gando, un pequeño edificio con mucha historia a sus espaldas, procurando que nadie se enterara. Este es el tipo de directivos que fomentamos en este país. Estas, sus decisiones. Una vez más, la pregunta retórica: ¿Es así como queremos hacer las cosas?


La foto está en Wikimedia Commons. Plane flying over mountains vintage photo. Autor: U.S. Fish and Wildlife Service. Image from Public domain images website. Está en dominio público.

lunes, 26 de agosto de 2013

Jugando al trabajar




En el número de 29 Julio al 4 de Agosto de la revista Bloomberg Businessweek (por cierto, qué revista tan bien diseñada; es en cierta medida la continuación desde una publicación semanal de lo que Wired representaba hace tiempo en términos de juegos interesantes con la maquetación), se publica un simpático artículo sobre los guionistas de la lóngeva serie de animación televisiva “Los Simpson”, esa que se emite en horario nocturno en Estados Unidos, pues está concebida para adultos (como “Family Guy” y otras), pero que en este país se emite, asombrosamente, en horario infantil.

El artículo visita el chalet en el inmenso lot de Fox Studios donde los guionistas de la serie trabajan, que estaba decorado en su entrada, recuerdo, con una enorme mano de Homer Simpson portando una rosquilla. Los chalecitos del lot de Fox son viejos y están hechos polvo, deben tener cincuenta años o así. Algunos recuerdan aquellas viejas casetas-residencia de la película “Sucedió una noche” (“It happened one night”, Frank Capra 1934), en una de las cuales Claudette Colbert y Clark Gable pasaron una noche inolvidable. Pero en su interior son mucho más conforables y amplios de lo que se podría esperar.

Sin embargo, Bloomberg no visita el chalet de los escritores para hablar de su trabajo en la serie, que tras 24 años de producción ininterrumpida goza de muy buena salud televisiva (los guionistas actuales llevan hasta 8 años en plantilla), sino porque se han inventado un juego con el que pasan el rato, y que ha llegado a apoderarse de toda la pizarra que decora la sala de reuniones, y que debería de usarse para ilustrar las discusiones del equipo de escritura.

El absorbente juego es un sistema de apuestas mediante el cual has de adivinar lo más certeramente que sea posible la recaudación de los próximos estrenos de cine en Estados Unidos, desde los grandes blockbusters a las películas independientes. En el artículo hay una foto de la pizarra, absolutamente repleta de tablas con las recaudaciones previstas y las apuestas de cada uno, -y, por cierto, se puede atinar a ver que los jugadores han asignado a “I'm so exited” (el título internacional de “Los amantes pasajeros“, de Pedro Almodóvar) 5 B.O. Bucks (así se llaman las unidades de cuantificación que ellos mismos se han inventado para el juego)-. Naturalmente, los guionistas de la serie, que cobran unos sueldos de 6 cifras, y que además se lo pasan pipa en su trabajo, siguen generando unos libretos alucinantes, brillantes, ácidos y divertidos, y su juego, que cada vez les apasiona más, no interfiere en la calidad de su trabajo, a pesar de que ahora tienen que tomar notas en sus cuadernos a lápiz y prescindir de la pizarra común, completamente tomada por sus apuestas.

En otra foto aparecen tres de los guionistas de la serie, todos ellos asimismo coproductores ejecutivos: Kevin Curran, Michael Price y Joel Cohen, que posan ante un chillón fondo de color amarillo-Homer. Cada año hay un ganador del juego, y se añade un banderín en el techo de la sala con el nombre del afortunado. Kevin Curry fue el ganador en 2012, Price en 2011 o Cohen en 2010. Este año todavía no hay ganador, y el grupo se pasa las horas muertas pegado a sus ordenadores, visitando compulsivamente la web especializada en recaudación de cine Box Office Mojo.

Otro miembro del equipo, Jeff Westbrook, que tiene una licenciatura en informática, ha desarrollado un programa que permite que reciban los domingos por email las recaudaciones del fin de semana. El juego, así, se prolonga a los 7 días de la semana, les obsesiona, les absorbe, les vuelve locos, se pelean, se enfurecen, se ríen, de desesperan... pero siguen haciendo su trabajo mejor que nadie.

Desde su expresión sonriente de niños grandes no puede uno evitar pensar en la situación lamentable de la mayoría de los guionistas de series de televisión que trabajan en España, donde el contrato de guionista fijo ha desaparecido, los sueldos han bajado y hasta la Comisión Nacional de la Competencia llegó a multar a Alma, el sindicato de los escritores de audiovisual en España, por proponer unos costes mínimos para cobrar por un guión con una dignidad elemental. Así estamos.

España va por un camino terrible, equivocado y triste. Me alegra mucho ver que en Estados Unidos los buenos profesionales sean respetados por su trabajo. Jamás un ejecutivo de Fox ordenaría borrar la pizarra de su sala de reuniones, porque probablemente el resultado sería su despido fulminante. Imaginen lo que pasaría en España. En nuestro país puedes ser el mejor, que no quiere decir nada. Eso muchos guionistas brillantes lo saben, por desgracia. Ojalá esto mejore. Mientras tanto, ver a gente estupenda como el equipo que escribe la serie de animación que abandera Fox, trabajando y pasándoselo genial en su trabajo te genera una dolorosa mezcla de envidia e impotencia, pues comprendes el largo, larguísimo camino que aún nos queda por recorrer en este país, en todos los sentidos.


La imagen que ilustra este artículo está en Wikimedia Commons. Muestra el Empire State Building en Nueva York iluminado de amarillo para conmemorar la edición en vídeo doméstico de "Los Simpson. La película" ("The Simpsons movie", David Silverman, 2007). Año 2007. Autor: William Ward. Está en licencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic.

domingo, 18 de agosto de 2013

Así tampoco




Con una alevosía indigna de un gobierno occidental, parapetándose tras un espantoso accidente ferroviario, nuestro Ministro de Economía ha revelado que 36.000 millones de nuestros impuestos, pagados para rescatar a la banca, han desaparecido para siempre.

Ese dinero no lo veremos jamás. Ha pasado a otras manos. En una serie de acciones desgraciadas y profundamente erradas, no se dejó caer a la destrozada banca española (Cajas y demás), sino que se generaron monstruos agolpando entidades zombies unas sobre otras creando el gran zombie de Bankia, todo un Boss de final de nivel, imposible de matar. Nadie dijo nada.

