miércoles, 7 de enero de 2015
Una mentirijilla más (total...)
Estamos acostumbrados a verlo todos los días en los telediarios. Sale un periodista en el desierto parqué de la Bolsa española, hablando de cómo baja -o sube- el indicador y afirmando la causa. Que si ahora es por Grecia, que si por el petróleo -por cierto, empezad a temblar, que sigue bajando-, el caso es que siempre está claro el origen de la tendencia. No hay duda. Es "por esto" o "por aquello", o "por esto y aquello".
Siempre me ha sorprendido esa tranquilidad con la que los periodistas proclaman
una
mentira.
Así de claro. Porque lo que te dice el periodista en ese momento es falso.
La Bolsa es un fenómeno caótico. No puedes correlacionar los movimientos intradía con nada. A no ser que estés en un crack, y a veces ni así.
¿Por qué?
En plan rápido, los fenómenos caóticos son por definición impredecibles, y su origen es totalmente imposible de explicar con certeza, al menos con la ciencia que sabemos hoy en día. La Teoría del Caos, que se usa para modelar estos comportamientos, es compleja, pero fascinante. Y además es una de las disciplinas matemáticas más jóvenes. Hace unas décadas, un par de tipos descubrieron que los fenómenos más aparentemente sencillos se podían volver fácilmente imposibles de predecir, y aquello luego se descubrió que era una característica del Universo en el que vivimos.
Lo llaman "dependencia de las condiciones iniciales". Si queréis, echad un vistazo al link de wikipedia que he dejado más arriba.
Como resultado, y vuelvo al asunto, se sabe ahora que los movimientos de la bolsa están regidos por el caos, y por tanto:
a) son impredecibles (hasta cierto punto) y predecibles (hasta cierto punto), y sólo se pueden atinar sus tendencias, pero ni así, y con alta incertidumbre.
b) no se pueden correlacionar fácilmente con explicaciones, y hacerlo en el corto plazo es imposible.
Así que cuando en un informativo te dicen que la Bolsa ha subido por "la incertidumbre griega" o "porque ha bajado el precio de la naranja" te están mintiendo. Nadie lo sabe. Además, hoy en día enormes volúmenes de venta no son ni siquiera volitivos: los hacen máquinas y sistemas informáticos de forma automática, usando parámetros de lo más marciano.
Cuando en el telediario te dicen que la bolsa sube o baja "por esto y por aquello", ya sabes a qué atenerte. Te están diciendo lo que la línea editorial imperante, lo que el sistema, quiere decirte.
Quieren que en el bar, en el trabajo, en el Metro, repitamos el meme... "caray, cómo caen las Bolsas. Es por las elecciones griegas, claro"...
Pero es mentira, o al menos no es exactamente la verdad, siendo suaves.
De entre las muchas falacias que vemos a diario en los informativos y en la prensa, esta es de las más claras. Las otras, el resto de noticias, esas son otro cantar. Pero al menos tenemos la feliz certeza de saber que en las noticias de bolsa, cuando hacen esas afirmaciones categóricas, siempre, siempre, nos estarán mintiendo.
Juzga en consecuencia.
Qué alegría ¿Verdad?
La imagen es de un Atractor de Lorenz, que describe el comportamiento caótico de fenómenos como el tiempo atmosférico. Está en Wikimedia Commons con Licencia de Atribución. No se informa acerca del autor.
lunes, 5 de enero de 2015
Lluvia Negra
He visto "Lluvia negra" por primera vez en muchos años. No recordaba casi nada de la obra maestra de Shoei Imamura, que se estrenó a la vez que otra película con el mismo título, ésta dirigida por Ridley Scott, y que era muy poquita cosa.
La "Lluvia negra" de Imamura (adaptación de una novela de Ibuse Masuji) habla de lo que pasa en una sociedad castigada por el horror de la guerra, algo que he comentado en otras ocasiones y en otros artículos. La acción ocurre en dos tiempos alternativos: el día en que estalla la bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima (evento que llevará al final de la II Guerra Mundial), y diez años después, cuando, en plena guerra de Corea, los supervivientes de aquel suceso van muriendo por efecto de la radiación en un oscuro goteo de sufrimiento, mientras intentan simplemente vivir sus vidas, duren lo que duren.
