El mayor coloso vivo del Hollywood clásico ha cumplido 98 años.
Una de las voces más libres y poderosas de la industria del cine norteamericano sigue aquí, mirando cada mañana al sol salir.
Productor independiente (fue el tipo que puso firme a Kubrick y probablemente uno de sus maestros inconfesos), director, guionista, un actor de pura raza que fue dirigido por los mayores realizadores de su tiempo (inmigrantes europeos en su mayoría), fue perseguido por el macarthismo, ha sobrevivido a un ictus y a la pérdida de la mayoría de sus coetáneos; es el precio a pagar por la longevidad.
Issur Danilovich Demsky se llama en realidad. Nació en Nueva York de padres judíos bielorusos recién emigrados a una nueva tierra de promisión, los Estados Unidos de hace un siglo.
Lo mismo está pasando en Europa en estos momentos. Somos la esperanza y el territorio de destino de miles de personas que sólo quieren vivir en paz.
¿A cuántos Kirk Douglas estamos negando la supervivencia dejando que sus padres, o ellos mismos, perezcan en el Mediterráneo o agonicen en el Monte Gurugú, o al borde de las fronteras con Turquía o Macedonia?
Pensad en que por puro azar podríamos ser nosotros quienes estuviéramos en ese trance.