Es una especie de tumor que crece sin control, que lo devora todo. Desde el lenguaje, hasta la forma en que gestionamos la frustración. Todo ha cambiado en pocos años. Y todo a peor.
Os aclaro de lo que hablo.
El país no es nuestro, lo han tomado como propio un puñado de empresas, a las que un grupo de gobernantes obtusos les regaló el control de nuestras haciendas, nuestras vidas, y ya nuestras almas.
La situación ahora mismo se aproxima a un desastre, pero puede empeorar, y lo hará. Esas empresas se han crecido, se han creído que todo el monte es orégano, y hacen lo que les da la gana, amparadas por una legislación laxa, cuando no cobarde, en defensa de los derechos ciudadanos, o de "los consumidores" como la ideología en boga nos quiere considerar a todos.
Son los de siempre, el trío calavera: la banca, las eléctricas y las telecos. Bueno, en realidad se trata de muchas más y es un estado de cosas generalizado.
El otro día probé en mis carnes, una vez más (mis odiseas bancarias ya las he contado en otras ocasiones) con una teleco. Una de las tres que se reparten el pastel español, la gran multinacional española, Telefonica, que ahora se rebautiza Movistar, que para más inri fue una empresa pública que se pagó con los impuestos de generaciones de ciudadanos y que se regaló a manos privadas hace unos años, en una "moda" que ahora lamentamos.
Como a esta peña de amiguetes de les consiente todo, la dejación legislativa, la laxitud y el cabildeo se han juntado para que Movistar y sus amigas del sector hagan lo que les venga en gana. Son empresas que están en pleno proceso de metástasis, devorándose a sí mismas, aniquilando lo que les daba valor (su personal, sus técnicos, sus servicios incluso) para subcontratarlo todo, en un camino suicida hacia el vacío. Pero un camino que unos directivos que han estudiado Administración de Empresas en campus carísimos (privados también, claro), plantean en consejos de administración sin que nadie les rechiste ni les cuestione. Es una especie de conjura de los necios imparable.
Mirad, resulta que en casa tengo un terminal Domo2 de Movistar, con la línea fija, y está averiado; no marca, de modo que no sirve para nada. Así que llamé a averías, 1002, a ver si se podía hacer algo, aprovechando que mi televisión por fibra se veía tan mal como podéis ver en las imágenes que he utilizado para ilustrar este artículo. Así mataba dos pájaros de un tiro.
Dos llamadas, y 15 minutos de espera en cada una, y tras ellas, no había obtenido nada: un operador me trató como si fuera débil mental y me dijo (textual) que eso era la línea analógica y que no es fiable, mejor tener fibra, y otra me cortó la llamada, luego me reiniciaron el router de fibra sin previo aviso, y me bloquearon la comunicación durante media hora.
Tras ello, decidí enviar mensajes al 1002 por SMS, como me aconsejaban en un mensaje de texto que me llegaba a cada llamada que hacía. Este es el diálogo de besugos que se produjo:
Por cada llamada al 1002, llegaba uno de esos SMS:
Ante el fracaso de las llamadas, decidí mandar este SMS explicando el problema al 1002:
Esta fue la respuesta recibida minutos después:
En vista de que no había respuesta alguna, decidí complementar el mensaje previo:
Imposible sostener una conversación por esa vía con el servicio técnico; me pidieron de nuevo el teléfono del que hablaba:
De nuevo me informaron de que empezaba el análisis. Esto fue un jueves. Al día siguiente, llegó otro mensaje diciéndome que "estaban en ello":
Y al día siguiente, sábado, otro, indicando "que seguían" estudiando mi problema:
Finalmente, al día siguiente por la tarde, domingo, tras ¡72 HORAS DE ANÁLISIS! me llamó un operador del 1002 para decirme que mi Domo2 no tenía contrato de mantenimiento, de modo que ni me mandaban un técnico a casa ni, claro, me lo cambiaban.
En román paladino: "cómprate un puto teléfono, infeliz".
Así que he comprado un nuevo aparato.
Todo falla en este sistema: redes de subcontratas (Movistar ya no arregla nada, ya no atiende la calidad de sus propias redes, ya no sirve tecnología, sino que es el reino de un grupo de directivos y algunos gurús con egos gigantes que les mantienen engañados como a niños, que controlan una gran burbuja rellena de nada de la que cuelga una infinidad de empresas satélite que subemplean a sus trabajadores), servicios inexistentes, barreras telefónicas para que las reclamaciones no lleguen a buen puerto, y al final de la cadena, nosotros: unos ciudadanos (perdón, consumidores) a los que se les cobra religiosamente cada mensualidad con uno de los precios más caros de Europa, y que apenas tienen derecho a nada.
Y encima, demostrado por las autoridades públicas, las tres empresas de telecomunicaciones que controlan el país (y las operadoras virtuales que en muchos casos con creadas por ellas mismas, como marcas secundarias), ejercen de cártel, acordando sus precios unas con otras y en secreto, de modo y manera que su sistema no tiene salida alguna: no puedes escapar de ellas a no ser que te vayas del país, y encima las sanciones que han de pagar por estas conductas, que son ilegales, cuando se demuestran, son de pura risa.
