lunes, 13 de marzo de 2017

Un experimento inesperado


Esto que os voy a contar es un experimento que he hecho sobre mi mismo, al principio involuntariamente, y aquí os voy a contar las cosas que me ha hecho concluir, no sé si son acertadas, pero el camino ha sido interesante. Podéis probarlo en casa cuando queráis, a ver si llegáis a una conclusión parecida.

Resulta que estaba viendo la televisión un día, y había puesto el móvil en el asiento del sofá, junto a mi, a la altura del muslo, de modo que estaba reflejando la imagen de la pantalla de la tele sin que yo me diera cuenta. En un determinado momento, observé que mis ojos se movían por reflejo hacia el móvil al cambiar los planos de lo que estaba viendo en la pantalla. Un cambio de plano implica un cambio de color y formas, y al tener yo la mirada fijada en la tele (en el centro de mi vista), la imagen reflejada en el móvil, como en un pequeño espejo, llegaba a la zona periférica de mi visión.

Me di cuenta entonces de la razón; al mantener la mirada en la tele, y ver su imagen reflejada en el móvil en la periferia de mi campo visual, el cambio de plano lo percibía con un leve retraso. No lo he podido medir, pero creo que a partir de 1/25 de segundo empiezan a ser apreciables los cambios en las imágenes como saltos, no como sucesos continuos, así que me aventuro a calcular que aquel retraso sería de una décima parte de segundo, así a ojo (nunca mejor dicho)  :-D

Pues bien, aquello despertó mi curiosidad ¿Por qué percibía una imagen más tarde en la zona periférica se mi ojo que en la zona central? Me puse a elucubrar, y pensaba en una posible hipótesis evolutiva que me llevaba a concluir justo lo contrario que estaba viviendo. Caray, si estoy en la selva, y me va a atacar un bicho oculto entre la maleza ¿No tendría mayor sentido que percibiera antes los movimientos en el campo periférico de la visión, que además es más sensible, según recuerdo haber leído, a los movimientos, que en el centro, para poder luego enfocar la visión de forma refleja en la amenaza y verla con el centro de la visión para decidir qué hacer? Los seres humanos vemos las cosas en una zona muy pequeña de la retina, ese centro del que hablo, donde se forma la imagen virtual que la lente que es el ojo transmite (que por cierto se forma cabeza abajo, pero eso el cerebro lo corrige), y se ve con mayor fineza; es el centro de la visión, y el ojo se mueve para que podamos colocar en ese área las cosas que queremos mirar con exactitud, mientras que percibimos de forma más simple, sobre todo los movimientos, en la zona periférica.

Bueno, pues durante un tiempo me pareció contradictorio aquello, que no tenía sentido que un primate evolucionado percibiera, como digo, las cosas en tiempos distintos y sobre todo más tardíos, entre su centro de visión y la zona periférica del ojo. Pero en muchas ocasiones las personas tendemos a pensar con eso que llamamos “sentido común”, cuando la realidad que nos rodea se comporta de forma contraria. Es decir, es contraintuitiva. En mi caso, creo que he caído en el prejuicio de la percepción evolutiva, que nos hace creer que la evolución va “a mejor”, en una tendencia de las especies y las criaturas a una mejora y un mayor refinamiento, algo que en realidad no ocurre así exactamente. La evolución es un proceso ciego, accidental y bastante aleatorio.

En fin, que la razón de aquel retraso perceptivo podía no ser evolutiva, sino de otro tipo. A lo mejor era puramente fisiológica, es decir, que ocurría porque estamos hechos de una manera determinada, y ya está. Y dejé de pensar en el asunto durante un tiempo.

Pero hete aquí que llevo tiempo pensando en una secuela de una novela y para documentarme compré en marzo del año pasado, en un quiosco del aeropuerto de Las Palmas un número especial de la revista Investigación y Ciencia dedicado a la conciencia, y en él encontré un artículo que me dio algunas pistas. El texto en cuestión se titula “En busca de la consciencia perdida”, su autor es el neuropsicólogo Reinhard Werth, y fue publicado en “Cuadernos mente y cerebro” número 13. En él Werth explica sus investigaciones con personas que sufren deterioros neurológicos para intentar explicar ciertos fenómenos de la percepción, sobre todo la visual.