Y ahora parece que nadie tampoco va a decirlo. A razón de 800 Euros por cada español, esto nos ha costado este dinero tirado a la basura. Nadie ha pagado penalmente este desastre. El único juez que ha metido en la cárcel a uno de los responsables del dislate, está a punto de ser expulsado de la carrera judicial. Mientras tanto, se revela que pésimas decisiones en contra de la evidencia científica nos están llevando por la peor senda posible, y que sus responsables políticos siguen en sus puestos sin que se espere ni siquiera una amonestación, qué menos una caída de un gobierno completamente incompetente.

Dominados por una oligarquía poderosa, los miembros del gobierno han cometido una acción de una torpeza pasmosa que vamos a pagar muy caro.

Se trivializa la privatización de conceptos que debieran ser sagrados, como la educación y la sanidad, se abandona a instituciones sagradas, como el CSIC, a su suerte, se reniega de la responsabilidad y la transparencia, y una enorme sospecha de una gigantesca trama de corrupción lo mancha todo. Los ciudadanos, paralizados los que pueden hacer algo, paralizados también los que prefieren o no quieren saber, tenemos parte de culpa de todo esto. Unos pocos héroes están en la calle, en las instituciones, en internet, donde sea, clamando porque simplemente seamos un país de occidente.

No me canso de repetir esta cantinela: la ideología es lo peor que hay para legislar. Sea esta religiosa o política, causa monstruos. Si además, como en este país, se suman a ello un puñado de poderosos lobbies que orientan el país según su deseo ante la indiferencia general, el desastre está servido. Un gobierno débil, incompetente (me encantaría poder decir lo contrario), y dolorosamente inculto es pasto de estos cultivadores de relaciones palaciegas y de pasillos, de asesores de imagen y de tuertos que rodean al ciego, gente vil que parece haber orientado su vida a un absurdo beneficio personal. El resultado ya está costando vidas humanas inocentes y un sufrimiento inconcebible. Y sigue sin pasar nada de nada.

Me pregunto cuántos desastres más estarán dispuestos a soportar mis conciudadanos.

Y la indignidad del parapeto luctuoso me merece la más dura de las censuras. Así tampoco. Así tampoco.


La preciosa ilustración que ilustra este artículo la encontré en Wikimeda Commons. Está en la Biblioteca del Congreso. Es el póster para la obra de teatro "The war of wealth", por Charles Turner Dazey. La obra se estrenó el 10 de febrero de 1895. Está en dominio público.

martes, 30 de julio de 2013

Robert Zemeckis



En el último número (Primavera 2013) de DGA Quarterly publican una interesante, tal vez demasiado corta, entrevista con Robert Zemeckis. Contemporáneo de su amigo y ocasional socio Steven Spielberg, Zemeckis ha dirigido algunos de los mayores éxitos del cine norteamericano (desde “Tras el Corazón Verde” a la trilogía de “Regreso al Futuro” pasando por “Forrest Gump”) y ha pasado una década haciendo cine animado de “motion capture”, volviendo recientemente a la imagen real, ya en filmación digital, con “Flight”.

Su entrevista revela detalles interesantes sobre su método de trabajo, cómo prefiere ensayar a hacer blockings previamente para diseñar una planificación fresca con los actores, o las inteligentes y curiosas soluciones a que ha recurrido en muchas ocasiones para poder cumplir con el plan de trabajo que tiene asignado y no salirse de fechas.

Su trabajo con la técnica de "motion control" es pionero, ya que en las tres películas que ha realizado mediante estas técnicas, “Polar Express”, “Beowulf” y “Un Cuento de Navidad”, ha utilizado la tecnología puntera de la que se ha dispuesto en cada momento para hacer los rodajes mucho más eficientes y rápidos, obtener lo mejor de sus actores, y a la vez liberarse de lo más complicado y duro de un rodaje tradicional: colocar las máquinas, la cámara, e iluminar, en cada emplazamiento de cámara.

Habla Zemeckis (que por cierto afirma que nunca se ha considerado sido un narrador de planos demasiado enfáticos, a pesar de algunas excepciones, como el travelling de potencias de 10 de “Contact” y unos cuantos más) de su alergia a los primeros planos sin escorzo de los actores (le gusta ver interacción personal en sus encuadres), o de cómo siempre intenta estar presente o controlar de alguna manera el trabajo de segundas o terceras unidades, cuando es posible (en “Náufrago” arrancaban a trabajar en planos de segunda unidad que él mismo dirigía con el alba y un equipo reducido mientras la primera unidad se iba preparando; tras ello se iniciaba el rodaje de primera unidad, y al final de la jornada y hasta el anochecer Zemeckis volvía a su pequeña segunda unidad personal).

Sin las segundas y terceras unidades, el cine sería una tarea hercúlea, eterna y financieramente inviable, y nunca se debe de estar suficientemente agradecido a su duro trabajo. Sus ayudantes y asistentes de dirección le han acompañado durante décadas como una gran familia y de una película a otra, un trabajo de máxima importancia y complicidad con el director, que no suele ser conocido. Cuando la DGA premió a Zemeckis por “Forrest Gump”, allí llegó él, acompañado de todos sus ayudantes, asistentes y auxiliares. Formar equipos es como formar familias; eso lo leí en algún lado, y es verdad.

También cuenta cosas curiosas, o poco conocidas, como que en realidad la primera película de “Regreso al Futuro” apenas tiene efectos visuales, mientras que otra que no tiene fama de ello, “Náufrago”, está repleta de ellos; casi cada plano de esta obra tiene un efecto digital de algún tipo (en su día American Cinematographer y CineFex publicaron sendos artículos centrándose en ello). Zemeckis no es amigo de las planificaciones abigarradas y sus películas suelen ser bastante funcionales. En cambio, se mueve muy bien en el campo de la aplicación de la tecnología al cine, y sabe que toda tecnología no es más que una nueva herramienta, que debes de utilizar para mejorar tu rendimiento en el set, y sobre todo en hacer más eficiente tu trabajo con las personas que hacen la película contigo: los actores y los técnicos, con el objetivo final de contar la historia que quieres contar. Si la herramienta te puede, entonces no estás haciendo tu trabajo.

Spielberg, que ha producido parte del cine de Zemeckis, ha seguido trabajando en formato fotoquímico hasta ahora, con la excepción de “Tintin” que es un proyecto de "motion capture", y Zemeckis ha rodado su última película, “Flight”, ya en puro formato digital. Es un hecho que la mayor manejabilidad de las pequeñas cámaras digitales ayuda a poder rodar con mayor comodidad y a poder producir más planos por jornada, algo fundamental, y sobre todo en los tiempos que corren, en los que una semana más o menos de rodaje hace un proyecto inviable o factible (¡sobre todo en España!). Así, Zemeckis pudo cubrirse, por ejemplo, rodando una gran cantidad de cobertura de insertos en el set de la cabina de "Flight" sin tener que modificar el decorado, al poder usar cámaras digitales de tamaño muy pequeño. 

