lunes, 13 de marzo de 2017

Un experimento inesperado


Esto que os voy a contar es un experimento que he hecho sobre mi mismo, al principio involuntariamente, y aquí os voy a contar las cosas que me ha hecho concluir, no sé si son acertadas, pero el camino ha sido interesante. Podéis probarlo en casa cuando queráis, a ver si llegáis a una conclusión parecida.

Resulta que estaba viendo la televisión un día, y había puesto el móvil en el asiento del sofá, junto a mi, a la altura del muslo, de modo que estaba reflejando la imagen de la pantalla de la tele sin que yo me diera cuenta. En un determinado momento, observé que mis ojos se movían por reflejo hacia el móvil al cambiar los planos de lo que estaba viendo en la pantalla. Un cambio de plano implica un cambio de color y formas, y al tener yo la mirada fijada en la tele (en el centro de mi vista), la imagen reflejada en el móvil, como en un pequeño espejo, llegaba a la zona periférica de mi visión.

Me di cuenta entonces de la razón; al mantener la mirada en la tele, y ver su imagen reflejada en el móvil en la periferia de mi campo visual, el cambio de plano lo percibía con un leve retraso. No lo he podido medir, pero creo que a partir de 1/25 de segundo empiezan a ser apreciables los cambios en las imágenes como saltos, no como sucesos continuos, así que me aventuro a calcular que aquel retraso sería de una décima parte de segundo, así a ojo (nunca mejor dicho)  :-D

Pues bien, aquello despertó mi curiosidad ¿Por qué percibía una imagen más tarde en la zona periférica se mi ojo que en la zona central? Me puse a elucubrar, y pensaba en una posible hipótesis evolutiva que me llevaba a concluir justo lo contrario que estaba viviendo. Caray, si estoy en la selva, y me va a atacar un bicho oculto entre la maleza ¿No tendría mayor sentido que percibiera antes los movimientos en el campo periférico de la visión, que además es más sensible, según recuerdo haber leído, a los movimientos, que en el centro, para poder luego enfocar la visión de forma refleja en la amenaza y verla con el centro de la visión para decidir qué hacer? Los seres humanos vemos las cosas en una zona muy pequeña de la retina, ese centro del que hablo, donde se forma la imagen virtual que la lente que es el ojo transmite (que por cierto se forma cabeza abajo, pero eso el cerebro lo corrige), y se ve con mayor fineza; es el centro de la visión, y el ojo se mueve para que podamos colocar en ese área las cosas que queremos mirar con exactitud, mientras que percibimos de forma más simple, sobre todo los movimientos, en la zona periférica.

Bueno, pues durante un tiempo me pareció contradictorio aquello, que no tenía sentido que un primate evolucionado percibiera, como digo, las cosas en tiempos distintos y sobre todo más tardíos, entre su centro de visión y la zona periférica del ojo. Pero en muchas ocasiones las personas tendemos a pensar con eso que llamamos “sentido común”, cuando la realidad que nos rodea se comporta de forma contraria. Es decir, es contraintuitiva. En mi caso, creo que he caído en el prejuicio de la percepción evolutiva, que nos hace creer que la evolución va “a mejor”, en una tendencia de las especies y las criaturas a una mejora y un mayor refinamiento, algo que en realidad no ocurre así exactamente. La evolución es un proceso ciego, accidental y bastante aleatorio.

En fin, que la razón de aquel retraso perceptivo podía no ser evolutiva, sino de otro tipo. A lo mejor era puramente fisiológica, es decir, que ocurría porque estamos hechos de una manera determinada, y ya está. Y dejé de pensar en el asunto durante un tiempo.

Pero hete aquí que llevo tiempo pensando en una secuela de una novela y para documentarme compré en marzo del año pasado, en un quiosco del aeropuerto de Las Palmas un número especial de la revista Investigación y Ciencia dedicado a la conciencia, y en él encontré un artículo que me dio algunas pistas. El texto en cuestión se titula “En busca de la consciencia perdida”, su autor es el neuropsicólogo Reinhard Werth, y fue publicado en “Cuadernos mente y cerebro” número 13. En él Werth explica sus investigaciones con personas que sufren deterioros neurológicos para intentar explicar ciertos fenómenos de la percepción, sobre todo la visual.

