En los próximos meses asistiremos a la enésima privatización de lo poquito que nos queda a todos en España. Se trata, claro, de AENA, un fenómeno que se viene gestando, y que me tiene hablando solo, desde hace un par de años.
No basta comprobar que las previas
privatizaciones, como las de Telefónica, la banca pública o la
“liberalización” eléctrica (que ha puesto en manos de
inversores de otros países un sector tan estratégico), y también
(secreta y sibilinamente) la de la sanidad y de la educación, y otros servicios (por si esto no fuera poco, ahora están con el agua de abasto en algunas ciudades). Así, han vaciado al Estado (o sea: a ti y a mi) de su capacidad de generar riqueza para todos desde esos negocios en sectores básicos.
Tampoco basta ver la degradación en el trato al cliente y la subida
demencial de precios que han traído consigo. Hay que liquidar lo
poco que queda por una miseria. Ese es el motto.
El sistema es perversamente perfecto: coges un negocio público saneado, construido con los impuestos de todos,
y lo conviertes en una empresa privada, y a ganar dinero, pero ese
dinero ya no es del Estado. Es de una empresa privada que ahora decide sobre cosas públicas. Cuando haces
eso con servicios de primera necesidad, estás jugando con fuego.
Sé que no es popular decir que toda esa forma de actuar no es más que ideología. Y como toda ideología, es una forma
de fanatismo. Los inútiles, y les llamo así con pleno conocimiento, que
han puesto al cargo, y que practican lo que se les ha ordenado como
robots, no tienen el menor interés en que las cosas vayan mejor para todos. Están cegados como los miembros de cualquier grupo religioso fanático por su frame of
thinking. Parece que salgan así en serie de las escuelas de
economía, y si no lo hacen, la selección artificial se encarga de
que los más dóciles y capaces de ejercer la banalización del mal
(“lo que hago no es ilegal”, rozar el crimen no es un problema en
este entorno mafioso) sin sonrojo, llegen a los puestos de dirección.
El actual Presidente de AENA, un tipo
que se supone que es de mi generación, pero que para mi viene de
otro planeta, es José Manuel Vargas Gómez. Él es el responsable de
los aeropuertos-zoco actuales que practican la explotación de sus
trabajadores de forma sistemática, y que llevan jugando con fuego (léase seguridad aeronáutica) desde hace demasiado tiempo. Un
licenciado en Económicas por la Complutense y en Derecho por la
UNED, lo que no es decir mucho ya que a lo que se ve no tiene ni idea de aeronáutica, pero que ha trabajado, claro, en PwC, luego en JOTSA, del Grupo Philip Holtzmann, una empresa que
suspendió pagos bajo su mando en 1999 y fue... comprada por RUMASA,
y en VOCENTO–ABC. Un cachorrillo de la secta de los
tecnoliberalizadores, esos que creen en la Biblia de la Privatización a pies juntillas, que no cuestionan las órdenes y que son intercambiables como los ladrillos de una pared; valen igual para un roto que par un descosido, y hacen lo que se les ordena que hagan. Un chico bueno, en resumen, para el sistema, con un sueldo millonario, eso sí.
En unos tiempos en los que se ha demostrado con sangre que las privatizaciones son desastrosas, no sé cómo se puede seguir actuando de esa manera, y además con plena impunidad. Leed la noticia al respecto en El Diario. Decidme si todo este proceso no hiede a kilómetros; que si un informe hecho en tiempo récord, que si PwC (faltaría más) y luego E&Y, que si hay prisa y es la segunda intentona... un dislate. Decidme si no es cuanto menos sospechoso de prevaricación, y corto me quedo.
En unos tiempos en los que se ha demostrado con sangre que las privatizaciones son desastrosas, no sé cómo se puede seguir actuando de esa manera, y además con plena impunidad. Leed la noticia al respecto en El Diario. Decidme si todo este proceso no hiede a kilómetros; que si un informe hecho en tiempo récord, que si PwC (faltaría más) y luego E&Y, que si hay prisa y es la segunda intentona... un dislate. Decidme si no es cuanto menos sospechoso de prevaricación, y corto me quedo.
Harto estoy de los Josés Manueles Vargas
Gómez, y sólo puedo hacer pública mi rabia en unas pocas líneas
ante este sistema pútrido, infectado y profundamente estúpido, al que la gente le da igual. Se me
acaban los adjetivos.
Harto estoy de esa forma de pensar irracional, contra toda la evidencia, propia, lo digo y lo repito, de una secta; de gente que no sé dónde coño ha dejado su humanidad.
Gente que no me gusta, y a la que no quiero en puestos de responsabilidad.
Gente que no me gusta, y a la que no quiero en puestos de responsabilidad.
Ojalá
cambie el frame of thinking de ese país, que ya casi no nos
queda tiempo.