Junto con Tony Scott, aquel guerrero del travelling enfático con teleobjetivo, tengo como espectador una relación de simpatía con Zemeckis y en general con esta generación de cineastas que han acuñado nuestro imaginario juvenil. Son excelentes narradores visuales, que han replanteado las reglas de la industria. Hoy en día películas como “La muerte os sienta tan bien”, “Contact” (adaptación de la única novela de Carl Sagan) o “Quién engañó a Roger Rabbit” adquieren un tono de pequeños clásicos. Zemeckis pertenece a ese grupo de directores que bebió de la televisión de Rod Serling y Gene Roddenberry, del cine clásico y del cine europeo, japonés e incluso indio, y que, vía UCLA, fueron la segunda y tercera ola de los cineastas-autores, una corriente que desafortunadamente se ha visto relegada al cine independiente actualmente.

Hace un par de años tuvimos una reunión en unos Estudios. Cuando entramos en el Edificio del complejo donde nos esperaban vi en una placa que lo habían bautizado “Edificio Roddenberry”. Tuve una curiosa sensación de experimentar un círculo que se cierra. Un hombre que llenó mis tardes de domingo con “Star Trek” (entonces “La conquista del espacio”, inserta en un programa que se llamaba “Todo es posible en domingo”) tenía un edificio a su nombre en la empresa que le permitió crecer como profesional (y que también se lo impidió en otras ocasiones, por cierto). Es una preciosa muestra de agradecimiento. En España deberíamos tomar ejemplo de esos detalles. Echo de menos una sala Querejeta en un Ayuntamiento, o Camus, o Saura, o Buñuel, en una institución cualquiera del país. Una calle para Víctor Erice, un callejón Agustí Villaronga o una plaza de Pedro Almodóvar, Basilio Martín Patino o Paul Naschy. La gente que nos ha hecho (y nos hace) universales en el gremio al que pertenezco y a quienes no tenemos, condenado país este, ni la decencia de agradecer su deferencia, duro trabajo y honesta generosidad.

Pero, como diría Peter David, estoy divagando.

Por cierto, Martín Patino acaba de hacer un precioso documental sobre el 15-M pagado de su bolsillo. Ese joven de 80 años da una lección a muchos.

Y mira que estaba hablando de Zemeckis...


El poster es de Contact, que dirigió Robert Zemeckis en 1997. Está protegido por copyright. Se hace uso de él en baja resolución para un comentario crítico o informativo, cosa generalmente aceptada bajo fair use de material protegido. Adaptando la única novela que escribió el gran divulgador Carl Sagan, es una pequeña historia racional y plausible sobre como sería el primer contacto entre la humanidad y una raza extraterreste.

sábado, 20 de julio de 2013

Politoxicomanías



Hace unos días, un amigo, fumador para más señas, se quedó espantado y boquiabierto cuando, viendo en televisión la llegada a los juzgados sevillanos de los muchos encausados en el Caso de los EREs, todos echando humo como chimeneas, comentara que como buenos politoxicómanos son todos fumadores. Siendo adicto al tabaco, este amigo mío cierra su pensamiento racional en todo lo relacionado con su enfermedad, por lo que se hace muy difícil mantener una conversación con él al respecto sin que se enroque.

Le parecía imposible, casi insultante que yo relacionara ser un politoxicómano con fumar. Así que comprometí a enviarle por mail algunos estudios que vinculan el fumar con la politoxicomanía. Se le hacía imposible creer que sean mayoritarios, pongo por caso, los heroinómanos fumadores, o los cocainómanos fumadores, o los alcohólicos fumadores, o claro, los ludópatas que también fuman (algo que Sheldon Adelson, por cierto, sabe bien, aunque la ludopatía no se considere una adicción sino un trastorno del control de los impulsos).

Yo añadí más leña al fuego diciéndole a mi amigo que además los dementes fuman más. Y me comprometí también a aportar datos.

A continuación pongo aquí el mensaje que preparé. Creo que aclara algunas cosas, como por ejemplo que hay que tener cuidado con la relación causa efecto cuando hay correlación entre fenómenos, algo que es sabido por la comunidad científica, pero no es moneda común entre todos nosotros, esto es, quienes no hacemos investigaciones con muchos datos.

De todas formas es un asunto muy interesante el de las adicciones y sus efectos sobre la personalidad, así como su influencia sobre el pensamiento de las personas. Existen experimentos sobre la fragilidad de nuestro pensamiento racional, que no hacen sino corroborar lo condicionados estamos para poder pensar con claridad y libertad.



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Es algo conocido lo que te mando; se trata del resumen de un estudio de hace unos 20 años al respecto. La conclusión fue que un 85% de los adictos a una droga ilegal era fumador. Las razones  son complejas, estos estudios se encargan de constatar una realidad. Luego de las explicaciones se encargan los estudios clínicos. De hecho, toda política para dejar las drogas "duras" implica un curso para dejar de fumar, algo que no tienes por qué saber, pero que es parte del protocolo.

Eso está sujeto a controversia. Se considera un "mal menor" que el drogadicto fume, ya que el problema principal a afrontar es que deje la droga "dura", por lo que hay dos escuelas en conflicto, la que aboga por que deje el tabaco también a la vez que se desintoxica del todo, y la que prefiere que primero se desintoxique y luego deje el tabaco. Este es otro estudio al respecto.

Estas evidencias empíricas no quieren decir en absoluto lo contrario, esto es, que fumar lleve a la droga. El razonamiento al revés es una falacia, a no ser que los hechos lo confirmen, y para eso hay que hacer otros estudios.

No obstante los hechos sí lo confirman: sí existen estudios como este, que indican que hay correlación entre fumar y temer menos "miedo" a dar un paso más al consumo de sustancias consideradas ilegales. Bueno, eso por otro lado lo intuyes cuando eres crío, y nos ha pasado a todos, pero esas sensaciones subjetivas y la realidad pueden ser diferentes, claro.

¿Qué implica esto?

A-Que los adictos a sustancias ilegales son en un porcentaje altísimo fumadores. 85 de cada 100.

B-Que si eres un crío y fumas tienes más riesgo de probar otras drogas que son ilegales que alguien de tu misma edad que no fume

Luego, esos datos se elaboran para crear teorías y modelos que expliquen esas correlaciones, pero esa es la evidencia.