Por supuesto, las llamadas posteriores para "valorar la atención recibida" que te llegan, son papel mojado, sólo sirven para que el usuario tenga una ilusión de atención, y para aterrorizar a los teleoperadores que trabajan para las subcontratas que hacen de muros para los clientes, que pueden ser despedidos a la mínima valoración negativa. Un sistema perfecto que no comprende que el problema es él mismo y culpa al trabajador. Y al cliente, claro, que es perfecto si paga y calla. Genial idea.
Cualquier reclamación externa que hagas ante estos problemas es conducida por un departamento oficial llamado Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, dependiente del Ministerio de Industria, que básicamente no sirve para nada, toma decisiones no vinculantes, es lento, parsimonioso, y cuando decide sancionar a una de estas empresas lo hace, como decía antes, con una timidez que merece ser calificada de lo que es en realidad: un paripé miserable, concebido para que los ciudadanos no puedan hacer nada por cambiar el estado de cosas actual.
Y así el sistema, perfecto él en su insidia, sigue funcionando con toda su crueldad intrínseca sin que se pueda hacer nada de nada. Los medios de comunicación les pertenecen, los editorialistas y opinadores son suyos. El silencio impera sobre sus actividades.
Este es resultado de regalar empresas, mercados y sistemas públicos enteros a empresas privadas: ahora mismo estamos capturados, secuestrados, por un puñado de corporaciones que mandan sobre nuestras vidas, que nos pueden introducir impunemente en una lista de morosos o cortarnos la luz si les da la gana, y ya no sirve de nada quejarse, les da igual.
Pero recuerden: "lo público es ineficiente, lo privado sí que está bien gestionado" ¿Les suena la cantinela? Estamos así gracias a ella.
Todas estas empresas (telecos, bancos, eléctricas y otras), antiguos monopolios públicos, actuales oligopolios privados, han olvidado su objetivo primordial, que era el de dar un servicio a la
ciudadanía. Han entrado en la vorágine autodestructiva del
beneficio máximo y el mínimo gasto. Y en asuntos vitales para las
personas, que jamás debieron ser entregados al albur del mercado, ahora
deciden sobre el precio de la electricidad (casi ha aumentado en un
100% en 10 años), juegan y especulan con nuestros ahorros (tras un
rescate de miles de millones que nunca recuperaremos) a cambio de
comisiones demenciales, o controlan nuestras comunicaciones,
llamadas, navegación por internet y otras actividades.
Y como no
aprendemos, el gobierno popular había empezado a entregar la sanidad
y la educación a otras manos privadas. Detrás de todas estas
espantosas decisiones hay personas, para las que el argumento
racional de la evidencia: todas las privatizaciones han demostrado
ser un total desastre, sin excepción, no existe ante su Fe suprema
en el capitalismo neoliberal. No son gente libre, son miembros
abducidos de una secta, y controlan nuestras vidas. Se llama sesgo
cognitivo. Y me temo que el sesgo cognitivo y el fanatismo en este
momento ha cambiado el mundo a peor, porque sólo desde la fe ciega y
fanática en el Dios Mercado se puede justificar este dislate que
ordeña a millones de ciudadanos cada mes por servicios cada vez
peores.
Y todo sigue el mismo ritual: se desregulan sectores, y empiezan los dislates y el caos.
En cualquier reunión de la cúpula de una de estas empresas:
-¿Cómo fue el cobrar medio euro extra a los clientes el mes pasado?
-Bien. Hemos ingresado 40 millones extra, y ha habido una reclamación.
-Vale. Entonces sube la cantidad a un euro. Total, no se enteran de nada...
Y los abusos siguen, porque nadie reprende, nadie castiga, nadie vigila estos despropósitos, que se van haciendo mayores, y van volviendo más miserable poco a poco la vida de los clientes, sin consecuencias. Y los directivos, las cúpulas empresariales, un grupo de gente que ha llegado ahí a base de demostrar su capacidad depredadora, ejercen su dictadura del abuso de forma impune. Es más, se les premia cuanto menos servicio dan, cuanto más obtusos son sus sistemas de ayuda al cliente, cuanto más encastillan a las empresas que les pagan sueldos millonarios. Una legión de psicópatas gobierna esas cúpulas. Y el resultado, está a nuestro alrededor. Miles, millones de abusos consentidos, amparados por la mirada hacia otro lado de una administración cómplice de la nueva dictadura de las empresas privatizadas, cuyo objetivo final, su utopía soñada, es cobrar por servicios inexistentes.
La atomización actual es tal, que digas lo que digas, para estas enormes empresas, con sus millones de suscriptores secuestrados, sólo eres un grano de arena en un gran mar de indiferencia, una voz en el desierto. Hemos de agradecer a un puñado de gobiernos democráticos previos este trabajo de zapa que nos ha convertido en más pobres, menos ciudadanos y más "consumidores".
Y todo, todo, al final, amigos, es política e ideología. Porque una ideología muy concreta, nos ha llevado a este estado de cosas.
A ver cómo carajo se arregla esto.
Llamando al 1002 ¿Verdad? Sí, al puto servicio técnico.
Las imágenes que he utilizado para amenizar la lectura son fotos de la pantalla de mi televisor, mostrando la calidad de la recepción de la señal por fibra de Movistar. El programa que se intuye tras el ruido digital, es "Real time with Bill Maher", de HBO.