Uno de los personajes se hace una pregunta muy interesante en uno de los diálogos de la película: ¿Por qué los americanos no bombardearon Tokyo, en vez de Hiroshima (y luego Nagasaki)? La capital de Japón era un objetivo más poblado, más lógico. Su interlocutor le responde que no sabe el por qué, y el personaje acaba lamentándose de la mala suerte de que los americanos eligieran su ciudad, algo que les ha destrozado la vida, que les ha envenenado la sangre por la enfermedad de la radiación y que les mata lentamente. Qué mala suerte.
Las víctimas que no murieron el día del ataque nuclear son esas, personas normales y corrientes que han sido heridas de muerte lenta por la radiactividad y tardan años en morir, con sufrimiento y amargura. Viven en mitad de una alucinación de vida cotidiana sabiendo que sus días están contados. Funeral tras funeral, los viejos amigos del protagonista se van extinguiendo, y su sobrina Yasuko (interpretada con especial sutileza por Yoshiko Tanaka), joven, bonita y llena de vida, ha de renunciar a casarse con nadie porque la radiación la está matando también (su primer pretendiente, eso sí, es un completo estúpido que se comporta de forma egoísta e infantil). De hecho la película acaba con su agonía, mientras su tío, Shigematzu Shizuma (Kazuro Kitamura), haciendo uso de uno esos consuelos que usamos las personas, el pensamiento mágico, la ve irse camino de la muerte en un hospital, y se dice a sí mismo que si ve en ese momento un arcoiris su sobrina sobrevivirá.
Y desea verlo. Y desea verlo. Y entran los créditos de salida. Y no, no hay arcoiris en el horizonte.
Las guerras no tienen nombre, son el lado más vil de nuestra mente primate. Volver a ellas una y otra vez nos ayuda a acorazarnos contra toda forma de violencia hacia nuestros semejantes, y las hay muchas.
Hay otra escena en la que la chica pregunta a un veterano de guerra medio loco que la atrae sentimentalmente por el origen de su trauma personal, y el relato entra entonces en una puesta en escena que bascula entre, otra vez (mis comentarios de Kurosawa lo apuntaban como querencia de algunos de los grandes realizadores japoneses) el Teatro No y el expresionismo, y la luz que ilumina al personaje se convierte en un foco de spot que le sigue entre las esculturas torturadas que él mismo esculpe. Entonces conocemos su historia. Luego todo vuelve a la realidad, y la chica le sigue escuchando, tranquilamente.
"Lluvia Negra" báscula, así, entre la explosión y la calma, entre las atroces escenas post-bombardeo, con cuerpos calcinados, personas despellejadas y moribundos amontonados, y la tragicomedia de los supervivientes, que entre risa y resignación, acaban aceptando la muerte como un regalo de espoleta retardada por cortesía del ejército vencedor. Un obsequio repugnante del otro bando que sigue matando sin prisas, desde aquella soleada mañana del 6 de agosto de 1945, a las nueve menos cuarto.
Las guerras, lo digo siempre, no duran el tiempo oficial que los historiadores les asignan. Se prolongan, en forma de traumas, shocks, frustraciones, miedos, amarguras, incluso costumbres sociales, a lo largo de generaciones y generaciones. España sigue inmersa en su posguerra, lo queráis creer o no, con bandos irreconciliables que son incapaces aún hoy en día de ponerse en el lugar del otro, algo fomentado por los poderes que controlan el país. Por eso las guerras son tan espantosas, porque duran en el alma humana muchísimo mas de lo que duraron en el campo de batalla. Se heredan como una suerte de extra epigenético-cultural de padres a hijos, y a nietos, y a bisnietos...
No os perdáis "Lluvia Negra". Es una película difícil de soportar en ocasiones, pero que añade el sabor cotidiano de la vida y la muerte a una situación que podría ser desesperada (de hecho lo es). Es la obra de un sabio, y cada visionado añade una capa más de complejidad al relato.
Uso la imagen de la carátula del DVD de Animego de "Lluvia Negra" acogiéndome al derecho de cita.
martes, 30 de diciembre de 2014
Los Caballeros del Cielo
Hace un montón de
años, cuando yo no levantaba un palmo del suelo, cuando había (en
Canarias) sólo un canal de televisión, y además la programación
se veía en las islas con una semana de retraso con respecto a la península (las cintas de una pulgada llegaban
en avión desde Madrid porque no había conexión vía satélite, a
pesar de unas pruebas ionosféricas que me consta intentaron hacer
enlaces fallidos de microondas entre el Teide y el Mulhacén,
creo -no me lo invento-, intentando que las densidades de las capas de aire a esas alturas hicieran de una especie de “canal Tesla” o efecto espejo que
llevara las ondas de televisión hasta las islas a pesar de la
curvatura de la Tierra, e, insisto, eso se intentó antes de los
satélites) lo que me permitía presumir con mis amigos en el cole de
saberme toda la programación de la tele de la semana siguiente al
volver de las vacaciones en el pueblo de mi padre, en el Bierzo...