Otros añadidos más importantes, pues hay otros datos empíricos importantes:

El primero, fumar está relacionado con la demencia también, estos son los datos:

-Un alto porcentaje de personas con graves demencias fuman.

De nuevo no puedes implicar lo contrario, que fumar pueda llevar a la demencia. El estudio anterior sólo implica que un demente grave tiene una alta probabilidad de ser fumador. 

Sin embargo, sí existen estudios que corroboran también lo contrario, que fumar aumenta la probabilidad de sufrir demencias, tanto en fumadores activos como entre fumadores pasivos, lo que se añade al ya de por sí espantoso reguero de muertos que deja el tabaco al año por causas relacionadas con enfermedades cardiovasculares, cánceres y otras patologías.

-Hay una alta correlación entre ser fumador pasivo y sufrir demencias de tipo degenerativo

-La correlación es más alta aún entre el fumador activo y esas posibles demencias

En fin, sólo es cuestión de googlear un poco. ¡Salud!

Pd: un experimento personal interesante.

Piensa si en los pensamientos que pasan por tu cabeza cuando leas este mail. Si una voz te dice "no quiero ir a esos links", esa voz es la de la parte adicta de tu cerebro. Piensa que si este mail fuera sobre un sujeto neutro, por ejemplo, Pasteur, estarías mucho rato googleando, mirando y buscando. O, por poner otro ejemplo, un caso sospechoso de una medicina que se descubriera peligrosa y que te afectara (por poner un ejemplo al azar, la Simvastatina).

Pero en este caso algo en tu interior te dice "no, no mires", o pone la carga de la prueba en el otro, o dirá "buah, esa publicación no es seria" o "bufff... está en inglés... ahora no me voy a poner a meterme en el traductor de Google", "no tengo tiempo para esto", etc.

Examínate respecto a la diferencia de reacciones y línea de pensamiento que tienes en asuntos neutros y en este, y empezarás a entender un poco mejor el extremo en el que el tabaco dirige tu vida y tu pensamiento... Yo lo viví... Te hace esclavo. Careces de libertad de decisión. Y el mecanismo es tan retorcido que te hace pensar que haces lo contrario.

"Lo dejo cuando quiera", "a mi no me va a pasar", son dos ejemplos. El primero es el falso control, cuando no puedes pasar sin ello, pero funciona como un mecanismo de alivio. El segundo, es el famoso "pensamiento mágico", un engaño de la mente. En ambos casos todo tiene que ver con la percepción del riesgo. En el interior de un adicto, la percepción del riesgo está cegada y taponada por la parte de su personalidad que es adicta, que está tan desesperada (vive para su siguiente dosis, sea ésta nicotina, jaco, cristal, alcohol, comida, azúcares...), que es capaz de bloquear el pensamiento racional, ese que dice: "debo dejarlo o sufriré las consecuencias", "debo dejarlo o moriré" (es una afirmación terrible esta, y sin embargo el adicto es capaz de saltar por ella, y morirse de sobredosis, o como Terenci Moix, suicidarse, literalmente, fumando). Los cuadros son de sobras conocidos, y es una forma interesante de autoobservarse el ver en uno mismo esos mecanismos de defensa de la adicción en funcionamiento.

Por otro lado, el sistema racional humano es muy frágil. Hay un famoso experimento que demuestra que el sólo hecho de tener que memorizar una cifra de siete dígitos es suficiente para inhibir el pensamiento racional, tomando las riendas de las decisiones el pensamiento emocional o irracional. Es muy delicado pensar racionalmente, y resulta ser uno de los grandes problemas de la humanidad y de la vida de las personas esa fragilidad del sistema que nos permite tomar las mejores decisiones sobre nuestras vidas. Esto lo afecta a todo, no sólo a las adicciones, claro.

En el caso de las adicciones, se produce un fenómeno de suspensión del pensamiento racional llamado "sesgo cognitivo", que por otro lado las personas aplican mucho. Consiste en eliminar de la mente los datos que van en contra de sus ideas preconcebidas y sólo admitir los que coinciden con ellas. La historia de la ciencia es un continuo ejemplo del "sesgo cognitivo", y por eso cada nuevo descubrimiento revolucionario se ve ninguneado y es contestado agresivamente por los científicos "del sistema". El adicto lo aplica siempre en todo lo que pueda amenazar su adicción, pues sólo quiere la siguiente dosis, y todo lo que ponga en peligro esa necesidad es un enemigo potencial.

Me ha quedado tan largo que seguramente lo use como entrada para el blog.


Encontré la foto en Wikipeda Commons. " Chinese man in traditional dress seated with opium pipe, Palmer Goldfields.". Fecha: c.1870. Queensland State Archives, Digital Image ID 1885. La imagen está en dominio público.

jueves, 18 de julio de 2013

Homenajes, semejanzas y coincidencias


Esta ilustración de Richard McKenna para “2001, una odisea del espacio” (“2001, a space odyssey”, Stanley Kubrick, 1968) muestra el tetraedro que espera a la nave Discovery (también apreciable en un diseño preliminar en la imagen) en la órbita del planeta Júpiter, que fue el primer diseño que se propuso para los monolitos que protagonizan la película. El diseño fue desechado en favor de una forma oblonga y negra.


Es interesante que la nave espacial de la película “Oblivion” (“Oblivion”, Joseph Kosinski, 2013) tenga el un diseño similar al de este descarte del clásico de Kubrick, de modo que la imagen de la nave en el espacio es evocadora en cierta medida de la ilustración de McKenna.




En esta imagen podemos ver cómo la nave que se dirige al tetraedro se llama “Odyssey”, y tiene alguna semejanza en diseño con la Discovery de “2001”.



“Oblivion” presenta también algunos interesantes juegos de composición visual que evocan al clásico de Kubrick, y algunos diseños de naves, como los robots voladores nos pueden recordar a las cápsulas para EVA de la Discovery.

La película de Kosinski tiene más puntos en común con la obra del meticuloso director neoyorkino. Cuenta la historia de un hombre que descubre algo sobre sí mismo y sobre su origen, en el que tiene mucho que ver la raza alienígena que habita el tetraedro y que ha alcanzado un estado evolutivo superior al de la materia que nos forma. Es en cierta medida una relectura de “2001”, o si se quiere, una reinterpretación.