Uno de los experimentos, realizado con niños nacidos sin cerebro, mostró al neuropsicólogo que estos podían seguir objetos en movimiento con la vista, de modo que averiguó que, a pesar de carecer de cerebro, esos niños perciben visión, de hecho el campo central de la misma, en un área ajena a la corteza cerebral y a la zona donde se produce la percepción de la visión ordinariamente. Al parecer, los bebés inician su captación visual del mundo a partir de ese foco central, y la van ampliando a medida que crecen, de forma natural.

El área que “ve” ese foco central es muy primitiva y se encarga de coordinar los actos reflejos, puesto que gran parte de los movimientos oculares son de este tipo. De hecho para focalizar un objeto el ojo realiza varios movimientos totalmente automáticos e inconscientes con el fin de poner el objeto en cuestión en la zona central de la percepción (el centro de visión), regulando la cantidad de luz recibida mediante el movimiento del iris, así como del cristalino para el enfoque, etc. Todo eso es tarea del sistema parasimpático, encargado de automatismos primitivos similares como la respiración, el ritmo cardíaco, etc. Son procesos totalmente inconscientes y que se realizan de forma automática.

Este proceso se produce en un área conocida como el tálamo, una zona muy misteriosa que gestiona un montón de cosas de esas automáticas que realiza nuestro cuerpo sin que nos demos cuenta. Al mismo tiempo, el tálamo parece que modula nuestra propia consciencia mediante la interacción de grandes áreas del cerebro.

El tálamo se combina en sus funciones con el hipotálamo y ambos forman el llamado diencéfalo. Por otro lado, es sabido que la visión se procesa de forma compleja e interpretativa en las zonas occipital y parietal del cerebro, amén de en otras áreas también de la corteza (conocidas como áreas 17, 18 y 19 de Brodman); la corteza es la zona del pensamiento y la elaboración perceptiva compleja. Así que me parece intuir que todo esto es un asunto de llegada de señales a una zona más cercana y/o más rápida en interpretarlas (tálamo) y luego a otra más elaborada, que requiere más proceso o más tiempo para interpretar las señales y convertirlas en percepción (áreas cerebrales de la visión).

Al parecer el tálamo tiene una parte, el núcleo geniculado lateral (GNL), que funciona como una centralita perceptiva. Por él pasan muchas señales (no sólo las visuales) y se encarga de repartirlas a las zonas de la corteza encargadas de su proceso, de modo que ese área tal vez deba de percibir antes que ninguna otra, pues recibe primero la señal y luego la transfiere a la corteza cerebral.

Al mismo tiempo, el hecho de que la visión se construya al desarrollarse un ser humano a partir del área central, que parece procesar el tálamo, si sigo una interpretación generosa de los experimentos de Werth (aquí estoy saltando un poco desde su artículo a mis ideas, pero bueno), me hace sentirme más seguro de que ese podría ser el origen de ese retraso que he percibido en mi mismo: la fisiología. Que estamos hechos así, vamos.

En resumen, que el tálamo participa en la percepción, además de gestionar el envío de las señales visuales que le llegan para su reenvío a la corteza cerebral perceptiva, y de ahí el mínimo retraso entre lo que el GNL percibe (visión central muy primitiva) y lo que se procesa en el área cortical (visión periférica y proceso refinado de visión central).

Todo el proceso perceptivo es increíblemente complejo y en esta explicación he ahorrado liarla más con cómo llegan las señales visuales al tálamo a través del quiasma visual, etc. No es necesario y añadiría, creo, confusión al asunto. Sólo se trataba de encontrar una explicación más o menos aceptable para mi inesperado experimento casero.

Otra posibilidad un poco inquietante es que yo esté hecho así y sólo yo experimente ese fenómeno. Así que si a vosotros os pasa igual que a mi, y veis con retraso las cosas en vuestra periferia ocular, me sentiré realmente aliviado...

También he consultado para este artículo los siguientes textos vía internet:
-Psicología de la percepción visual. 2.7. Las vías visuales del cerebro. VV. AA. Universitat de Barcelona.
-Áreas de procesamiento sensorial. VV. AA. Neurowikia.
-Neurociencia y comportamiento. Procesamiento visual talámico. Francisco de Asís Gallardo Chamizo. Universidad de Sevilla.

La foto es una imagen digital que hice hará como dos años.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...