Hace
un montonazo de años, digo, en casa todavía no teníamos tele e iba
a verla al portal de al lado, a casa de mi amigo Agustín, y me llevaba la merienda. Yo creo que tendría como 5 ó
6 años. Veíamos la tele con Paquito, uno de los hermanos mayores de Agustín, que
recuerdo como un hombre adorable, y veíamos Daktari, Disneylandia (“El mundo es cascada de
coloreees”... en blanco y negro), El Laboratorio Submarino del
Año 2020 de Anna Barbera, o Stingray y UFO, del gran Gerry Anderson. Y
una de las series que veíamos era Michel Tanguy y los Caballeros del Cielo. Estaba super bien hecha, aunque creo que no tengo ya demasiado recuerdo de ella, excepto el nombre y un par de imágenes que más
bien podrían ser sueños. Pero me fascinaba.
Luego
supe que aquella serie de TV tan alucinante de aviadores, de la que
seguramente saco mi fascinación por esos trastos voladores, era la
adaptación de un comic, publicado en España, eso sí muy malamente (nunca en álbum), y titulado
originalmente Tanguy y Laverdure. Con el tiempo averigüé que
aquella serie de cómics, publicados originalmente en la legendaria revista Pilote,
estaban escritos por el gran Jean-Michel Charlier (el guionista de
Blueberry, la obra maestra de Jean Giraud antes y durante su viaje
como Moebius al comic experimental vía Metal Hurlant) y por Albert
Uderzo. Yo soy hijo putativo de Asterix. Me sé todos los álbumes de memoria y los chistes, puedo adivinar de qué álbum es una viñeta y, claro, me
interesaba ver aquella faceta del dibujante de mi comic preferido de
infancia. Nunca había tenido acceso a esa obra, hasta hoy, que Ponent Mon
(precioso nombre por cierto) ha empezado a editar el Integral de la
serie.
Les recomiendo que compren Tanguy y Laverdure. No
sólo está maravillosamente bien escrita, sino que, tras más de 50 años de publicada, Tanguy y Laverdure es un entretenimiento
maravilloso, lleno de acción, giros argumentales, soluciones
originales, y... el dibujo de Uderzo, que demuestra ser el tipo más
versátil de toda su generación, no sólo de la bande dessinée,
sino del comic en todo el mundo. El mismo tipo que hacía Astérix o
Umpa-pá, o Juan Pistola, en Tanguy se muestra como un dibujante meticuloso, que planifica cada viñeta con
precisión milimétrica, un mago del dibujo del cuerpo y del rostro,
que hace que los personajes se mantengan en las viñetas y en los
ejes, de una forma fascinante, y que puedas reconocerlos de página a página, y hablo de secundarios y personajes de fondo también. Y encima Uderzo entintaba como los ángeles. No sé
si habría equipo para ello, pero al final, empiezas a atar cabos.
Ves el estilo de un Alan Davis o un Bryan Hitch, o la tinta de un Paul
Neary (no tan buen dibujante, pero maravilloso entintador), todos ellos británicos, es decir, con acceso a Tanguy en sus respectivas infancias, y ves cómo
Uderzo es un maestro de maestros. Todos esos artistas han
mamado de su estilo.
La documentación minuciosa, las
preciosas viñetas de acrobacias aéreas y raids, la narración
exacta y los encuadres perfectos, todo revela que Uderzo se lo estaba
pasando genial con los guiones de Charlier, y eso sigue estando ahí.
Para mi decir Michel
Tanguy es volver a saborear los sueños de la infancia, las tardes de
preescolar en casa de un amigo de aventuras con quien acabamos
haciendo películas en 8 y Super-8 mm. Tanguy está hecho de los
tiempos en que todo era perfecto; es Salgari, es
Stevenson o Karl May. Parte de la mitología de cuando uno era enano
y el mundo era grande, inabarcable, misterioso, pero a la vez era
blanco y estaba lleno de sol, cuando las tardes olían a pan con
chocolate y a Nocilla, y la tele era un rutilante sueño en blanco y
negro para críos en pantalones cortos. Y encontrarme con el comic
original de adulto, ha estado mucho más que a la altura. Ha sido una
revelación.