Las ilustraciones de este artículo son copyright 1968 MGM y 2013 Universal Studios. Las de "2001, una odisea del espacio" las obtuve del libro "2001: making the future", de Piers Bizony, ed. Aurum Press. Las de "oblivion" provienen del número 134 de la revista Cinefex (Julio 2013). Se utilizan bajo la condición del derecho de cita y dentro del supuesto de fair use.

martes, 16 de julio de 2013

Due: Impromptu en Cinco Partes



Entre 1985 y 1993 formé parte de un grupo dedicado a la experimentación musical, llamado Due. Lo formábamos yo, Ángel Sánchez de la Cruz y Miguel Hernández Rodríguez. Poco a poco estamos recuperando las grabaciones de aquella formación, que editábamos en aquellos años en cassettes y vendíamos a través de nuestro propio sello, El Consumidor de Cultura, vía postal.

En algún momento del verano de 1987 los miembros de Due grabamos en la casa de Las Palmas de Gran Canaria cuya fotografía cierra este texto "Impromptu en Cinco Partes"; no recuerdo quién nos invitó a hacerlo allí ni por qué, el caso es que en aquel lugar hicimos las sesiones. Es una pieza de música electrónica en cinco movimientos. Ese tipo de trabajo se encuadraba dentro del llamado Estilo Berlín, supongo que porque allí había sido la cuna de este tipo de música basada en sintetizadores, con grupos como Tangerine Dream o Kraftwerk a la cabeza. En aquellos años, entre los estudios de informática, oíamos mucho a Klaus Schulze y otros.

Recuerdo que las grabaciones pasaron muy rápido, a lo largo de varios días en los que convivimos en forma de comuna. Los instrumentos, si mal no recuerdo, eran un sintetizador Roland Juno 1, un Korg Poly 800, y un viejo trasto analógico fabricado a mano, otro trasto analógico que encontramos en un mercadillo llamado Jen SX2000, así como una caja de ritmos que nos permitía elaborar las secuencias.

El diseño del cassette es obra mía, que hacía ese tipo de trabajos en ratos libres. Es una abstracción geométrica de una figura humana, y también un grafismo del nombre del grupo.

Gracias a Autodolor que ha recuperado la grabación al digitalizarla y ha hecho lo posible por mejorar su calidad.

Puedes oír (y descargar) "Impromptu en Cinco Partes" en Jamendo, visitando esta url:
http://www.jamendo.com/es/album/122548



Este es el diseño original del cassette




El lugar donde grabamos la obra





martes, 9 de julio de 2013

El mundo




El mundo, el demonio y la carne, las grandes fuentes del sufrimiento y el error humanos según recuerdo del catecismo (son "Los enemigos del alma" en la tradición católica), me han llevado a acordarme, pensando en algunos posts anteriores, en cómo ciertas religiones plantean a sus acólitos la necesidad de un distanciamiento "del mundo" que les lleva a comportarse como auténticos enajenados. 

Los testigos de Jehová, por ejemplo, desprecian los "asuntos de los hombres" en pos de un futuro fin de los tiempos tras el que la Humanidad vivirá en una especie de utopía de technicolor en la que Dios baja al mundo, las fieras se vuelven mansas, desaparecen las enfermedades y la infelicidad.

Los católicos, por su parte, practican un desapego similar respecto a los asuntos humanos, que al final sólo parece expresar una tremenda falta de fe en la humanidad, una concepción (bastante ingenua y destructiva a la vez) puramente negativa de la condición humana, que consideran incapaz de guiarse a sí misma sin la intervención divina. 

Es, curiosamente, un prejuicio que también comparten los (igualmente enajenados) ufólogos y otros conspiranoicos que abogan porque las Pirámides y otras grandes obras arquitectónicas son de origen extraterrestre. El caso es despreciar a la humanidad y considerarla un grupo de incapaces necesitados de un padre que juzgue, castigue, premie y finalmente ordene un universo caótico.

Y en gran medida todos estos ministros que padecemos actualmente en el gobierno conservador español, abducidos por la fe católica, tienen esa forma de pensar, manteniendo un modelo, en mi opinión puramente sociopático, en el el que lo humano es transitorio, en el que esto de la vida no es más que una ilusión en espera de una vida mejor postmortem, y en el que por tanto todo es relativo, de modo que lo mejor es obedecer las órdenes de la curia del grupo al que perteneces y no pensar demasiado en lo que, a causa de las medidas que tu gobierno apruebe, pase a los ciudadanos, que si no son parte de nuestro grupo, son "el otro".

Dentro de esta forma de ver el mundo, no es extraño que se dé poder a la iglesia católica para decidir sobre la educación de los ciudadanos (como ha pasado en la LOMCE o "Ley Wert"), que se nieguen los derechos ciudadanos a las mujeres, tratándolas como niñas inmaduras necesitadas de una autoridad superior, como podría pasar si se aprobara la salvaje reforma de la ley del aborto, causa casi personal del Ministro Gallardón, o que se encarezca la justicia con la excusa de que "la gente abusa de su derecho". El ciudadano es "el otro", un infante inmaduro que sólo entiende la mano dura. 

La mentalidad católica también tiene mucho que ver con el autismo de este gobierno, incapaz de entender que las preguntas incómodas -que en los últimos días lo son más que nunca- son necesarias y hay que responderlas, que va en el cargo, y que hay que pagar las consecuencias de los errores cometidos (¿Qué modelo de responsabilidad política puede tener una gente que se arrodilla en un confesionario y sale con todos sus errores y pecados perdonados sin más que rezar un par de padrenuestros?). En Reino Unido un ministro dimitió por mentir sobre una multa de tráfico. Aquí toda una generación de políticos católicos se confiesan sus errores del pasado y tan frescos. Con secreto de confesión, además. "¿Y qué si aceptamos sobresueldos ilegales? ¡Yo ya me he confesado!"

Según su forma de pensar, "el otro" (el periodista o el ciudadano que te pide cuentas, los trabajadores a los que tu reforma laboral arrastra al paro) también es parte de "el mundo", y es por tanto un "enemigo de la santidad", y eso es muy preocupante ¿No creen?

Creo, abundando en lo ya comentado en posts previos, que es un grave error que las personas que pasen a gobernar un país pertenezcan a un grupo religioso o a cualquier secta, pues su visión del mundo y de la humanidad puede afectar gravemente su buen juicio.


La ilustración la encontré en Wikimedia Commons. Ilustración de Gustave Doré para "El Paraíso Perdido", de John Milton. Está en dominio público.

jueves, 4 de julio de 2013

La Cava




Estos días estoy redescubriendo a Gregory La Cava, un director de cine prácticamente olvidado -no sólo por las nuevas generaciones, sino por la mía y posteriores; mi casera, una mujer muy simpática y agradable, que tiene mi edad, me dice que “no ve pelis en blanco y negro porque la dreprimen”-. 

