miércoles, 5 de octubre de 2016

El neocine (1): Mowgli ahora es digital


El cine es un arte en perpetuo proceso de cambio. Siempre ha estado a merced del progreso tecnológico, siendo él mismo un invento de sus tiempos; el sistema de movimiento de la película en los proyectores de cine y las cámaras originales fue creado por los Hermanos Lumière inspirándose en las máquinas de telares industriales a vapor de la Revolución Industrial.

Así, el cine ha vivido inmerso en un continuado cambio técnico. Pensad en que primero fue cine mudo y en blanco y negro, utilizando películas de celuloide altamente inflamables  y que se fue haciendo sonoro al final de los años 20, tomando color allá por los años 30, y dando saltos similares a medida que las nuevas técnicas se iban desarrollando.

El salto más reciente ha ido ocurriendo a lo largo de los últimos 20 años, y ha sido la transición al cine digital. Ahora las películas se hacen utilizando cámaras que ya no contienen película, sino CCDs y microprocesadores que generan archivos que se almacenan en discos duros o memorias sólidas, y ello también ha cambiado intensamente todos los procesos y artes de hacer películas.

Hace unos meses se estrenaba en España “El libro de la selva”, una nueva adaptación de la novela de Rudyard Kipling que muchos de nosotros tenemos grabada en la retina por la versión animada de Walt Disney o por la anterior, de los años 40, protagonizada por el actor indio Sabú.

Este “El libro de la selva” es una producción, como la animada de los años 60, de Disney, y ha sido dirigida por Jon Favreau, un actor reciclado a director que rodó previamente las dos primeras partes de la saga de Marvel “Iron Man” y el chiste de Gary Larson reciclado en película “Cowboys vs. Aliens”.

Esta nueva adaptación del clásico de Kipling tiene un estilo visual apabullante, un manejo de las criaturas digitales -que eso son los animales parlantes que aparecen en la película- impresionante y un diseño de espacios y decorados realmente sugerente -elaborado mayoritariamente por ordenador-. 

En la película se han usado las técnicas desarrolladas en películas como “Avatar” o la posterior “Gravity”, utilizando platós de croma con una construcción de decorados mínima, cámaras virtuales, realidad enriquecida, captura de movimientos, programas de previsualización y postvisualización en tiempo real, etcétera, que están permitiendo a los directores más tradicionales, y a los técnicos poco acostumbrados a estos entornos altamente tecnológicos de rodaje, casi experimentales, el trabajar cómodamente, improvisar -algo que el mundo digital no suele llevar bien- y crear con mayor libertad que hasta ahora.

La película fue realizada con Digital Domain al frente de los efectos visuales y el ya legendario Rob Legato comandando a un ejército de supervisores digitales y a varios cientos de profesionales tecnológicos. La empresa es un mastodonte de las técnicas digitales junto a ILM, y uno de sus propietarios y fundadores es James Cameron. Pero como suele pasar en estos proyectos de cine actuales, son tan enormes que difícilmente pueden ser afrontados en solitario, así que otras empresas, como MPC y Weta Digital, contribuyeron a la obra.


Rob legato manejando la cámara virtual en un momento del rodaje de la película

Un ejemplo de las técnicas utilizadas fue la actualización de SimulCam, un generador de cámaras virtuales en espacios digitales creado para “Avatar”, que utiliza torres de captura del movimiento que realiza la cámara manejada por el operador y lo transponen a un espacio virtual 3D. Estos datos alimentaban a un sistema creado por Microsoft en colaboración con Digital Domain que se usaba por primera vez para una película, llamado Photon, que se basa en el motor gráfico Unity (lo conoceréis los aficionados a los videojuegos; se ha hecho muy popular entre los desarrolladores de este tipo de productos interactivos), lo que permitía al director de fotografía Bill Pope (ASC) y a Favreau elegir cámaras, lentes, luces, movimientos y angulaciones, incluso visitar localizaciones virtuales como si hicieran "location scout", en un entorno 3D fotorealista que se generaba en tiempo real. El director llevaba puesto un visualizador virtual Oculus Drift para moverse por el escenario digital y contemplarlo, tomando decisiones de rodaje de forma muy directa y espontánea, algo realmente novedoso en este tipo de entornos tan tecnológicamente complejos.

Así que técnicamente “El libro de la selva” es un proyecto revolucionario, en el que rodar una película se ha convertido en lo que llaman “captura digital” y donde una gran parte del coste se ha derivado a I+D, creándose técnicas, softwares y flujos de trabajo que están convirtiendo el cine en algo diferente.

“El libro de la selva” es una película aparentemente rodada en la más salvaje y lujuriosa de las selvas, pero que se ha creado casi toda en platós de croma en Los Angeles, en condiciones de laboratorio, usando cámaras virtuales y casi sin pisar los exteriores. El salto tecnológico al que estamos asistiendo es sorprendente. Y conceptos como la dirección de fotografía y la iluminación de decorados se convierten en algo completamente diferente.

En mi libro “Luz,Cámara, Bits”, narro la historia de los efectos digitales en el cine desde su nacimiento hasta la actualidad, y en él se habla con un poco más de profundidad de esta pequeña revolución tecnológica. Si os interesa, podéis comprarlo en librerías y centros comerciales. 

La verdad, es esta una historia apasionante a la que estamos asistiendo cada día, que ni mucho menos ha llegado a su meta; siempre sigue adelante, porque en todo momento aparecen nuevas técnicas y herramientas. Al final se trata de contar historias de la mejor manera posible. Eso es hacer películas.


Las imágenes que he usado son del rodaje de “El libro de la selva”, copyright Disney, y las utilizo acogiéndome al derecho de cita.

A peculiar galaxy near M104

Publicado en Revista Mexicana de Astronomía y Astrofísica, Vol. 59, número 2. P.327. Este es el link.