Charlier, Uderzo, gracias. Uderzo, maestro, es usted uno
de los mayores dibujantes del siglo, y que los padrecitos Kirby,
Colan, Pratt o Hergé, entre otros que ocupan el Parnaso del tebeo, me perdonen,
pero ellos lo entenderán, doquiera que estén.
Pd: Otro mito de
infancia más tardío, la serie Search (aKa Search Control, aKa Probe) (emitida por TVE allá
por... ¿1974 o 1975? con el título de Investigación), ha sido editada por Warner Archive en Bluray
recientemente, tras años de restauración digital, recuperación de másteres,
pago de derechos musicales, etc. (los que os bajáis cosas sin pagar por ellas, pensad que hasta el hecho de recuperar una serie vieja cuesta dinerales, tiempo y esfuerzo ímprobo
de un montón de trabajadores, pensadlo la próxima vez que os bajéis
algo que consideráis “viejo-y-amortizado”, una excusa que he oído demasiadas veces). Rara, fascinante, fallida, apenas
vista, pero divertidísima, es una especie de Los Vengadores americana (hablo de la serie protagonizada por Patrick MacNee y Diana Rigg). Puro placer extraño. No os la perdáis: Hugh O'Brian, Tony Franciosa, Burgess Meredith, Doug McClure...
Ppd: Ah, y Feliz Año Nuevo.
Uso las imágenes incluídas en este artículo acogiéndome al derecho de cita. La de Search la he encontrado aquí.
domingo, 28 de diciembre de 2014
No aprenden
En los próximos meses asistiremos a la enésima privatización de lo poquito que nos queda a todos en España. Se trata, claro, de AENA, un fenómeno que se viene gestando, y que me tiene hablando solo, desde hace un par de años.
No basta comprobar que las previas
privatizaciones, como las de Telefónica, la banca pública o la
“liberalización” eléctrica (que ha puesto en manos de
inversores de otros países un sector tan estratégico), y también
(secreta y sibilinamente) la de la sanidad y de la educación, y otros servicios (por si esto no fuera poco, ahora están con el agua de abasto en algunas ciudades). Así, han vaciado al Estado (o sea: a ti y a mi) de su capacidad de generar riqueza para todos desde esos negocios en sectores básicos.
Tampoco basta ver la degradación en el trato al cliente y la subida
demencial de precios que han traído consigo. Hay que liquidar lo
poco que queda por una miseria. Ese es el motto.
El sistema es perversamente perfecto: coges un negocio público saneado, construido con los impuestos de todos,
y lo conviertes en una empresa privada, y a ganar dinero, pero ese
dinero ya no es del Estado. Es de una empresa privada que ahora decide sobre cosas públicas. Cuando haces
eso con servicios de primera necesidad, estás jugando con fuego.
Sé que no es popular decir que toda esa forma de actuar no es más que ideología. Y como toda ideología, es una forma
de fanatismo. Los inútiles, y les llamo así con pleno conocimiento, que
han puesto al cargo, y que practican lo que se les ha ordenado como
robots, no tienen el menor interés en que las cosas vayan mejor para todos. Están cegados como los miembros de cualquier grupo religioso fanático por su frame of
thinking. Parece que salgan así en serie de las escuelas de
economía, y si no lo hacen, la selección artificial se encarga de
que los más dóciles y capaces de ejercer la banalización del mal
(“lo que hago no es ilegal”, rozar el crimen no es un problema en
este entorno mafioso) sin sonrojo, llegen a los puestos de dirección.
El actual Presidente de AENA, un tipo
que se supone que es de mi generación, pero que para mi viene de
otro planeta, es José Manuel Vargas Gómez. Él es el responsable de
los aeropuertos-zoco actuales que practican la explotación de sus
trabajadores de forma sistemática, y que llevan jugando con fuego (léase seguridad aeronáutica) desde hace demasiado tiempo. Un
licenciado en Económicas por la Complutense y en Derecho por la
UNED, lo que no es decir mucho ya que a lo que se ve no tiene ni idea de aeronáutica, pero que ha trabajado, claro, en PwC, luego en JOTSA, del Grupo Philip Holtzmann, una empresa que
suspendió pagos bajo su mando en 1999 y fue... comprada por RUMASA,
y en VOCENTO–ABC. Un cachorrillo de la secta de los
tecnoliberalizadores, esos que creen en la Biblia de la Privatización a pies juntillas, que no cuestionan las órdenes y que son intercambiables como los ladrillos de una pared; valen igual para un roto que par un descosido, y hacen lo que se les ordena que hagan. Un chico bueno, en resumen, para el sistema, con un sueldo millonario, eso sí.