La Cava, a quien el Festival de San Sebastián dedicó un ciclo hará como 17 años, es una figura clave del cine norteamericano surgido de la Gran Depresión. Junto a Frank Capra o Preston Sturges, nos narra, en tono de comedia, un trasunto de la vida cotidiana de los Estados Unidos en tiempos tan difíciles como aquellos (y próximos a los actuales, que le ponen de interesante actualidad, por cierto), y lo más importante, fabula, mediante unas tramas llenas de personajes que sueltan diálogos como ametralladoras, con las contradicciones de un país que podía ofrecer la peor cara de la humanidad mientras jugaba a la caridad y la generosidad por el otro lado.

No voy a entrar en aquellos Estados Unidos que pinta La Cava, pero sí en la incomodidad que siguen transmitiendo sus retratos. Sus películas te llevan por una montaña rusa de emociones en la que, como espectador, las cosas no suelen devenir como esperas, los personajes no se comportan como mandan las claves de los géneros, y los acontecimientos se muestran crueles e irónicos. Su cine está lleno de sarcasmo, y tras los años transcurridos (la época dorada de La Cava transcurrió entre el mudo y los primeros 40), resulta mucho más fresco que la mayoría de la comedia norteamericana de entonces (y no hablemos de la actual). 

Animador de formación (trabajó durante la primera décdada del siglo para William Randolph Hearst en su productora de dibujos animados, donde se inventaron muchas de las técnicas que usan hoy en día los animadores, junto a gente como Walter Lantz o Pat Sullivan), era famoso por su trabajo con los actores (y sobre todo con las actrices), por favorecer la improvisación en ciertos momentos (un detalle que se ha exagerado posteriormente) y era un borracho. Esas cosas se toleran en Hollywood, una fábrica en la que la mentira es parte del juego y donde las conductas antisociales son moneda común y toda una vía de escape (algún día haré algunos posts sobre mi experiencia personal en Tinseltown), y no suelen importar a nadie, excepto si causas problemas al estudio que te contrata, y sobre todo si no le das éxitos. Bueno, y hoy en día a cosas como TMZ.

La Cava viajó entre diversos estudios durante su carrera, de RKO a Universal, pasando por Columbia o MGM, donde hizo su última película, un musical protagonizado por un primerizo Gene Kelly en blanco y negro (con coreografías filmadas por Stanley Donen), en la que aún se puede otear su tremendo talento para el diálogo ametrallado y el sarcasmo más acerado. La película, “Vivir a lo grande” ("Living in a big way", 1947), tiene un par de números musicales de antología. No funcionó en taquilla, y acabó con la carrera del director.

Cuando se habla de  La Cava (o LaCava, pues firmaba indistintamente de ambas maneras) se habla de dos asuntos, una película, “Al Servicio de las Damas” ("My man Godfrey", 1936) -maravillosa comedia completamente desquiciada que sigue siendo tan salvaje como entonces, y es una de las mejores películas norteamericanas de aquella década (la he visto muchas veces, y siempre encuentras algo nuevo ahí)-, y un concepto, el “screwball comedy”, subgénero de comedia que se supone él inventó.

Volviendo a la animación -su cuna y la fuente de su formación- mucha de la acción frenética y surrealista del género animado tiene el cine de La Cava. Incluso se deja entrever en alguna de sus películas algo más, como en los créditos de "Al servicio de las damas", realizados con truca de animación, que recorren en una larga panorámica un paisaje de rótulos luminosos neoyorquinos mostrando los nombres de actores y técnicos, y que terminan en el plano inicial de la película, que para sorpresa del espectador, es un vertedero de basuras. No es el único caso. Los créditos de "La muchacha de la quinta avenida" ("5th Ave girl", 1939) están rodados con un juego de transparencias, semejando señales callejeras de Nueva York, en unos tiempos en los que los créditos no eran objeto de atención. Ignoro si alguien ha estudiado esta -posible- faceta del trabajo de La Cava.

Me queda mucho por ver de su filmografía, ya que gran parte de su cine mudo es inencontrable (sus películas con W. C. Fields, otro borracho legendario, tienen una pinta estupenda), pero el sonoro está bien cubierto, con films como “Gabriel over the White House” (1933) una extraña película política/fantástica en favor de Franklin D. Roosevelt con Walter Huston que parece hecha ayer, en la que puedes oír los gritos de los indignados, de los desahuciados o de las víctimas de las preferentes en las calles (hay una escena antológica en la que el Presidente de los Estados Unidos -Huston- juega alegremente con su hijo en un montaje paralelo con el derrumbe social, económico y moral del país al que presta oídos sordos).

Y están, claro, sus películas protagonizadas por las mejores actrices de aquellos años, como “Primrose Path” (1949), una imposible comedia de la pobreza con una Ginger Rogers paupérrima, favorecida por el destino con un padre borracho, una risueña madre puta y una hermanita que va por el mismo camino, o la tremenda y rapidísima “Damas del Teatro” ("Stage Door", 1937), con Katharine Hepburn interpretando a una arribista, pasando por “The half naked truth” (1932) con una Lupe Velez que parece el propio retrato de la lascivia, o “Sucedió una vez” ("She married her boss", 1935), con Claudette Colbert -sí, ya en los años 30, al parecer, los distribuidores españoles retitulaban imaginativamente las películas tirando de éxitos previos, en este caso del previo fenómeno de "Sucedió una noche" ("It happened one night", 1934) de Frank Capra-, o, claro, "Al servicio de las damas" con una Carole Lombard adorable de puro delirante.

“La chica de la Quinta Avenida”, por su parte, juega como un reverso femenino de “Al servicio de las damas”. En ella, Ginger Rogers interpreta al factor anárquico que remueve los cimientos de una familia de millonarios en estado catatónico y les sirve de catarsis, apenas sin proponérselo. De forma análoga a William Powell en “Al servicio de las damas”, Rogers aporta el disparador del cambio, el ingrediente caótico que hace que todas las cosas empiecen a cambiar en un ambiente viciado. Ingeniosa, llena de diálogos absolutamente deliciosos (“estas son las consecuencias del desempleo en las clases altas”), la película de La Cava sigue siendo fresca, perversa y brillante.

Estos y otros títulos nos muestran a un audaz e inteligente director dotado de una capacidad inventiva sorprendente, con un manejo prodigioso de la dirección de actores, capaz de sacar oro de los guiones más mediocres, seguramente a costa de agotadores ensayos y maratonianas reescrituras de diálogos. Un director que trabajó para y con lo mejor del Hollywood de los 30 (lo cual indica la mucha confianza que los Estudios tenían en él, cediéndole a sus mejores estrellas, y también lo poco que esa confianza dura) y creó algunos de los más grandes éxitos populares de aquellos años.

