Mañana 27 de octubre se celebra el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual. Creo que, dado el estado de cosas actual, un concepto como ese permanece ignorado para muchísima gente, y merece la pena dedicarle un artículo, pues nadie se está preocupando seriamente de este problema en nuestro país. Los tres últimos siglos, desde la invención de la fotografía y el cine, han llenado nuestras vidas de imágenes. Pero para poder seguir disfrutando de ellas, para que sean nuestros testigos de la historia, para que nuestros descendientes puedan verlas, hay que saber conservarlas. A esa difícil tarea se dedican muchas instituciones públicas y privadas en todo el mundo: las filmotecas y archivos, las televisiones, etc. A pesar de ello, una parte enorme del patrimonio audiovisual de la humanidad se ha perdido para siempre, a causa de diversos factores: accidente, negligencia, ignorancia, abandono, falta de presupuestos, etc. Los catálogos de cine marcan la existencia de clásicos del Séptimo Arte que nunca podremos ver, porque ya no existen. De ellos nos han llegado a lo mejor algunas fotos, o un poster, incluso reportajes de su estreno, pero la película ha desaparecido para siempre. De vez en cuando se encuentran por azar obras que se creían perdidas, porque estaban mal catalogadas u olvidadas en algún desván. Pero esos son acontecimientos raros.
"London after midnight" (1927), con Lon Chaney, es una de las películas perdidas más famosas
Ahora, con el nuevo cine digital y la programación realizada en este formato la cosa se está complicando todavía más.
Si almacenar celuloide en su formato tradicional es un asunto harto complejo, ahora almacenar para las futuras generaciones la producción audiovisual en formato digital puede volverse imposible. Las rutilantes imágenes digitales y restauraciones de películas clásicas realizadas con tecnología informática son engañosas: el soporte digital en el que se almacenan, sea este un disco duro u óptico, o una cinta magnética, tiene una vida muy corta en comparación con el celuloide. Y en un período de crisis como el que atravesamos, habrá que decidir qué vamos a hacer con todo ese patrimonio antes de que se pierda para siempre. Por de pronto está guardado en laboratorios de cine, casas de productores, almacenes de distribuidoras, archivos de televisiones, filmotecas y colecciones privadas a lo largo y ancho del país. Ah, y ahora en la nube, además.
Hace unos días envié a la Unión de Cineastas, de la que soy socio, una carta llamando la atención sobre el asunto. Ahí va:
Glosario breve.
-El DCP es un formato digital que por cierto está bastante obsoleto y se basa en varios estándares, como el jpeg2000. Se usa para crear las copias que se proyectan en las salas de cine, y ha sustituido a las pesadas bobinas de película. Personalmente, cuestiono su idoneidad y su diseño, pero ese es otro asunto.
-El "efecto vinagre" es un proceso de degradación que, literalmente, desintegra el celuloide de las películas almacenadas en "safety film" (acetato de celulosa) con el paso del tiempo. Con el adecuado tratamiento se puede obviar. Otro soporte de película previo a este, el nitrato, no lo sufre, pero sí otros procesos de degradación diferentes. El nitrato tiene el inconveniente de que es peligroso (es altamente inflamable), de ahí el nombre "safety film" ("película de seguridad") cuando se inventó el acetato de celulosa.
La imagen, "Movie Museum of the Philippines", está en Wikimedia Commons. En autor es Hellochris. Licencia Creative Commons. La imagen de "London after midnight" la uso acogiéndome al derecho de cita.