En unos tiempos en los que se ha demostrado con sangre que las privatizaciones son desastrosas, no sé cómo se puede seguir actuando de esa manera, y además con plena impunidad. Leed la noticia al respecto en El Diario. Decidme si todo este proceso no hiede a kilómetros; que si un informe hecho en tiempo récord, que si PwC (faltaría más) y luego E&Y, que si hay prisa y es la segunda intentona... un dislate. Decidme si no es cuanto menos sospechoso de prevaricación, y corto me quedo.
En unos tiempos en los que se ha demostrado con sangre que las privatizaciones son desastrosas, no sé cómo se puede seguir actuando de esa manera, y además con plena impunidad. Leed la noticia al respecto en El Diario. Decidme si todo este proceso no hiede a kilómetros; que si un informe hecho en tiempo récord, que si PwC (faltaría más) y luego E&Y, que si hay prisa y es la segunda intentona... un dislate. Decidme si no es cuanto menos sospechoso de prevaricación, y corto me quedo.
Harto estoy de los Josés Manueles Vargas
Gómez, y sólo puedo hacer pública mi rabia en unas pocas líneas
ante este sistema pútrido, infectado y profundamente estúpido, al que la gente le da igual. Se me
acaban los adjetivos.
Harto estoy de esa forma de pensar irracional, contra toda la evidencia, propia, lo digo y lo repito, de una secta; de gente que no sé dónde coño ha dejado su humanidad.
Gente que no me gusta, y a la que no quiero en puestos de responsabilidad.
Gente que no me gusta, y a la que no quiero en puestos de responsabilidad.
Ojalá
cambie el frame of thinking de ese país, que ya casi no nos
queda tiempo.
domingo, 21 de diciembre de 2014
Desobedece
(Empecé a escribir esto pensando en la llamada Ley Mordaza. Pero tiene que ver con muchas cosas más. Ahí va.)
Desobedece. Diles que
no. Es tu deber. El mio. El de todos. Las leyes creadas en tu contra,
en contra de tus derechos, que han costado tanta sangre, son injustas,
ilegales y no deben ser obedecidas. Ya basta.
Desobedece. Están
convirtiendo mi país, el tuyo, el nuestro, en un agujero dominado
por un grupo de incompetentes que ni
se dan cuenta del desastre que están organizando.
Desobedece. Para ellos
la realidad no existe. Se creen que se cambia desde
el BOE. Tú y yo sabemos que la realidad somos nosotros. Y estamos
hartos.
Hartos de
incompetencia, de latrocinio y robo. De miles de semejantes que
podemos ser tú y yo echados de sus casas, sin poder pagarse su
educación, sus medicamentos, su agua, su electricidad, con sus
cuentas embargadas por un sistema podrido, viejo y agonizante. Y lo que es peor, muriendo porque nadie les da la medicación que necesitan, o las ayudas a las que tienen derecho. Porque esto está costando vidas.
Desobedece. Que vean quién eres. Que escuchen tu voz.
Desobedece. Esta mañana
sal a la calle y plántales cara. Ese es el principio del cambio,
empieza en mi, en ti, en todos nosotros.
Hay instrumentos para
ello. Úsalos. Exige, ponte firme. Pide que te respeten. Tus
derechos son inalienables. Eres dueño de tu nación, y ellos trabajan para ti, no al revés. Te han engañado para mantenerse en el poder durante demasiado tiempo.
Usa la Ley, los
juzgados, el Parlamento, Internet, tu voz, tu grito, los graffitis,
las hojas de reclamaciones, tu voto, tu charla de bar, tus amigos,
Twitter, Facebook, Whattsapp, Telegram, una redacción de clase, una
carta a un periódico, un comentario en un foro, lo que sea. Úsalos en plena conciencia de que tenemos que acabar con esto.
Que no te pisen. Que no te avasallen. Que no te hurten lo que tan caro te ha costado ganar: tu libertad, tu educación, tu
futuro, tu sanidad, tu casa, el dinero de tu cuenta, tu vida.
No lo permitas.
Desobedece. Métete en
líos. Complícate la vida. Estamos para eso. Se lo debemos a los que
estuvieron antes y a los que vendrán después. Para eso estamos vivos.
