Hace
un par de años cumplí un sueño y visité con mi socia, Margaret
Nicoll, las oficinas centrales de Pixar en San Francisco. Allí
tuvimos varias reuniones relacionadas con un proyecto, y nos
hablaron, en justo intercambio, de varios proyectos que estaban
considerando, buscando opiniones de gente completamente nueva. Uno lo he olvidado, era de dinosaurios. El otro se me quedó
grabado. Era una historia maravillosa sobre lo que ocurre en la mente
de una persona, que nuestra interlocutora nos relató con absoluta
fascinación. Desde entonces he seguido los pormenores de la
producción de “Inside Out” con ansia.
Yo
quería consultarle además a aquella persona una duda que tenía
desde hacía tiempo. 12 años atrás escribí un libro sobre la
historia de la imagen por ordenador, que quería revisar para una
eventual edición con una nueva editorial, y Pixar es una parte vital
de esa historia. La de Pixar es una trama que llevo siguiendo -y
viviendo- desde su primer corto, el pionero “The Adventures of André and Wally B”, de John Lasseter, realizado allá por 1984 en
un superordenador Cray XMP cuando Pixar aún era un departamento en pérdidas de
LucasFilm.
Uno
de los tres fundadores originales de Pixar, Alvy Ray Smith, que me contó gran
parte de la historia del Estudio, me habló un día de “las
historias de la servilleta”. En una de sus legendarias reuniones en
una hamburguesería en San Francisco, varios realizadores de Pixar
escribieron al dorso de una servilleta, que conservan, un puñado de historias que les gustaría hacer en cine tras el éxito de "Toy Story", la primera película hecha por ordenador.
La primera de la lista era “Buscando a Nemo”, luego estaba “Up!”, “Wall-e”,
“Ratatouille”... e “Inside Out”. No he corroborado el dato ni
la lista (nuestra interlocutora en la visita a San Francisco no sabía
nada de aquello, aunque se ha usado en pressbooks, pero no sé aún si es real), así que no lo he incluido en la revisión del
libro, que editará, si todo va bien, Dolmen en otoño, con el título
de “Luz, Cámara... ¡Bits!”. Pero de ser verdad, “Inside Out”
sería la última de las “películas de la servilleta”.
Hay
algo más en “Inside Out” (una hermosa, fascinante, emocionante,
sabia y divertidísima obra maestra); cuando hablamos de Canarias, mi
tierra, nuestra cicerone en Pixar me dijo una frase intrigante: si la
película se hace, hay algo sobre Canarias, pero no sé si lo
pillarás a la primera. Al final la sonsaqué y me contó la
historia.
En
una escena muy abstracta en el interior de la mente, nos encontramos con extraños objetos, personajes
puntiagudos y rechonchos, algo tan surrealista como desconcertante,
relacionados con las emociones, alegres o tristes.
Tienen
su razón de ser.
Y
tienen que ver con algo ocurrido en mi tierra.
Lo que aparece en esa escena medio abstracta es un homenaje a algo
que ocurrió entre 1913 y 1918. Se trata de uno de los primeros
experimentos de la psicología experimental, realizado con primates,
y es ya un clásico de esa ciencia. Ocurrió en un lugar llamado La Casa Amarilla, donde un grupo de investigadores alemanes dirigidos
por Wolfgang Köhler, diseñaron los
primeros experimentos con simios que nos ayudaron a comprendernos a
nosotros mismos y a nuestros compañeros evolutivos, los chimpancés, los
orangutanes o los bonobos.
A
partir de aquellos experimentos se ha desarrollado gran parte de la
psicología del comportamiento durante el siglo pasado y este, y
gracias a ellos sabemos más que nunca de nuestras mentes; no mucho
todavía, pero sí lo suficiente para estar asombrados con el nuevo
mundo que se encierra dentro de nosotros... y para hacer hermosas
películas como “Inside Out”.
La
Casa Amarilla está en Puerto de la Cruz, en la isla de Tenerife. Los investigadores alemanes juzgaron
que las Canarias eran el mejor lugar para realizar su
experimentación, pues su clima era más benévolo que el africano,
estaban bien comunicadas y ofrecían ventajas de logística, como sus
puertos capitalinos.
La
Casa Amarilla estuvo abierta hasta 1920, y desde entonces permanece
abandonada e ignorada. Desde aquí mi modesta petición de que
alguien por favor la rescate de la ruina. Hay un proyecto de hacer un
museo, pero permanece lamentablemente en el olvido. Como tantas cosas en mi tierra.
Es
curioso que sea una joya del cine de animación, nacida en Estados
Unidos, la que nos recuerde que en nuestras islas y en nuestro país
se dieron los primeros pasos para conocer nuestra psique mediante la
experimentación, hace ahora un siglo.
Pero
es que la gente de Pixar es así: mentes libres que están creando
obras maestras con una libertad inusitada en mitad de un escenario de
desintegración del medio cinematográfico.
Pixar,
en cada nueva película, nos regala un canto a nosotros mismos, como
podría decir Walt Whitman si viviera estos tiempos locos.
No
os perdáis “Inside Out”. Y si pasáis por Tenerife, visitad la
Casa Amarilla. Allí se pusieron los cimientos de toda una ciencia.
La de conocer y empezar a comprender nuestras propias mentes.
La portada de "The Art of Inside Out" es copyright Pixar, y la uso acogiéndome al derecho de cita.