Uno de los experimentos, realizado con niños nacidos sin cerebro, mostró al neuropsicólogo que estos podían seguir objetos en movimiento con la vista, de modo que averiguó que, a pesar de carecer de cerebro, esos niños perciben visión, de hecho el campo central de la misma, en un área ajena a la corteza cerebral y a la zona donde se produce la percepción de la visión ordinariamente. Al parecer, los bebés inician su captación visual del mundo a partir de ese foco central, y la van ampliando a medida que crecen, de forma natural.

El área que “ve” ese foco central es muy primitiva y se encarga de coordinar los actos reflejos, puesto que gran parte de los movimientos oculares son de este tipo. De hecho para focalizar un objeto el ojo realiza varios movimientos totalmente automáticos e inconscientes con el fin de poner el objeto en cuestión en la zona central de la percepción (el centro de visión), regulando la cantidad de luz recibida mediante el movimiento del iris, así como del cristalino para el enfoque, etc. Todo eso es tarea del sistema parasimpático, encargado de automatismos primitivos similares como la respiración, el ritmo cardíaco, etc. Son procesos totalmente inconscientes y que se realizan de forma automática.

Este proceso se produce en un área conocida como el tálamo, una zona muy misteriosa que gestiona un montón de cosas de esas automáticas que realiza nuestro cuerpo sin que nos demos cuenta. Al mismo tiempo, el tálamo parece que modula nuestra propia consciencia mediante la interacción de grandes áreas del cerebro.

El tálamo se combina en sus funciones con el hipotálamo y ambos forman el llamado diencéfalo. Por otro lado, es sabido que la visión se procesa de forma compleja e interpretativa en las zonas occipital y parietal del cerebro, amén de en otras áreas también de la corteza (conocidas como áreas 17, 18 y 19 de Brodman); la corteza es la zona del pensamiento y la elaboración perceptiva compleja. Así que me parece intuir que todo esto es un asunto de llegada de señales a una zona más cercana y/o más rápida en interpretarlas (tálamo) y luego a otra más elaborada, que requiere más proceso o más tiempo para interpretar las señales y convertirlas en percepción (áreas cerebrales de la visión).

Al parecer el tálamo tiene una parte, el núcleo geniculado lateral (GNL), que funciona como una centralita perceptiva. Por él pasan muchas señales (no sólo las visuales) y se encarga de repartirlas a las zonas de la corteza encargadas de su proceso, de modo que ese área tal vez deba de percibir antes que ninguna otra, pues recibe primero la señal y luego la transfiere a la corteza cerebral.

Al mismo tiempo, el hecho de que la visión se construya al desarrollarse un ser humano a partir del área central, que parece procesar el tálamo, si sigo una interpretación generosa de los experimentos de Werth (aquí estoy saltando un poco desde su artículo a mis ideas, pero bueno), me hace sentirme más seguro de que ese podría ser el origen de ese retraso que he percibido en mi mismo: la fisiología. Que estamos hechos así, vamos.

En resumen, que el tálamo participa en la percepción, además de gestionar el envío de las señales visuales que le llegan para su reenvío a la corteza cerebral perceptiva, y de ahí el mínimo retraso entre lo que el GNL percibe (visión central muy primitiva) y lo que se procesa en el área cortical (visión periférica y proceso refinado de visión central).

Todo el proceso perceptivo es increíblemente complejo y en esta explicación he ahorrado liarla más con cómo llegan las señales visuales al tálamo a través del quiasma visual, etc. No es necesario y añadiría, creo, confusión al asunto. Sólo se trataba de encontrar una explicación más o menos aceptable para mi inesperado experimento casero.

Otra posibilidad un poco inquietante es que yo esté hecho así y sólo yo experimente ese fenómeno. Así que si a vosotros os pasa igual que a mi, y veis con retraso las cosas en vuestra periferia ocular, me sentiré realmente aliviado...

También he consultado para este artículo los siguientes textos vía internet:
-Psicología de la percepción visual. 2.7. Las vías visuales del cerebro. VV. AA. Universitat de Barcelona.
-Áreas de procesamiento sensorial. VV. AA. Neurowikia.
-Neurociencia y comportamiento. Procesamiento visual talámico. Francisco de Asís Gallardo Chamizo. Universidad de Sevilla.

La foto es una imagen digital que hice hará como dos años.

jueves, 9 de marzo de 2017

LOS CÓDICES DEL APOCALIPSIS (3): La portada


Seguimos trabajando en la edición en Amazon (ebook, Kindle e impresión bajo demanda) de mi novela "Los códices del apocalipsis", y tenemos un portadista de lujo. 

