martes, 24 de julio de 2018

¿Qué une a Arias Navarro con “Watchmen”? (Divagando a propósito de Arthur Koestler)



En este artículo, que también es de hace dos años, hablo de los sucesos de Málaga de los que prometí escribir en un texto anterior.

En esta entrada anterior hablé de pasada de Arthur Koestler y su interesante biografía de Kepler, una de las mentes más lúcidas de su tiempo. Y me he encontrado de nuevo con él, leyendo el monumental tratado de Antony Beevor sobre nuestra guerra civil. 

Koestler, comunista, corresponsal durante nuestra contienda inicialmente en el bando nacional (luego pasó a escribir para el periódico liberal británico News Chronicle), fue perseguido bajo la acusación de espionaje tras ser identificado por un periodista alemán, siendo capturado durante la llamada caída de Málaga.

El escritor salvó la vida de puro milagro, gracias la presión de la prensa británica y norteamericana ante el Foreign Office, que a su vez presionó a los nacionales. Fue sustituido en su labor por el neozelandés Geoffrey Cox, que se haría famoso internacionalmente por su libro “La defensa de Madrid”.

Málaga, su toma por el bando nacional y la infernal represión que siguió en el año 1937, son un ejemplo de cómo este país ha sido incapaz de enfrentarse, o ya ni siquiera mirar, a sus propios fantasmas. 

Uno de los artífices de la brutal campaña de asesinatos masivos de ciudadanos inocentes en la ciudad fue Carlos Arias Navarro, bautizado “Carnicero de Málaga” por su afán sanguinario (hablamos de más de 4.300 muertes, según Wikipedia).

Todos le recordamos ni más ni menos que como presidente del Gobierno de España, recitando en 1975 aquello de “Franco ha muerto”. Fue el último presidente de la dictadura y el primero de la monarquía. 

Ahí seguía, tan ricamente. Y ahí han seguido los herederos de los generales y mandos de la “cruzada” de hace ochenta años. Una de las razones por las que este país sigue sin salir del post-franquismo (por darle algún nombre a este sindiós) es, en mi opinión, esa: que los “carniceros” nunca pagaron las consecuencias de sus actos, ni pidieron perdón por ellos. Naturalmente, en muchos casos, ya no es posible. Arias Navarro murió en su cama plácidamente, como su jefe, en 1989.

Koestler, que abjuraría posteriormente del comunismo, escribió, entre muchos otros, un curioso libro, “Las raíces de la coincidencia” en el que vinculaba los fenómenos paranormales con la mecánica cuántica. En una página del cómic “V de Vendetta”, escrito por Alan Moore (y dibujado por David Lloyd, también responsable de los primeros números de la portentosa serie “Miracleman”, a la sazón también guionizada por Moore), un personaje aparece leyendo ese libro, cuya lectura posiblemente también inspirara a Moore en el diseño del personaje del Dr. Manhattan en “Watchmen”.

En la rara cadena de causalidades y coincidencias que forma la historia, podemos elucubrar que si Arias Navarro hubiera ejecutado a Koestler, su libro no habría sido escrito, y probablemente Alan Moore no habría podido concebir la idea del Dr. Manhattan, que es una de las vértebras narrativas de “Watchmen”, uno de los cómics más influyentes de todos los tiempos. Curioso; tal vez “Watchmen” no existiría en un mundo paralelo en el que Koestler hubiera muerto en Málaga.

Y hubiera sido enterrado en una de las fosas colectivas que existen en la ciudad, que sólo son superadas en cantidad de cuerpos por las de la Guerra de Yugoslavia. Esas mismas fosas que el ayuntamiento malagueño convirtió en un cagadero de perros. 

El horror, dicen, no sólo está en los actos, sino sobre todo en las almas de quienes los cometen.

Uso la portada de "Watchmen", por Dave Gibbons, acogiéndome al derecho de cita.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...