Ahora es nuestro
tiempo, nuestro momento.
Levanta la cabeza.
Y desobedece.
Los hombres más sabios del mundo están contigo. Sus sombras, su legado, sus voces, están en nosotros. Dentro de nuestras almas. Somos sus herederos ahora. Esto es lo que hace grande a nuestra especie: supervivientes que han pasado por seis mil generaciones, desde un puñado de cazadores recolectores a conquistar el átomo y el universo. Hemos sobrevivido a hambrunas, epidemias, terremotos, volcanes, glaciaciones y catástrofes sin número. Y si hemos llegado hasta aquí, esto apenas es un pequeño obstáculo.
Así que toma las riendas, y derriba el castillo de naipes que han montado sobre el lodo.
Así que toma las riendas, y derriba el castillo de naipes que han montado sobre el lodo.
Desobedece.
Y empieza a cambiar esto, y a cambiar tú mismo.
"Cuando una ley es
injusta, lo correcto es desobedecer". — Mahatma Gandhi.
La icónica imagen que uso para ilustrar este artículo está en Wikimedia Commons bajo Dominio Público. Aquí hay algo de historia sobre este logotipo.
El feudo de los tontos
Paso horas y horas en
los aeropuertos desde hace bastante tiempo. El suficiente para
comprobar cómo han cambiado las cosas. AENA, la empresa pública que
los gestiona, lleva tiempo convirtiéndolos en centros comerciales
carísimos, destinados a unos clientes, supuestamente ricos, que no
veo por ningún lado. Esas tiendas de lujo están perpetuamente
vacías, de modo que los franquiciados en esos espacios deben de
estar bastante descontentos, pues el pago de la concesión debe de
ser bastante alto, pero ¿a quién se le ocurre crear sucursales de
Rodeo Drive en lugares que visita mayoritariamente gente que vuela
para trabajar, usando especialmente líneas aéreas de bajo coste, y
ya está? Los ricos se la pasan en la sala VIP, y no salen de ahí.
Muy típico de los
gestores españoles de ciertas empresas, una manada de incompetentes
y enchufados incapaces de hacer la o con un canuto, pero que de
repente se ven al mando de empresas importantes y florecen en toda su
imbecilidad supina. Gente peligrosa los idiotas. Y un país que los
pone a dirigir sectores importantes, es un país que merece
estrellarse a ver si aprende.
El otro día, en un
restaurante llamado Caffriccio (todos son franquicias) de la T4 del
Aeropuerto llamado ahora grandilocuentemente Adolfo Suárez Madrid
Barajas, que he visto frecuentado por gente haciendo colas, entre
ellas el señorito andaluz Cañete que para nuestra vergüenza ha
trasladado su incompetencia al Parlamento Europeo, vi un sandwich
mixto a 5.20 Euros. Casi 870 pesetas por una mierda de sandwich de
jamón y queso con un coste de fabricación que seguramente no pasará
de los 30 céntimos. Es decir, UN MIL SETECIENTOS POR CIEN de
beneficio. En el Aeropuerto de Gando, en Las Palmas, una botella de
agua cuesta 2,60 Euros, cuando en un supermercado cuesta 30 céntimos.
CASI UN NOVECIENTOS POR CIEN de beneficio.
Me repugna este estado
de cosas, más aún cuando la gente apenas tiene dinero en el
bolsillo. Si quieres beber en un aeropuerto has de pagar el agua a
precio de pan de oro. Así que he pedido a la Comisión Parlamentaria
que es responsable de AENA que haga un par de preguntas al respecto,
como por qué se llaman DUTY FREE a unas tiendas que son más caras
que las del exterior del Aeropuerto. O por qué anuncian en los
puestos de Cambio de las salas de espera aeroportuarias que son los
más baratos, cuando cotejar el valor cambiario al día revela que
eso es mentira. O si alguien se ha molestado en hacer pruebas de
seguridad para tumultos en los pasillos comerciales que ahora tienes
que cruzar sí o sí tras pasar los controles de seguridad en caso de
una catástrofe. La mezcla de codicia y estupidez puede ser letal.
Pero lo que más me
subleva son los controles de seguridad. No sirven para nada, excepto
para hacer ricas a las contratas que venden las máquinas de Rayos
Equis y aquellas a las que pagan por unos guardias de seguridad
apenas preparados (y que en muchos casos tienen que hacer cosas se salen de sus
competencias, pues los registros y otras actividades son propias de
la Guardia Civil, pero sabemos que la ilegalidad es el pan de cada
día en este país que hemos convertido en un dislate).