Hay una anécdota de su choque con Irving Thalberg en MGM, quien prefirió apartarse tras un desagradable primer encuentro y dejarle hacer para evitar conflictos; el Maestro tenía sus maneras y era rentable, así que le dejaron hacer mientras la rentabilidad duró.

En el delicioso ensayo de Elizabeth Kendall "La Cava, Lombard, Rogers y Hepburn", publicado en español en el libro conmemorativo del ciclo del Festival de San Sebastián, se recorre la producción de "Al servicio de las damas" y "Damas del teatro", con datos muy reveladores sobre el rodaje de la segunda. El "estilo La Cava", partiendo de un largo proceso de preparación y luego ensayando durante el rodaje por las mañanas con los actores, reescribiendo a la hora del almuerzo (junto a él y los actores trabajaba Morrie Ryskind, colaborador también en el guión de "Al servicio de las damas") y rodando lo escrito por las tardes, creó una obra sorprendente, a contracorriente, y rabiosamente moderna.

En "Damas del Teatro" dos actrices de la aristocracia de Hollywood se enfrentan en dos de los mejores papeles de sus vidas, aunque tuvieran que enfrentarse al reto de memorizar sus textos en pocos minutos antes de rodar, leyendo en ocasiones de manuscritos apenas garabateados (como Hepburn en el monólogo final tras su representación teatral). Eso le pone las pilas a cualquiera.

Este método de trabajo sacó lo mejor de ambas (y de sus compañeros de reparto, como Andrea Leeds, que que nominada al Oscar a la Mejor Actriz Secundaria). En la escena en la que Rogers acusa a Hepburn el ser la causa de un suceso trágico que acaba de ocurrir, la habitual compañera de Fred Astaire realiza una interpretación tan intensa, contenida e inteligente que se sale de la pantalla. Dice Kendall que en el ensayo de la escena los propios técnicos en el estudio del rodaje aplaudieron la actuación de Rogers a rabiar y frases como "tira esas zapatillas de baile", se oyeron desde las tramoyas aquel día -Rogers, una de las personalidades más inteligentes de la industria, y La Cava congeniaban, y repitieron varias veces la experiencia de trabajar juntos: "Primrose Path"y "La muchacha de la Quinta Avenida" fueron los brillantes resultados-.  "Damas del teatro" está llena de inteligencia, y sobre todo de mujeres valientes, fuertes, dueñas de sus vidas. Es de las pocas comedias románticas que funciona en contra de la corriente mayoritaria, y sigue siendo un placer disfrutarla.

Katharine Hepburn apenas nombra a "Damas del teatro" en su autobiografía ("Yo misma", editada en castellano por Salvat en 1995), indicando sólo que llegó a ella en un momento de declive en su carrera -para rescatarla por cierto- y que no entendía bien su papel (sin mención alguna al peculiar método de La Cava). Hepburn al parecer era una actriz que no paraba de preguntar y preguntar a sus directores, lo que debió de ser todo un desafío en una película como aquella en la que todo se desarmaba por la mañana para volver a armarse por la tarde. De hecho, la escena del ensayo teatral de la obra ficticia "Enchanted april" que vemos en la película es toda una parodia de la propia Hepburn que ella misma aceptó interpretar, supongo que con agrado.

En el mismo libro editado por Filmoteca Española hay una selección de declaraciones de La Cava. Estas pueden orientarnos sobre su relación con Hepburn y, tal vez, explicar la escasa mención que de él hace ella en su autobiografía:

“(Katharine) me ha puesto a prueba un par de veces. Después de eso nos hemos llevado divinamente. Ella quiere razones, quiere lógica. Y yo se las doy. Pero ese es el problema. Está tan completamente dominada por su cerebro que se ha convertido en una desconocida para sí misma. Le he dicho a Katie que la conozco mejor, después de pasar una semana juntos, de lo que se comoce ella misma después de toda una vida. Nunca ha creído que la auténtica Hepburn sea interesante, así que se ha inventado otra personalidad para el público. Y ahí se equivoca. La verdadera Hepburn es encantadora, pero no hay quien consiga convencerla de eso”.

“Katie se ha ganado muchos enemigos porque es testaruda. Se hace enemigos con la misma facilidad que Ginger (Rogers, compañera de Hepburn en el reparto de “Damas del teatro”) amigos. Eso es malo, porque Katie necesita amigos.”

“Cuando llegó a Hollywood por primera vez, tenía sus propias ideas sobre lo que debía hacer. Siguió su propio camino. Su sistema no coincidía con el sistema de Hollywood, pero era demasiado terca y animosa como para cambiar. Cuando hieres a una persona, normalmente le sigues haciendo daño a través de una forma perversa de acto reflejo. Y el abismo entre las dos partes crece hasta tal punto que no hay manera de superarlo.”

Efectivamente, se diría que la conocía bien, y que a ella eso no parecía gustarle demasiado...




No dudo, volviendo a sus películas, que el método de trabajo de La Cava fuera una auténtica pesadilla para los directivos de los estudios, necesitados de plantes de trabajo cerrados para poder cuadrar sus presupuestos, pero su trabajo les dio tantos éxitos brillantes y obras sorprendentes, que merecía la pena.

Gregory La Cava, aquel brillantísimo anarquista, terror de los productores y amado por los actores (al menos por la mayoría de ellos), estajanovista de los ensayos, un director que parece ejemplificar la transición entre los años Garbo de  un cine repleto de fantasías inalcanzables y las obras pegadas a ciudadanos reales y a personajes con suelas agujereadas que la depresión traería consigo, con el futuro New Deal como esperanza en el horizonte.

Gregory La Cava, que llegó a dirigir a Irene Dunne armado con una pistola, fomentaba su imagen de enfant terrible, y parte de su leyenda ya es indistinguible de su verdadera biografía. Descubran su obra. Disfrútenla. El cine en blanco y negro que menos puede deprimirles son sus comedias, rápidas como metralletas, ácidas y amargas, crueles y dulces, como la vida misma.