Se trata de Brendan McCaffrey, uno de los mejores ilustradores del mundo de la imagen por ordenador. Es un privilegio contar con él, y la portada que está preparando es alucinante. 

Compartiremos con vosotros el proceso creativo que llevará a la obra final. Esas cosas molan  :-)

Brendan diseñó hace un par de años la carátula del videojuego superventas "Star Wars Battlefront", de Electronic Arts. Abajo, una de sus magistrales ilustraciones.



Si os apetece, todavía tenéis disponible la edición en papel de Tyrannosaurus Books a punto de agotarse en AmazonCasa del Libro o El Corte Inglés. Si queréis examinar la bonita edición original, podéis echar un vistazo en este Flickr de Edición Coleccionista.

Las imágenes son copyright Brendan McCaffrey, y se reproducen con su autorización.

lunes, 27 de febrero de 2017

LOS CÓDICES DEL APOCALIPSIS (2) - Apolo




La imagen que aparece más arriba es un recuerdo que me regalaron en Los Angeles, en Shine Gallery, una tienda de recuerdos antiguos que se encuentra en una solitaria esquina de The Farmer's Market, cerca de Fairfax. 

Estaba de viaje en la ciudad para hablar de un par de proyectos cinematográficos con varios productores y de paso, había concertado una cita con mi contacto oficioso en la NASA. Farmer's Market nació hace 80 años como un mercado en el que los agricultores y granjeros vendían sus productos a los ciudadanos, sin intermediarios. Muchos cocineros de los grandes restaurantes locales y las grandes estrellas del "Hollywood dorado" compraban allí sus viandas.

Ahora es un agradable lugar lleno de casetas chatas con barras y mesas plegables, de aspecto rural, donde puedes comer desde alta cocina a kebabs, beber, charlar, o pasear. Y hablar, claro.

Farmer's Market, Los Angeles
          
Comí con mi contacto en una de esas mesas de hule que salpican y dan color a esta plaza de mercado de pueblo oculta en el centro de Los Angeles, y me contó la extraña historia de este broche, que conmemora la llegada del hombre a la luna en 1969 a bordo del Apolo XI. 

Según me contó este ex trabajador de la Agencia Espacial, oficialmente viajamos a la luna sólo cinco veces más, y una de ellas, el Apolo XIII, no llegó nunca a aterrizar. Pero me añadió que eso es lo que nos han hecho creer. 

El Apolo XVI, oficialmente la última vez que pisamos la luna, en 1973, no fue el último. 

Esta revelación es absolutamente asombrosa, y está relacionada con los misteriosos objetos que de han encontrado orbitando alrededor de la Tierra, y de los que he hablado en mi post anterior.

También añadió que me enviaría una prueba de ello; me llegó unas semanas después vía un email cifrado. Pero eso prefiero contarlo en el siguiente post.


La mesa donde se produjo el encuentro

Estamos preparando una reedición de "Los Códices del Apocalipsis" en Amazon totalmente revisada y con un montón de sorpresas, en ebook (también para Kindle) y en papel (en impresión bajo demanda). A medida que se vaya acercando la fecha de la publicación, voy a ir poniendo en este blog algunas pistas sobre la trama, sus personajes, misterios, etc.

Si os apetece, todavía tenéis disponible la edición en papel de Tyrannosaurus Books a punto de agotarse en Amazon, Casa del Libro o El Corte Inglés. Si queréis examinar la bonita edición original, podéis echar un vistazo en este Flickr de Edición Coleccionista.

viernes, 17 de febrero de 2017

El problema que no se quiere ver, no existe


Vivimos en un Estado democrático que todavía no sabe que lo es. No, no lo tiene nada claro. Flotando entre normativas obsoletas y autoritarias, poderes politizados hasta el hastío, medios de comunicación que sólo trabajan para quien les financia, e instituciones anquilosadas en el Siglo XIX, España no sabe todavía que es un país que se debe a sus ciudadanos por encima de todo. Esto es algo que llevará muchísimo tiempo repararlo, si es que se puede. Pero mientras eso no ocurra, nosotros, todos, los ciudadanos, que no súbditos, de España, seguiremos pagando las consecuencias.