Se produce en esos espacios de paso un ejercicio de fuerza y humillación sistemático y cotidiano sobre los viajeros que pasan por los controles; han de despojarse de su calzado, mostrar su equipaje de mano, abrir sus ordenadores, quitarse los cinturones, vaciarse los bolsillos y, si te pita el arco de paso de forma aleatoria -las máquinas tienen un algoritmo que lo hace y que se calibra periódicamente- sufrir como añadidura un cacheo humillante y en ocasiones repugnante.
No me imagino lo que sentirá una mujer si la fuerzan a ello. Me parece intolerable. Y no olvidemos que desde hace poco en los grandes aeropuertos han aparecido los eufemísticos pasos exprés para los clientes VIP (los que viajan en Primera o Business, o los que tienen tarjetas Oro y Platino de viajero frecuente de las líneas aéreas, esto es “gente de respeto”, ya me entienden), con un personal más formado y amable, menos quemado (al menos en teoría) y con un tránsito por los arcos y los rayos equis más rápido. Siempre hay clases, hasta en la humillación.
Se produce en esos espacios de paso un ejercicio de fuerza y humillación sistemático y cotidiano sobre los viajeros que pasan por los controles; han de despojarse de su calzado, mostrar su equipaje de mano, abrir sus ordenadores, quitarse los cinturones, vaciarse los bolsillos y, si te pita el arco de paso de forma aleatoria -las máquinas tienen un algoritmo que lo hace y que se calibra periódicamente- sufrir como añadidura un cacheo humillante y en ocasiones repugnante.
No me imagino lo que sentirá una mujer si la fuerzan a ello. Me parece intolerable. Y no olvidemos que desde hace poco en los grandes aeropuertos han aparecido los eufemísticos pasos exprés para los clientes VIP (los que viajan en Primera o Business, o los que tienen tarjetas Oro y Platino de viajero frecuente de las líneas aéreas, esto es “gente de respeto”, ya me entienden), con un personal más formado y amable, menos quemado (al menos en teoría) y con un tránsito por los arcos y los rayos equis más rápido. Siempre hay clases, hasta en la humillación.
Todo este despropósito
empezó hace unos diez años, cuando un supuesto terrorista inepto
intentó volar un avión utilizando un combustible de fricción que
había untado en las suelas de su calzado. No pasó nada, y el imbécil fue detenido. Eso fue todo. Y el caso nunca quedó claro. Pero todo
era post 11-S (recuerden que desde entonces, al menos en USA, un
Marshall va en cada vuelo, camuflado entre los pasajeros, por si
pasa algo) y la paranoia llevó a estos controles de seguridad de
entrada a los aeropuertos, insisto, inútiles, que sólo llevan a que
los pasajeros pasen por un estado de vejación intolerable y a que
no puedan pasar ni siquiera agua embotellada al interior del
aeropuerto, básicamente para que la compren en el interior, que al final de
eso se trata. A ver si nos dejamos de tonterías: toda esa mierda
está haciendo rica a mucha gente, y la seguridad no es más que un
teatrillo miserable.
En un efecto
psicológico perverso y premeditado, el humillado pasajero se
encuentra al pasar el control con el Shangri-la consumista de un
centro comercial rutilante y colorista, y de sonrientes comerciales
ofreciendo tarjetas de crédito, o perfumes carísimos, y compra para
evitar el sufrimiento generado. El consumo es un conocido placebo,
eso lo sabe la psicología contemporánea, esa que usan las grandes
empresas para tratar a las personas como perros de Pavlov, y este es
un ejemplo más. Se me antoja algo asqueroso y vil. Me repugna. Odio
y desprecio que estemos convirtiendo el mundo en una cosa
desumanizada y cruel (cuanto más sabemos de nosotros mismos, más
usamos de ese conocimiento para manipular a los demás), y el
tratamiento a que los humanos someten a sus semejantes en los
aeropuertos me repele especialmente. Es signo de los tiempos, de una era deshumanizada, de hombres pisoteando a hombres. No, no me gusta nada.
