Acabo de presentar por burofax con
copia certificada y acuse de recibo esta solicitud de baja a
Vodafone-Ono. Lo alucinante es que tienes que hacerlo así, mediante burofax (un servicio que deja constancia oficial de tu envío y que podrás usar en posibles litigios futuros) si quieres
que te hagan caso. Todas las facilidades para darte de alta, pero cuando quieres irte... empieza una auténtica pesadilla. La única manera de que te escuchen es enseñando los dientes, y pidiéndolo así. Por burofax.
A lo largo de los últimos años los
ciudadanos, en tanto consumidores, hemos perdido derechos por un
montón de vías. La principal es que las
grandes empresas de comunicaciones, electricidad y banca (las que dirigen el país, vamos) han
retorcido la legislación a su beneficio jugando hábil y
calladamente mediante trabajo de zapa, haciendo cabildeo (lobbying
para los amigos) en el Congreso, el Senado, los Gobiernos Autónomos,
etc.
Como resultado de todo ello, la
legislación que debe de proteger al consumidor es papel mojado, y
cualquier acción que tomes que no les guste será ignorada, como
mínimo.
Por ejemplo, darte de baja de sus servicios.
Y no lo arreglarás llamando a sus
callcenters (subcontratas que por sueldos de miseria explotan a la
gente, gente que no te puede ayudar aunque quiera, porque sus
opciones están limitadas por el software que les ponen delante, amén
que hoy trabajan para uno y mañana para otro) pues están diseñados
para frustrarte y que no reclames. Ni presentando quejas orales, ni
reclamaciones a consumo en tu CA, aunque no te lo desaconsejo. Has de
ir por las bravas. Este es un ejemplo. Los culpables de esta situación demencial, amén de una
legislación que se cose y descose a petición del poderoso, son los
cargos intermedios que dictan órdenes en esas grandes empresas pensando en el
corto plazo (su supervivencia y máximo beneficio) convirtiéndolas en chiringuitos de trileros, y los cargos
altos, que piden unos objetivos demenciales a sus subalternos intermedios y luego
miran para otro lado, con un delicado “hacedlo como sea, no me
importa cómo”. Dos actitudes miserables, psicopáticas, que
destruyen todo lo que tocan, pero que impregnan a todas las grandes
empresas del país como una desagradable marea negra. Mediocres e incompetentes tomando decisiones
demenciales que acaban pagando los de abajo: los clientes y los trabajadores. España está dominada actualmente por pequeños monstruitos fabricados en las escuelas de dirección de empresas, donde
se conocen, alternan y lubrican los descendientes del Régimen, a los
que nadie les ha llamado por su nombre: incompetentes, y a los que
nadie despide de una patada en salva sea la parte; el
tipo de especímen que se llevaba indemnizaciones millonarias de las
cajas quebradas, sólo que más joven y ambicioso todavía; y más
peligroso para toda la sociedad.
En la solicitud de baja que os he puesto arriba exijo a la empresa el
cese inmediato del servicio, y que me eliminen de sus bases de datos
(la Ley Orgánica de Protección de Datos me protege). A la vez, les
pido que me paguen el coste del burofax (la friolera de 26 Euros; es
alucinante, por cierto, lo carísimo que es este servicio de Correos,
y es el único que tenemos disponible gracias al monopolio del que
gozan) pues por Ley mi baja debería de ser gratuita, pero el sistema
está tan podrido que si no voy por esa vía será papel mojado. Y
también, como hace la Administración conmigo, les informo de las
consecuencias de no responder positivamente a mi solicitud, y de las
multas a las que se exponen, pues la Ley, teóricamente, así lo afirma. Si os vale como modelo para hacer posibles solicitudes similares, espero que os ayude
en el duro proceso.
Ni así tenemos garantías, pero sé que
puedo reclamar como me rechisten. Naturalmente, otras empresas en
España no se rigen así. Darte de baja en Apple, en Netflix o en Google es
rápido, eficiente y no te dará problema alguno. Es la forma de pensar
del directivo la que diferencia a unas empresas de otras; en las empresas con
filosofía sajona es inconcebible maltratar a un cliente que vas a
espantar y sólo te va a dar mala publicidad por el maltrato
recibido. En España en cambio el directivo no tiene ni idea de eso, ni mira las estadísticas de fidelidad, ni se preocupa de ello, ni le importan un colín. Porque no vive de
eso; alguien poderoso le ha colocado ahí y sólo responde ante él.
Por eso Telefónica, por ejemplo,
acoge a una legión de políticos retirados bajo su ala, con
sueldazos estratosféricos, presta a ello en cuanto alguien con el
poder suficiente hace una llamada. Recuerda que con cada mensualidad que les pagues, estás corriendo con parte de los sueldos de esos señores, auténticos parásitos de la sociedad.
Este país es occidental y una supuesta
democracia parlamentaria, pero mantiene unos usos y costumbres
directamente heredados de los tiempos dictatoriales y del Siglo XIX, de unos años en los que un ciudadano no tenía los mismos derechos que
otro, y todo se decidía en función de quién eras. Es una de las
más espantosas rémoras con las que cargamos en España, y queda
mucho para que nos la quitemos de encima. Un ejemplo más de ello,
es cómo se legisla en teoría por los ciudadanos y en la práctica
al dictado del lobby de turno.
¿La razón de las puertas giratorias?
Esta es una de ellas: el pago de favores legislativos prestados en el BOE, que
acorazan a esta plaga de empresas que se aprovechan de sus clientes a
la primera de cambio para perpetuar un sistema agonizante, pero increíblemente destructivo.