Llevo años escribiendo en este mismo blog de los horrores de la administración española, una estructura anquilosada y creada (ella y la legislación que la regula) en unos tiempos autoritarios, que sigue considerando a la ciudadanía como un grupo de críos incapaces de conducir sus propios destinos, que deben ser tutelados a perpetuidad.

Este modelo perverso de ver las cosas se ha extendido recientemente a la llamada “administración electrónica”, el mecanismo que permite a los administrados relacionarse con sus administraciones vía internet. También he pedido en muchas ocasiones que alguien ponga orden en ese desastre tecnológico, pero como siempre como quien oye llover.

Acabo de vivir en mis carnes otro ejemplo de este lío administrativo virtual en el que nos quieren hacer vivir últimamente. Resulta que estaba por caducar el certificado electrónico de mi productora, Zanzibar, la empresa con la que hago las películas. Me llega un mail de la FNMT (Fábrica Nacional de Moneda y Timbre), que es la responsable de generar esas suertes de “firmas” virtuales que te permiten identificarte, seas persona física o jurídica, ante la administración mediante Internet, recordándomelo. Y en ese mail me comentan tan felices que ahora para renovar el certificado tengo que pagar. En mi caso, por ser administrador único, 28 Euros.

Atención, que esto es muy interesante: el derecho básico de identificarte ante una administración, que generalmente se verifica vía tu DNI y/o, de ser necesario, las escrituras de tu empresa de forma gratuita, ahora te va a costar dinero. La propia FNMT, en un extensísimo texto explicatorio en su web donde nos explica por qué hemos de pagar -excusatio non petita...-, aduce que la causa es que ahora las verificaciones para el trámite requieren una conexión con el Registro Mercantil, que todos sabemos es esa institución completamente inútil que se inventó esta nación hace mucho tiempo para cobrarte por ponerte un sellito y anotarte en un listado cada vez que tengas que hacer constar algo, pues eso, de relieve mercantil. Uno de esos grandes inventos españoles, como las todopoderosas notarías o los no menos poderosos registradores de la propiedad.

Pues nada, ni corta ni perezosa, la administración, la FNMT, el gobierno en resumen, ese gobierno que se supone me representa y vela por mi, ha decidido que, en vez de exigir la gratuidad de algo tan elemental como la renovación de tu identidad digital, pues mejor es aceptar una semi privatización del servicio, pagando al Registro Mercantil lo que les pida.

Yo estoy obligado a identificarme en muchísimos trámites online -cada vez más y en muchas ocasiones de forma exclusiva, algo que además es ilegal, pero no voy a meterme en ese jardín hoy- y ahora he de pagar por obtener ese derecho. Por poner un ejemplo, es como si tuviera que pagar 28 Euros por renovar mi DNI (en realidad costaba 10,6 Euros más el coste de la foto en 2016 según informa la Administración, con ciertas excepciones de gratuidad como familias numerosas o cambio de datos) o mi Pasaporte (26,02 Euros más la foto en 2016, también con gratuidad para familias numerosas), dos documentos que son imprescindibles para mi vida cotidiana pero que hay que realizar de forma presencial y cuya renovación, salvo robo o extravío, ocurre cada 10 años. Pues nada, lo dicho: por 28 módicos Euros puedes recuperar tu identidad virtual, pero con una ligera diferencia con respecto a los anteriores: se trata de un trámite online, absolutamente automático, que no requiere de la participación de nadie y es instantáneo, y que debes de repetir obligatoriamente cada 3 años. Sólo requiere un cruce de datos, algo que no debería de costarnos nada. Pues es más caro que el DNI o el pasaporte, y sin excepciones.

Por supuesto, nadie se ha quejado, que yo sepa, de este nuevo, y silencioso, atropello a la ciudadanía. Y cuando digo “nadie”, me refiero a nuestros representantes elegidos en el Congreso de los Diputados, que creo están para protegerme de asuntos como este.

