lunes, 21 de noviembre de 2016

El neocine (y 3): Proyectores con rayos láser... y Ang Lee


Desde que la industria norteamericana lanzó el nuevo estándar de cine estereoscópico -que no ha funcionado realmente como esperaban- muchos espectadores en las salas de cine se han quejado de que la proyección les parece oscura. A pesar de los modernos proyectores de cine digitales, estos, y sus lámparas de Xenon, tienen sus limitaciones, y proyectar dos imágenes con el añadido de las gafas que cada espectador debe de portar para poder ver las películas en ese formato, todo ello resta luminosidad al visionado de las películas.

Dolby, que ha pasado por una crisis de identidad desde la digitalización de las salas, y que ya no ostenta el monopolio del sonido para el público, afortunadamente -antes, en los años del celuloide, si querías estrenar una película tenías que pagar a Dolby un impuesto revolucionario-, tras lanzar su Dolby Atmos y otros nuevos procesos, ha creado un sistema de proyección para salas de cine basado en tecnología láser, llamado Dolby Vision, que promete devolver el brillo a las imágenes estereoscópicas. 

Los primeros equipos de este tipo se están instalando en las salas norteamericanas, lo que significa que en breve estarán por aquí, y algunas películas empiezan a estrenarse en ellas. Tal ha sido el caso de “El libro de la selva”, de la que me ocupé en el primero de estos artículos, o de “Star Wars: El despertar de la fuerza”. Imax también ha lanzado un sistema similar, llamado Imax Laser 3D, y parece que otros fabricantes de proyectores, como Christie -Socios de Dolby en Dolby Vision-, están en ello. Así que tendremos proyecciones más brillantes y naturales en las salas, o al menos eso nos prometen.

Mientras tanto, el monopolio del cine norteamericano se extiende por las salas de proyección, y la combinación de copias digitales con permisos, proyectores con tecnología patentada, etc. con las obligaciones de los saltos tecnológicos que implican todas estas novedades para los cines, no hacen sino empequeñecer el espacio disponible para las cinematografías nacionales, excepto en los países que saben defenderse en estos aspectos, como Francia. 

En España, esta enorme Valladolid al sur de Europa, todavía no hemos aprendido. Y no sólo es un asunto de películas y colonización de salas, aunque ya casi todas están en poder de las multinacionales USA. Es mucho más. Por ejemplo, hoy en día resulta totalmente imposible que una empresa española pueda desarrollar una tecnología para cámaras digitales de cine o proyección cinematográfica como las que he comentado en este artículo y los anteriores. La tecnología puede liberar, sí; o justamente lo contrario, convirtiéndose en un monopolio. Depende de quién la utilice y de quién regule ese uso.



Pd.: Para terminar, Ang Lee acaba de estrenar su último largometraje, un drama bélico titulado “Billy Lynn's Long Halftime Walk”. La película ha sido rodada a 4K, en 3D y a 120 fotogramas por segundo. Muy pocos cines en el mundo pueden proyectar a ese ratio de fotogramas, pero al parecer la experiencia de visionado es chocante, causa mareos y vértigos para una parte de la audiencia, o resulta inolvidable y fascinante para la otra. No sé si esta nueva velocidad de proyección, que ofrece imágenes increíblemente nítidas y promete una inmersión completa en las películas se conservará en el futuro (la actual es de 24 fotogramas por segundo y para poder dar el salto a esa nueva velocidad habría que cambiar miles de proyectores en las salas, como ocurre en el caso de los proyectores láser que he comentado antes, amén de que los DCP -las copias de proyección digitales- tendrían un tamaño gigantesco, de decenas de Terabytes cada uno); Peter Jackson probó utilizando 48 imágenes por segundo en su trilogía de "El Hobbit", y el resultado no gustó demasiado.

Parece, en cualquier caso, otro paso más hacia el neocine, ese nuevo cinematógrafo que nunca termina de llegar y que nadie sabe lo que será. Por de pronto, aparte de los cambios en las técnicas de producción, la experiencia de ver una película sigue siendo idéntica ahora que hace 120 años, cuando se inventaron las películas. Por cierto, que Ang Lee dirigió “La Vida de Pi”, una obra interesante que también quería suponer un salto cuántico en la forma en que se hace cine, pero que finalmente supuso la ruina de uno de los más legendarios estudios de efectos visuales de Estados Unidos: Rhythm & Hues. Hablo de ese asunto, por si os interesa, en “Luz,Cámara... ¡Bits!” :-)

Ppd.: Un último detalle. La idea de rodar a 120 fotogramas por segundo al parecer la tuvo Ang Lee después de ver un cortometaje experimental rodado a esa velocidad por Douglas Trumbull, un viejo conocido de la pequeña historia de los efectos visuales en el cine.

La imagen que uso para ilustrar este artículo es copyright Dolby Laboratories y la utilizo acogiéndome al derecho de cita.

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