Y nadie parece
interesarse en ello. Deberia de ser denunciado ante los Tribunales de
Derechos Humanos y seguro que la cosa cambiaría radicalmente, pero
hay cosas, y son muchas, demasiadas, que se prefieren no tocar. Eso
sí, el comprador humillado tras pasar por el control de seguridad
puede adquirir lo que quiera, que pasará a ser embarcado con su compra sin
problema en el avión que le llevará a destino. El nivel de idiocia
es tal que nadie ha pensado en la posibilidad de que un terrorista
tuviera un cómplice trabajando en una tienda Duty Free y éste le
pasara cualquier explosivo o elemento peligroso. Entraría sin
problemas en el avión gracias a estar protegido por la vitola
sagrada de la compra dentro del aeropuerto. Y precisamente en esos
empleos internos, franquiciados, subcontratados, pésimamente
pagados, con un cuestionable planteamiento de la temporalidad y con
escasos controles de personal y peor formación, es donde, y es sólo
cuestión de tiempo, puede despertarse la bestia. El ejemplo más
inquietante lo vemos en las detenciones que se producen
periódicamente entre el personal aeroportuario de handling (trabajos
especialmente duros, poco valorados y peor pagados) vinculado en
tráfico de drogas; el subempleo y la falta de control real son terreno
abonado para ser el punto débil del sistema. Pero claro, donde se
gasta el dinero es en las carísimas máquinas del control de
pasajeros.
Estoy bastante harto de
tener que sufrir a incompetentes dirigiendo mi país, en todas partes
y en todos los escalafones. Lo digo y lo repito: si por algo serán
recordadas estas primeras décadas del siglo es por el nivel de
codicia autodestructiva que está teniendo que soportar la población.
Los nuevos señores feudales ahora son estúpidos incompetentes ante
consejos de administración.
El feudo de los tontos. Eso es España actualmente.
El feudo de los tontos. Eso es España actualmente.
Pd: A AENA le pido que
trate bien a la gente que salvaguarda mi vida y mi seguridad: a los
controladores, a las tripulaciones, a los técnicos de pista. Todo lo
demás se me antoja espúreo: es mierda para hacer ricos a terceros. Pero al
parecer eso es lo que interesa en el feudo de los tontos. Además,
ahora este gobierno, todo un monumento a la incompetencia, quiere
privatizarla.
Ppd: No olvidemos que
vivimos en un país que todavía no ha resarcido debidamente a las
víctimas de nuestra última catástrofe aérea, que causó un
terrible dolor en mi isla de Gran Canaria hace ya seis años. Este es
el percal al que nos enfrentamos. ¿No tiene que ver? AENA llevaba la
logística aeroportuaria de aquel vuelo. Y nadie ha cuestionado todavía los posibles errores cometidos en esa parte del proceso.
Pppd: Se está revelando estos días, para colmo, la relación entre AENA y la Trama Gürtel. Al parecer sus directivos instaban a que se hicieran todo tipo de negocios con aquella red corrupta vinculada directamente con el partido en el poder. Un ejemplo más del estado de cosas, y de cómo ha funcionado, y funciona, este país.
Pppd: Se está revelando estos días, para colmo, la relación entre AENA y la Trama Gürtel. Al parecer sus directivos instaban a que se hicieran todo tipo de negocios con aquella red corrupta vinculada directamente con el partido en el poder. Un ejemplo más del estado de cosas, y de cómo ha funcionado, y funciona, este país.
El grabado que ilustra este artículo es de Pieter Brueghel El Viejo, "The ass in the school", 1556. Está en Dominio Público en Wikimedia Commons, pero la puedes encontrar físicamente en la Gemäldegalerie, en Berlín.
TVE y el material de archivo
Aquí podéis ver cómo TVE trata el material grabado en 4/3 que era el aspect ratio imperante en la televisión hasta hace unos años, y en el que están grabados casi todos los contenidos de su archivo. Emiten en un programa-contenedor llamado Fue Informe reportajes antiguos de Informe Semanal. Este es de 1989, y trata sobre la Torre Eiffel que en aquellos días cumplía su primer centenario.
En mi opinión, rellenar con un gráfico feo y chillón el espacio libre que deja el encuadre en la pantalla de 16:9 actual, es la peor solución posible. Y si a eso añadimos lo de siempre, que nadie mira los programas antes de emitirlos, la franja inferior con las noticias de última hora está colocada con tan mala fortuna que borra parte de los textos incluidos en el reportaje original (por cierto, qué joven aparece en la imagen Karl Lagerfeld, ya entonces gran pope de Chanel).
Las capturas las obtuve ayer en el Mac Mini con EyeTV que uso para ver la depauperada televisión que nos dan en este país.
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A peculiar galaxy near M104
Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.
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