En fin, no abundaré más, aunque podría. Podría decir que uso Safari como navegador en mi ordenador (un Mac), y no puedo utilizarlo para obtener mi certificado, porque la FNMT no tiene soporte para él, sólo para Internet Explorer y Firefox. Podría añadir que me he pegado un par de horas de sudores fríos navegando por la ininteligible, fea y pésimamente explicada web de la FNMT para intentar entender cómo rayos hay que hacer el trámite, y sin comprender por qué se me bloqueaba constantemente un Firefox recién actualizado. Poco a poco averigüé que tenía que bajarme e instalar seis (¡¡SEIS!!) certificados electrónicos consecutivos de su web, y luego, además, bajarme una extensión de implementación de firma electrónica, si quería que aquel trámite funcionara. A la quinta intentona (Complejidad innecesaria, el peor pecado de cualquier interface), tuve finalmente renovado mi certificado digital como administrador único de una sociedad, previo cargo vía VISA de 28 Euros, claro.

El modelo de la administración en el Estado Español sigue ahí, impertérrito, en la nueva administración online, sin haber cambiado apenas con el paso de los años: lento, lleno de obstáculos, innecesariamente complejo, básicamente hostil, todo ello perfectamente implementado en flamante código HTML. Estos signos, como pocos, expresan por qué vivimos en un país que todavía no sabe que vive en el Siglo XXI, y que sigue considerando a sus ciudadanos como súbditos, casi como incapaces.

Y me temo, como tantas veces he dicho antes, que esto no tiene remedio, porque el prejuicio inherente a esta visión del ciudadano por parte de la administración que debería servirle, no se cura ni en una década, ni en diez, mientras no se quiera afrontar el problema.

Y un problema no se afronta mientras no se le reconozca como tal.

Y la administración española no considera esto un problema.

Está encantada de haberse conocido.

Pd.: Como complemento a lo anterior, he tenido recientemente otro altercado añadido con la Administración digital. Se trata de un software de generación de facturas llamado Facturae, que ciertas instancias públicas obligan a utilizar a las empresas para que les facturen, desde hace poco. El programa es un espanto, está pésimamente desarrollado, instalarlo es una pesadilla, y utilizarlo un horror; no es ergonómico, añade complejidades innecesarias, no permite ni siquiera copiar y pegar, y parece creado por un psicópata. Muchos organismos públicos están imponiendo la facturación electrónica sin dar más opción a los ciudadanos, algo que como poco pone en indefensión a mucha gente. Y la atención y dudas sobre el programa te las resuelven en un teléfono 902 ¡La Administración Pública está utilizando teléfonos de tarificación adicional por prestar un servicio al que todos tenemos derecho! Ítem más: me comentaban recientemente que en las oficinas del paro se está obligando a los ciudadanos a que utilicen los trámites online siempre. Los funcionarios tienen órdenes de que los ciudadanos usen los misérrimos ordenadores que tienen en las oficinas del desempleo para que se busquen la vida con sus propios trámites, y se niegan a hacérselos ellos mismos, por órdenes de arriba, claro. Si eres anciano, apenas has manejado un ordenador en tu vida, ni sabes cómo mover un ratón, es tu problema. Este sadismo institucionalizado me muestra un feo aspecto de la administración que parece haber olvidado para quién trabaja, o más bien que lo tiene demasiado claro. Porque alguien, alguna persona en el organigrama de esas organizaciones ha dado esas órdenes, y nadie le rechista. Como consecuencia, en España vivimos en una especie de estado burocrático autoritario, en que la ciudadanía es tratada sistemáticamente como un grupo de siervos sin derechos. Llamar a esto desastre es poco. Cuando el mismo Servicio Público de Empleo Estatal (pomposo nombre) deja a la gente sin recursos, la más vulnerable, tirada porque no pueden pagarse ni su propia firma electrónica, ni tienen acceso a internet, entonces la palabra Servicio se vuelve un chiste. El desastre es de una magnitud descomunal, pero claro, como me comentaban, la gente ni se molesta en reclamar, tan sólo dejan de pasar por la oficina y sus derechos finalmente caducan, lo que lleva a que miles de personas en dificultades desistan de acogerse al paro. Y eso es estupendo para las estadísticas. Toda esa gente desaparece de ellas. Y con ellos, el problema. La triste realidad es que somos eso para la Administración española: un problema.

domingo, 5 de febrero de 2017

El Amo de las Marionetas


Uno de los más siniestros villanos creados por Stan Lee y Jack Kirby en la primera etapa de los Cuatro Fantásticos fue El Amo de las Marionetas (un tipo que convertía a las personas en títeres mediante una especie de arcilla radiactiva). Hay una excelente novela de Robert Heinlein que comparte ese título, y narra una invasión alienígena que controla la mente de la gente, eligiendo los E.E. U.U. para iniciar el proceso.