Los pósters que ilustran este post los encontré en Wikimedia Commons. Son, respectivamente, de las películas "Al Servicio de las Damas" y "Primrose path". Están protegidos por copyright de sus productores y autores, y se utilizan dentro del concepto de "rational fair use" para ilustrar un artículo que nombra a esas películas en su texto. Puede que parte de su contenido esté en dominio público.

miércoles, 3 de julio de 2013

Una carta abierta a Javier Marías




Estimado Javier,

No nos conocemos, pero yo sé de usted por la columna "La zona fantasma" que publica en el suplemento semanal de un conocido periódico de tirada nacional. Me gusta como piensa usted, suelo estar de acuerdo con sus ideas, y cuando no lo estoy, me agrada disentir con alguien tan civilizado.

Quisiera hacerle un par de comentarios respecto a su artículo titulado “Lo mejor es no haber nacido” publicado el 16 de junio de 2013. En él nos habla de las incertidumbres de los números y las probabilidades, centrándose en un par de casos, el de la doble mastectomía preventiva de la actriz norteamericana Angelina Jolie ante la posibilidad de contraer un cáncer de mama por causa genética, y el de la extrema longevidad de Santiago Carrillo, a pesar de ser fumador, expresando al respecto sendas opiniones que me temo no son ciertas.

En el primer caso, es frecuente esta visión de un porcentaje estadístico como una "medida de la incertidumbre" o una "constatación de la impotencia" de asegurar con seguridad que un suceso ocurrirá, pero ello no es así. Por razones de simplicidad se eligió que los valores de una probabilidad estuvieran entre 0 y 1 (o en porcentajes entre 0 y 100 por ciento), correspondiendo el valor 0 a un suceso imposible y el valor 1 (ó 100) a un suceso seguro. 

Cuando a una persona se le diagnostica por análisis genético (se trata de detectar en el ADN la presencia de unos genes que propician la aparición de ciertos tumores) sus posibilidades de contraer un cáncer propiciado por esa vía se le da un porcentaje que resume la situación. Un 87% de posibilidades de desarrollar un cáncer a lo largo de la vida (que fue el caso de la actriz) apunta a un suceso casi seguro, contra un 13% de posibilidades de no padecerlo. El valor es tan alto que el consejo que daría un oncólogo ante la visión de esas cifras sería extirpar los tejidos potencialmente peligrosos (en este caso las mamas), puesto que el riesgo que se corre es avasalladoramente alto. Un porcentaje de un 87% no admite discusión.

La estadística no es, como aparenta, una materia escurridiza llena de imprecisiones, sino que es un descriptor de la naturaleza. Vivimos en un universo regido por reglas estadísticas y en muchas ocasiones el estadístico es el único método de aproximación útil para el estudio fenoménico (siempre, por ejemplo que se manejen grandes poblaciones o muchos experimentos). Sin embargo, entender el difuso mensaje de una probabilidad no es tan fácil. Se ignora por qué, pero el pensamiento humano no gusta de la “uncertainty”, a falta de vocablo español mejor, y se aferra a la certeza y a la seguridad. Y eso lleva a lecturas erróneas de cosas como las probabilidades de que un suceso ocurra.

Hay un segundo asunto en su artículo que refleja también este rasgo tan humano. El caso de Santiago Carrillo que usted comenta, como un ejemplo de supervivencia extrema a pesar de ser fumador. Nuestra forma de pensar (insisto: se trata de una característica del pensar humano, y se barajan teorías sobre su posible origen evolutivo) nos lleva a fijarnos con más intensidad en los casos excepcionales y hacerlos reglas, lo que puede llevar a tremendos errores, como en este caso, ya que desechamos la información realmente útil, ensimismados en la excepción. 

El observador, prejuiciado por su contemplación de lo excepcional y único, no puede ver lo que tiene ante sus narices: que por un Santiago Carrillo en vida, la casi totalidad de sus coetáneos que además fumaban estaban muertos y enterrados, siendo él, eso: una excepción, y por tanto un caso raro. 

El conflicto entre el llamado “sentido común”, que en ocasiones es todo un dictadorzuelo, y la realidad, puede causar en este caso una distorsión completa de nuestra visión del mundo, y justamente llevarnos a un razonamiento contrario a la evidencia. De su artículo se colige que:

Santiago Carrillo vivió largos años siendo fumador, ergo fumar no es tan malo.

Si bien la realidad es otra, y se podría formular así.

El de Santiago Carrillo fue un caso excepcional de extrema supervivencia, cuando la práctica totalidad de los sujetos de su edad que fumaban estaban muertos a edades mucho más jóvenes.

Si, por ejemplo, este error de pensamiento lo sufriera un legislador, tendríamos un grave problema. Imagine esta circunstancia:

Mi vecino agricultor usó DDT toda su vida y ha vivido largos años, librando sus cultivos de plagas. No perdamos el tiempo regulando su uso.

Ese pensamiento errado llevaría a que el DDT todavía fuera de uso común, cuando la evidencia científica dice:

El DDT es un peligroso veneno para las personas, por lo que su uso como insecticida no compensa los riesgos que supone para la gente. Regular su utilización es urgente y prioritario.

La primera frase sólo mira al caso excepcional. La segunda recoge la evidencia científica sobre un gran volumen de datos (la estadística se encarga de dar forma a eso) obviando las excepciones.

Mire usted la importancia de elegir el pensamiento correcto cuando se trata, justamente, de probabilidades, y de no dejarnos llevar por el prejuicio. El hecho es que el tabaco mata a casi 55.000 españoles al año, genera una cantidad de sufrimiento y dolor inconcebibles, y es todo un problema para nuestra sociedad, pues está controlado por unos lobbies de gran poder que prefieren ignorar y ocultar a la población esas consecuencias letales. Aquellas cifras de muertes equivalen a que cada mañana del año, días festivos inclusive, se estrellara en el Aeropuerto de Barajas un avión Airbus 320 repleto de pasajeros sin supervivientes. ¿Toleraríamos esto? 

Entonces ¿Por qué somos tan tolerantes y consentidores con el tabaco, obviando las muertes que causa?

Es una pregunta que tal vez sólo pueda responderme usted. Es usted fumador, me consta (yo también lo fui). El pensamiento “no me pasará a mi, mira a Santiago” que usted usa, aferrándose como ejemplo conductual a un caso excepcional y único (por ende irrepetible) se llama “pensamiento mágico” y es una conocida forma de autoengaño. A usted, como a todo mortal, el tabaco le causa unos daños devastadores. Ser consciente de ello le hará, créame, más libre.


La foto de Javier Marías la encontré en Wikimedia Commons. Javier Marías en la Feria del Libro de Madrid, 31 de mayo de 2008. Autor: Mr. Tickle. Está bajo Licencia Creative Commons Attribution-Share Alike 3.0 Unported.

A peculiar galaxy near M104

Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.