Estos días hay mucha gente asombrada -y espantada- por la caótica política de César que el nuevo presidente de los E.E. U.U. está adoptando, mediante órdenes ejecutivas encadenadas. Como el payaso Pennywise, de IT, aquella novela de Stephen King, tal vez sólo estemos viendo moverse a una carcasa vacía, un hombre de trapo.

En Saturday Night Live, el programa humorístico que la NBC emite en directo todos los sábados por la noche -como dice el título- las descacharrantes -e inquietantemente simétricas- parodias que hace Alec Baldwin de Donald Trump han añadido últimamente un nuevo personaje realmente ominoso, que aparece retratado como la mismísima muerte: un esqueleto mondo bajo una tela de saco.

Es Steve Bannon. El primer supremacista blanco -en palabras de Nancy Pelosi- que ha ascendido hasta poder mover los hilos de todo un gobierno occidental. Él es, se dice, quien toma las decisiones, quien susurra al oído del Presidente. Suya, entonces, sería la Orden que casi paralizó los aeropuertos de todo el país la semana pasada, y que un juez acaba de cancelar temporalmente. Bannon es el director de Breitbart, un panfleto que si se publicara hace 20 años se repartiría en fotocopias amarillentas, pero que ahora, gracias al HTML, parece algo respetable gracias a las plantillas de diseño estandarizado.

Breitbart es un medio de muy extrema derecha, tan extrema que aquí no tenemos nada parecido. En circunstancias normales, personalidades como la de su director no llegarían a puestos de poder. Pero es que estos días no son normales en absoluto.

La orden ejecutiva -que se ha llamado “anti-islam” y que prohibe la entrada en el país de personas provenientes de siete países musulmanes- es algo inusitado, una discriminación por religión jamás vista en un estado democrático en tiempos recientes. Trump la está defendiendo con uñas y dientes, y para aplicarla ha pasado por encima de todo el mundo; la Orden fue firmada sin consultar al departamento de Homeland Security -creado por George W. Bush tras los atentados del 11-S-, que tendría algo que decir, ni a los departamentos de Justicia, Fronteras o Defensa. Y cuando la Fiscal General Sally Yates le comentó lo obvio a su presidente, que aquello no tenía un pase, fue despedida de forma fulminante.

Últimamente se comenta mucho ese porcentaje tan significativo que nos informa de que, de los fallecidos en E.E. U.U. en los últimos años por causa violenta, menos de un 1% murieron por el terrorismo de origen yihadista, y más del 99% restante perecieron por disparos de sus propios conciudadanos, ese derecho constitucional que supone, creo, una muerte violenta en el país cada 10 segundos. Relacionar el problema yihadista en territorio norteamericano -estadísticamente bajísimo, como vemos- con la religión musulmana, es un auténtico peligro. Se llama visión de túnel. Los fanáticos la padecen. Sesgo cognitivo. Sólo ven ese ínfimo porcentaje menor que un 1%. Y pueden destrozar la vida a todo un país por esa ceguera selectiva.

EE.UU. disfruta, por lo que vamos viendo estos días, de unas estupendas herramientas capaces de parar estos despropósitos legislativos. La Orden está actualmente inactivada y cientos de personas, ciudadanos americanos, gente que trabaja allí, con carta verde, y en resumen, con derechos, pueden entrar de nuevo en su propio país. Eso le ha causado al multimillonario presidente su última rabieta, que ha desahogado en Twitter, como siempre.
Bannon, también como siempre, guarda silencio.

Ese silencio sí que es inquietante. De ser cierto que es su dictado el que está creando estas órdenes ejecutivas, tiene un plan. Y quien dicta es, efectivamente, un dictador.

Vengan de la mente que vengan, leyes como esa podrían contribuir a acabar con el área de convivencia común que poco a poco se ha ido creando, con sangre, sudor y lágrimas, en muchas naciones del mundo en las que musulmanes, cristianos y judíos, las tres grandes religiones en conflicto secular, conviven sin problemas y en progresivo entendimiento.

Reproduzco la portada del número 8 de "Fantastic Four" (publicado en noviembre de 1962), por Jack Kirby, acogiéndome al derecho de cita.

Exposición abierta hasta julio.

Mi exposición fotográfica "El Risco: la montaña habitada" sigue abierta hasta julio en la Sala MAPFRE Ponce de León,  C. Castillo,...